Las surrealistas emergen cien años después con sus fotografías en Leica Gallery
- Fotógrafas como Kati Horna, Lola Álvarez Bravo y Gabriela Iturbide usan el lenguaje surrealista
- La exposición 'Centenario surrealista' puede verse en Leica Gallery hasta el 14 de septiembre
Cien años después del primer Manifiesto del surrealismo de André Breton, esta expresión artística sigue vigente por su libertad de pensamiento, ajena a tabús sociales o cortapisas comerciales, como se puede ver en la muestra Centenario surrealista organizada por la Fundación Loewe en Leica Gallery, sede invitada de PhotoEspaña.
En la exposición, pasan a un primer plano fotógrafas como Kati Horna, Dora Marr o Tina Modotti a veces eclipsadas por el brillo de colegas masculinos como Man Ray o André Kerstész. La comisaria, María Millán, apunta a RTVE.es que "son artistas que reaparecen bajo su propio punto de vista", no como modelos o musas.
Pone el ejemplo de Dora Marr, conocida por ser la pareja de Picasso y un poco menos por su poesía: "Marr hizo fotos para revistas de moda y demás para subsistir, pero también destaca su trabajo como retratista, su proyecto artístico personal". Añade que los mejores retratos del pintor malagueño, los menos posados y más auténticos, llevan su firma.
El visitante puede sumergirse en una selección de 50 fotografías de época, contemporáneas, collages y un documental sobre la artista británica Leonora Carrington (1917-2011) de Javier Martín Domínguez, presentado un año después de su muerte en Ciudad de México.
Tras la Primera Guerra Mundial, la conciencia fracturada de Europa lleva a los surrealistas a rechazar una modernidad violenta y destructiva, y a aferrarse a la esfera inconsciente de los sueños y deseos más íntimos. Con el sustrato del psicoanálisis y el impulso dadaísta, abrazan las posibilidades creativas de la psique humana.
El lado femenino
Un género tan academicista como el retrato se impregna de tintes surrealistas con las miradas de Berenice Abbott o Germaine Krull sobre el dramaturgo francés Jean Cocteau, que dan protagonismo a sus manos. Millán explica que Cocteau era bisexual y ellas retratan su lado femenino "se centran en las manos la parte femenina del sujeto". Cocteau dedicó muchos ensayos a la homosexualidad. En una de sus piezas teatrales, El testamento de Orfeo, inmortalizada por Lucien Clergue, realiza "un canto a esos temas del sistema de género".
También llama la atención, la visión de Imogen Cunningham que, para retratar a la bailarina y coreógrafa Martha Graham, solo saca sus pies enteros y parte de sus manos.
La imagen que encabeza este texto forma parte de la serie Oda a la necrofilia, 1962, de Kati Horna. La mujer desnuda de espaldas que sostiene la vela es Leonora Carrington. Millán detalla que "eran muy amigas y hacían proyectos juntas". Carrington también aparece con el rostro cubierto de un velo negro al lado de la cama en otra foto de la misma serie.
La fotografía resultó especialmente adecuada para mostrar la visión del mundo distorsionada que propugnaba el surrealismo gracias a técnicas como la doble exposición, los negativos intercalados, el fotomontaje, la solarización o el uso de atrezo absurdo e iluminación teatral.
Surrealismo en México
Más allá de sus orígenes europeos, La Exposición Internacional del Surrealismo, auspiciada por Breton en México en 1940, fue clave para Hispanoamérica. Las obras de fotógrafos mexicanos como Lola Álvarez Bravo, su marido Manuel, o María García demuestran la huella del surrealismo en un continente habitado por una imaginación inclinada a lo maravilloso y al realismo mágico. En aquel momento, la muestra coincidió con la llegada de artistas como Carrington, Horna o Remedios Varo que se instalaron en México, huyendo de la guerra.
El ojo, 1950, de Lola Álvarez Bravo es una de las imágenes más potentes de la exposición, que remite visualmente a un fotograma de Un perro andaluz de Buñuel. La comisaria detalla, sin embargo, que la foto, de la que solo hay dos copias, es un homenaje a la pintora mexicana Frida Khalo, que justo en esa fecha estuvo hospitalizada un año entero.
México también fue fundamental para Tina Modotti, que de ser asistente y modelo de Edward Weston, pasó a volcarse con la fotografía, un viaje similar al de Barbara Brändli. Millán detalla que "sus inquietudes políticas le llevaron a documentar los murales que pintaban Orozco y Diego Rivera". Conoce a artesanos locales y al diseñador de títeres, que realiza con estas marionetas representaciones como un taller de crítica social.
Afiliada al Partido Comunista Mexicano desde 1927, Modotti retrató a intelectuales y artistas y también fotografió las manifestaciones de los campesinos. La imagen titulada Marioneta de un señor de bien, de 1929, le sirve para criticar con fina ironía los usos y costumbres de la clase alta y "animar lo inanimado con una puesta en escena".
El amplio legado del surrealismo es evidente en obras posteriores y contemporáneas. Se puede apreciar en el uso de espejos y animales que despliega la mexicana Graciela Iturbide, las espectrales escenas domésticas de Francesca Woodman y la convergencia entre la forma humana y la tierra de Ana Mendieta.
Muxes y cuervos
En el caso de Iturbide, destaca la foto Magnolia con el espejo, Juchitán, 1986, en la que aparece lo que se percibe como un hombre con un vestido de mujer, pero que en realidad es un muxe, un tercer género ancestral en la cultura zapoteca que se remonta a la época prehispánica.
La comisaria indica que "este personaje masculino desarrollando su lado femenino, siempre ha existido y sigue existiendo". En el Istmo de Tehuantepec, son figuras respetadas en la comunidad, cuyas características recuerdan al matriarcado y "muchos de estos muxes una de las labores que hacen es la de iniciar en el sexo a los hombres, tanto homosexual como heterosexual".
La fotógrafa mexicana está muy interesada por los pájaros y las piedras. En Rayos X de un pájaro, 1999, Iturbide sostiene un cuervo con una mano y muestra una radiografía del ave sobre una caja de luz para poder verla. Una composición con ecos surrealistas que expresa su conexión especial con los cuervos, una relación que también mantienen otros fotógrafos. Millán cita que, dentro de PhotoEspaña, se puede ver la exposición Ravens del japonés Masahisa Fukase en el Círculo de Bellas Artes.
Las técnicas surrealistas no han perdido vigencia como recurso expresivo en el retrato con exposición doble que firman Marion Scemama y Kiki Smith.
Millán defiende que "en estos 100 años artistas, pintores, videoartistas, fotógrafos y demás, han utilizado herramientas surrealistas para expresarse". Sostiene que surgen para ilustrar conceptos muy abstractos, como las desigualdades de género o la diversidad sexual. En Ojos bien abiertos, NY 1983, las fotógrafas critican que "en los años 80, el sida era una epidemia, pero las víctimas estaban estigmatizadas. Era algo que era tan visible y a la par las autoridades no hacían nada con ello".
Desde el punto de vista formal, "esto es un montaje hecho en la cámara. Son retratos de ellas mismas (Scemama y Smith) sin pasar el carrete. Aguantas la película, y disparas la imagen sobre el negativo tres veces, con su rostro y sus manos".
El deseo, la identidad, la sexualidad y la voluntad de desvelar mundos interiores que esgrimía el surrealismo siguen vivos en la actualidad. El desafío a la razón, las imágenes extrañas o grotescas continúan apelando al espectador del siglo XXI que, entre las turbulentas aguas del presente, es consciente de la frágil frontera que separa la fantasía y la realidad.
Centenario surrealista
Dentro de PhotoEspaña 2024, la Fundación Loewe organiza una exposición sobre el movimiento surrealista.
Comisaria: María Millán
Lugar: Leica Gallery Madrid
Fechas: Del 6 de junio al 14 de septiembre
Entrada gratuita