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El "largo viaje" de los afganos que huyen de los talibanes y el reto de volver a empezar: "Mi vida se convirtió en ruinas"

  • Desde agosto de 2021 y hasta la fecha, se ha trasladado a España a un total de 2.354 personas
  • Irán y Pakistán acogen a alrededor del 90% de los refugiados afganos del mundo

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El "largo viaje" de los afganos que huyen del régimen talibán
Una refugiada afgana en un refugio temporal al regresar a su país de origen a través de la frontera entre Afganistán y Pakistán EFE/EPA/SAMIULLAH POPAL

"Fue el 15 de agosto de 2021 cuando llegó la noticia de que los talibanes capturaron Kabul. El día más amargo que separó a todas las familias", recuerda desde Islamabad, Pakistán, la afgana Nargis Nefati. Asegura que hace tres años su nombre estaba en la lista de evacuación del Ministerio de Defensa español, pero tan solo 11 días después de que los talibanes tomaran la capital de Afganistán, todos los vuelos de evacuación se retrasaron debido a dos atentados en el Aeropuerto Internacional Hamid Karzai de Kabul y esta afgana y su familia perdieron su oportunidad de salir del país.

Vive desde hace dos años en Pakistán a la espera de que la Embajada española le dé cita para pedir refugio en España, donde quiere empezar una nueva vida con su marido y sus dos hijos, un niño de dos años y una niña de seis.

En noviembre, Pakistán inició una campaña de deportación y expulsó a unos 541.000 afganos indocumentados, alegando un aumento drástico de ataques que el país atribuyó a personas que formaban parte de las poblaciones de refugiados. Esta medida se ha dirigido principalmente a más de un millón de inmigrantes y solicitantes de asilo afganos que no cuentan con documentos legales o visados en vigor. 

A principios de julio, Pakistán frenó la expulsión de otros 800.000 afganos indocumentados después de mantener conversaciones con el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi. A pesar de ello, Nargis y su familia viven con miedo a ser deportados a Afganistán y no lograr llegar a su destino final: España.

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"Si no renovamos el visado, nos acosarán. El 19 de julio, a las cuatro de la mañana, la Policía vino a nuestra casa para revisar nuestros visados y pasaportes. Mis hijos y yo estábamos muy asustados. Es muy doloroso pasar día y noche con miedo", asegura en declaraciones a RTVE.es. Licenciada en Lengua y Literatura Española por la Universidad de Kabul —cuyo Departamento de Español estuvo apoyado por España cuando tenía presencia de militares y cooperantes en el país—, da clases de español online a otros inmigrantes afganos.

"Afganistán se encuentra en una mala situación económica y de seguridad. Nací en la guerra, crecí en la guerra y fui educada en la guerra. Estoy cansada de la guerra", lamenta.

El

Nargis Sefati

Figura junto a su familia en la lista de afganos que colaboraron con la agencia de cooperación y el Ejército español que aún quedan por viajar a España. "Todavía quedan muchos afganos por venir a través de Pakistán y de Irán", comenta a RTVE.es el antiguo coordinador de la cooperación española en Afganistán y miembro del consejo asesor de la Asociación de Mujeres Afganas en España (AMAE), Ignacio Álvaro. 

Estos dos países vecinos de Afganistán acogen a alrededor del 90% de los refugiados afganos del mundo, un éxodo masivo que comenzó en 1979 con la invasión soviética de Afganistán.

Según el artículo 38 de la ley de asilo española, con el objetivo de atender casos que se presenten fuera del territorio nacional, los embajadores españoles pueden promover el traslado de solicitantes de protección internacional a España para realizar la petición. Para ello, el solicitante debe cumplir dos requisitos: que no sea del país en el que se encuentra la embajada española y que su integridad física esté en peligro.

Desde agosto de 2021 y hasta la fecha, se ha trasladado a España un total de 2.354 personas, según informan a RTVE.es fuentes oficiales del Ministerio de Exteriores.

"Nosotros apoyamos en la identificación de colaboradores de AECID y los remitimos a la embajada y, si se confirma que lo hicieron, les acompañamos a pedir el visado de protección internacional, aunque no siempre se les concede, y a volar hasta aquí", detalla Ignacio Álvaro. Subraya, además, que "a día de hoy siguen llegando afganos" a España.

"Un viaje largo"

Sayed Mansoor y los nueve miembros de su familia —cinco hermanas, dos hermanos y sus padres— están entre los afganos que han logrado venir a España recientemente, cerca de tres años después de la toma del poder de los talibanes en Afganistán.

Llegaron a suelo español el 20 de abril y su viaje no ha sido fácil. Pasó más de un año hasta que lograron cruzar la frontera en dirección a Irán, donde vivieron durante nueve meses

"Cuando los talibanes se apoderaron de Kabul, recibimos una carta en la que nos decía que fuéramos al aeropuerto para coger un vuelo el 23 de agosto de 2021. Nos quedamos en el aeropuerto tres noches sin comer ni beber nada. No pudimos llegar al vuelo, así que volvimos a casa", recuerda Sayed desde Getafe.

"Nos mudamos a dos o tres casas en Afganistán. Yo era un activista social y trabajé como voluntario para organizaciones durante cinco años", detalla este joven, cuyo padre había trabajado como colaborador para la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). "Era un momento muy difícil para todos. Mi padre y yo íbamos solo por las noches a ver a nuestra familia", añade.

La mayoría de los miembros de su familia no contaba entonces con pasaporte en vigor, lo que hacía imposible su salida del país. "Era muy difícil conseguir los pasaportes. Tuvimos que pagar 12.000 dólares por los pasaportes y pagamos sobornos a gente para obtenerlos", asegura.

"Vendimos todo lo que teníamos en Afganistán —coches, tierras…— para poder vivir en Irán mientras esperábamos. (...) En julio de 2023 nos hicieron una entrevista en la Embajada de España en Irán y tuvimos que esperar nueve meses para poder viajar a España. Ha sido un viaje largo", admite.

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Sayed Mansoor, un afgano que llegó hace cuatro meses a España junto a su familia

Más de dos años después de iniciar su camino hacia una nueva vida lejos de Afganistán, Sayed y toda su familia han logrado llegar a España. Viven separados en diferentes centros de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) repartidos por Madrid, algo que admite que es difícil de asimilar. 

Casi el 36% de los más de 1.100 refugiados afganos atendidos por CEAR ha sido acogido en Madrid, seguido por un 25% que en Málaga y un 8% en Vizcaya, según datos ofrecidos por la organización. El resto ha acabado en centros y viviendas repartidos por otras provincias españolas como Navarra, Sevilla, Valencia o Barcelona.

"Tengo un título universitario que recibí en la India, un diploma de posgrado en negocios internacionales, estoy certificado como profesional de recursos humanos y ahora estoy haciendo un máster online. Tengo experiencia, lo único es que tengo que aprender español", admite Sayed, quien asegura sentirse "bien porque la principal razón por la que queríamos dejar el país era por mis hermanas, para que pudieran tener acceso a una educación". "Estamos contentos porque nuestros esfuerzos han resultado en algo positivo, pero seguimos pensando en los que están en Afganistán", subraya.

"Mi fe y mi paz se destruyeron"

Cuando un grupo de refugiados afganos ha llegado a España, uno de los primeros pasos que se han dado en estos tres últimos años ha sido "atender el duelo psicológico", según explica a RTVE.es la coordinadora estatal de inclusión de CEAR, Carmen Ruiz. "Hay que trabajar todo el proceso migratorio emocional. Tienen que empezar de cero y se sienten muy culpables por la forma de salida del país", señala.

Además, Ruiz recalca que muchas personas llegan a España con carreras y varios idiomas, personas "sobrecualificadas que terminan teniendo empleos que requieren menor cualificación". 

"En este sentido, se trabaja de manera paralela todo lo relacionado con las expectativas y las frustraciones, porque a lo mejor son personas con perfiles de alta empleabilidad, que vienen de puestos de trabajo muy buenos en su país de origen, como médicos o informáticos, y que aquí a lo mejor tienen que empezar a hacer trabajos de logística, como carretilleros o atención al cliente", cuenta la coordinadora de CEAR.

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Es el caso de Fariba Quraishi, una afgana que trabajó durante nueve años como jueza en el Tribunal de Familia, tres como jueza de apelación en casos de terrorismo y dos como presidenta del Tribunal de Apelación en casos de violencia contra la mujer. Asimismo fue miembro de la Comisión contra la Trata de Personas y de la Comisión contra la Violencia de Género.

"El 15 de agosto de 2021 fue el día en el que mi mundo se derrumbó y mi vida se convirtió en ruinas. Ese día, cuando llegaron las noticias, no quería creer que los talibanes, a quienes habíamos temido durante años como una sombra aterradora, ahora gobernaban nuestra ciudad", cuenta. Llegó a España en marzo de 2022, después de salir de Afganistán y viajar a Grecia con la ayuda de la Asociación Internacional de Mujeres Juezas.

"Mi hogar, mi oficina y todo lo que había construido con esfuerzo y dedicación de repente perdió su significado (...). Recuerdo los días en que me sentaba en el tribunal, con orgullo y confianza, manejando casos y creyendo en los derechos y la justicia, pero ese día, esa fe y mi paz se destruyeron", admite. "Yo, que alguna vez fui un símbolo de justicia y poder, hacía frente a las miradas aterradoras y opresoras de los talibanes. Mi hogar, que era un lugar de paz y seguridad, se convirtió en un refugio para esconderse", continúa Fariba.

Esta jueza afgana admite ahora que encontrar trabajo en España es "muy difícil". "Me gustaría abrir un pequeño restaurante en Madrid o en Alcalá de Henares, pero hasta ahora no he podido alquilar un local, y solo tengo una hora de clase de español online a la semana, lo cual no es suficiente para aprender el idioma", añade.

Empezar de cero para construir "un buen futuro"

Además de atención psicológica y ayuda para los trámites necesarios, CEAR ofrece a los refugiados afganos clases de castellano. A esos cursos van Yasera y Qahera, de 24 y 21 años, que llegaron a España hace ocho meses junto a su familia, después de pasar otros 16 en Irán.

Desde El Escorial, en Madrid, hablan todos los días con sus abuelos, que siguen en Afganistán. "Nos dicen que, especialmente las mujeres, no pueden trabajar ni salir a la calle solas. No pueden estudiar. Para los hombres también es difícil encontrar trabajo y, si no trabajas, no tienes dinero. Es una situación muy difícil", cuenta en un casi perfecto español.

Yasera, con su hermana de fondo, asegura que en Afganistán "la gente no quiere a los talibanes". "La gente quiere estudiar, ir a la universidad, al colegio. Las mujeres no pueden estudiar, quieren trabajar y no pueden", añade.

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Desde que llegaron al poder, los talibanes no han dejado de recortar los derechos a las mujeres. Tienen prohibido participar en los ámbitos sociales, políticos, culturales y educativos. Tampoco pueden ir a la escuela ni a las universidades y tienen prohibido trabajar en cualquier organización no gubernamental.

Estas dos hermanas están lejos del régimen talibán y el hecho de haber llegado a España les permite poder estudiar y trabajar para lograr un futuro mejor que el que habrían tenido si no hubieran podido huir de Afganistán.

"Me he inscrito en un curso de enfermería con mi hermana y comenzaremos nuestras clases en septiembre. Además, mi hermana mayor se ha inscrito en el programa de Integrador Social y mi hermano Ahmad se ha inscrito en uno de Gerente de Ventas", asegura con entusiasmo. "Estoy contenta de poder construir un buen futuro para mí, pero me entristece pensar en las mujeres de mi país que se han quedado sin la oportunidad de estudiar", lamenta.