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Entrevista en RNE

Marisa Rebolledo, especialista en violencia de género en la tercera edad: "No se habla de las víctimas mayores"

  • En 2023 las mujeres mayores de 61 años fueron el segundo grupo de edad con mayor número de muertes por violencia machista
  • El 016 es el teléfono de atención a las víctimas, es gratuito y no deja huella en la factura

Por
Marisa Rebolledo, especialista en violencia de género en la tercera edad
Marisa Rebolledo, pedagoga social especializada en materia de género. Equipo Ágora

El pasado viernes, Mercedes, una mujer de 74 años de A Coruña, fue asesinada a manos de su marido. Su caso reafirma que la violencia machista, lejos de mitigarse con la edad, está presente en la vida de mujeres más mayores. Esta lacra se extiende a la población mayor, en parte por la educación que han recibido que les impide observar señales de alarma y, por otro lado, por lo complicado que les resulta encontrar salida al "calvario" que padecen, en ocasiones, durante años.

El año pasado las mujeres mayores de 61 años fueron el segundo grupo de edad con mayor número de muertes por violencia machista. Marisa Rebolledo, pedagoga social, especialista en violencia de género en la tercera edad y coordinadora del Equipo Ágora, ha despejado algunas de las cuestiones que se plantean acerca de este tipo de violencia en mujeres de este segmento de edad.

Después de dos décadas, Rebolledo sigue formando y colaborando con escuelas de empoderamiento y de formación feminista por todo el territorio español. En los últimos años se ha especializado en la atención de la violencia de género con mujeres mayores y ha explicado que, aunque ha visto cambios, se trata de un colectivo especialmente vulnerable. Además, ha añadido que, "cuando la violencia se acentúa y ellas empiezan a tomar conciencia, muchas veces ya es demasiado tarde".

Las mañanas de RNE - Mujeres mayores: un colectivo especialmente vulnerable ante la violencia machista - Escuchar ahora

PREGUNTA: ¿Por qué es un colectivo, un grupo de edad, especialmente vulnerable?

RESPUESTA: Ten en cuenta también que la causa de la violencia de género es sobre todo el machismo. Es evidente que en otras épocas el machismo era muchísimo más fuerte y la violencia de género estaba mucho más normalizada. Entonces, es normal, entre comillas, que esto afecte mucho más a las mujeres mayores.

P: Sin embargo, es cierto que incluso las campañas institucionales, los medios de comunicación también tendemos a poner el foco en las jóvenes, en otros segmentos de edad. ¿La violencia de las mujeres mayores está invisibilizada?

R: Efectivamente. Cuando empecé a trabajar este tema no había casi nada publicado y era muy difícil encontrar datos sobre mujeres mayores. Afortunadamente, en estos cinco o seis años últimos ya se va hablando del tema. Siempre en mis ponencias o en mis clases, cuando hablo del tema, digo que el colectivo de las mujeres mayores es el colectivo silenciado e invisibilizado porque no se habla de ellas.

Marisa Rebolledo, pedagoga social, especialista en materia de género

Marisa Rebolledo, especialista en materia de género

En este sentido, no se las ve en la prensa ni en ningún sitio. Es normal hacer carteles, campañas contra la violencia de género y los rostros que aparecen en esos carteles siempre son rostros de mujeres jóvenes o de mediana edad, nunca de mujeres mayores, entre otras cosas porque la tendencia de estas mujeres es que no denuncien y aguanten... entonces al haber menos denuncias es menos llamativo en el fenómeno.

P: ¿Por qué no denuncian? ¿Qué falla para que no acudan a pedir ayuda?

R: No denuncian, sobre todo, porque tienen muy normalizada la violencia. Son mujeres que se han educado en el franquismo cuando la violencia hacia las mujeres estaba absolutamente normalizada. Entonces, diríamos eso de "que mi marido me pega lo normal", como decía el famoso libro de Miguel Lorente. Hay conductas que implican violencia de género y que para ellas están muy normalizadas, entonces tienden a no denunciar. Luego, lo que ocurre es que cuando la violencia se acentúa, ellas empiezan a tomar conciencia muchas veces demasiado tarde, porque ya tienen, entre comillas, "un callo" de aguantar y para ella es más complicado denunciar e intentar rehacer su vida y salir de la relación que seguir aguantando.

Cuando la violencia se acentúa y ellas empiezan a tomar conciencia, muchas veces ya es demasiado tarde

Para una mujer de 80 o de 70 años, divorciarse, empezar de nuevo, buscarse una nueva vivienda, no tener muchas veces independencia económica, no tienen a donde ir, los hijos no siempre la apoyan... Entonces el trauma de romper y caminar sola a veces es más complicado que seguir aguantando porque ya tienen un aprendizaje del aguante. Lo que yo llamo la dimensión perversa del aguante.

P: El hecho de que lleven tanto tiempo aguantando, ¿supone una dificultad mayor?, ¿nos encontramos con casos más graves? ¿Qué retos supone esto?

R: La mayoría de estas mujeres llevan 40 años en una relación de violencia. Hay un síndrome que se llama "el síndrome de indefensión aprendida" o lo que es lo mismo, el estrés postraumático que afecta a todas las mujeres que sufren violencia, pero aún más a las que llevan más tiempo. Entonces ellas tienen este síndrome muy anquilosado, tienen otra mentalidad porque vivieron otra época y recibieron otra educación. De alguna manera, ese aguante se ha desarrollado de una manera que tienen normalizadas conductas que llamarían mucho la atención. Cuando he realizado talleres con mujeres mayores, han contado cosas y no han considerado que eso sea violencia. Por ejemplo, dicen "es que mi marido nunca me ha pegado", pero bueno, cuentan otra circunstancia que, para mí, son escandalosas. También se han llevado media vida en el que la violencia de género no era delito, ni se podía denunciar, ni había apoyo social, ni tenían ningún tipo de recursos al que acudir. Quizá de los 40 años, 20 años se han llevado así. Entonces luego ya es muy difícil.

P: ¿Qué medidas deberían poner sobre la mesa las administraciones para que fueran efectivas pensando justamente en este colectivo?

R: En primer lugar, en los trabajos que he hecho me he encontrado con que cuando se trabaja violencia de género con mujeres mayores, hay que enseñarlas a detectar que hay violencia para que puedan de alguna manera tomar conciencia del problema. También me he encontrado con una dificultad: muchas ya no están en la relación de violencia también o han conseguido separarse, pero tienen una secuela impresionante, porque no es la misma secuela estar cuatro años en una relación de violencia que 40 años. Entonces no se articula ninguna medida para, digamos, atender a esas mujeres que ya no están en esa relación. En el caso de las que aún están es muy difícil porque no se puede obligar a nadie a denunciar. Es complicado sacar a estas mujeres de la relación de violencia porque para ellas es un auténtico trauma dar un paso así. Por ello creo que es difícil la solución. Hay que empezar a pensar y tomar medidas porque como hasta ahora ese colectivo estaba prácticamente invisibilizado, pues no se ha articulado medidas especiales para mujeres mayores.

Por ejemplo, una residencia debería estar inmediatamente disponible para una mujer que está en esta situación. En parte porque muchas veces no pueden arrancar, porque no tienen a donde ir, no tienen recursos económicos y tienen una dependencia emocional terrible. En definitiva, estas mujeres no pueden llamar a los servicios de atención a la violencia de género y esperar tres meses a la atención psicológica jurídica, porque para ellas es mucho más urgente que para otra. Entonces, debido a la edad, la atención debe ser mucho más inmediata, mucho más rápida y los recursos deben salir mucho más eficaces y más abundantes.

P: ¿Qué señales de alarma nos tienen que poner en alerta para que lo identifiquen claramente aquellas mujeres que puedan estar en una situación así?

R: La violencia física es fácilmente detectable, pero la psicológica no tanto. Tenemos que pensar aquellas mujeres cuyos maridos la han controlado de tal manera que no pueden, digamos, ni ponerse una horquilla en el pelo sin su permiso. En aquellas que han estado absolutamente controladas, aisladas, que no se le ha permitido relacionarse, ni salir. A la que se les grita, se les trata con desprecio. Inclusive si alguna persona joven me está escuchando y tiene un caso de madre o abuela cuyo marido la trate de esta manera, hay ahí señales. Normalmente, son mujeres que continuamente sufren depresiones. Lo mismo las actuaciones no son visibles porque el señor no maltrata psicológicamente, no grita, no insulta en presencia de los demás, pero sí en privado. Hay que decir que las mujeres mayores que sufren violencia de género tienen normalmente una salud seis veces peor que las mujeres de su misma edad que no han sufrido esta violencia.

En ocasiones las actuaciones violentas no son visibles porque se reducen al entorno privado

Muchas veces, como no acuden al psicólogo, pues lo que hacen es somatizar toda la violencia que están recibiendo, toda la angustia y todo ese nivel de estrés agudo. Entonces muchas presentan fibromialgia, colon irritable y una serie de somatizaciones que son llamativas. El problema es que muchas veces los médicos de familia no pueden actuar. Por ejemplo, si llega constantemente una señora a la consulta con una serie de síntomas y se le hacen pruebas y no hay nada patológico que responda a esa sintomatología, pues al final la receta es el típico ansiolítico y están dopadas. De este modo, van sobreviviendo sin que nadie perciba lo que hay en su casa.