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Análisis

Debate Biden Trump: incredulidad y crisis democrática

  • Los fallos del presidente Biden conmocionan y alimentan a quienes en su partido buscan sustitución de última hora
  • Que la elección en 2024 sea entre Donald Trump y Joe Biden cuestiona el sistema por el que se ha llegado a esta situación

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Debate Biden Trump: Incredulidad y crisis democrática
Joe Biden y Donald Trump durante el primer debate presidencial antes de los comicios de noviembre

En las horas previas al debate comenté en el Canal 24horas de RTVE que la repetición del duelo entre Joe Biden y Donald Trump cuatro años después me producía una mezcla de incredulidad, pereza y desazón. Tengo el deber de sacudirme la pereza y así lo hice y vi el debate, y éste reforzó mi incredulidad y desazón. Y no estoy sola. Las primeras reacciones, sobre todo entre los simpatizantes de Joe Biden y los medios progresistas de los Estados Unidos es tan unánime como apabullante. Según las crónicas de varios medios, ya durante el debate muchos cargos demócratas y, muy importante en la política de los Estados Unidos, donantes del partido empezaron a mandar mensajes internos pidiendo que convencieran al mandatario para que renuncie a la reelección y que el Partido, en la Convención que se celebrará en agosto, elija a otro candidato. Ese es el estado de shock, de desazón, en que ha dejado a los demócratas la actuación de su presidente y candidato en el primer debate. Politico cita a un asesor de donantes que lo expresó de este modo: "Nuestra única esperanza es que él se retire y tengamos una convención abierta. O que muera".

Esas voces no son nuevas, pero sí más numerosas y sonoras, según cuentan los medios estadounidenses. Cuentan también que el presidente candidato no quiere renunciar a la reelección, que está convencido de que él es el único que puede volver a ganar a Donald Trump, y que son muy pocas las personas que pueden influir en él. Quien más, su esposa, y fuera de la familia y la Casa Blanca, los expresidentes Barack Obama y Bill Clinton, a quienes algunas fuentes dicen que están apelando para que intervengan.

La alarma ha sido tal que el diario The New York Times, el mayor altavoz del centro progresista en Estados Unidos, en el editorial posterior le pide al presidente Biden que rinda un último servicio al país y se retire de la carrera. Lo hace loando su trayectoria y el balance de los tres años y medio de presidencia, y en un tono grave no pide el recambio en nombre de los demócratas o de las ideas progresistas, sino en nombre de la democracia misma: "Donald Trump ha demostrado ser un peligro notable para la democracia. Sistemáticamente ha intentado menoscabar la integridad de las elecciones (...) Si vuelve al poder, ha prometido ser un presidente distinto, que no tendrá en cuenta el sistema de equilibrios de la democracia de los Estados Unidos". Si al final Joe Biden impone su testarudez el New York Times anuncia que pedirá el voto para él, pero encarecidamente le pide a Biden que abandone porque "ya no es el que era hace tres años".

La gran ironía o el tiro por la culata

Aún no había terminado el debate y el veredicto ya era unánime: un desastre épico para Joe Biden y los demócratas. Y la ironía es que este debate, tan inusualmente temprano, a más de cuatro meses de las elecciones cuando tradicionalmente son en septiembre y octubre, fue una propuesta de Biden. Mucho se ha elucubrado sobre el porqué y una de las explicaciones que se ofrecían es porque en caso de ir mal para Biden habría tiempo para recuperarse del batacazo pero, a juzgar por las reacciones inmediatas, no parece que abunde la confianza de que eso sea posible en el tiempo que queda hasta el 5 de noviembre.

La gran ironía, el tiro por la culata, es que la propuesta de Biden ha servido en bandeja una victoria fácil a Donald Trump. Lo único que ha tenido que hacer Trump es reprimir sus impulsos oratoriamente agresivos y no ensañarse con su rival. La gran victoria de Trump es que tras el debate la conversación pública no es sobre las falsedades que, fiel a su estilo, él arrojó en sus intervenciones o su idoneidad para presidir un país cuando es oficialmente un delincuente. No, en lugar de estar cuestionando las afirmaciones e idoneidad de Trump el foco se ha puesto en la de Joe Biden, en la capacidad física e intelectual del presidente para seguir en el cargo cuatro años más.

No recomendado para menores de 7 años Un Biden titubeante pierde el debate ante la confianza y agresividad de Trump
Transcripción completa

Empieza el espectáculo y salen al escenario

un hombre de 81 años y un delincuente convicto.

Una de las grandes preguntas era si Biden

disiparía las dudas sobre su edad

enseguida se vio que no.

Vacilante, carraspeando, titubeaba mientras Trump se mofaba de él.

No sé lo que acaba de decir y creo que él tampoco.

Trump llamó terroristas y delincuentes

a los migrantes sin papeles,

se negó a responder si reconocerá su derrota si pierde.

Le pidió a Biden que se haga un test cognitivo.

Biden lo llamó delincuente y perdedor

pero sus titubeos y esta pantalla partida,

donde él parecía mucho mayor eclipsó todo lo demás.

Los demócratas corrieron a explicar que Biden estaba resfriado.

En cuanto acabó el debate

los periodistas se abalanzaron sobre ellos con una pregunta:

¿Vais a buscar otro candidato?

Absolutamente no,

negaba tajante el gobernador de California,

uno de los que más suena para sustituir a Biden.

Los senadores demócratas pedían a los votantes

que piensen en las políticas de Biden y no en el debate.

La gripe se cura, lo que Donald Trump tiene, no.

Aquí los que sonreían eran los amigos de Trump.

Sus posibles vicepresidentes hablaban del desastre de Biden.

Y nos decían que no les preocupan los juicios contra Trump

porque no deja de subir en las encuestas.

Faltan 4 meses para una elecciones insólitas,

4 meses de una campaña tensa y cargada de incertidumbre.

Un Biden titubeante pierde el debate ante la confianza y agresividad de Trump

Crisis de la democracia

La incredulidad a la que aludía al inicio del artículo no es sobre la intervención de Biden, que aún no se había producido, como al mero hecho de que 2024 sea una repetición de 2020, pero agravada por ambas partes. En estos cuatro años el expresidente Trump sido declarado culpable de 34 delitos y tiene más causas judiciales pendientes, todo el mundo con acceso a televisión o internet lo vio alentar un asalto al Congreso de los Estados Unidos, la sede de la soberanía popular, cuatro años después -insistió en el debate- sigue sin aceptar la victoria de Biden, y por tanto la legitimidad del presidente, argumentando un supuesto fraude electoral que ninguna investigación ha logrado probar. Por parte de Joe Biden, la imagen que proyecta se desvanece día a día y el debate lo amplificó. La elección para presidente de los Estados Unidos es entre un delincuente oficial y alguien que infunde dudas sobre sus capacidad para el cargo. Esa es mi incredulidad y la de muchos en todo el mundo. Justo después del debate el muy celebrado humorista Jon Stewart, gran ídolo del público progresista, resumió su reacción así: "¡Esto no puede ser real!"

Pero ambos, Biden y Trump, están en esa posición siguiendo el proceso democrático, lo cual lleva a plantearse hasta qué punto ese proceso sigue siendo válido o necesita una revisión. El último debate de los dos principales candidatos a primer ministro en el Reino Unido, el actual, Rishi Sunak, y el jefe de la oposición, Keir Starmer, fue justo el día anterior, el miércoles 26 de junio, y las preguntas las hizo el público asistente. Con el desparpajo con que los británicos cuestionan a sus políticos un espectador los interrogó así: "¿Son ustedes dos, de verdad, los mejores para ser el próximo primer ministro de nuestro gran país? Al escucharlo pensé en los Estados Unidos: ¿son esos dos candidatos lo mejor que puede seleccionar la democracia estadounidense para dirigir la aún primera potencia mundial?

En el Partido Demócrata no ha habido primarias de hecho este año porque la tradición es que no se desafía a un presidente que aún puede ser reelegido, aunque Robert Kennedy se saltó esa norma no escrita y desafió a Lindon B. Johnson en 1968. La pelota por lo tanto estaba, y sigue estando, en el tejado del presidente. O Biden renuncia o no hay manera de que el partido lo pueda sustituir como candidato, y menos terminadas las primarias, a mes y medios de la Convención y a cuatro de las elecciones.

El Partido Republicano sí ha celebrado primarias, que ganó de forma apabullante Donald Trump, pero, ojo, lo hizo despreciando las propias reglas del juego, su estilo. Trump se negó a participar en ningún debate entre los aspirantes, tan seguro estaba de que sería el ganador. Y, de nuevo, el instinto no le falló. Una de las grandes lecciones que ha dado Donald Trump al mundo es cómo se percató y supo instrumentalizar un cambio en la sociedad: la desconfianza en las instituciones de todo orden y la fuerza de los sentimientos sobre los hechos. Trump es el mayor ejemplo de este cambio en la sociedad que está transformando las democracias liberales. ¿Que Trump compite sin respetar las reglas de juego? Da igual, hay suficientes electores contentos con él si les dice lo que quieren oír, si habla su lenguaje. ¿Que suelta mentiras que los datos, los hechos, niegan? Da igual si esas mentiras coinciden con mis percepciones y mis convicciones. Los votantes del Partido Republicano han elegido a Trump para que vuelva a ser candidato, a pesar de un volumen abrumador de datos que, antes de este fenómeno, habrían invalidado a cualquiera para siquiera plantearse la candidatura. El Partido Republicano se ha rendido a Donald Trump hasta el punto de convertir a los Cheney en los principales arietes contra el liderazgo de su partido, un partido al que no reconocen.

Son otros tiempos y el último ejemplo es que mientras un tribunal juzgaba y condenaba a Donald Trump las donaciones económicas a su campaña aumentaron hasta superar la recaudación de Joe Biden por primera vez. Cuando cabría pensar, por la lógica pre-Trump, que más débil era su candidatura más reforzada salió en algo fundamental, el dinero que acumula para invertir en la campaña electoral.

¿Y ahora qué?

Y ahora, ¿qué van a hacer los demócratas para recuperarse del batacazo del primer debate? En privado estudian la posibilidad de encontrar un recambio a Biden en apenas seis semanas, en público insisten en que si bien Biden perdió el debate en su forma, en el contenido lo ganó por goleada, tuvo más sustancia y mintió mucho menos que Trump, y sobre todo, repiten el argumento supremo: si los estadounidenses no votan por Biden, tendrán cuatro años, otra vez, de presidente Trump.