Enlaces accesibilidad

Economía, sanidad e inmigración: los tres desafíos del nuevo Gobierno laborista de Starmer en Reino Unido

  • Los resultados electorales le permiten a la izquierda afrontar los retos del país con mayoría absoluta
  • El Partido Laborista debe recomponerse tras años fuera del Gobierno central

Por
Keir Starmer, nuevo primer ministro de Reino Unido
El líder del Partido Laborista, Keir Starmer, habla en el lanzamiento del manifiesto del Partido Laborista, en Manchester (14 de junio, 2024) PHIL NOBLE

Después de 14 años de gobiernos conservadores, el Reino Unido ha enfrentado unas elecciones con un abismo en intención de voto entre laboristas y 'tories'. Los resultados han dado a la izquierda una victoria abrumadora en los comicios y le permiten detentar mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes.

El Partido Conservador tenía asignada la difícil tarea de hacer frente a su caída en picado tras un desgaste de años en el Gobierno y con frentes abiertos en materia económica, sanitaria y de inmigración. Ahora, los laboristas tienen el reto de reestructurar un gobierno afectado por su peor derrota en la historia en 2010 y desconectado durante más de una década del Ejecutivo central.

Tras los resultados, el líder del partido de izquierdas, Keir Starmer, deberá atenerse a la situación financiera del país, las constantes huelgas de sanitarios y el incremento de personas migrantes que cruzan el canal de la Mancha hacia las islas británicas. Tres desafíos que se convertirán en los principales del futuro Gobierno británico, además del reto de recuperar la confianza de la sociedad en la clase política tras años de batallas internas entre los conservadores.

La inestabilidad económica

La economía de Reino Unido lleva en constantes vaivenes tras el 'Brexit', la pandemia de COVID-19 y la controvertida reforma fiscal llevada a cabo por la exministra Liz Truss y que llevó a la libra a su nivel más bajo en medio siglo. Su sucesor, Rishi Sunak, se enfrentaba entonces a una situación que continúa siendo motivo de preocupación entre los británicos.

En los últimos años, la brecha en la productividad entre el Reino Unido y países como Francia, Alemania, o Estados Unidos se ha más que duplicado. Los salarios han permanecido estancados desde 2005, y la inversión ha disminuido como consecuencia de su salida de la Unión Europea.

"Hay problemas clave como una deuda y un déficit gubernamentales relativamente elevados como resultado de la pandemia y una alta inflación derivada de la crisis energética", argumenta la economista jefe de la consultora KPMG, Yael Selfin. "Pero muchos de ellos no son solo propios del Reino Unido, sino que son compartidos por otras economías occidentales y, aunque es cierto que el 'Brexit' tampoco ha ayudado, es difícil analizar su impacto de forma aislada", recalca.

Tan solo un año después de que Sunak entrase en el Gobierno, y tras una serie de malos presagios, Reino Unido cerró 2023 con una recesión técnica con un retroceso del 0,4% en los dos últimos trimestres. Solo la bajada de la inflación al 2,3% en abril, la más baja desde junio de 2021, sirvió como respaldo a la política económica conservadora, y que ahora los laboristas heredan.

"El Gobierno de Sunak hizo bien en estabilizar la economía, especialmente a la hora de recuperar la confianza de los inversores", revela Selfin. "Lo que le faltó fue una visión un poco más amplia sobre hacia qué dirección iría a la economía, además de reformas a largo plazo que por falta de tiempo no pudo emprender".

En declaraciones de campaña ante su electorado, Starmer previó que sus primeros pasos "traerán estabilidad económica", una promesa que buscaba tranquilizar a la población, algo que no será fácil. "Uno de los principales desafíos del próximo Gobierno es el hecho de que las finanzas públicas no contarán con suficientes fondos para avanzar en inversión en infraestructura, educación o la agenda verde", admite Selfin. "Tendrán que ser creativos e intentar mover la economía en la dirección correcta, usando otras herramientas a su alcance como la regulación u otros tipos de incentivos a la inversión", resume.

Es probable que los frutos de lo que se decida durante el próximo año tarden en verse más de lo que dure la legislatura, "por lo que hace falta tener un pensamiento estratégico a largo plazo y no trabajar únicamente con la fórmula de los cinco años en el parlamento", concluye.

La debacle de la sanidad pública

A principios de año, Reino Unido protagonizó una huelga masiva de sanitarios que se prolongó durante seis días, la más larga en la historia del Sistema Nacional de Salud (NHS). Entre sus demandas, el deseo de restituir su salario íntegro tras años de recortes, una cuestión que lleva sin abordarse a pesar de reclamarse desde 2022.

La manifestación supuso una escalada de tensión en la disputa que mantienen los profesionales del sector sanitario con el Gobierno británico. Un conflicto político que se ve agravado por la crisis del coste de la vida que ha provocado un incremento de la brecha salarial entre los ciudadanos.

"Los principales desafíos que enfrenta el NHS se relacionan con la financiación, la dotación de personal y la infraestructura", relata la encargada superior de políticas de The Health Foundation, Lucinda Allen. "Si bien la financiación ha aumentado en los últimos años, esto se produjo después de una década de bajo crecimiento antes de la pandemia, lo que, sumado al impacto que esta tuvo, ha dejado a los servicios sin suficiente personal y recursos", añade.

Con más de tres cuartos de siglo, el NHS, uno de los primeros sistemas de salud gratuitos de Europa, vive sus horas bajas. Si bien la mayoría de la población aprueba una sanidad pública, una encuesta realizada por Ipsos y la Health Foundation en 2023 reveló que solo un tercio (33%) de los británicos estaban satisfechos con la gestión actual. Además, como señala Allen, incluso Francia, con una economía similar a la británica, gastó en 2022 hasta un 25% más en salud per cápita.

En su momento, el Ejecutivo de Sunak reiteró que un crecimiento salarial era inasequible y generaría consecuencias inflacionarias, entre otros impactos económicos negativos. "El Gobierno se apresuró a culpar a las huelgas de la falta de progreso en las listas de espera, si bien estas ya estaban creciendo mucho antes de que estallaran", corrige.

Por su parte, y durante su discurso como recién nombrado primer ministro en el número 10 de Downing Street, Starmer indicó cómo "Desde hace mucho tiempo hemos apartado la vista de muchas personas que trabajaban duro en servicios públicos; reconstruiremos el Reino Unido, nuestro sistema sanitario público volverá a ser como era", aunque sin mencionar la cuestión salaria. 

"Es importante que los sindicatos y los ministros durante el próximo Gobierno lleguen a un acuerdo sobre lo que constituye un salario, y que así el NHS pueda centrarse en cuidar de los pacientes", establece Allen.

El NHS recibió entre 2023 y 2024 una financiación de 181.000 millones de libras, lo que supone 20.000 millones de libras más con respecto a los años de pandemia. Aun así, el Reino Unido concentra actualmente una lista de espera de 7,6 millones de intervenciones en un país en el que viven 67 millones de personas.

"Se necesitan 38.000 millones de libras adicionales para el próximo año para permitir que el NHS pueda satisfacer la demanda y mejorar el nivel de atención", explica Allen. "Pero no se trata solo de cuánto dinero, sino también de cómo se gasta, y debemos destinar una mayor proporción de esa financiación a servicios primarios y comunitarios para evitar que las personas se enfermen en primer lugar", subraya.

El incierto plan migratorio

La migración también se ha convertido en un tema central para los partidos en estas elecciones. Tanto conservadores como laboristas han considerado que el número de migrantes en Reino Unido es “demasiado alto”, aunque con profundas diferencias sobre cómo abordar el reto.

Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas del país, en 2022 el número de extranjeros que llegaron al Reino Unido alcanzó un récord inédito con 606.000 personas, principalmente de países que no eran parte de la Unión Europea.

Desde el referéndum del Brexit, las actitudes de los británicos sobre la migración se habían vuelto mucho más positivas; ahora, alrededor de la mitad de la población quiere que se reduzca"

"Todavía hay un porcentaje muy pequeño de gente que llega al Reino Unido como inmigrantes; la mayoría viene a trabajar o a estudiar", afirma la directora de investigación del think tank British Future, Heather Rolfe. "Es el número de estudiantes internacionales lo que ha aumentado de forma espectacular, que equivale al 40% del total de la inmigración", revela.

Sin embargo, recientemente se ha producido un cambio de tendencia en las perspectivas de la ciudadanía. "Desde el referéndum del 'Brexit', las actitudes de los británicos sobre la migración se habían vuelto mucho más positivas", comenta Rolfe. "Desde hace poco más de un año, alrededor de la mitad de la población ahora quiere que se reduzca, y la razón de esto probablemente sea la insatisfacción con las políticas del Gobierno conservador, porque quieren una solución para la gente que se ahoga en el Canal de la Mancha", añade.

La reducción de la "inmigración ilegal" no se ha atajado con la eficiencia necesaria por el anterior Ejecutivo. Las reformas más recientes incluyeron la polémica ley de deportaciones a Ruanda, que ha causado revuelo tanto político como social. "El plan no ha despegado a pesar de que Sunak prometió que las primeras personas tomarían el vuelo a Ruanda después de las elecciones, algo que ya no tendrá que cumplir tras perder", anota.

Durante su campaña, Starmer afirmó que anularía el "plan Ruanda" para centrar sus esfuerzos en destruir el negocio de los grupos de crimen organizado que trafican con inmigrantes. "Para ser honesta, esto último es bastante difícil de resolver: es posible que lo que sí puedan lograr los laboristas son mejores acuerdos con los socios europeos, algo que el Gobierno de Sunak no consiguió", recalca.

En Reino Unido siempre ha existido una división entre las demandas de los votantes y las propuestas de los partidos. Para los laboristas, el estado de la economía y el coste de vida son lo temas fundamentales, mientras que inmigración se destaca más entre los conservadores. "Ahora que los niveles de migración han comenzado a bajar, habrá menos presión sobre un nuevo Gobierno para demostrar que la tiene bajo control", concluye Rolfe, algo que puede ayudar a Starmer a mantener a raya a la oposición tory.