Tatiana Kasátkina, mujer del nobel de la paz Oleg Orlov: “En Rusia ya no se puede plantear un debate o una discusión”
- Tatiana Kasátkina le cuenta a RTVE cómo se encuentra el conocido activista ruso
- Orlov está encarcelado por criticar la guerra de Ucrania
La última vez que Tatiana Kasátkina pudo ver a su marido, Oleg Orlov, ella cumplía años. Tuvo que viajar hasta Syrzan, en la región rusa de Samara, a unos 1.000 kilómetros de Moscú. Allí está la prisión en la que el veterano defensor de derechos humanos está encerrado. Le condenaron en febrero a 2 años y medio de cárcel por un artículo en el que criticaba la guerra de Ucrania y al poder en Rusia.
Tatiana pidió a los empleados de la cárcel que les dejaran sentarse juntos en un banco, aunque fueran cinco minutos. “Aquí no dejan despedirse de los muertos y ¿viene usted a hablarnos de un cumpleaños?”. Esa fue la respuesta de uno de los funcionarios de la prisión. El protocolo manda. Se vieron, sí, pero con dos gruesos cristales de por medio.
“Me ha gustado ver cómo estaba, me ha gustado su jovialidad, su buen humor” nos cuenta Tatiana. “A través de esa ventana me pareció que tenía buen aspecto. Se mantiene firme, tiene autoridad en la cárcel, se la ha ganado”.
Lo que peor lleva, nos explica, es no ver el sol, porque su celda está siempre en sombra y también el patio en el que da sus paseos. “En nuestra primera cita en la cárcel me contó que era la primera vez que veía el sol. Para llegar a la sala de visitas le condujeron por un espacio abierto y pudo verlo”.
Encarcelado por un artículo contra la guerra en Ucrania y el totalitarismo
Oleg Orlov es uno de los cofundadores de Memorial, una ONG creada en tiempos de la Unión Soviética especializada en denunciar persecución política. En 2022 les dieron el Nobel de la Paz. Fue un galardón compartido ese año con el activista bielorruso Ales Bialiatski y el Centro para las Libertades Civiles, organización ucraniana de derechos humanos. La justicia rusa liquidó hace dos años Memorial bajo la acusación de crear una imagen falsa de la URSS como Estado terrorista.
Poco después, Putin dio la orden de invadir Ucrania y Oleg Orlov no se calló. Todo lo contrario: se manifestó públicamente contra esa guerra. Acabó sentado en el banquillo de los acusados por "desacreditar de manera reiterada al ejército ruso". El detonante fue un artículo publicado en un medio francés en el que llamaba totalitario y fascista al poder en Rusia.
"Es un artículo realmente filosófico", opina Tatiana. "Lo he leído varias veces y no he encontrado ningún tipo de llamamiento contra nadie. No es agresivo. Propone sentarse en una mesa redonda y discutir, quizás encontremos un lenguaje común. Proponía debate, discusión, nada más. Pero no puede haber discusiones ahora, están prohibidas. En realidad, ese artículo fue solo una excusa, una excusa para arrestarlo".
Tatiana lo atribuye a que Oleg Orlov es uno de los pocos miembros activos de Memorial que siguen en Rusia. Muchos disidentes han abandonado el país. Ellos también se lo pensaron, muchos amigos les animaban a irse, pero decidieron no hacerlo.
"Ambos éramos conscientes de los riesgos que corríamos", recuerda Tatiana. "Lo hablamos varias veces y al final llegamos a la conclusión de que no iríamos a ninguna parte. No nos vamos por varias razones. Primero, yo no puedo vivir sin Rusia, no lo imagino, he hecho muchos viajes de trabajo largos y siempre bien, pero esta es mi casa, mi país. ¿Por qué debo entregarlo? Él pensaba lo mismo. Es su patria, debe estar aquí. Y además pensó que su voz, su opinión sobre lo que está pasando, siendo una persona que se ha quedado aquí y que comprende a Rusia, sería más influyente y más escuchada".
No se arrepiente de la decisión que tomaron a pesar de las consecuencias. Aun así, dice, no ha sido nada fácil. Sabían lo que iba a ocurrir, sabían que le condenarían y se habían preparado internamente para afrontarlo. Pero cuando sucedió, cuando Oleg Orlov fue a la cárcel, Tatiana cayó en una depresión.
"Pero resultó que en mi entorno había muchos amigos, no lo esperaba. Me he encontrado bajo la tutela, todos me cuidaban e intentaban ayudar. Así que con tantos amigos lo superé. Y ahora estoy acostumbrándome a vivir sola, entiendo que dos años tendré que vivir sola e ir allí ―a la cárcel―. Hay que aguantar. Y no pasar la responsabilidad a los hombros de otros, sería injusto".
La condena "estaba escrita hace mucho tiempo"
Oleg Orlov le concedió a RTVE en Moscú una de sus últimas entrevistas antes de entrar a prisión. Defendía que su juicio había sido una farsa y por eso se negó a ejercer su derecho a la defensa. Aprovechó las vistas judiciales para releer un libro: El Proceso, de Franz Kafka, una obra maestra de la literatura universal en la que el protagonista, Josef K., vive una pesadilla judicial.
Tatiana nos atiende al finalizar una vista en la que Oleg Orlov apelaba su condena. La decisión del juez no sorprendió a nadie: "Recurso denegado, se mantiene la pena".
"Estaba escrito hace mucho tiempo. Lo esperábamos. Soñábamos que quizás sucediera algo extraordinario, por ejemplo, que le rebajaran un poco la condena, pero eso no ha ocurrido. Ha ocurrido lo que esperábamos", dice, resignada, Tatiana.
En estas vistas judiciales, Orlov interviene por enlace de vídeo desde la cárcel. Mientras esperaban la llegada del juez, Tatiana y Oleg pudieron intercambiar unas palabras. Hasta que los funcionarios del juzgado se dieron cuenta y se apresuraron a quitar el sonido de la pantalla.
Desde el punto de vista judicial les queda recurrir ante el Supremo, pero las posibilidades de éxito también son escasas en ese alto tribunal. De momento, Oleg Orlov seguirá encerrado.
"Yo voy cada 15 días, llevo una mochila grande con comida, medicinas. Pero no es suficiente. Es poco, porque, me parece, que él da a comer a otros, a los que no reciben paquetes", nos cuenta Tatiana entre risas.
Está muy agradecida a Yulia, una voluntaria de Samara, que le lleva con frecuencia cosas a la prisión. También a los que le escriben cartas de apoyo.
"Cada carta para él es una alegría, aunque a veces no le da tiempo para responder. La gente le recuerda, es muy importante", dice Tatiana. "Yo nunca escribía cartas a los presos políticos, no sabía qué escribir. Ahora entiendo que no tenía razón. Los que están en la cárcel al recibir los mensajes entienden que no les han olvidado. Eso reconforta".
Ahora Orlov está a la espera de que le asignen una colonia penal en la que cumplirá su condena. Es lo que más preocupa a Tatiana porque las condiciones suelen ser peores que en las cárceles donde los presos están todavía en régimen de prisión preventiva.
El caso de Oleg Orlov no es único: desde que empezó la guerra de Ucrania, Rusia ha aprobado leyes muy duras que restringen la libertad de expresión. Hay nuevos delitos: desacreditar al ejército o difundir a sabiendas información falsa sobre las fuerzas armadas. Las penas pueden llegar a los 15 años de cárcel. Las autoridades rusas argumentan que es necesario para proteger a sus ciudadanos de supuestas campañas rusófobas de desinformación lanzadas desde Occidente.
Según OVD-info, una ONG rusa de derechos humanos, ya hay unas 1.000 personas que han sido juzgadas por la vía penal por manifestarse públicamente contra la invasión. Calculan que casi 300 están en la cárcel como Oleg Orlov