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Entrevista

La lucha de Khadija Amín tres años después de huir de los talibanes: "Sigo sufriendo y solo quiero vivir con mis hijos"

  • Superviviente a un matrimonio forzoso y al maltrato, lograr el divorcio le arrebató la custodia de sus hijos
  • La presentadora de televisión, lleva tres años en España, se ha convertido en la voz de las afganas

Por
Khadija Amín, presentadora de televisión en Afganistán, es superviviente a un matrimonio forzoso y al maltrato. Ahora da voz a las mujeres afganas en España
Retrato de Khadija Amin en Madrid un día antes del tercer anniversario de la vuelta de los talibanes al poder Maria Navarro Sorolla

A Khadija Amín (Kabul, 30 años) no le bastó con huir de Afganistán. Se fue con lo puesto y puso tierra por miedo tras la vuelta de los talibanes al poder el 15 de agosto de 2021. Tres años después de dejar toda su vida atrás, admite que lo ha "perdido todo". Cada día, esta presentadora de televisión lucha por rehacer su vida en España, una misión imposible sin sus tres hijos que le provoca la angustia con la que se despierta por la mañana.

Pero no es la primera vez que empieza de cero. Ya en Afganistán se enfrentó a un matrimonio forzoso en el que sufría todo tipo de violencia y sobrevivió a varios intentos de suicidio. Logró el divorcio y su exmarido, amparado por un sistema patriarcal, le arrebató la custodia de sus hijos. No obstante, consiguió estudiar Periodismo en la Universidad de Kabul y convertirse en el rostro y la voz de las mujeres en la televisión pública afgana. 

Tras la marcha de las tropas internacionales lideradas por Estados Unidos, los talibanes vuelven a controlar Afganistán. En estos tres años han impuesto la más estricta interpretación de la Sharía impidiendo a las mujeres ser y estar: han sido sido excluidas progresivamente del mundo laboral y educativo. Y Amín lucha para que la causa de las afganas no caiga en el olvido. Le duele ver como su país sigue siendo uno de los más pobres del mundo, con paro generalizado y una crisis humanitaria insostenible. Una situación que se aleja de los focos en una sociedad mediática centrada en otros conflictos.

No recomendado para menores de 7 años Se cumplen tres años del regreso al poder de los talibanes en Afganistán
Transcripción completa

Ésta fue una de las imágenes que dio la vuelta al mundo.

Miles de afganos tratando de salir desesperadamente del país

en aviones programados para expatriar extranjeros.

Huían del régimen talibán que se imponía de nuevo en Afganistán

veinte años después de su derrocamiento.

En cuestión de días, los talibanes tomaron Kabul

y se hicieron con el control de todo el país.

Llegaron con la promesa de traer la paz, pero tres años después,

el país vive una realidad muy distinta.

Sin la presencia de tropas internacionales

y el régimen aislado,

la seguridad se ha visto gravemente deteriorada.

La ONU denuncia más de 800 casos de asesinatos extrajudiciales,

desapariciones, detenciones arbitrarias,

torturas y malos tratos.

La violación de los derechos humanos es continua.

Sobre todo, de mujeres y niñas,

prácticamente excluidas de la vida pública.

Naciones Unidas habla de "apartheid" de género.

Hace tres años, una mujer en Afganistán

podía postularse a la presidencia.

Ahora, es posible que ni siquiera pueda decidir cuándo ir a comprar",

dice el organismo.

Y la situación económica va en declive.

La mitad de la población, 40 millones de personas,

vive sumida en la pobreza.

La comunidad internacional no reconoce al Gobierno talibán.

Solo China y Rusia han acercado posturas con los fundamentalistas

que otro año más han salido a celebrar su victoria.

Se cumplen tres años del regreso al poder de los talibanes en Afganistán

PREGUNTA: ¿Cómo estás? ¿Cómo vives este 15 de agosto? 

RESPUESTA: Cada 15 de agosto me invade la angustia y es muy duro, tres años después me sigo sintiendo perdida. Todavía no puedo aceptar que ya lo hemos perdido todo. Me duele pensar en todas las mujeres que se han quedado atrapadas allí. Yo he conseguido huir, pero sigo sufriendo. Este 15 de agosto no quería estar en Madrid, ojalá consiga desconectar unos días. No puedo escuchar nada sobre cómo está mi país, no soporto los balances. Cada día me pregunto: ¿Cómo nos ha vuelto a pasar? ¿Por qué a nosotras?

P: Afganistán es uno de los lugares más incompatibles con el hecho de nacer mujer. Naciste bajo el primer mandato talibán, ahora han vuelto y los talibanes 2.0 no existen. ¿Qué te supuso nacer niña en tu país? 

Afganistán siempre ha sido difícil para las mujeres. Aunque hemos luchado mucho y hemos logrado algunas cosas, después de cada cambio de régimen lo perdemos todo. Pienso en mi madre, que, aunque haya vivido en democracia y con libertad, no llevaban velo y podían salir con faldas. Pero a mi madre sus hermanos le impidieron estudiar. Estudió hasta décimo y después se casó con mi padre. La familia de mi padre, al ser moderna, permitió que se formara. Afganistán es así. Aunque había democracia y libertad, había familias que no querían que sus niñas estudiaran o que sus mujeres trabajaran. Los talibanes solo tienen en consideración a los hombres, según ellos las mujeres no tienen que hacer nada más que estar en casa para trabajar o cuidar a los hijos. Y en esta vuelta de los talibanes al poder ellas se han vuelto a quedar solas, los hombres no han estado al lado de las mujeres para luchar. Ellos no han perdido nada. Es un país muy tradicional, muy conservador, nosotras luchábamos para conquistar derechos, pero el problema es que ahora lo veo más difícil. 

Khadija Amín, presentadora de televisión en Afganistán, es superviviente a un matrimonio forzoso y al maltrato. Ahora da voz a las mujeres afganas en España

Khadija Amín paseando por el recinto del centro cultural Matadero en Madrid

P: ¿Eres una superviviente de un matrimonio forzoso?

R: Hace 12 años mi familia me obligó a casarme con mi exmarido, estuve seis años viviendo con su familia. Seis años en los que mi vida se paralizó, no pude estudiar, ni trabajar. He sufrido violencia de todo tipo. Mis cuñadas eran médicas, pero yo no podía hacer nada. No podía salir sola de casa y tenía que llevar el burka. Intenté suicidarme… (silencio) Finalmente conseguí divorciarme, pero fue un camino muy duro, ya que separarse es toda una hazaña para las mujeres. 

P: ¿Y cómo te convertiste en periodista? 

R: Después de mi divorcio empecé a estudiar periodismo en la Universidad de Kabul porque yo quería hacer algo para las mujeres. Estaba convencida de que en los medios de comunicación podía visibilizar la injusticia que sufrimos. Mi primer trabajo fue en un canal de educación y después, poco a poco, llegué a la televisión pública. 

P: Y te convertiste en el rostro de las periodistas afganas. El 15 de agosto fue tu último día de trabajo. Tu imagen se hizo viral cuando de pronto los talibanes ocuparon tu plató. ¿Te forzaron a quedarte en casa?

R: El 15 de agosto yo empecé un día normal, presenté el informativo de las 9 de la mañana, salí a la calle para grabar un reportaje hasta que me llamó mi jefe y me dijo que no hacía falta volver al trabajo. Los talibanes habían entrado en Kabul y trabajar era un riesgo. Amaba mi trabajo y le insistí mucho, pero no sirvió. Me presenté en la oficina y me suplicaron marcharme. Salí de allí destrozada. Por la tarde volví a escribir a mi jefe para ver si podía ir a presentar las noticias de las ocho. Me dijo que los talibanes iban a ir a la televisión para anunciar su vuelta al poder. Después vi que el presidente (Ashraf Ghani Ahmadzai) se escapó y entonces me di cuenta de que estaba todo perdido. Aun así volví a hablar con mis jefes tras ver al portavoz de los talibanes decir que permitirían a las mujeres trabajar. Y nada, me dijo claramente que no había nada que hacer. 

P: Volviste a tu casa y tuviste finalmente que abandonar el país...

El día que yo salí de Afganistán no quería hacerlo. Me aferré a que no pasaría nada y a que los talibanes habían cambiado. No quería salir de mi país, pero al final me vi obligada. Me fui y mis hijos se quedaron con su padre, como estaba divorciada, no tenía su custodia. Le llamé y le pedí verlos, pero me dijo que no. Yo llegué en agosto y en octubre tenía papeles para mis hijos y para mi ex. Les conseguí la posibilidad de venir aquí en un avión de evacuación desde Pakistán, pero él se negó. Me dijo que no quiere venir. Me acuerdo de que fue un 7 de octubre y estaba en el parque del Retiro, me puse a gritar y a llorar. Todo el mundo me estaba mirando. Aquella tarde me daban un premio por defender la libertad de prensa.

P: Hablamos de la situación de las que se han quedado, pero las que estáis aquí seguís sufriendo. Tú, tres años después, sigues sometida a una especie de violencia vicaria… ¿El tema de los niños ha sido una tortura?

R: Ha sido una pesadilla. Es lo que más me ha hecho sufrir durante estos años. No podía volver a mi país y tampoco traerlos. Pocas veces me dejaba comunicarme con ellos. Ahora estoy mejor porque en marzo llegaron a Europa. Su ausencia es lo que más me costó porque estaba sola. He tenido depresiones e intentos de quitarme la vida, sufro cada vez que me preguntan sobre los documentos para demostrar que son mis hijos y no tengo nada que enseñar. En Afganistán nada está a nombre de la madre. No tengo ni sus partidas de nacimiento, pues todo está a nombre de su padre. Me mataba no poder demostrar que soy su madre, excepto con una prueba de ADN. He sufrido mucha violencia. Ahora estoy mejor, están en otro país y conseguí verles. Nuestro sufrimiento no se acaba cuando salimos, aunque tengo que reconocer que en estos tres años aquí he recibido mucho apoyo.

P: ¿Cómo ves a las demás mujeres que han llegado a nuestro país? 

R: Las mujeres que han venido aquí han tenido muchos problemas de adaptación. La integración no es fácil y menos en un lugar con el que no tenemos nada en común. Es totalmente diferente. Hay familias que estando aquí no dejan a las mujeres salir, ni estudiar, ni aprender el idioma. Conozco a mujeres que me han confesado que sus maridos tienen sus documentos. Es una forma de control.  

P: ¿La salud mental de las mujeres está muy mermada?

R: Muchas mujeres y niñas en Afganistán quieren suicidarse porque no tienen ninguna salida. Muchas me dicen "tengo que poner fin a mi vida porque no puedo hacer nada". 

P: ¿Saliste adelante pagando un alto coste?

R: Tenía que ir hacia adelante, pero muchas veces he vuelto a revivir todo. No ha sido fácil y sufría con las entrevistas que me hacían para contar todo lo que vivimos. No es fácil hablar de todas las cosas que he vivido, pero a la vez he sentido siempre una necesidad de hablar de ello. Necesito que la gente sepa lo que está pasando y que escuchen nuestra voz. Y sé que soy la voz de las que se han quedado y no tienen voz. 

P: Lo perdiste todo, pero te queda tu voz...

R: Sí. He intentado hacer llegar el mensaje a todos las personas. Ojalá nadie olvide lo que está pasando allí. Me preocupa mucho el silencio. Ver que pasan otras cosas en el mundo y el foco desaparece de mi país. Nos quitan importancia. Allí están pasando muchas cosas, no soporto cuando dicen que en Afganistán ahora hay más seguridad y estabilidad. Hay mucha pobreza y las niñas no pueden estudiar después de los 12 años. Me he entrevistado con algunas y es muy duro. A medida que crecen se ven limitadas, tienen que encerrarse en en casa. 

P: Si tus hijos están en otro país, ¿España no es tu último destino?

R: Solo quiero vivir con mis hijos. Sé que perderé todo lo logrado en estos tres años. A mí me tocó empezar de cero tres veces y ahora no descarto que una vez más tenga que volver a hacerlo, pero quiero estar con mis hijos. Es muy importante para mí, son la prioridad de mi vida.

Khadija Amín, presentadora de televisión en Afganistán, es superviviente a un matrimonio forzoso y al maltrato. Ahora da voz a las mujeres afganas en España

Khadija Amín, presentadora de televisión en Afganistán, ahora da voz a las mujeres afganas en España