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Juli G. Pausas, investigador del CSIC: "Los pequeños incendios son casi positivos"

  • El ecólogo propone una gestión del fuego que no se base en la extinción, como se ha hecho hasta ahora
  • Sostiene que “hay que permitir que existan incendios pequeños para evitar los de grandes dimensiones”

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Incendio en las proximidades de Naves (Llanes).
Imagen de archivo de un incendio forestal en el concejo asturiano de Llanes. EFE / J. L. CEREIJIDO

"No todos los incendios son malos", asegura el científico del CSIC Juli G. Pausas, que acaba de presentar su nuevo libro 'Incendios forestales. Una introducción a la ecología del fuego'. De primeras, esta afirmación puede resultar chocante, pero tiene una explicación muy clara desde el punto de vista ecológico: "Igual que las lluvias o las sequías son un elemento natural y sostenible del sistema, y en cada ecosistema hay un régimen de lluvias y de sequías, con los fuegos pasa lo mismo, y hay un régimen de incendios". Según este ecólogo, conocer bien los mecanismos del régimen del fuego puede ayudar a luchar contra los grandes incendios, cada vez más frecuentes debido al cambio climático.

Pausas, que desarrolla su trabajo en el Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE) de Valencia, propone una gestión de los incendios que no se base únicamente en la extinción, y afirma que “hay que permitir que existan incendios pequeños para evitar los de grandes dimensiones”. "La opción de que no haya incendios no existe. Hemos tenido, tenemos y vamos a tener incendios", mantiene, y considera que las políticas de tolerancia cero al fuego no solo no representan una solución, sino que pueden convertirse en un agravante: "Lo que se ha estado haciendo hasta ahora es apagar todos los incendios, especialmente los que tienen poca intensidad, pero cuando se producen fuegos muy grandes, esos no se pueden apagar, y son los que más daño hacen".

Juli G. Pausas, ecología del fuego.

Juli G. Pausas, durante el acto de presentación de su nuevo libro. CSIC

Por ello, cree que es necesario invertir esta filosofía, teniendo en cuenta que los incendios de menor intensidad "actúan como cortafuegos naturales y reducen combustible". "Cuando un incendio es pequeño, es casi positivo", subraya.

Tal y como explica, “si evitamos que ocurran incendios, la biomasa se irá acumulando, y, cuando el fuego surja, ocasionará incendios de intensidad más elevada”. Así, apunta a que “la medida más efectiva para reducir los grandes incendios supone aceptar un número de incendios relativamente poco intensos”, aunque reconoce que se trata de una medida difícil de asumir, a pesar de que existen "muchas evidencias científicas” al respecto.

Regeneración de los hábitats

Aunque tradicionalmente se ha considerado los incendios como acontecimientos negativos, el fuego es indispensable para regenerar los hábitats y mantener su biodiversidad. Todos los ecosistemas se han adaptado evolutivamente a sufrir las llamas de manera periódica, y a rebrotar después.

Pausas cree que las imágenes de bosques enteros reducidos a cenizas que suelen aparecer en los medios de comunicación para ilustrar noticias de incendios forestales pueden llevar a pensar que esos territorios quedan arrasados para siempre, sin posibilidad de recuperación. Aunque recalca que, si se espera el tiempo suficiente, la naturaleza hará su trabajo y la vegetación volverá a aparecer. De hecho, solo hace falta echar un vistazo a los inventarios forestales de los últimos años para darse cuenta de que, a pesar de los grandes incendios que se han producido, la biomasa y el bosque en España no han hecho otra cosa que aumentar.

Un gran ejemplo de que el fuego es parte de los ecosistemas naturales y de su gran poder de regeneración está en la sabana africana, donde se producen el 70% de los incendios a nivel global. Sin embargo, su intensidad es generalmente baja, lo que permite que esta región sea una de las de mayor biodiversidad del planeta.

En el extremo opuesto, la frecuencia del fuego de los bosques boreales es mucho menor, aunque su intensidad es altísima. En un punto intermedio se encontrarían ecosistemas como el mediterráneo, aunque en los últimos años sus fuegos están aumentando tanto de intensidad como de frecuencia debido a la acción humana y al cambio climático.

"El régimen de incendios se está viendo muy afectado por el cambio climático, que está extendiendo el periodo del año en el que puede haber incendios, ya que ahora los hay en invierno, en primavera… Y después la vegetación está más seca y aumenta la frecuencia de calor, lo que hace que la probabilidad sea mayor", indica Pausas, quien cree que esta situación provoca que los incendios sean cada vez "más grandes, más frecuentes y más intensos".

Un cartel en el tronco de un pino canario quemado por el fuego de un incendio.

Un cartel en el tronco de un pino canario quemado por el fuego de un incendio. EFE / CRISTÓBAL GARCÍA

Abandono rural y cambio de los paisajes

Pero este ecólogo aclara que "no todo lo explica el cambio climático", y apunta a otros factores que a su entender también tienen un enorme peso en este cóctel explosivo, como el abandono rural, el cambio de los paisajes o la falta de gestión forestal. "De unos paisajes utilizados en agricultura, pastoreo, para recoger leña... Hemos pasado a otros mucho más continuos porque se abandona el mundo rural, y la vegetación va creciendo y también el combustible, lo que aumenta la probabilidad de que los incendios se hagan más grandes", asegura.

En realidad, tal y como explica, esta situación de homogeneidad del paisaje comenzó a gestarse en España en la década de 1960 -1970, coincidiendo con un abandono cada vez mayor del medio rural, lo que ha provocado que aumente la extensión de bosques y matorrales. Cuando se abandona un cultivo, o se deja de pastorear un pastizal, lo primero que aparecen son matorrales, que son plantas de rápido crecimiento, y generan continuidad entre un bosque y otro, permitiendo que los fuegos se propaguen más rápidamente.

"Tenemos puntos en el paisaje que son muy inflamables, zonas densas con mucha biomasa, donde en condiciones de calor pueden generarse estos incendios especialmente intensos que no se pueden apagar", manifiesta Juli G. Pausas, y señala que son estos "puntos calientes" los que "hay que gestionar", intentando "fragmentar" alrededor de ellos, "estimulando el cultivo y el pastoreo", con el objetivo de que "los fuegos tengan poca probabilidad de llegar allí, y si llegan sean poco intensos y los bomberos los puedan apagar".

Además, el investigador del CIDE cree que la planificación urbana también se puede mejorar en este sentido: “Sería deseable limitar la expansión de urbanizaciones y polígonos industriales en ubicaciones rurales y naturales en paisajes inflamables".

"Como incendios los va a haber siempre, porque además tiene que haberlos, lo que tenemos que hacer es que esos regímenes de incendios no sean muy negativos", asegura Pausas, para subrayar una vez más que "no podemos estar en contra de todos los incendios, porque eso nos lleva a que sean más intensos y problemáticos".