La nueva Ley de Costas en la Comunidad Valenciana enfrenta el "uso económico" con su "regresión ambiental"
- Oposición y ecologistas advierten de que la norma impulsada por PP y Vox puede suponer una vuelta al 'boom' del ladrillo
- Repasamos los años del "Levante Feliz" y del "ladrillazo" para ver en qué punto está y cuál es el futuro del litoral valenciano
La Ley de Costas que PP y Vox pretenden sacar adelante en la Comunidad Valenciana vuelve a poner sobre la mesa el debate sobre el modelo que debe seguir la ordenación del territorio en el litoral mediterráneo. Tras décadas de políticas permisivas con el urbanismo en la costa, el anterior Ejecutivo autonómico de PSPV-PSOE, Compromís y Podem puso en marcha en 2018 el Pativel, el Plan de Acción Territorial de Infraestructura Verde, con el objetivo de "preservar" los activos naturales de la comunidad.
Ahora, la norma propuesta por el nuevo Gobierno autonómico busca un "equilibrio" entre estos principios y la actividad económica en la costa, aunque esto implica en la práctica la derogación de algunos de los grandes aspectos que articulan el Pativel, según los expertos.
Advertida en varios informes de la Comisión Europea, la Comunidad Valenciana lleva años en el punto de mira por "un sistema de urbanización masiva que ha destruido el medio ambiente costero mediterráneo". Décadas que transcurren entre los años del "Levante Feliz", el "ladrillazo" en la costa y sucesivos gobiernos con diferentes planteamientos acerca de cómo ordenar el litoral valenciano.
El "Levante feliz", una "imagen renovada" del régimen
La llegada del turismo a la Comunidad Valenciana, como en el resto de España, se remonta a los años 50, como parte una estrategia del régimen franquista que "permitió proyectar una imagen renovada del país en tanto que las grandes construcciones frente al mar lo modernizaban". Lo cuenta a RTVE.es el catedrático de Geografía en la Universidad de Valencia, José Vicente Sánchez.
“España pasó de los 800.000 turistas anuales en 1950 a los más de 13 millones en 1970“
Bajo el famoso eslogan Spain is different, la costa mediterránea se llenó de grandes complejos turísticos y de europeos ansiosos por conocer las maravillas de sus playas vírgenes. En apenas dos décadas, España pasó de los 800.000 turistas anuales en 1950 a los más de 13 millones en 1970.
Bajo la ley franquista, permisiva con el ladrillo, los habitantes de los 60 municipios del litoral valenciano identificaron una nueva economía y los pequeños propietarios se vieron seducidos por las grandes promotoras para vender sus parcelas agrícolas. "Los dueños de las tierras ven el dorado, es el 'Levante feliz'".
El catedrático pone como ejemplo Cullera, ciudad valenciana de 25.000 habitantes que en época estival llega a albergar hasta los 300.000, según su Ayuntamiento:
Juan Antonio es el presidente de la asociación cultural La Penyeta Cullera, entidad desde la que sus miembros reconstruyen la historia de esta localidad A sus 68 años sus recuerdos siguen siendo nítidos. "Entonces no era consciente del cambio que se estaba produciendo en Cullera. Ahora me acuerdo de algún camino y de algún que otro huerto… Pero el camino ya no está y el huerto tampoco".
Se acuerda bien de la Bahía de los Naranjos cuando su nombre le hacía justicia. Lo que hoy es una hilera de bloques de apartamentos, entonces eran huertos de cítricos que abrazaban la orilla del Mediterráneo.
Cullera era una población pesquera y sobre todo agrícola, pero a partir de los 60 se puso en marcha un proceso que terminaría por convertirla en lo que es en la actualidad. "A partir de mediados de los 60 y 70 esto fue el acabose". Juan Antonio tenía alrededor de 10 años cuando vio levantar el primer bloque frente a la playa.
Los años del 'boom' del ladrillo y la "insostenibilidad del urbanismo"
Cullera representa la realidad de ese cambio vivido en la gran mayoría de ciudades del litoral valenciano. No fue hasta los años del tardofranquismo cuando, desde las universidades y las asociaciones ecologistas se puso el grito en el cielo alertando de que este turismo de sol y playa podía llegar a "tocar techo".
“En 1989 se impulsa la primera Ley de Ordenación del Territorio bajo la administración socialista, que plantea un modelo de consenso con los espacios litorales”, explica el catedrático José Vicente Sánchez. Espacios litorales cada vez más afectados por el modelo urbanístico, uno de los más llamativos el de la ciudad alicantina de Benidorm:
En 1995, el Partido Popular obtuvo mayoría en las elecciones autonómicas. Un año antes, el Ejecutivo socialista había sacado adelante la Ley Reguladora de la Actividad Urbanística. La norma reconoce la figura del agente urbanizador, empresa elegida en concurso público que asume la urbanización de un suelo y que se ideó para que esta contribuyera al desarrollo urbanístico de las ciudades.
Pero nunca se llegó a poner en marcha un reglamento de la norma, advierte José Vicente Sánchez, y la ley terminó generando "un urbanismo de promotor favoreciendo a los agentes muy por delante de los intereses de pequeños propietarios”.
En ese contexto, la Comisión Europea lanzó dos informes a modo de advertencia, el Fortou y el Auken, en el que "se refleja la insostenibilidad del urbanismo en la Comunidad Valenciana en su litoral" y una "urbanización masiva que ha destruido el medio ambiente costero mediterráneo".
A sabiendas del problema, en 2011 el Partido Popular anunció la Estrategia Territorial de la Comunidad Valenciana, reconociendo la necesidad de poner en marcha un plan de acción para ordenar el litoral que nunca llegó a ser concretado por esta formación política.
El Pativel como instrumento para "conservar la infraestructura verde"
En las elecciones autonómicas de 2015, el PSPV-PSOE, Compromís y Podem lograron una mayoría que les permitió gobernar en coalición, el llamado Pacte del Botànic.
Uno de los objetivos del nuevo ejecutivo fue el de impulsar políticas en la línea de la Estrategia de Infraestructuras Verdes de la UE. En ese sentido, se puso en marcha el Plan de Acción Territorial de Infraestructura Verde del Litoral (Pativel).
María José Salvador estaba al frente de la Conselleria de Territori en 2016 y fue una de las impulsoras de la iniciativa. "El Pativel es una necesidad tras 20 años de gobiernos que habían llevado a cabo políticas de mucha presión urbanística, especialmente en el primer kilómetro de costa", explica a RTVE.es.
Este plan de acción fue un instrumento que "trataba de conservar un conjunto de territorios con esa idea de infraestructura verde, patrimonio y biodiversidad", señala el catedrático de Geografía en la Universidad de Valencia Ximo Farinós. En concreto, el plan impulsaba la conservación activa de más de 7.500 hectáreas de suelo en toda la Comunidad, prohibiendo así la urbanización en los primeros 500 metros de costa y restringiéndola hasta los 1.000 metros, de modo que solo pudiera levantarse infraestructura hotelera con encanto, "integrada con el entorno".
Lluís Ferrando estaba al frente de la secretaría autonómica de Vertebració de Territori por Compromís y fue otro de los impulsores del Pativel. "Hacerlo era una necesidad para evitar que toda la costa fuera una conurbación perfecta de norte a sur, algo que reclamaban ecologistas y académicos", aclara.
Un proyecto recurrido y presionado por grandes promotoras, señalan ambos representantes del Botànic a RTVE.es, frenado por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV) y avalado finalmente por el Tribunal Supremo en 2022.
La Ley de Costas busca "compatibilizar valores naturales" y economía
Tras dos legislaturas de Gobierno progresista, PP y Vox lograron formar Gobierno en 2023 con nuevos planes para el litoral. La actual consellera de Medio Ambiente, Salomé Pradas (PP) ya advirtió hace poco menos de un año que el nuevo Ejecutivo haría "compatible la protección medioambiental y los usos económicos". Y bajo este marco, el Consell anunció en mayo la puesta en marcha de una nueva Ley de Costas.
El anteproyecto de la norma avanza que se permitirá la construcción de establecimientos hoteleros en la franja litoral siempre que las edificaciones se sitúen fuera de los primeros 200 metros, y no 500, como estipulaba el Pativel. En este sentido, se podrá levantar residencial a partir de los 500 metros y edificaciones destinadas a servicios en los primeros 100 metros.
Con ella, el Director General de Costas, Vicente Martínez Mus (PP), apunta a RTVE.es que se busca "compatibilizar los valores naturales y el uso humano y económico de actividad en la costa".
"El Pativel generaba una serie de normas arbitrarias que nadie entendía y que generaban inseguridad jurídica", sostiene el representante del actual Gobierno valenciano. Desde la patronal hostelera de la Comunidad lo entienden del mismo modo. Su presidente, Manuel Espinar, señala a RTVE.es que la nueva normativa "debería servir para resolver situaciones problemáticas que han generado inseguridad e incertidumbre, especialmente sobre las autorizaciones y concesiones de establecimientos de restauración en zona de dominio público marítimo terrestre".
El peligro de una vuelta al "ladrillazo"
Por su parte, la oposición advierte de que el texto favorecerá "la especulación y una vuelta al ladrillazo". Desde el actual Consell, lo niegan: "No será así. La norma contempla unas áreas de protección definidas, de lo que se trataba era de ponerle criterio. Me gustaría pensar que nos beneficia a todos", expresa Vicente Martínez Mus.
RTVE.es se ha puesto en contacto con Agró Ecologistes y Ecologistas en Acción para conocer qué opinan las asociaciones acerca de la norma. Desde Agró consideran que la ley "degrada y retrocede en la protección de la costa valenciana y lleva a la deriva del cambio climático". Desde Ecologistas en Acción alegan una "falta de búsqueda de un interés general" o "contradicciones con el principio europeo de no regresión ambiental".
Retroceder al urbanismo previo a la crisis de 2008
Terminado este mes el plazo para presentar alegaciones, la norma vuelve al Consell para su revisión y con ello entra en el tramo final de su aprobación.
La aplicación de la ley supone, a juicio de Ximo Farinós, "volver a una visión del negocio urbanístico que se paraliza tras la crisis de 2008". "En algún momento hay que tener una consideración de cómo aprovechar el territorio". La receta puede estar, explica, en dotar de mayor calidad a esos entornos naturales, tratando de jugar con las soluciones basadas en la naturaleza y una calidad de los espacios.
El catedrático José Vicente Sánchez tiene una opinión similar. "Todavía hoy gran parte de la población piensa que habría que seguir por esa espiral inmobiliaria sin frenos", expresa. Solo queda esperar para ver el efecto de la norma.
Recorrer a pie los apenas dos kilómetros de la bahía de Cullera, dejando a un lado la tierra virgen y al otro el mar infinito, era una auténtica aventura para el Juan Antonio de 10 años. "Para mí aquello era interminable", confiesa.
Si de él dependiera, la localidad en la que sigue viviendo no volvería a ser una población agrícola. Sin embargo, echa de menos una menor dependencia del turismo, un polígono industrial o un modelo económico menos sujeto a la estacionalidad. Y hablando recuerda a aquel niño que se perdía entre naranjos donde hoy se levantan grandes torres en un paraíso de ladrillos y arena. Pero eso, dice, ya son anécdotas para otro momento.