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Dos modos de entender el camino a la Casa Blanca: del cierre de filas republicano con Trump a la incertidumbre demócrata

  • Tras el atentado en su contra Trump, el expresidente republicano ha logrado unir al partido
  • La futura designación de Kamala Harris está contribuyendo a relanzar la candidatura demócrata

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Elecciones EE.UU.: Claves de las candidaturas de Donald Trump y Joe Biden en la carrera a la Casa Blanca
Un trabajador coloca carteles que dicen "Despida a Joe Biden" en los asientos de los asistentes durante el último día de la Convención Nacional Republicana en el Foro Fiserv en Milwaukee AFP/BRENDAN SMIALOWSKI

La retirada del presidente estadounidense, Joe Biden, de la carrera electoral ha alterado por completo la estrategia política de los demócratas. Ante la clara posibilidad de que la vicepresidenta, Kamala Harris, tome el relevo, la formación cuenta con pocas semanas para revertir unas encuestas que, hace tan solo unos días, daban todas las opciones a Trump pero que Harris va poco a poco remontando. 

Actualmente, los demócratas se enfrentan a la coyuntura de perder no solo la Casa Blanca, también ambas cámaras del Congreso. Una pérdida que se produciría justo cuando la mayoría conservadora de la Corte Suprema ha fortalecido la figura presidencial. Algo que podría llevar a un mayor protagonismo de Donald Trump en caso de que recuperase el Despacho Oval.

La renuncia de Biden parecía providencial: "Si comparas vídeos en los que aparece 2020 con los de ahora, parece otra persona; está mucho más mayor, y en una campaña donde tu oponente es realmente un peligro, porque ha dado un golpe de Estado al fin y al cabo, no podías presentarlo", establece el el politólogo y autor de Por qué se rompió Estados Unidos Roger Senserrich.

En los últimos meses, los demócratas han pasado del desprecio hacia los republicanos por elegir a una figura polémica por sus mensajes y procesos penales, al terror entre sus filas tras comprender que su candidato podía encontrarse incluso aún más comprometido. Si bien el presidente ganó las primarias demócratas casi sin oposición, "ha sido el famoso deterioro cognitivo que manifestó en el debate con Trump lo que se ha convertido en un punto de no retorno para cuestionar su candidatura", según indica el periodista y experto en comunicación en política interna norteamericana Juan María Hernández.

Ante la previsible designación de Harris en la Convención Demócrata que arranca el próximo 19 de agosto, cabe preguntarse cuáles han sido las causas que han llevado a este desenlace con un Biden forzado a retirarse. Los orígenes de esta crisis se remontan tiempo atrás, tras la renovación del sistema de elección de candidatos demócratas, así como a la capacidad de Trump de aunar al republicanismo mediante una estrategia de “todo vale”.

El tortuoso sistema de primarias

La elección de candidatos durante las primarias es el proceso más complejo del sistema electoral estadounidense. Desde principios de los setenta, se ha tratado de establecer un proceso equilibrado para la elección de los delegados, figuras que posteriormente designan al candidato del partido a las presidenciales. Pese a ello, rara ha sido la ocasión en la que no ha existido polémica, tanto entre las filas republicanas como demócratas.

El Comité Nacional Demócrata propuso los cambios más significativos de su historia en 1972, con varias reglas clave destinadas a disminuir la influencia de los jefes de partido, así como cambios en las leyes de financiación de las campañas. Dicha fórmula llevó a los donantes a trasladar sus intereses del partido a los candidatos. Además, provocó la aparición de nuevos grupos ajenos al partido que abogaban por cuestiones o nombres concretos según su ambición.

De hecho, en 2020, durante las primarias que ganó Biden, las donaciones de estos grupos externos supusieron más de la mitad del dinero recaudado para su campaña presidencial.

Asimismo, con el paso de los años, tanto republicanos como demócratas han renunciado a racionalizar la selección del candidato y han preferido entregarla a la conveniencia de grupos externos y votantes de las primarias. Algo que, ante la creciente división que vive el país, ha llevado a la aparición de figuras como Trump, movidas más por una cuestión de capricho que de principios políticos.

"Estados Unidos está polarizado en un 50-50, lo que significa que quienquiera que sea el candidato de cada uno de los dos partidos, seguirá recibiendo el apoyo de alrededor del 95% de los electores de cada formación", establece el profesor de Gobierno y Política de los Estados Unidos en el Centro para el Estudio de la Democracia de la Universidad de Westminster John E. Owens. "En este contexto, también es importante recordar que la carrera no se ganará con el voto popular, sino con los del Colegio Electoral", incide.

Por otro lado, la situación actual de los demócratas no es solo consecuencia de su proceso de primarias. En los últimos años, los republicanos han adoptado un enfoque estratégico que ha unificado sus intereses pese a la diversidad de espectros políticos que lo conforman.

A medida que los estadounidenses se han polarizado y se han clasificado geográficamente según partido, los republicanos han luchado por asegurar los cargos electivos estatales en cada circunscripción. Entretanto, los demócratas han dejado prácticamente de competir en algunos estados como Texas, lo que le ha dado una ventaja electoral a la oposición.

Biden, infravalorado pero mayor

A principios de 2024, la elección de Joe Biden para la carrera presidencial se convirtió en una decisión lógica para los demócratas. "En 2020 fue el 'gran pacificador' que unió a los tradicionalistas con el ala más a la izquierda del partido, por lo que es un hombre muy apropiado para batir a Trump", señala Hernández.

La verdad sea dicha, parte de la victoria de Biden en las elecciones de 2020 se debió a los escándalos que desencadenó la administración Trump. La gestión del republicano forzó a un compromiso entre los electores demócratas para asegurar su salida de la Casa Blanca. Así lo demostró el aumento de la participación en hasta 11 puntos porcentuales en 2020 con respecto a 2016.

"Biden siempre ha sido un político muy infravalorado por todo el mundo, de ahí su tozudez [hasta el último momento]", revela Senserrich. "Le dijeron que no podía ganar las primarias y lo logró; que su partido iba a hundirse en 2022 y sacaron muy buen resultado, así que estaba convencido de que, ya que derrotó a Trump una vez, podía hacerlo de nuevo", indica.

Pero a medida que se ha intensificado la carrera presidencial de 2024, los votantes estadounidenses han comprendido que, aunque se enfrentan a opciones similares a las de hace cuatro años, uno de los candidatos ya no tenía el mismo aguante que en el pasado. Una encuesta publicada en abril por Pew Research Center reveló que un 65% de los electores consideraban a Biden "poco preparado" para soportar las presiones de una nueva reelección.

"Así como los escándalos de correos filtrados en 2015 reforzaron las preocupaciones existentes sobre Hillary Clinton como una figura privilegiada que operaba a los márgenes de la gente común, el mal desempeño de Biden en el debate lo estableció como un candidato anciano e incapaz de gobernar", establece el profesor asistente de RRII e Inteligencia en la Universidad Estatal de Dakota, William Bendix.

En estas elecciones, es probable que la victoria demócrata dependa de si la movilización es similar a la de 2020. Y ante un panorama cada vez más dividido entre votantes de ambas formaciones, la imagen de un líder débil no beneficiaba a su reelección.

El “Partido de Trump”, Republicano solo en el nombre

Pese a estar fuera de la Casa Blanca, Trump ha mantenido un control casi omnipresente sobre el Partido Republicano. Esto ha resultado en que la formación haya dejado atrás gran parte de sus principios conservadores para explotar las divisiones identitarias y los temores raciales propios de la retórica trumpista.

"En 2012, cuando Mitt Romney perdió frente a Obama, el Partido Republicano estaba en una situación muy desesperada, por lo que la sorpresa de Trump hizo que el partido se aferrase a sus ideas", comenta Hernández.

Para consolidar su figura como "líder fuerte", Trump ha capitalizado gran parte de la estrategia de “tierra quemada”, desarrollada en los años noventa por el presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich. Una táctica de “todo vale” basada en la confrontación contra los demócratas y el uso de cualquier polémica (véase los lapsus de Biden), para desprestigiar a la oposición.

Uno para todos, y todos para Trump

Según Bendix, antes de Trump, el Partido Republicano estaba dividido en tres facciones principales: los halcones, centrados en la seguridad nacional; los libertarios, favorables a un menor intervencionismo estatal; y los socialconservadores, que desean un Gobierno activista en cuestiones culturales y religiosas.

En sí, las tres facciones no encajan naturalmente debido a sus puntos de vista opuestos, "pero hubo suficiente superposición entre ellos como para que pudieran unificarse varios candidatos republicanos a lo largo de los últimos 40 o 50 años", incide Bendix.

Trump ha enfatizado ciertos componentes de ese conjunto muy complejo de facciones ideológicas para darle a cada grupo lo que desea, como restricciones al aborto para los socialconservadores, reducción de impuestos y desregulación para los libertarios, y seguridad fronteriza para los halcones.

"Sin embargo, es muy fácil para un partido que está fuera del poder cooperar en torno a un candidato, porque lo que quiere desesperadamente es recuperar la gobernanza", reitera el experto.

Pese a su éxito actual, el ascenso al poder de Trump no ha sido un proceso fácil. De hecho, en 2016 llegó a la convención con una escasa mayoría de delegados y una oposición considerable. "Encontró un nicho ideológico: era el único candidato centrista en lo económico y reaccionario en lo migratorio, una combinación que le permitió adelantar a sus oponentes", explica Senserrich. "No tenía una mayoría social, pero el resto de la formación fue incapaz de coordinar un candidato alternativo", añade.

Un mandato presidencial después, Trump ha jugado bien sus cartas tanto a la hora de dirigir sus ataques ante un debilitado Biden como de virar su discurso hacia la “unidad del país” tras sufrir un intento de asesinato el pasado sábado 13 de julio. Además, sus excompetidores, Nikky Halley y Ron DeSantis, han terminado apoyándole y junto a ellos, empresas simpatizantes, agricultores, activistas defensores de la segunda enmienda y cristianos conservadores, entre otros. Trump posee algo que le falta a Biden, y es un partido que responde por su nombre.

Las mañanas de RNE - Atentado contra Trump: "El republicanismo ya tiene su mito" - Escuchar ahora

"Ahora mismo, el Partido Republicano ha purgado a los disidentes, así que está unificado detrás de Trump", declara Senserrich. "En caso de que gane las elecciones, los contrapesos que va a tener también el Congreso van a ser mínimos, porque la formación está construido a su imagen y semejanza".

Y pese a este apoyo sin ambages, la polarización de la sociedad norteamericana es tan acuciante que las encuestas, "aunque favorables a Trump, no van a hacer que los demócratas pierdan su apoyo en bastiones como California o Nueva York, por lo que al final serán los seis o siete estados bisagra de siempre los que decanten la balanza", concluye Hernández.