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Análisis | Elecciones Reino Unido

Del escándalo de Blair a las reformas de Brown: los gobiernos laboristas antes del ascenso de Starmer

  • Es la primera victoria del partido después de 14 años de dominio conservador
  • Coincide con los 100 años del primer gobierno laborista 1924 con MacDonald

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Elecciones Reino Unido | Los gobiernos laboristas antes del ascenso de Starmer
Los ex primeros ministros laboristas de Reino Unido Tony Blair (i) y Gordon Brown (d). Graeme Robertson/Getty Images

Con la victoria de Keir Starmer, los laboristas vuelven al poder en Reino Unido tras 14 años de liderazgo del Partido Conservador. El nuevo inquilino de Downing Street se convierte así en el séptimo primer ministro de esta formación que ha gobernado, en periodos alternos, poco más de 30 años en el país. 

Suerte de números, el laborismo tiene este año también otra celebración: su vuelta al poder coincide con el centenario del primer gobierno del partido en 1924, bajo el liderazgo de Ramsay MacDonald. El resto de cifras, no obstante, no le han sido tan favorables al partido en estas últimas décadas. Frente al desfile en el poder de líderes 'tories', tan solo tres de los gobiernos laboristas – Clement Attlee, Harold Wilson y Tony Blair - han obtenido la mayoría en unas elecciones generales. 

Entre sus logros, destaca la mejora del acceso a la sanidad con la introducción del Servicio Nacional de Salud (NHS) con Attlee en la década de los 40 o el fin del conflicto armado en Irlanda del Norte con Blair. Sin embargo, también hubo algunos escándalos que aún están en la memoria colectiva británica. Este es el caso de la salida de Blair, en 2007, por su apoyo a la guerra en Irak y el atentado en Londres por Al Qaeda, en el que murieron más de 50 personas, el acto más sangriento en el país desde los 80. 

Así pues, Starmer no solo deberá lidiar con los retos propios del cargo en este periodo – la crisis económica, el aumento del descontento por el 'Brexit' y las guerras de Ucrania y Gaza – sino también con las luces y sombras de su partido a lo largo de los años para conseguir emerger como una figura sólida que aúne consensos en el Gobierno. 

“Starmer ha abierto un nuevo capítulo en la historia del Partido Laborista. Ha tomado el control y ha cambiado las políticas, el partido y, lo más importante, los candidatos, reduciendo el poder de la izquierda más radical que sí elevaban antecesores como Jeremy Corbyn”, explica a RTVE.es el profesor de Política de la Universidad de Sussex, Paul Webb, sobre alguna de las estrategias del líder laborista. “Lo que ha ocurrido no son solo unas elecciones, ha sido un clamor por un cambio de régimen. Los conservadores se han puesto a sí mismos en la oposición, dando una oportunidad a un renovado Partido Laborista”, opina, por su parte, el analista y profesor de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Kent, Richard Whitman.

En Reino Unido se ve a Starmer como un líder “más equilibrado” que otros anteriores, tal y como indica la historiadora y profesora de la American University de Washington, EE.UU. Mientras que otros expertos, como el investigador asociado de CIDOB, Francis Ghilès, apuntan a un nuevo "posible nuevo acercamiento con la UE” como algunos de sus antecesores y tal vez a un cambio de rumbo en su posición de la guerra en Gaza.

Crisis, guerra y descolonización: los convulsos inicios del partido

¿Cómo llega el Partido Laborista a este nuevo mandato? Los primeros gobiernos de McDonald (1924 y 1929-1935) , pese a los avances en el acceso a la vivienda, fueron complicados por las acusaciones de cercanía con el comunismo en Rusia y por la crisis económica tras el ‘crack del 29’ en Estados Unidos, por lo que conservadores como Stanley Baldwin, Neville Charmberlain y Winston Churchill acabaron tomándole el relevo posteriormente.

Con el liderazgo del laborista Attlee (1945-1991) se dieron los primeros pasos en el estado del bienestar, salpicados por las crisis económicas de la Segunda Guerra Mundial, y en la descolonización de países como la India. Le siguió Harold Wilson (1964-1970), que apostó por nuevas reformas sociales, así como por reforzar la Mancomunidad de Naciones y acercarse a la Comunidad Económica Europea, antecedente de la Unión Europea. Una estela que también continuó el siguiente laborista al frente de Reino Unido: Tony Blair (1997-2007), quién fue el líder más joven que ha tenido el partido, consiguió por primera vez dos mayorías absolutas consecutivas y tres mandatos seguidos.

El líder del Nuevo Laborismo, Tony Blair, logró una histórica victoria en 1997, devolviendo al centro izquierda británico el Gobierno tras 18 años de gobierno conservador.

Sombras y luces del legado de Tony Blair

El legado de Blair aún genera divisiones entre los británicos. Consiguió reducir las cifras de desempleo y mejorar el estado de salud y bienestar, además de fomentar una profunda reforma institucional con la creación del Parlamento Escocés y la Asamblea Nacional de Gales. En materia económica, era “muy progresista en la reforma social, pero también muy favorable al mercado y abierto a la globalización”, algo que también muchos conservadores han acabado “abrazando” en su ideal, afirma Whitman. Sin embargo, duda sobre si Starmer seguirá el camino de Blair o apostará por un mayor intervencionismo del Estado para conseguir “su objetivo número uno: la economía”. 

Durante el mandato de Blair, se puso fin, a su vez, al conflicto armado con el IRA en Irlanda del Norte a través de la firma de los Acuerdo de Viernes Santo con la mediación del presidente estadounidense, Bill Clinton, que rige hasta la actualidad. Su amistad con el país norteamericano, no obstante, le jugaría una mala pasada en el futuro cuando se unió, primero, a la guerra de Afganistán y, después a la invasión de Irak en la que también participó España, por la teoría de que el régimen de Saddam Hussein albergaba armas de destrucción masiva, que nunca se hallaron. “Aunque fue una resolución aprobada por el Parlamento, muchos sectores atribuyen únicamente a Blair el envío de tropas británicas”, incide Webb. 

Este gesto, unido a los atentados de Londres en 2005 reivindicados por Al Qaeda como represalia por la participación británica en la guerra, minaron su reputación rápidamente y acabó por dimitir en 2007. “A nivel general los gobiernos de Blair habían conseguido muchas conquistas sociales y en educación, pero el gran error que le destruyó fue la guerra de Irak”, dice Francis Ghilès. “Sigue siendo, en cierto modo, un peso en el partido y su imagen", añade la historiadora Laura Beers. 

Hasta ahora los peores atentados que ha sufrido el Reino Unido fueron aquí, en el metro de Londres. El 7 de julio de 2005, tres jóvenes británicos de ascendencia pakistaní, hacen estallar sus mochilas, cargadas de explosivos, en tres líneas diferentes. Una hora más tarde, un cuarto atacante explosiona su mochila en un autobús. La cadena de atentados deja 56 muertos, incluyendo los terroristas. El último ataque en Londres, considerado terrorismo de corte islamista era, hasta el momento, el que se produjo el 22 de Mayo de 2013. Dos británicos, de origen nigeriano, atropellaron y después acuchillaron al soldado Lee James Rigby.

Sobre si Starmer cultivará las mismas relaciones de su antecesor, Whitman señala que "dependerá del rumbo que tome Estados Unidos" en las elecciones de noviembre. “En general, los gobiernos británicos siempre quieren tener una buena relación con EE.UU. Es una posición automática. Los lazos entre el Partido Laborista y la administración Biden son estrechos, pero como vimos la última vez, Donald Trump hace que sea difícil ser un aliado o amigo del país y puede que no se avance realmente”, añade.

“Con la Unión Europea, el ambiente será más cercano y no habrá esa hostilidad que ha habido en mandatos anteriores. Ya se habla de intentar negociar nuevos aspectos económicos, de cooperación y de reconocimiento profesional con la Unión Europea”, asevera, por su parte, Paul Webb.  

Para Starmer, además, se abren frentes que no tuvieron que afrontar sus antecesores como la guerra en Ucrania y en Gaza. Para Laura Beers, la estrategia en este caso, será seguir con “la anterior política conservadora de apoyar a Ucrania en la guerra con Rusia", pero Ghilès cree que se podría dar un vuelco en la posición sobre el conflicto en la Franja, siendo más crítico con Israel.

La gestión económica de Brown, que no consiguió la relección

Con la renuncia de Blair llegó al cargo quien hasta ese momento había sido ministro de Hacienda de Blair, Gordon Brown, que retiró la mayor parte de las tropas en Irak. “Brown se las arregló para mantenerse al margen de la polémica e históricamente no parece haber resultado tan empañado por eso, a pesar de que él también era un miembro muy importante del gobierno que estuvo involucrado en la guerra de Irak”, dice Webb.

De 59 años, Brown lleva tres años de primer ministro tras heredar el cargo de Tony Blair. Fue su segundo durante diez años tras pactar con él su sucesión, pero no ha calado en la opinión pública, que le coloca por detrás en las encuestas.

Los nubarrones, sin embargo, se cernieron de nuevo sobre los laboristas poco después. En 2008, Brown tuvo que lidiar con la crisis económica que azotó al sector bancario en Estados Unidos y la Unión Europea. “No creo que veamos las políticas radicales de préstamos del gobierno que vimos bajo el gobierno de Brown. En aquel momento había un imperativo para salvar el sector financiero británico a través de un gran rescate económico, pero las políticas de Starmer ahora podrían ser más graduales”, opina Laura Beers. 

El gobierno de Brown expiró en 2010 y, tras no conseguir el apoyo necesario en las urnas ni un acuerdo con los liberales, presentó su renuncia. “Brown tuvo un papel muy importante para evitar que la crisis empeorara en el resto del continente. Los laboristas han enfrentado muchas crisis a lo largo de su historia, por eso, en cierto modo, hay gente que espera que el nuevo Gobierno laborista también aporte un nuevo enfoque a los problemas económicos que acucian al país”, dice Ghilès del CIDOB sobre el ex primer ministro, que sin embargo, fue criticado por Blair en sus memorias.

Con el Brexit y las tensas negociaciones con la UE, los altibajos económicos en Reino Unido se han llevado por delante a gobiernos como el de la ex primera ministra conservadora Lizz Truss, cuyo plan tuvo una mala acogida y tuvo que abandonar el cargo 44 días después de acceder a él. En este sentido, Laura Beers considera que Starmer ha tenido “mucho cuidado de no hacer promesas que no crea poder cumplir” en la campaña.

“El balance de la política económica y social nacional es el menos positivo en los últimos años, disminuyendo la calidad de los servicios públicos que se habían conseguido a lo largo de los años y aumentando las listas de espera. Todo ello, unido a los escándalos de los conservadores como el partygate durante el COVID o las apuestas sobre la fecha de las elecciones, han hecho crecer el desencanto y la desafección política. Ese también será un reto que abarcar”, considera Webb. 

Starmer, menos “carismático” que anteriores líderes laboristas

Entre los líderes de los últimos años del partido, coinciden los expertos en que Starmer tal vez no están “carismático” como, por ejemplo, Blair en sus primeras etapas, pero resaltan de él otras características. Webb destaca que ha conseguido reunir “más confianza" entre los británicos que otros como Ed Miliband o Jeremy Corbyn. Este último considerado del “ala más radical”, tomó las riendas del partido entre 2015 y 2019, rompiendo con algunas de las premisas de Blair y Brown. 

El periodo Corbyn fue muy polémico por su ambigüedad, en ocasiones, con el Brexit y por su oposición frontal a Israel, valiéndole acusaciones de antisemitismo e incluso la expulsión – una vez ya había abandonado el liderazgo - de la formación en 2020. “Con Corbyn, las políticas del partido estaban más asociadas con la izquierda, pero Keir Starmer se ha rodeado de personas ideológicamente más inclinados hacia él, destruyendo de alguna manera el ala más radical del Partido Laborista”, apunta Richard Whitman. 

“Desde la llegada del exmandatario británico Boris Johson, la política ha derivado en una actitud más teatral, que no es tan practicada por Starmer. Aunque esto lo hace menos llamativo para algún tipo de prensa, se puede llevar a Reino Unido a una política más calmada, que es lo que necesita en estos momentos”, considera Ghiles, que valora que Starmer sea “hijo de la clase obrera” británica.

Para Laura Beers no se atreve a adelantar aún cómo “tratará la historia” a Starmer frente a los otros gobiernos laboristas. Sí cree, sin embargo, que se discutirá mucho sobre si fue “sensato” para Rishi Sunak convocar las elecciones en julio y el papel que tendrán los conservadores a partir de ahora como oposición.