Vicente Gil: una pérdida imposible de asimilar
- Gil era reportero gráfico de TVE desde hace más de 30 años
- El camarógrafo ha fallecido este miércoles durante la grabación de un reportaje en la costa de Granada
Cuando no lo conocías Vicente Gil te llamaba la atención por su apariencia, un cruce entre Papa Noel y Caco Senante, canario como él. Grande. Orondo con una melena cana recogida en una coleta, bigote y barba. No te hubiese sorprendido si en un momento determinado hubiese soltado un "¡Ho, ho, ho!" a lo Santa Claus. Cuando lo conocías querías volver a trabajar con él. Conocer en nuestro ambiente es haber compartido una cobertura, un rodaje y, sobre todo, un viaje. Vicente cumplía todos los requisitos para ser el reportero o el camarógrafo ideal con quien embarcarte en una cobertura.
Vicente Gil era muy buen reportero, de los que antes de coger la cámara cerraba un ojo, miraba con el otro y sopesaba si ese ángulo le daba un encuadre bueno o no. Cuando lo había analizado agarraba el trípode y lo movía, lo subía o bajaba y cuando creía que lo tenía, fijaba la cámara y, entonces sí, ponía el ojo en el visor y terminaba de ajustar. El ojo de Vicente era una cámara con multitud de objetivos y sus piernas y su pulso, un trípode. Algunos de los planos que tanto lucen en televisión están hechos sin trípode, con la cámara al hombro, y una cámara profesional pesa. Mucho. No cualquiera tiene la fuerza ni el pulso para asegurar una grabación de más de un minuto con su cuerpo como única sujeción. Vicente podía. Algunos travelings celebrados por la audiencia tenían a Vicente detrás de la cámara. A Vicente le gustaba conducir y también era bueno en eso, otra ventaja para esos viajes en los que hay que hacer mucha carretera y agarrar el volante es una fatiga añadida al reporterismo.
Pero es que además, Vicente era garantía de que ibas a disfrutar trabajando. Daba igual lo largas que fueran las jornadas, las noches en vela o el frío que pasaras, Vicente lo hacía fácil y divertido. Con su forma tranquila de trabajar y su extraordinario sentido del humor. Era un tipo irónico, te tomaba el pelo continuamente sin herirte, hacía juegos de palabras absurdos, a veces muy tontos, lo sabes, Vicente, pero que te arrancaban una sonrisa. Y cuando un semáforo se ponía en rojo decía eso de "esta esquina me gusta, voy a parar aquí un rato".
Vicente Gil era además un sabio que se tomaba muy en serio el trabajo, tanto que sabía que era sólo eso, trabajo. La vida con mayúsculas eran su Sole, su hijo, su perra, su casa... Este miércoles 10 de julio la vida se ha cruzado con su trabajo y nos lo ha arrancado de cuajo, sin tiempo para asimilarlo. Vicente, no nos lo creemos, no nos creemos la noticia, tiene que ser un fake, querido, una broma pesada. No puede ser que no volvamos a trabajar contigo, que no volvamos a encontrarnos por Torrespaña con tu mirada socarrona, la ceja levantada, una sonrisa torciéndote los labios y algún comentario irónico sobre la levedad del oficio y de la vida. Nos dejas sumidos en la pena y la incredulidad.