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La OTAN se reúne en Washington con un nuevo miembro, Rutte como futuro líder y la incertidumbre electoral en EE.UU.

  • Se espera un encuentro con pocos hitos y centrado en afianzar la estructura de la organización
  • Guerra Rusia-Ucrania, en directo

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La OTAN celebra su cumbre en el tercer año de la guerra de Ucrania con desafíos e incertidumbres a partes iguales

Un año ha transcurrido desde la cumbre de la OTAN celebrada en Vilna (Lituania). Las novedades no son pocas. Por primera vez, Suecia se suma a la conferencia como miembro 32º (Finlandia lo hizo el año anterior), y con aliados que han dado pasos agigantados en su compromiso por aumentar el gasto militar. Así mismo, el actual secretario general, Jens Stoltenberg, inaugura la que será su última cumbre antes de pasar el testigo al ex primer ministro neerlandés, Mark Rutte.

Desde hace dos, la guerra de Ucrania transcurre con Rusia señalada como "enemigo directo" de la Alianza. El apoyo a Kiev es firme, si bien las miradas van más allá del frente para posarse en Washington y, en concreto, en la Casa Blanca. Las elecciones presidenciales en el país son vitales, pues sus resultados pueden marcar la dirección de los próximos cuatro años de la organización.

"A la Alianza le gusta arreglar las cosas con mucha antelación: ya hace semanas que a Kiev se le ha dejado claro que no recibirá una invitación en Washington para unirse a ella", apunta el miembro principal para la paz, la seguridad y la defensa del think tank Amigos de Europa, Jamie Shea. "Además, también ya ha indicado que la cumbre tratará la coordinación del suministro de armas y el entrenamiento del ejército ucraniano y establecerá un fondo especial para la asistencia a Ucrania por valor de 40.000 millones de euros", añade.

Desde hoy, y hasta el 11 de julio, es probable que la conferencia marque pocos hitos en la cuestión ucraniana y esté más orientada en apuntalar la estructura de la OTAN. Por ende, se espera una reunión tecnocrática, pero no exenta de un refuerzo de los planes ya trazados. Al fin y al cabo, la Alianza sabe que se trata ante todo de disuadir a Rusia.

"La OTAN está ahora en mejor forma nunca: cada vez más aliados están cumpliendo el objetivo del 2% en defensa y tiene dos nuevos miembros muy importantes desde el punto de vista logístico militar", afirma el profesor de estudios internacionales en la Universidad Johns Hopkins, Sergey Radchenko. "Pero en cuanto a incertidumbres, además de Ucrania, la pregunta está en qué sucederá si Donald Trump es reelegido presidente, porque se ha especulado que podría renunciar o sacar a Estados Unidos de la OTAN", añade.

Mark Rutte, el sucesor que busca aunar a la Alianza

El pasado 26 de junio, los embajadores de los 32 países miembros de la Alianza tomaron la decisión de nombrar a Mark Rutte como nuevo secretario general. Sustituirá el 1 de octubre a Jens Stoltenberg, quien dimite tras una década en el cargo.

Si por algo se caracteriza Rutte, más allá de su carácter comedido, es su inquebrantable apoyo a la labor de la OTAN. Su visión es continuista con respecto a Stoltenberg, algo que Washington y Europa ven con buenos ojos, especialmente tras mostrar su rechazo a las críticas de Donald Trump contra la Alianza. Un verdadero "atlantista", como lo definió el actual secretario general, y que se perfila como un pilar recio de la organización.

"La Alianza es y seguirá siendo la piedra angular de nuestra seguridad colectiva. Liderarla es una responsabilidad que no me tomo a la ligera", señalaba Rutte tras su nombramiento oficial.

"Mark Rutte es conocido como un político muy equilibrado, duro con Rusia, pero no demasiado provocativo", concreta Radchenko. "Alguien con una credibilidad como líder europeo y en Washington; sin duda una buena candidatura, y muy esperada en la organización", reseña.

"Ha dirigido cuatro gobiernos de coalición en los Países Bajos, por lo que sabe algo sobre diplomacia", incide Shea. "También conoce bien a Trump y cómo acercarse y tratar con él", añade. Previo a su elección, se había sugerido tener un miembro de Europa del Este en la Alianza —con una retórica más agresiva hacia Rusia— algo que finalmente no ocurrió tras la retirada de la candidatura del presidente rumano, Klaus Iohannis.

Si hay algo que también destaca en Rutte es su origen en un país miembro de la Unión Europea (UE). Uno de los conflictos que tuvo su antecesor fueron las tensiones burocráticas entre la UE y la OTAN, que el noruego Stoltenberg evidenció al mostrar cautela con respecto al desarrollo de la industria de defensa europea.

"Rutte estará en calidad de observador en segundo plano, dado que esta es la última cumbre de Stoltenberg y lo respetará", anota Shea. "La OTAN no necesita dos secretarios generales al mismo tiempo", agrega. Sin embargo, sea cual sea su postura en la reunión y como futuro secretario, desde el Kremlin ya han hecho sus apuestas: "Su nombramiento hace poco probable que cambie la postura general de la Alianza".

Optimismo sobre Ucrania, pero sin acuerdo de membresía

En contraste con hace unos meses, y pese a que situación en el frente ruso-ucraniano aún es grave, el escenario actual ha permitido relajar los desafíos de la Alianza con respecto a Kiev. La aprobación de los fondos estadounidenses ha soliviantado las necesidades de armamento y, si bien la ofensiva de Rusia continúa, no ha logrado avances significativos. Ucrania resiste, y eso le da a sus aliados cierto optimismo.

"La buena noticia es que Rusia no ha podido traducir su enorme superioridad en mano de obra y equipo en una ventaja exitosa en el campo de batalla", remarca Shea. "La mala es que Ucrania ha sufrido enormes daños físicos como resultado de la guerra y su ejército está exhausto, por lo que los países de la OTAN tendrán que ponerse en pie de guerra".

A partir de Vilna y ahora en Washington, las posturas de los países de la Alianza han sido cada vez más proclives a levantar las restricciones al uso de su armamento contra territorio ruso. No todos lo han permitido —España se encuentra entre ellos—, a pesar de que ninguna de las líneas rojas que Moscú estableció al respecto se han cumplido.

Además, está la cuestión del gasto militar. Al punto de la cumbre, 23 aliados están gastando el 2% de su producto interno bruto en seguridad, lo que representa el 60% de la organización. En 2022, solo siete Estados cumplieron con el acuerdo de elevarlo hasta la cifra pactada.

Otro elemento destacado son los más de 20 acuerdos bilaterales de seguridad que los miembros, incluidos Estados Unidos y España, han firmado con Ucrania. El compromiso a largo plazo, que a su vez representa la voluntad de apoyar la eventual integración de Kiev en la Alianza, refleja la inquietud de los países ante un cambio de rumbo frente a la llegada de Donald Trump. Sin embargo, Biden ya ha expresado su negativa a tratar la cuestión de la membresía ucraniana en esta cumbre.

"Lo que ya escuchamos en Vilna es que Ucrania se encamina hacia la OTAN, pero en un futuro incierto, y hasta ahí están dispuestos a llegar los aliados", establece Radchenko. "Ciertamente sabemos que hay diferentes puntos de vista en la Alianza sobre la conveniencia de permitir que Kiev se una, pero al final no podemos esperar tener nada sin un liderazgo efectivo de Estados Unidos sobre la cuestión".

Está por ver la cuestión de su entrada en la UE, punto importante teniendo en cuenta el esfuerzo europeo en materia de defensa entre sus miembros, muchos de ellos también miembros de la OTAN. "Su adhesión es una posibilidad interesante en el sentido de que sabemos que Vladímir Putin afirmó que no le importaba si Ucrania se une a la Unión Europea, mientras que nunca permitiría que fuera parte de la Alianza", reitera.

La OTAN ante Trump, de nuevo

Si hay algo que despierta los temores entre los asistentes en la cumbre, eso es la cuestión de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. La posible reelección de Donald Trump ha obligado a la Alianza a desarrollar mecanismos que aseguren la pervivencia de la organización, la cohesión de sus miembros y, ante todo, sus compromisos para con Ucrania.

La preocupación de la OTAN aumentó tras un comentario de Trump de que animaría a Rusia a hacer "lo que quisiera" si algunos países no contribuían con el gasto mínimo del 2%. Una declaración que desafiaba el Artículo 5 de la OTAN de que un ataque contra uno de los Estados miembros constituye un ataque contra todos.

Según comenta Shea, los aliados europeos utilizarán la cumbre en Washington para tratar de convencer tanto a los republicanos como a los demócratas en el Congreso de que están haciendo todo lo posible en lo que respecta al reparto de la carga transatlántica.

El pasado 25 de junio, dos asesores de Seguridad Nacional clave durante la Administración Trump, Keith Kellogg y Fred Fleitz, presentaron al candidato republicano un plan para la guerra de Ucrania. En su contenido, proponían condicionar el envío de armamento a Kiev a cambio de negociar la paz con Rusia.

Aunque Kellog y Fleitz aclararon que "no hablaban en nombre de Trump ni de su campaña", la propuesta no preveía herramientas para forzar a Rusia a retirarse del territorio invadido a cambio de firmar la paz. De hecho, congelar la situación en las actuales líneas del frente es lo que pedía el Kremlin en su última propuesta de cese del fuego, algo que Ucrania y sus aliados occidentales se niegan a aceptar.

Si bien el republicano no ha aceptado públicamente la propuesta, deja claro un temor a que, de salir electo, se rodee de una camarilla de asesores proclives a aceptar los términos de paz del Kremlin.

"Esta es una perspectiva inquietante para muchos europeos, razón por la cual hemos tenido en los últimos meses un debate dentro de Europa sobre el fortalecimiento del brazo defensivo de la UE, pero no se puede predecir si Trump realmente sacará a Estados Unidos de la Alianza", detalla Radchenko. "Y, aunque su reelección no sea un asunto de la OTAN, sino de EE.UU., podemos esperar que los aliados expresen sus preocupaciones al respecto en Washington", concluye.

La cuestión del Indo-Pacífico en la OTAN

Por primera vez en su historia, la cumbre de Washington contará con la asistencia conjunta de Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, países que no son miembros de la OTAN. Durante la Administración Biden, Estados Unidos ha impulsado la participación de la Alianza en Asia como medida de contención hacia China.

"A la OTAN le gusta demostrar que tiene un enfoque global de 360 grados hacia la seguridad, y también quiere agradecer a sus cuatro socios de Asia Pacífico el apoyo que han brindado a Ucrania, tanto al participar en el grupo Ramstein liderado por Estados Unidos como al imponer sanciones contra Rusia", reseña Shea.

"Tenemos que recordar que varios miembros de la OTAN están involucrados de una manera u otra en el Indo-Pacífico, como Francia, que cuenta con posesiones de ultramar en dicha región", señala Radchenko.

Ante una Europa cada vez más enfocada en Rusia, la necesidad de "expandir" las fronteras de la organización hacia el "desafío" de Pekín conlleva entrar en el debate de una eventual integración de los socios del Indo-Pacífico, si bien, por el momento, "la Alianza no está dispuesta a admitir nuevos miembros de la región dado que tiene las manos ocupadas con Rusia", según Shea.

"Los europeos tienen sus propias prioridades en Europa y, de hecho, a Estados Unidos está alentando activamente al continente a prestar más atención a lo que está sucediendo en Ucrania. Pero también esperan cierto grado de solidaridad y respaldo de las posiciones estadounidenses sobre la cuestión de las relaciones con China", concluye Radchenko.