De Sarria a Compostela y más allá: así afecta la turistificación a lo largo del Camino de Santiago
- Los vecinos denuncian que se encuentran heces, cánticos y calles bloqueadas cada día
- En lo que va de año, los peregrinos que han completado alguna de las rutas han aumentado un 14%
Los vecinos que viven a lo largo del recorrido del Camino de Santiago en Galicia llevan meses sufriendo las consecuencias de la masificación, cada uno en distinta medida. Como ocurre con Santiago de Compostela, son testigos del paso de cientos de peregrinos cada día que cantan a gritos bajo sus ventanas, congestionan sus calles o incluso hacen sus necesidades en sus fincas y huertas. Ante esta situación, una misma petición se extiende entre los habitantes: "Simplemente, civismo y respeto".
Desde la pandemia, el número de peregrinos ha ido en aumento y solo este año se ha registrado un 14% más de personas en las rutas xacobeas que el año pasado. Y tal y como sucede con los destinos turísticos más solicitados en España, en los titulares de los periódicos gallegos las palabras "récord", "Camino" y "turismo" suelen ir de la mano. Eso sí, a pesar de las buenas cifras que suponen para la hostelería y comercios locales, últimamente están más acompañados de quejas.
"Ya no es solo el Camino Francés, el tradicional, sino que poco a poco se está contagiando a los demás", explica la profesora del Departamento de Geografía de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), Lucrezia López. El incremento de peregrinos es especialmente palpable en las rutas portuguesas, que han visto un aumento exponencial desde la pandemia.
Uno de los motivos es la promoción turística de las Administraciones, especialmente de la Xunta, según el experto en turismo de la EAE Business School, Diego Santos. "Todos los festivales y demás eventos culturales están vinculados al Camino de Santiago. Entonces, al final, tienes un producto turístico supermercantilizado", argumenta.
Tras la COVID y los dos años Xacobeo consecutivos, los vecinos del Camino tienen la sensación de que "en estos dos últimos años está habiendo muchísima gente", como dice desde Palas de Rei Óscar Varela. "Antes pasaba gente, pero desde el confinamiento esto se masificó. Le dieron demasiado bombo y a todas horas a partir de Semana Santa es una locura", opina el vecino de Ponte Sampaio Víctor M. Barral.
Los peregrinos, en aumento
Para Miguel, que vive en Pontedeume, este incremento se debe a "una apuesta por una vida más saludable", o el slow tourism (turismo lento), como lo define Lucrezia. En cambio, Nuria, joyera artesana de Santiago de Compostela, cree que las restricciones que dificultaban viajar fuera en 2021 situaron al Camino como un destino de referencia para españoles, sobre todo en verano.
De hecho, el peso del turista nacional ha aumentado durante los meses estivales: mientras que en agosto de 2019 representaba el 58,2% del total, en 2023 supuso casi el 65%. "Estamos hablando de una inflación de peregrinos estacional y los extranjeros han renunciado a venir en verano", apunta el vocal de Fraternidad Internacional del Camino de Santiago (FICS), José de la Riera.
"No sé si es por la COVID o porque sea moda, pero lo único que está claro es que el efecto del Año Santo ya deja de existir y cada año se bate el récord anterior", explica Lucrezia, que cree que "seguramente" se llegará a plantear un problema de capacidad de carga. "De entrada, en Santiago", vaticina.
A Víctor le molesta el goteo continuo de peregrinos por las estrechas calles de Ponte Sampaio que le dificulta su camino al trabajo: "El otro día estaban en medio del puente sacándose fotos y aún me ponen la mano para que pare yo, cuando tengo que cumplir un horario para ir a trabajar".
Además, muchas mañanas se despierta con cánticos de grupos, que también ensucian sus propiedades. "Tenía una planta que era muy tupida, llegaba casi al suelo, y tuvo que cortarle las ramas porque, si no, no hay quien pare", dice, en referencia a un vecino que tuvo que actuar para que los peregrinos dejaran de hacer sus necesidades en su finca.
"Por poner una metáfora: pones un vaso y, gota a gota, llega un momento que rebosa. Esto es igual, llega un momento que agobia", reitera Víctor. Este sentimiento de hartazgo que se empieza a sentir en algunas localidades del Camino ya ha provocado varios momentos conflictivos en Santiago de Compostela entre vecinos y turistas. "Compadezco a la gente de Santiago, esto no es nada comparado con lo que están pasando", concluye el vecino de Ponte Sampaio.
Un Camino transformado
Según los vecinos, la masificación y las actitudes incívicas tienen su origen en un "cambio de significado" del Camino que atrae a nuevos perfiles de peregrinos. "Lo que antes era una cosa íntima se ha transformado en una romería", dice José de la Riera desde Redondela, que también se queja de los gritos, cánticos y oraciones que se escuchan en los pueblos desde primera hora de la mañana.
"La llegada de la cultura del ocio ha reventado el Camino", añade el vocal de FICS, que señala que esta transformación es más intensa en las localidades que están a 100 kilómetros o menos de la Catedral –distancia necesaria para obtener la Compostela–. Por eso, José María, dueño de una tienda dedicada a la peregrinación en Sarria, cree que el "Camino ha encogido" y que Galicia se ha apropiado de un patrimonio universal que recorre la península.
En este radio de 100 kilómetros alrededor de Santiago se pueden observar consecuencias directas de la turistificación, como la proliferación de albergues y viviendas de uso turístico (VUT). Por ejemplo, en Sarria había 12 VUT en 2018, que pronto se multiplicaron hasta las 124 registradas este año, según el Instituto Galego de Estadística (IGE). Una situación que se traslada al resto de etapas, de acuerdo con los estudios de Lucrezia López.
"Cada vez hay más vecinos que salen a increpar"
Nuria tiene su tienda, Brigantia Orfebres, en el barrio de San Pedro, entrada en Santiago de la ruta francesa, pero también del Camino del Norte y del Primitivo. Allí, asociaciones vecinales como A Xuntanza llevan una década denunciando la masificación de este tipo de turismo, sobre todo debido al incremento de grandes grupos que ocupan sus calles de lado a lado. "Entonces nos llamaban histéricas y exageradas", dice su presidenta, Monse Vilar.
Diez años después ven cómo ha crecido la tensión entre vecinos y peregrinos. "Cada vez hay más residentes que salen a increpar" ante actitudes incívicas de quien les visita, relata Monse. Por eso, advierten de la necesidad de medidas urgentes para evitar actos vandálicos, como la pintada que apareció a finales de julio en la fuente de Platerías, frente a la Catedral.
El caso de San Pedro es especial, no solo por ser parte del Camino Francés, sino por su identidad de barrio particular basada, en gran medida, en un comercio local del que se sienten orgullosos. Parte de los negocios con más tradición están situados en plena Rúa de San Pedro, por donde pasan los peregrinos. Por eso, Nuria explica que para su joyería es contraproducente el aumento de visitantes porque su "meta es la Catedral" y no compran ni dejan comprar.
Esta situación se refleja en el centro histórico de la capital, donde "ya no hay comercios tradicionales", en palabras de José de la Riera. Y este podría ser el futuro de los pueblos del Camino: "En Palas casi todos los negocios que se están abriendo en los últimos años son dedicados al Camino, quitando nosotros y un centro de estética", explica Óscar. Aun así, como la profesora de la USC, defiende que el Camino puede ayudar a revitalizar a las localidades más pequeñas.
Fuera de Santiago, cientos de peregrinos pasan por delante de las casas o los comercios de Víctor, Óscar y Nuria. Los tres están de acuerdo en que "hay mucho incivismo y poco respeto", en palabras del vecino de Palas, que tiene su tienda de fotografía frente al Camino Francés. "Parece que todo vale. Siempre está el típico que se descalza, se cambia o se peina mientras desayunas en una cafetería", denuncia.
Ante esta situación, son muchos los que denuncian que el Camino ha pasado de ser una actividad cultural a convertirse en "unas vacaciones sin más". Así, la diversificación de la oferta de alojamientos se une a los nuevos servicios que han aparecido en los últimos años, como empresas de logística que transportan las mochilas de los peregrinos o las agencias de viaje que organizan el Camino.
Según los expertos, estas novedades también acercan el Camino a otros perfiles y ayudan a su turistificación. De ahí que José María, con 20 años de experiencia en el sector, piense que la experiencia está perdiendo atractivo. "Lo que era la última aventura del siglo XX, hoy en día son unas vacaciones más", se lamenta.