Nicolás Maduro, el superviviente del chavismo que se aferra al poder
- La autoridad electoral le ha declarado ganador de las elecciones en Venezuela
- El resultado es cuestionado por la oposición y por gran parte de la comunidad internacional
Nicolás Maduro ha sido reelegido para un tercer mandato consecutivo como presidente de Venezuela este domingo, en unos comicios en los que obtuvo el 51,2% de los votos, según el Consejo Nacional Electoral (CNE).
El resultado está siendo ampliamente cuestionado por la oposición, liderada por María Corina Machado y con Edmundo González como candidato de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), por gran parte de la comunidad internacional y por organismos independientes como el Centro Carter que ha concluido que los comicios no han sido democráticos.
Maduro, que empezó en política de la mano de Hugo Chávez, ha intentado situarse en la estela del presidente, pero nunca ha gozado de la misma popularidad. Sus últimos años en el poder se han caracterizado por continuas denuncias de degradación democrática por parte de la oposición y de organismos internacionales.
De chófer de autobús a presidente
Nacido el 23 de noviembre de 1962 en Caracas, Maduro ha sido una figura clave en la política venezolana desde la llegada al poder del carismático líder bolivariano, Hugo Chávez.
Sin estudios superiores, pero con nociones de marxismo ortodoxo y castrismo, Maduro ha pasado de chófer de autobús y dirigente sindical del Metro de Caracas a ser elegido en 2024, por un Consejo Nacional Electoral al que se exige que publique las actas, para su tercer mandato presidencial.
Entre medias, se proyectó como un precoz militante del movimiento bolivariano, que rápidamente se convirtió en uno de los principales y más fieles colaboradores de Chávez. Desde 2005, Maduro fue sucesivamente presidente de la Asamblea Nacional, ministro de Relaciones Exteriores entre 2006 y 2013 y, a partir de octubre de 2012, vicepresidente ejecutivo de la República.
Ascenso al poder
Con la muerte del líder bolivariano en marzo de 2013 a causa de un cáncer, se abrió la disputa por la hegemonía política en el país y el autodenominado "hijo de Chávez" asumió la presidencia interina y ganó las elecciones presidenciales ese mismo año.
Pese a que Chávez ya lo había designado como su sucesor, Maduro nunca ha contado con el mismo carisma y apoyo que el exmandatario. De hecho, en las elecciones de 2013, apenas obtuvo un 1,59% más de votos que su opositor, Henrique Capriles.
Bajo el mandato de Maduro, Venezuela ha experimentado hiperinflación, escasez de alimentos y medicinas, y una caída drástica de la producción de petróleo, que es la principal fuente de ingresos del país. A pesar de varios intentos de implementar reformas económicas, la situación ha seguido deteriorándose, con sanciones internacionales que han complicado aún más la recuperación económica.
De 2013 a 2020, el PIB acumulado en Venezuela se redujo en un 75%, un panorama que solo ha mejorado tras una política fiscal dura y el aumento de los precios del petróleo en los mercados internacionales. La inflación, aunque ya no alcanza niveles como los de los años 2022 y 2023 (305% y 193% respectivamente), aún es elevada, de un 30%. Esto, unido a la omnipresencia del sector petrolero en la economía, provoca una volatilidad en la economía venezolana que Maduro no ha sido capaz de atajar.
Además, las demandas cada vez mayores de la población, en lugar de ser atendidas y procesadas, provocaron que se tejiera una estructura legal que justificase la represión ante cualquier forma legítima de reclamación.
Según la ONG Transparencia Venezuela, el régimen chavista acumula más de 400 denuncias de “gran corrupción” desde 1999 y que han comprometido al menos 62.900 millones de euros del patrimonio del país.
Controversias y oposición
El gobierno de Maduro ha sido acusado de violaciones a los derechos humanos, corrupción y de llevar a cabo elecciones fraudulentas en numerosas ocasiones también de perpetrar abusos continuos contra la libertad de información denunciados por Reporteros Sin Fronteras y otras organización en defensa de la libertad de prensa.
El chavismo sufrió un revés con el triunfo de la oposición en las elecciones parlamentarias del 2015. Maduro, a través del Tribunal Supremo de Justicia, emitió una sentencia que sancionaba al poder legislativo y, en su lugar, convocaba a la Asamblea Nacional Constituyente, órgano que actuó durante años como un legislador paralelo a favor del Ejecutivo.
A lo largo de su existencia, las competencias de este organismo han ido más allá de la redacción de un nuevo texto constitucional, y se ha dedicado a sancionar leyes, convocar elecciones y allanar la inmunidad parlamentaria de diputados opositores.
En 2016, el presidente emitió el Decreto de Estado de Excepción y Emergencia Económica, por el que se dotaba de poderes extraordinarios para adoptar medidas de seguridad pública, además de aprobar leyes sin consultar a la Asamblea Nacional, que también llegó a contar con una mayoría opositora.
Asimismo, desde 2017, Maduro ha ilegalizado candidatos y partidos. En las anteriores elecciones presidenciales de 2018, tanto la oposición como varios países (entre ellos, España y EE.UU.) condenaron la falta de transparencia.
En 2019, el opositor Juan Guaidó se autoproclamó presidente interino con el reconocimiento de más de 50 países, aunque no logró desplazar a Maduro ni ejercer ningún tipo de autoridad. Maduro ha mantenido el apoyo de las fuerzas armadas y de aliados internacionales como Rusia y China.
De cara a las últimas elecciones, las autoridades inhabilitaron a María Corina Machado. En su lugar, Edmundo González Urrutia ha sido el candidato de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD).
El Consejo Nacional Electoral (CNE) declaró a Maduro ganador con el 51,2% de los votos, pero la oposición ha denunciado fraude y asegura que las actas muestran que el ganador fue González Urrutia. Los opositores han salido a la calle a protestar, y entre otras acciones han derribado estatuas de Chávez y han retirado carteles con la efigie de Maduro.
Maduro, sin embargo, asumió el cargo y ha prometido trabajar por la paz y la unidad, aunque también ha advertido a la oposición que "esta vez no habrá debilidad".