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Olas de calor, personas mayores y soledad: "Te puedes pasar los días enteros sin salir de casa"

  • Con los años, el cuerpo pasa por cambios naturales que afectan la forma en que maneja las altas temperaturas
  • La soledad y el aislamiento se acentúan durante los veranos, según subrayan los expertos

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Olas de calor, personas mayores y soledad
Aurora cuenta con un patio lleno de plantas para poder refugiarse del calor en el verano.

Cada año, Jesús, de 78 años, deja el calor tórrido de Madrid por el frescor de Navaluenga, un municipio abulense de apenas 2.000 habitantes. Este madrileño, nacido en Ávila, dice que sin su segunda residencia no podría soportar las olas de calor, ya que allí puede disfrutar del aire libre.

En las ciudades, los edificios, calles asfaltadas y el tráfico generan mucho calor, creando una "isla de calor urbana" donde las temperaturas son más altas que en zonas rurales, especialmente durante la noche. Así lo relata Jesús, que defiende que su vivienda en Carabanchel, en Madrid, se convierte en un horno todos los veranos.

Olas calor, personas mayores y soledad

Olas calor, personas mayores y soledad

España está en una zona crítica del calentamiento global, con la cuenca del Mediterráneo calentándose un 20% más que la media global. Entre 2014 y 2023, se registraron 196 récords de días cálidos y solo 7 días fríos. Según expertos, el cambio climático ha alterado la forma en que vivimos la vejez. "Han adecuado sus cuerpos a gran velocidad porque el panorama ha cambiado enormemente desde que eran jóvenes", dice Josep López, director técnico de la Fundación Edad y Vida, a RTVE.es.

La termocepción en las personas mayores

Con la edad, el cuerpo experimenta cambios fisiológicos que aumentan la vulnerabilidad al calor, como la disminución de la sensación térmica, la sudoración y la sensación de sed. Cristina Bermejo, presidenta de la Sociedad Madrileña de Geriatría, explica a RTVE.es que los mayores tienen menos receptores térmicos y una respuesta más lenta a los cambios de temperatura. Esto se agrava en personas con enfermedades crónicas.

A esto se suman los morfológicos, ya que en los mayores la proporción de músculo y grasa varía, creciendo más esta última. "La grasa es un termoaislante que puede favorecer a que se produzca un incremento de temperatura. El músculo, por el contrario, lo libera al ejercitarse", añade López.

No recomendado para menores de 7 años Ancianos, niños y enfermos crónicos, los más vulnerables ante la ola de calor
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Las temperaturas extremas ya tocan a la puerta.

"Pues cómo lo vamos a llevar? Pues mal, muy mal".

"Hay que buscar mucho la sombra y salir tempranito".

Y tanto calor pone a nuestro cuerpo al límite,

principalmente de dos formas:

"Una de ellas es el golpe de calor que todos conocemos,

y otra tambien que afecta a aquellos más frágiles

que es el determinado estrés térmico".

Los expertos avisan, cualquiera puede sufrirlos,

pero hay colectivos que tienen más posibilidades.

Los mayores y los niños, pero no solo ellos.

También personas con tratamientos crónicos

como la diabetes o la hipertensión.

Pero, ¿por qué?

"Que generalmente conllevan un sistema para vasodilatar,

algo que también produce el calor,

y llevan un diurético

con lo que vamos a perder también más líquidos".

También embarazadas

o personas que trabajan al aire libre.

Y atentos, porque estos son algunos de los síntomas de alerta:

"Aumenta nuestra temperatura corporal,

que vemos que nuestra piel se empiece a enrojecer,

se pone más seca,

y un signo muy claro es cuando dejamos de sudar".

Hablar con nuestro médico si tenemos un tratamiento crónico

para ajustarlo en esta época del año.

Y sobre todo, estar muy hidratado,

el año pasado,

según el insituto de Salud Cralos III,

Ancianos, niños y enfermos crónicos, los más vulnerables ante la ola de calor

En su juventud, Jesús estuvo trabajando en el campo de su pueblo natal, Brieva, por muchos veranos. "Para el calor llevaba un sombrero de paja y el botijo con el agua, nuestras neveras de aquellos tiempos", relata. Más tarde, se hizo taxista en Madrid, donde tuvo que hacer frente al calor durante el trabajo sin aire acondicionado. Cada vez soporta peor el calor, le hace sentirse más cansado y pesado.

El jubilado asegura que los veranos se han vuelto muy intensos y más en las ciudades. Allí, en Carabanchel "te puedes pasar los días enteros sin salir de casa". Ahora, da gracias que tiene una casa rural en Ávila, ya que si no los veranos se volverían insoportables.

Los hogares como primer refugio climático

Aurora afirma que nunca ha sido especialmente calurosa. En parte, gracias a su casa, su principal refugio climático. Ha vivido durante toda su vida cerca del famoso estadio de fútbol Santiago Bernabéu, en Madrid, pero desde hace unos meses se ha mudado al sur de la capital, en Torrejón de la Calzada. Echando la vista atrás, esta antigua maestra, de 90 años, aún recuerda cómo eran los veranos durante su infancia, donde mantener la casa fría era un requisito indispensable. Algo fácil teniendo en cuenta los campos que rodeaban la casa de sus abuelos y que ayudaban a la circulación del aire.

Regar las plantas del patio, abrir las ventanas por la noche o poner un poco el aire acondicionado en las horas centrales, son algunos de los hábitos que ofrecen cierto alivio térmico a la madrileña, que también asegura que los veranos se han vuelto más largos.

Pilar, una jubilada de 92 años, vive en el pequeño pueblo riojano de Nalda. Su casa, de muros gruesos y estilo cueva, mantiene una temperatura relativamente fresca. La riojana asegura que no hace falta utilizar ventilador en su casa e incluso, tiene que llevar chaqueta por las noches. En Nalda suele bajar la temperatura. "Casi todas las casas antiguas tienen bodega y las más modernas merendero, siempre es un espacio fresquito".

Olas de calor y personas mayores

Nalda es un pueblo de La Rioja de a penas 1.037 habitantes.

"La ciudad te expulsa al interior de tu casa"

Aislar térmicamente paredes, puertas y ventanas, proporcionar sombras con toldos o árboles, garantizar el acceso a líquidos y monitorizar la temperatura del hogar son algunas de las recomendaciones de los expertos. Sin embargo, Miguel, un jubilado de 70 años, señala que muchos mayores no pueden afrontar el calor adecuadamente debido a carencias económicas. Según la Estrategia a largo plazo para la rehabilitación energética en el sector de la edificación en España, los barrios de rentas bajas tienen edificios envejecidos y energéticamente ineficientes.

Lleva años viendo como su Vallecas natal, un distrito de la capital, va sucumbiendo a un abandono sistemático. Lejos queda ya la "piel" de la que habla este madrileño, refiriéndose a la tierra, cuando los niños jugaban en la calle y la gente salía a tomar el fresco. La alta densidad de población y la falta de espacios verdes agravan el calor, sumado a la degradación y suciedad del espacio público, según comenta.

Al atardecer, cuando finalmente puede abrir las ventanas, el ruido de las terrazas de los bares de enfrente pasa a ser otro factor a tener en cuenta. Durante años se resistió a poner aire acondicionado, pero ahora lo considera necesario.

Un calor que también vive María del Carmen, en Marbella, Málaga, aunque, en su caso, considera que la buena ventilación de la residencia donde vive lo mitiga. Esta granadina de nacimiento asegura que ahora vive mucho mejor el calor que durante su infancia, gracias a la comodidad que ofrece el aire acondicionado. Sus rutinas, según comenta, no han cambiado mucho, aunque ahora intenta adaptarlas frente al intenso calor. "Por ejemplo, aunque sigo saliendo a dar paseos por el jardín, ahora lo hago especialmente por la sombra".

Ciudades mejor adaptadas al calor

La mayoría de los mayores comentan lo mismo: la falta de árboles. Las ciudades, con sus materiales que almacenan calor, están más contaminadas y tienen menos precipitaciones, lo que impide la disipación del calor. La forma encajonada de calles y fachadas, el "cañón urbano", atrapa ese calor. "En clima seco, como Madrid, necesitamos humedad. Al evaporarse captura energía del ambiente y disminuye la temperatura. Al tener menos zonas verdes se tiene menos permeabilidad y con ello menos humedad, por lo que hay menos capacidad de refrescar", explica a RTVE.es Daniel Torrego, arquitecto e investigador postdoctoral en el proyecto Cooltorise.

Torrego subraya la necesidad de medidas específicas para abordar el "efecto de isla de calor urbana". Recomienda geometrías abiertas, vegetación, pavimentos porosos, plantas a diferentes alturas y más sombras. "Estas estrategias pasivas pueden reducir las temperaturas sin requerir energía adicional, por lo que son viables".

Mientras, en el proyecto Cooltorise ofrecen formación sobre cultura del calor para mejorar las condiciones de habitabilidad térmica en las casas, donde los propios mayores ofrecen sus consejos. "A veces es más fácil llegar a hogares que intentar cambiar calles enteras", añade el arquitecto, quien asegura que cada vez se están desarrollando más iniciativas, pero aún son lentas.

También están haciendo un mapeo colectivo de los espacios públicos, para identificar las zonas cálidas, las zonas de sombra, las zonas verdes y los puntos con disponibilidad de agua, entre otros lugares.

La otra cara de la moneda: la soledad y el aislamiento

Según la psicóloga Gema Pérez, el calor incide de forma más negativa en el ánimo y la energía de los mayores. "Aparece la fatiga y la falta de energía, lo que lleva al agotamiento influyendo negativamente en la realización de tareas que requieren recursos cognitivos". Un agotamiento que todos los mayores contactados por RTVE.es sienten.

Es el caso de María Luisa, quien vive en Barcelona, el calor le hace sentirse con menos fuerza y le lleva a andar menos. Trata de seguir yendo por la sombra y para refrescarse se suele echar un chorro de agua fría en las muñecas. Por su parte, Pilar da un paseo todos los días por la mañana y por la tarde en Nalda (La Rioja). "En la plaza de la Tela me junto con otras personas mayores, hablamos sobre lo que pasa en el pueblo".

Aparece la fatiga y la falta de energía lo que conlleva al agotamiento

Pero no todo el mundo puede seguir con la rutina. "Muchas medidas pasan por quedarte mejor en casa y no salir, lo que nos puede generar cierta apatía y tristeza", explica a RTVE.es Alicia Márquez, psicóloga en la residencia malagueña Domus Vi Azalea, que recalca la importancia de continuar con ellas, pero adaptándolas.

"En verano, la familia se va más de vacaciones y la gente se siente más sola. Aquí en la residencia, algunas personas lo notan", comenta María del Carmen. Esta soledad, acentuada por el aislamiento, puede afectar negativamente a la persona. Para combatir esto, la residencia colabora con la asociación Casa Ángeles de Málaga para que los residentes puedan ir a la piscina, fomentando el contacto social y saliendo de su burbuja.

La ONG Grandes Amigos organiza un programa de vacaciones con voluntarios que conviven y ofrecen compañía a personas mayores en situación de soledad. Los destinos en la naturaleza les permiten estar más frescos ante el calor. Además, refuerzan los acompañamientos telefónicos para paliar la pérdida de interacciones cotidianas y hacer un seguimiento de su situación.

Miguel, jubilado en Vallecas, defiende que no solo se debe enfocar en la compañía, sino en reconectar a las generaciones, fomentando el sentimiento de utilidad y rediseñando los espacios para que sean más abiertos y participativos.

"Nuevas" variables para futuros protocolos

Todos estos factores influyen en la experiencia que cada persona mayor tiene del calor. Sin embargo, son cuestiones que muchas veces los protocolos de acción ante olas de calor no tienen en cuenta, según defiende Paloma Yáñez, investigadora del grupo TURBA Lab de la UOC. Esta antropóloga ha participado en un estudio, publicado recientemente en la revista Nature, donde se explora el calor urbano y el cambio climático como fenómenos ambientales y sociales.

Antropólogos y físicos ambientales siguieron de cerca cómo varias personas mayores en Madrid y en Varsovia convivían con las altas temperaturas durante los veranos de 2021 y 2022. Como conclusión, sus creencias, su estado emocional, su historia de vida, su situación económica o los materiales de los edificios influyen en esa termocepción.

"Comparamos la temperatura media de la ciudad por medio de sensores con la experiencia de los participantes, tanto a nivel sensación como a nivel temperatura en sus casas", explica a RTVE.es Yáñez. La antropóloga defiende que el objetivo es crear evidencia para que en el futuro, y a nivel de gobernanza, "no solo nos guiemos por los modelos climáticos". Yáñez comenta que esperan hacer una segunda parte del proyecto donde elaborarán un informe con propuestas políticas para futuros protocolos.