Metallica fracciona su leyenda en dos y, aun así, noquea a Madrid al primer asalto
- El ritmo no ha decaído en dos horas de música de toda su carrera
- Su himno 'Nothing else matters', clímax de la velada en el Metropolitano
Aun partiendo en dos la fuerza de su leyenda, a Metallica le han sobrado bazas y energía para salir triunfante de su primer asalto este viernes en Madrid con un concierto hipervitaminado en el que el ritmo no ha decaído durante dos horas de música de toda su carrera.
"Somos Metallica y estamos muy agradecidos de que, después de tantos años, podamos seguir tocando ante un público al que adoramos", ha proclamado el vocalista James Hefield ante las 65.000 personas que esta noche han llenado el aforo, más amplio de lo habitual por la estructura 360° del escenario.
Dos serán las únicas citas del grupo estadounidense en España, la primera este viernes y la siguiente, en directa competencia con la final de la Eurocopa entre La Roja y la selección alemana, este próximo domingo.
Como sede de las mismas, el Metropolitano de Madrid, solo dos años después de su última visita (entonces dentro de Mad Cool) y siguiendo una estructura de minirresidencias de estadio por todo el mundo bajo la premisa de ofrecer repertorios completamente diferentes en cada uno de los conciertos de las ciudades elegidas.
Una treintena de temas, incluidos varios de su último disco
Sobre el terreno, la realidad es que la banda maneja un cuerpo amplio de temas, en torno a la treintena, y los reparte por cuestiones aparentemente azarosas entre los dos "shows", por lo que, si se acude a uno solo, se corre el riesgo de no escuchar hitos en principio irrenunciables como 'Master of Puppets', 'Nothing Else Matters' o 'Enter Sandman'.
Por ello se ofertaron abonos para asistir a ambos que iban desde los 120 euros en las gradas más altas hasta más de 3.000 para verlo desde el anillo interno del escenario central, prácticamente entre los tobillos de Hetfield y compañía, a los que luego se tenía derecho a saludar en un encuentro más privado.
Entre los temas, al menos tres en cada concierto de su más reciente trabajo, '72 Seasons', publicado el pasado año y que les ha dado la excusa para esta nueva avanzadilla global en la que prueban su amplio poder de convocatoria tras más de 40 años de carrera.
'Creeping Death' y 'Harvester of Sorrow' para prender la pólvora
Con apenas 10 minutos de retraso sobre la hora señalada, el cuarteto integrado por Kirk Hammett, Robert Trujillo, Lars Ulrich y James Hetfield ha hecho su paseíllo de honor por un corredor lateral hacia el enorme escenario central en forma de anillo, bajo las consabidas notas de 'It's a Long Way to the Top (If You Wanna Rock 'n' Roll)' de AC/DC.
Les aguardaban ocho torreones rematados por espectaculares pantallas cilíndricas, el gran foco de atracción escenográfico de esta gira, y un público enfervorecido, vestido con el canónico negro de sus conciertos y listo para entonar como uno solo el también tradicional 'The Ecstasy of Gold' que Ennio Morricone compuso para la BSO de 'El bueno, el feo y el malo'.
'Creeping Death' y 'Harvester of Sorrow' han sido los temas escogidos para prender la pólvora en esta ocasión y poner en alto los puños de su multitudinaria comunidad del rock como un único ente y a una potencia y un ritmo endiablado, demostrando por qué Metallica es uno de los padres del "trash metal".
Sin el mejor sonido pero con un público entregado
Hasta 30 minutos después aproximadamente no han frenado ese acelerón, sin importar si sonaba un tema de los 2000 como 'Cyanide', uno de los 90 como 'King Nothing' u otro tan reciente como el que titula su último disco, '72 Seasons'.
"Hola, madrileños, esta noche hemos compuesto una canción solo para Madrid, se llama 'Sangría Brain'", han bromeado Hammett y Trujillo antes de despachar una improvisación a las cuerdas que el público ha agradecido con risas por el guiño.
Como suele suceder en el Metropolitano, la acústica no ha jugado a favor de los artistas, aunque, al tratarse el suyo de un sonido sucio con acento sobre todo en la potencia, poco ha parecido importar a los asistentes que a Hefield se le entendiera más bien poco, mientras la batería y los 'riffs" estuviesen bien presentes.
De poner otro "pero" al espectáculo, este recaería en que la pasarela con forma de anillo en el centro de la pista por la que se mueve la banda resulta demasiado grande, con unos 30 metros de diámetro, lo que deja desangelada la mayor parte de su superficie mientras el grupo actúa concentrado en alguno de sus puntos.
'Nothing Else Matters', el clímax
Si la primera mitad ha constituido una descarga de energía aparentemente sin medida, la segunda no le ha ido a la zaga, justo después del largo pasaje instrumental de la mano de 'Orion' y, sobre todo, con 'Nothing Else Matters'.
La canción del llamado álbum negro que puso a Metallica en el mapa para todo aquel que no escuchaba a Metallica en 1991 ha ejercido de nuevo un papel galvanizador, probablemente por contraste con ese torrente desbordado del que se venía.
No ha sido su mejor interpretación del tema (principalmente porque el micrófono de Hetfield le daba un aire muy robotizado, sin la profundidad de sus graves naturales), pero por el momento escogido, la comunidad emocional entablada entre los asistentes y la mágica guitarra de Hammett, se ha convertido igualmente en el gran clímax de la velada.
Después ha vuelto el músculo con 'Sad But True' y 'Battery', más aún con 'Fuel', inflamado por la pirotecnia, y con un final de altura sellado con el seminal 'Seek & Destroy' y la explosión final de 'Master of Puppets'. El domingo, a por el segundo asalto.