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El dilema de Starmer con Gaza: la fractura laborista, los vestigios de antisemitismo y el voto musulmán

  • La carrera contrarreloj de Keir Starmer a Downing Street ha revelado las divisiones internas en el partido
  • Hay casi cuatro millones de musulmanes cuya tendencia de voto ha sido históricamente laborista

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Keir Starmer hablando durante la Conferencia del Partido Laborista en el Brighton Center en Brighton (Inglaterra)
Keir Starmer hablando durante la Conferencia del Partido Laborista en el Brighton Center en Brighton (Inglaterra)

La carrera contrarreloj del líder británico, Keir Starmer, a Downing Street ha revelado las divisiones internas del Partido Laborista sobre el conflicto palestino. Los sondeos le auguran la victoria, posiblemente con mayoría absoluta, mientras intenta, en esta recta final de campaña, suavizar su inclinación pública por Israel frente a Palestina.

Una encuesta de YouGov, realizada entre el 29 de febrero y el 1 de marzo, concluye que solo el 14% de los británicos cree que Starmer ha gestionado bien la respuesta del Partido Laborista con respecto a la guerra en Gaza. Por el contrario, el 52% manifiesta que lo ha hecho mal. Han sido muchas las voces, dentro y fuera de su partido, que le han acusado de no haber tenido una reacción, lo suficientemente contundente, contra la respuesta bélica de Benjamín Netanyahu

"Ha sido abiertamente proisraelí y la única evolución en su discurso ha sido forzada por la campaña electoral. No ha cambiado su postura, pero sí se ha visto obligado a moderar su discurso", asegura Irene Fernández Molina, profesora del Departamento de Políticas de la Universidad de Exeter (Reino Unido). Miembros de su propio partido y la opinión pública ven a Starmer como un “camaleón político”, asegura Anas El Gomati, director de Sadeq Institute en Londres y especialista en Oriente Medio. "Ha cambiado su discurso muchas veces desde el comienzo de la invasión de Gaza tras los trágicos acontecimientos del 7 de octubre. Pero se ha dado una evolución en la postura del Partido Laborista, aunque no creo que sea monolítica, quiero decir, es una respuesta calculada", matiza.

Un cambio que busca, según las voces expertas consultadas, apaciguar el enfado de los votantes de la comunidad musulmana. Son casi cuatro millones, alrededor del 6,5 % del censo, y su tendencia de voto, históricamente, ha sido laborista. "Es una proporción importante y, sobre todo, en determinadas circunscripciones, puede ser mayoritaria; pero la tendencia es o apoyan al Partido Laborista o no votan”, apunta Fernández Molina.

En 2019, más del 70% de los musulmanes británicos votaron por los laboristas. Y esto, en estos comicios, no está tan claro después de semanas de manifestaciones multitudinarias en Londres y en otras ciudades, reclamando el cese de las hostilidades, mientras se producían los peores bombardeos sobre la Franja. 

Los vestigios de antisemitismo 

La guerra divide a la opinión pública británica, como atestiguan diferentes estudios, otra encuesta reciente concluye que los británicos simpatizan más con el lado palestino (29%) que con los israelíes (16%). Un 23% manifiesta que comulga con "ambos bandos" frente a tres de cada diez que confiesan no estar seguros. Los datos también apuntan a que, entre los votantes del partido laborista, siete de cada diez, se consideran más afines a la población palestina. 

Pese a estos datos de contexto social, Starmer ha reivindicado como una victoria personal "la mano dura" que empleó para erradicar en el partido los vestigios de antisemitismo que había dejado su predecesor, Jeremy Corbyn. Se trata de una serie de acusaciones recogidas por una asociación de judíos laboristas, una agrupación dentro de la organización. “Eran militantes rasos que durante mucho tiempo han estado recopilando y en 2019 la dirección del partido liderado por Corbyn no la consideraron lo suficientemente energética y efectiva”, asegura Fernández Molina. “Se convirtió en una bola, sin que nunca haya habido un escándalo específico: se ha convertido en parte de la carga que arrastra Corbyn, lo que ha dejado al corbinismo bajo sospecha permanente de antisemitismo”, concluye.

“Es un tema que se convirtió en una cuestión absolutamente tóxica y fue, de hecho, una de las razones por las que Corbyn salió del partido”, explica Fernández Molina. Los seguidores del anterior líder y veterano izquierdista protestaron por esta situación. Sin embargo, la respaldó la Comisión de Igualdad y Derechos Humanos del Estado en una investigación detallada.

“Arrancar este veneno de raíz"

Cuando Starmen se convirtió en el nuevo secretario general del Partido Laborista, una de sus promesas fundamentales fue "erradicar el problema de del antisemitismo". Al asumir el liderazgo del partido en 2020 prometió "arrancar este veneno de raíz". Un compromiso que ha estado muy presente, incluso antes del comienzo de la guerra en Gaza, una inclinación que, sus detractores, achacan al origen judío de su esposa.

Sus críticos, además, le afean que mantenga una postura muy similar a la del primer ministro en funciones, Rishi Sunak. "Seguramente se trate del país europeo en el que ha habido más consenso entre los dos principales partidos en política exterior en este contexto", recuerda la profesora de universidad especializada en Oriente Medio. Starmer ha mantenido una afinidad casi total con el líder del partido conservador desde que Hamas lanzó sus ataques el 7 de octubre.

De hecho, Londres se ha resistido durante los primeros meses a llamar a un alto el fuego, limitándose, asegura la analista especialista en Oriente Medio, a recurrir al eufemismo de “pausas humanitarias”, alegando “el derecho de Israel a defenderse". “Una sola cosa que se puede decir es que, en Inglaterra, como en Francia, hay muchos británicos que son musulmanes y otros muchos que son judíos. Es un problema muy delicado, pero Starmer ha mencionado que, posiblemente, podrían reconocer el Estado palestino como España lo ha hecho hace un par de meses”, explica Francis Ghilès, investigador sénior asociado de CIDOB. A medida que se acerca la cita electoral, el candidato laborista ha ido matizando su discurso hasta llegar al anuncio de un reconocimiento de Palestina entre sus medidas en política exterior. “Pero aunque lo diga, no habrá nada que marque tanta diferencia con su rival conservador”, reitera Fernández Molina.

Son muchas las voces dentro del partido que se han visto obligadas a marcar distancia. “Esta división no ha pasado desapercibida para el público británico, especialmente para la generación más joven en el Reino Unido”, aclara El Gomati. El analista se detiene en el papel de la juventud que vive el minuto a minuto de lo que está pasando en Gaza. La información llega en inglés a través de los videos y mensajes de los propios gazatíes. “Las protestas en las universidades de Estados Unidos y Reino Unido se han convertido en las verdaderas voces disidentes”, señala. Estos jóvenes, judíos incluidos, han puesto en evidencia el discurso entre el antisionismo y la acción política de Tel Aviv. “Son muchos los estudiantes que están enfadados con el status quo actual”, concluye. 

Candidaturas de laboristas independientes en zonas de mayoría musulmana

Sin duda, este es uno de los temas que más divisiones provoca dentro del laborismo. El líder de la oposición británica se enfrentó, el pasado 21 de febrero, a una revuelta con ocasión de una moción parlamentaria que pedía un “alto el fuego inmediato” en Gaza, tres meses después de que 56 de sus parlamentarios, incluidos 10 de primera línea, se rebelaran en una votación similar. Figuras muy relevantes como el alcalde de Londres, Sadiq Khan, o el de Manchester, Andy Burham, han expresado también su malestar con la posición adoptada por Starmer. “En las elecciones municipales, que se celebraron el pasado 5 de mayo, hubo bastante acuerdo en que esto le hizo daño al Partido Laborista”, asegura la analista.

La amenaza de candidatos independientes propalestinos se palpa en lugares de amplia mayoría musulmana, donde han decidido salir a protestar por la posición tibia o directamente, proisraelí del partido en los últimos meses. Esta discrepancia ha llevado a algunos candidatos a presentarse como independientes. “Un ejemplo es Corbyn que no está garantizado que salga elegido, pero hay varios casos como los verdes y liberales demócratas que pueden salir beneficiados electoralmente del descontento”, explica Fernández Molina. Aunque los analistas insisten en que, según los sondeos, esto no va a cambiar radicalmente el resultado porque se prevé una victoria totalmente arrolladora del candidato laborista, toda vez que, el sistema electoral británico, da lugar a resultados a mayorías muy amplias. Además, sus contradicciones han quedado al descubierto por el Partido Nacional Escocés, el principal rival del laborismo en Escocia. Mientras, unos cuantos candidatos laboristas han recibido financiación de un grupo conocido como "Amigos laboristas de Israel"

Sin embargo, Ghilès considera que “es posible que haya un cambio. No vamos a tenerlo sobre Ucrania, pero sobre Gaza es posible que un Gobierno laboralista tenga más simpatía por los palestinos que el actual Ejecutivo conservador. Que sea menos aliado de Israel que antes y que les diga que la situación es imposible, tal y como está ocurriendo”. Lo cierto, es que si Reino Unido hace esto, arguye Ghilès, es una forma de decirle a Netanyahu que no se puede continuar con la política de eliminación de los palestinos. “Pero eso es imposible de saber antes de las elecciones”, señala. Y más teniendo en cuenta que no es una prioridad con respecto a todos los demás desafíos interiores.

Sunak ha ido más lejos, casi tanto como el Gobierno estadounidense, porque además del apoyo diplomático total a Israel, en un primer momento, Reino Unido, ha llegado a desplegar fuerzas armadas en la zona junto con Estados Unidos para apoyar a Israel. Esto se hizo más evidente, sobre todo, cuando los hutíes de Yemen iniciaron una serie de ataques dirigidos al sur de Israel y a las embarcaciones, con destino y/o origen Israel por el mar Rojo. También ha brindado apoyo de inteligencia para detectar posibles ataques con drones desde Irán o de Hizbulá desde Líbano.

Además, la profesora de la Universidad de Exeter, recuerda que hay consenso internacional, incluso la posición de Estados Unidos, se ha movido, aunque sólo sea “milimétricamente” en los últimos tiempos y que la política exterior británica va a seguir alineada con la de Estados Unidos, de momento a la espera del resultado de las elecciones de noviembre que enfrentarán a Donald Trump y Joe Biden. “Supongo que si gana Trump, un líder laborista tendrá más discrepancias”, concluye.