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Análisis

Venezuela celebra las elecciones más inciertas de su historia reciente: “Puede pasar cualquier cosa”

  • La oposición cambia de estrategia y opta por participar, sin vetos, en los comicios del 28J 
  • La gran incógnita es: ¿Qué va a pasar el día después? ¿Aceptará Maduro los resultados?
  • Elecciones en Venezuela, en directo

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Partidarios del candidato presidencial de la oposición venezolana, Edmundo González, en un mitin de campaña para las elecciones
Elecciones en Venezuela: mitin del candidato Edmundo González

¿Qué pasará? Es la pregunta que se hacen dentro y fuera de Venezuela. Este domingo, el país latinoamericano cita a más de 21 millones de ciudadanos a las urnas, aunque son solo 17 millones los que permanecen dentro de sus fronteras. El voto no es obligatorio, tal y como sucede en otro países latinoamericanos, pero la voluntad de los venezolanos decidirá su destino para los próximos seis años. Por primera vez en una década, se celebran unas presidenciales que ponen en jaque a Nicolás Maduro. Esta circunstancia hace que la comunidad internacional se cuestione: ¿Serán unos comicios limpios? ¿Habrá acertado la oposición con su cambio de estrategia? ¿Maduro aceptará los resultados? ¿Cómo será el traspaso del poder previsto para el 10 de enero de 2025? 

Son muchas las incógnitas y nadie se atreve a responder con certezas. Las encuestas auguran una alta participación. Sondeos como los de Consultores 21 y Delphos adelantan una clara victoria de la oposición, con márgenes cercanos al 50%. Por su parte, el Latinobarómetro 2023 indica que sólo el 32.6% “aprueba” la gestión del gobierno, frente al 67.3% que “no la aprueba”. Mientras tanto, las imágenes que llegan desde Caracas muestran el esfuerzo de un bando y otro para convencer a apáticos e indecisos. Es la primera vez, desde la llegada al poder de Maduro en marzo de 2013, cuando asumió la presidencia tras la muerte de Hugo Chávez, que la oposición levanta el veto y participa en un proceso electoral. 

La principal coalición opositora de Venezuela, la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), la antigua Mesa de la Unidad Democrática, ha ratificado a Edmundo González Urrutia como candidato presidencial. El internacionalista jubilado, desconocido diplomático, abuelo tranquilo y escritor sustituye a María Corina Machado, inhabilitada judicialmente para ejercer cargos de elección popular. Esa candidatura despierta cierta esperanza de cambio en una población agotada y que,  cada día, tiene que sobrevivir a las consecuencias de una crisis económica crónica marcada por una inflación que actualmente se sitúa en el 64% interanual. Los venezolanos en la última década han vivido niveles de pobreza sin precedentes, salarios bajos, carencia de alimentos básicos y medicinas. Pero también han visto mermar los servicios públicos, el desmantelamiento del sistema de salud o los constantes apagones por falta del mantenimiento del sistema eléctrico. Y pese a que en el último año, la situación económica ha mejorado mínimamente, el descontento por la gestión del gobierno de Nicolás Maduro sigue muy presente en el sentir general. 

“Si fueran unas elecciones normales, por lo que vemos en los sondeos, las imágenes de la movilización popular y todos los testimonios, González Urrutia sería el ganador”, asegura Carlos Malamud, historiador, catedrático en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) e investigador de América Latina para el Real Instituto Elcano. Sin embargo, la idiosincrasia política ha demostrado que los comicios “normales” son inviables, en un país castigado por el autoritarismo, la división política, la crispación y la polarización. 

Por su parte, el triunfo de la oposición ha conectado con el sentir de la población. “Han apelado al retorno a la normalidad y a la reunificación familiar”, destaca el investigador venezolano. En los últimos ocho años, más de siete millones de personas han tenido que abandonar Venezuela y “este mensaje de reunificar a las familias ha tenido muchísimo peso y todo en un contexto de una crisis económica profunda, una emergencia humanitaria, varios años de hiperinflación, ahorita, no hay tanta, pero sí que hubo durante el gobierno de Maduro. Todo ha sido un caldo de cultivo que permite a la PDU tomar el testigo y liderar la oposición”, añade Trak. “Abrazarse con sus seres queridos”, es el lema del candidato. Aunque algunas voces le reprochan a González Urrutia que no proporcione una hoja de ruta sobre cómo convencerá al gobierno para que renuncie voluntariamente y de paso a una transición democrática. 

La oposición sorprendió con González Urrutia

Maduro heredó el bastón de mando tras la muerte de su predecesor Hugo Chávez en 2013 y ahora busca su tercer sexenio consecutivo. Hasta la gran cita electoral, que se celebra este 28 de julio, los analistas no descartan ningún escenario, desde la cancelación de las elecciones a la inhabilitación del líder de la oposición para declarar nulos todos los votos de la PUD. Por el momento, esto no ha ocurrido. En el caso de que gane González Urrutia, el escenario más deseable es que el chavismo acepte los resultados y se inicie un proceso democrático de traspaso de poder que culminaría el 10 de enero de 2025. “A la vista de declaraciones de altos cargos del núcleo de Maduro y de él mismo, no parece que esto vaya a ocurrir”, argumenta Malamud. 

Otra posibilidad es que volviese a prender la chispa contra Guyana, el pequeño país que ha estado de forma intermitente en el punto de mira de Caracas por las pretensiones territoriales que tiene Venezuela sobre la región fronteriza de Esequiba, territorio inundado de petróleo. Forzar el estallido de un conflicto en esta zona podría llegar a ser utilizado como pretexto para generar una situación extraordinaria que implicase posponer la cita con las urnas. Por último, cabe situarse en un contexto de fraude electoral. “Ni la Organización de Estados Americanos (OEA) ni la Unión Europea (UE) han enviado misiones de observación del proceso electoral y esto complica bastante las cosas”, sostiene el investigador para el Real Instituto Elcano. “Para que un fraude tenga sentido, la diferencia entre una opción y otra debe ser estrecha, cosa que no parece que vaya a ocurrir”, matiza. Los expertos coinciden en que entraría dentro de lo "posible" que el oficialismo anunciara el desconocimiento de los resultados, alegando algún problema técnico y que, por lo tanto, se entregara automáticamente el triunfo a Nicolás Maduro. 

La figura del candidato opositor con más posibilidades, González Urrutia, es un hombre de consenso, explica Susanne Gratius, analista asociada al Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB). Su elección ha sido una sorpresa y “todavía están a tiempo de inhabilitarle, pero su nombre ha descolocado a todos”. Gratius está convencida de que Maduro no abandonará el poder “voluntariamente”, y vislumbra más bien la apertura de un largo proceso de negociaciones. El líder de la PUD “tiene experiencia en la diplomacia aunque sus dotes de liderazgo son bastante bajas en comparación con María Corina Machado”, apunta la analista. Ella tampoco se atreve a predecir lo que puede pasar, si bien, coincide en que le “sorprendería mucho que el chavismo vaya a proclamar que ha perdido las elecciones y entregue el poder y negocie una transición”. 

El cambio de estrategia de la oposición 

Estas elecciones llegan precedidas por la firma del Acuerdo de Barbados entre las distintas fuerzas políticas venezolanas y el Gobierno, sobre la promoción de derechos políticos y garantías electorales,  y que ha implicado un cambio de estrategia de la oposición, que ha visto que desde el boicot y la autoproclamación de gobiernos no se llega al poder. Son lecciones aprendidas de las presidenciales de 2018 en los que no quisieron reconocer el proceso electoral y las parlamentarias de 2019, cuando autoproclamaron a Juan Guaidó como “presidente encargado de Venezuela”. Por más que se le reconociese por 60 países, no pudo asumir el “poder dentro del país”.  Los detractores de Maduro participaron por primera vez en las regionales de 2021. La oposición se unió bajo la Plataforma Unitaria Democrática y decidió postular candidatos para competir por alcaldías y gobernaciones. 

“El fracaso de la estrategia de colapso y el boicot promovida por Leopoldo López ha llevado a este retorno electoral y ha congregado nuevamente a muchísima gente alrededor de la candidatura de Edmundo de González Urrutia”, argumenta Juan Manuel Trak, investigador de procesos políticos contemporáneos en Universidad de Salamanca y autor del libro Crisis y Democracia en Venezuela

La candidatura de María Corina Machado arrasó en el proceso de primarias logrando el 93% de los apoyos, esto generó un efecto de bola de nieve que ha ido sumando cada vez a más gente. Sin embargo, el pasado mes de enero, el Tribunal Supremo de Venezuela, controlado por el chavismo, la inhabilitó para ejercer cargo público, por lo que fue elegida la filósofa y académica Corina Yoris que también fue vetada. Sin embargo, a González Edmundo sí le dejan concurrir y enfrentarse a Maduro. El chavismo, según el historiador e investigador del Real Instituto Elcano, ha cometido uno de los mayores errores de su historia reciente: “Pensar que le van a ganar fácil y que no había tiempo para construir un liderazgo potente, capaz de enfrentarse al actual presidente. Pero Machado ha logrado traspasarle buena parte de su popularidad. Se ha dado un maridaje muy interesante y la figura del candidato de la oposición sale reforzada, se proyecta como un gran líder y tiene reconocimiento popular”, explica. 

“El gobierno ha apostado a que la oposición se mantuviera en la ruta del boicot electoral y no ha conseguido descarrilarla de la carrera presidencial”, señala Trak. Ese era el itinerario que más le interesaba a los partidarios de Maduro. Conscientes de que tomar medidas contra sus detractores, desgasta y resta. Aun así, el gobierno cuenta con mecanismos de control político institucional que podría impedir a algunos votantes expresar libremente sus preferencias. “Puede evitar que otros voten mediante el cierre de centros o la generación de violencia. Yo creo que la expectativa de cambio del país es tan grande que, si no se dan tanto estas prácticas, va a ser difícil que no se dé esa expresión de cambio”, concluye el investigador de la Universidad de Salamanca. “Hay un margen para manipular y luego está el clientelismo. Al que trabaje en un puesto público le pueden perseguir”, recuerda la analista asociada al CIDOB. 

Además, gane quien gane, es importante tener en cuenta que el Parlamento, la Policía, el Ejército, el Tribunal Electoral y la Corte Suprema seguirán siendo controlados por el chavismo, como mínimo, hasta el 10 de enero de 2025. Por lo tanto, será fundamental ver los siguientes pasos que den instituciones como el Consejo Nacional Electoral, cuyo director inhabilitó a Machado. Además, ante cualquiera de estos escenarios, todos los focos estarán puestos en el posicionamiento del Ejército Bolivariano, un actor clave en el complejo entramado político social levantado por el chavismo. La opositora, María Corina Machado, ha reiterado que hay muchos dentro del aparato castrense que apoyan a la oposición y no da por sentada su lealtad a Maduro. “En estos seis meses pueden pasar muchas cosas, hay margen para cualquier tipo de tropelía”, insiste Malamud.

Si no se aceptan los resultados, podría haber movilizaciones, el problema no es solo Maduro, sino también la cúpula que ve con malos ojos cualquier atisbo, no solo de que se entregue el poder, sino de que comience un proceso de negociaciones para, en algún momento, entregar el poder”, señala Malamud. Antes de cualquier desalojo del poder, las voces expertas estiman que Maduro exigiría una amnistía total para él y para los miembros de su gobierno. Así que no se descarta que se pueda abrir un conflicto postelectoral dentro y fuera del país para que se reconozcan los resultados. Otra cuestión que surge a colación de un supuesto cambio de régimen es, ¿qué va a ocurrir dentro de la coalición de opositores si logran descabalgar a Maduro?

Maduro no quiere testigos incómodos   

Este domingo los venezolanos no solo votan su destino, sino también el de sus países vecinos. El continente está pendiente porque se podrían intensificar los flujos migratorios en la región, lo que agravaría las tensiones internas. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha pedido públicamente a su homólogo venezolano "respetar el proceso democrático" en estos comicios presidenciales, que, para el brasileño, supone "la única oportunidad para que Venezuela vuelva a la normalidad". La oposición venezolana se ha hecho eco de las palabras de Lula, mientras que el Gobierno venezolano, en una muestra de confianza en que los resultados le serán favorables, ha remarcado que respetarán la voluntad de las urnas. “En la región están un poco cansados del clima venezolano. Tampoco están tan a favor de la oposición, pero yo no sé hasta qué punto están a favor de Maduro. Chávez es quien tenía un apoyo explícito”, matiza Susanne Gratius.  

En esta línea el presidente de Chile, Gabriel Boric, también ha exigido que las elecciones sean “transparentes, competitivas y sujetas a observación internacional”. El líder de la izquierda latinoamericana ha reaccionado a la amenaza de un “baño de sangre” planteada por Nicolás Maduro en caso de que gane la oposición.

“Puede pasar cualquier cosa”, zanja el analista venezolano. Las encuestas advierten de que una victoria de Maduro podría generar una nueva ola migratoria, “uno de cada tres ciudadanos estaría dispuesto a emigrar si Maduro gana o no acepta el resultado”, añade. Después de 25 años de la llegada de Chávez al Palacio de Miraflores, los venezolanos creen que, por primera vez, puede producirse un cambio. Eso sí, solo si Maduro está por la labor de aceptar una posible derrota electoral. Mientras tanto, la esperanza de transición hacia la normalidad institucional y la estabilidad social son un motor que invita a la participación masiva, en lo que se ha venido a llamar, las elecciones más trascendentales del siglo.