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El derribo de las estatuas de Chávez para atacar a Maduro: el simbolismo de los pedestales vacíos

  • Los manifestantes han destrozado al menos cinco estatuas del exmandatario
  • En Venezuela se han destruido y vandalizado los mismos símbolos en 2017, 2018 y 2019

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Manifestantes protestan contra Maduro derribando estatuas de Chávez
Los restos de una estatua de Hugo Chávez destruida y quemada durante una protesta en Mariara, estado de Carabobo el 31 de julio de 2024.

Venezuela está sumida en un clima de incertidumbre cada vez más violento tras las elecciones del pasado 28 de julio. Tanto la oposición como la comunidad internacional hablan de "fraude electoral" y ponen en duda los resultados anunciados por el Consejo Nacional Electoral (CNE). Este discurso se ha contagiado en las calles y una de las imágenes más representativas es derribo del imaginario chavista.

Los manifestantes han destrozado al menos cinco estatuas del exmandatario Hugo Chávez en los estados de Aragua, Carabobo, Falcón, Guárico y La Guaira. Son figuras que se han ido construyendo desde los 90 y que representan los vestigios del legado socialista.

El pasado de Venezuela no se puede desvincular de Chávez fácilmente. Fue el presidente más votado de toda la historia del país e incluso "hay una parte muy significativa de la población que se identifica como chavista, aunque no apoye a Maduro", considera Néstor Prieto, analista político especializado en América Latina. Consciente, el oficialismo ha aprovechado esta circunstancia: ha impregnado las calles, fachadas de los edificios y por supuesto, también las estatuas de imágenes de Chávez.

Un mural de Hugo Chávez es visto mientras unas mujeres sostienen papeletas en un colegio electoral durante las elecciones presidenciales, en Caracas.

Un mural de Hugo Chávez es visto mientras unas mujeres sostienen papeletas en un colegio electoral durante las elecciones presidenciales, en Caracas.

Estas imágenes, que forman parte de una especie de culto, representan una veneración hacia una "persona que se la considera un enviado para el pueblo o de alguien que está haciendo un servicio impagable al pueblo", explica el Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, Julián Casanova.

El simbolismo del oficialismo con el expresidente es tal que Nicolás Maduro anunció las elecciones el 5 de marzo, día del aniversario de la muerte de Chávez, y se celebraron el 28 de julio, día de su nacimiento. "El oficialismo intenta mantener su legado porque ha sido un líder profundamente carismático, con un gran impacto social. Hugo Chávez es el sumun de todo el proceso de transformación que hubo en Venezuela. Eso lo sabe la oposición y también lo sabe Maduro", recuerda Prieto.

Romper con el pasado

Todo culto crea a su vez un contraculto y el hecho de eliminar estos altares simboliza el intento de romper con aquel pasado, pues fue el mismo Chávez quien designó a Maduro como su sucesor justo antes de su muerte. Por ello, los contrarrevolucionarios venezolanos han destruido y vandalizado los mismos símbolos en 2017, 2018 y 2019, coincidiendo con una de las mayores crisis del país.

Ahora, muchos se preguntan si el derribo de estas estatuas es el augurio de un cambio de Gobierno. "La historia da conocimiento para saber qué tendencias puede haber, pero no predice futuros. No me atrevería a decir que el derribo de estatuas es el preámbulo de algo, pero sí que es una reacción airada frente a alguien que consideras tirano", señala el historiador.

De hecho, es una práctica que ya se ha hecho en otras ocasiones en el país. "En Venezuela los anteriores derribos de estatuas estaban vinculados con la figura de Colón, mientras que ahora le toca el turno a Chávez. Ha habido un cambio en el símbolo", explica el investigador principal del Real Instituto Elcano para América Latina, Carlos Malamud.

Derrocamiento de la estatua de Saddam Hussein que presidía la plaza Firdus.

Derrocamiento de la estatua de Saddam Hussein que presidía la plaza Firdus.

Estos episodios, viralizados en redes, han removido la memoria colectiva de muchos. Recordaban a la caída de la URSS y sus correspondientes derribos de las estatuas de Lenin y Stalin, o bien a la destrucción de la iconografía de los regímenes de Sadam Hussein o Gadafi. Sin embargo, apunta el historiador, estas comparaciones son una forma de "utilizar la política para comparar contextos diferentes. En ese punto, el derribo de la estatua es la culminación de un proceso". En cambio, lo que sucede en Venezuela se vincula más con el hartazgo de una parte de la población con el Gobierno actual.

"En la Historia siempre hemos visto el ataque a los símbolos para justificar y para legitimar ciertas ideas. Es algo relativamente habitual", señala Prieto. Lo que sí tienen en común todos estos procesos "es que aquellos pasados que se percibían como heroicos y que formaron parte de la grandeza nacional se convierten en pasados infames", apunta Casanova.

Actos simbólicos en una sociedad polarizada

Estos derribos son simbólicos a la vez que polarizadores, ya que entran dentro del retrato que quiere construir Maduro de una oposición violenta y que pretende romper con el legado de 25 años de chavismo. En este sentido, advierte Prieto, "el ataque contra una estatua muy determinada puede ser un catalizador y puede dar un impulso a la movilización, pero también puede servir para intentar criminalizar a un movimiento político".

Lo que sí está claro es que estos derribos son un símbolo del intento de echar a Nicolás Maduro del poder. Y sucede en medio de una espiral de violencia en las calles. Casi una semana después de las elecciones presidenciales, el Gobierno sigue reprimiendo las manifestaciones, con centenares de detenidos y al menos 20 muertos. Por su parte, la oposición mantiene que la única forma de derrocar al Gobierno es la movilización en la calle.

Una postura respaldada por la comunidad internacional. Países como Argentina o EE. UU. (enemigo histórico del chavismo) han reconocido a la Plataforma Unitaria Democrática como ganadora de las elecciones. De la misma forma se han posicionado otros Estados de Occidente y Latinoamérica que ponen en duda la fiabilidad de los comicios, piden a Maduro que enseña las actas y defienden que se debe respetar la voluntad del pueblo venezolano.

Y si los grandes referentes de la patria son Bolívar y Chávez, es "normal y lógico que esa frustración de la población se dirija por el símbolo por antonomasia", sentencia el investigador.