Treinta años de la llegada de la primera patera a Canarias, de anécdota aislada a drama humanitario: "Huían de sus países"
- Dos jóvenes saharauis llegaban en patera un 28 de agosto de 1994 a Fuerteventura
- Baijea y Bachi serían los primeros en cruzar por mar los 96 kilómetros que separan la isla del continente africano
Ana Blanco anunciaba en el Telediario hace justo 30 años, el 28 de agosto de 1994, la primera llegada de dos personas migrantes en patera a Canarias. Eran Baijea y Bachi quienes por primera vez cruzarían por mar los 96 kilómetros que separan la isla de Fuerteventura del continente Africano.
Hasta ese momento, únicamente los 14 kilómetros que transcurren entre el estrecho de Gibraltar y la Península habían sido testigos de quienes ya desde hacía años se jugaban la vida tratando de llegar a España por mar en una insaciable búsqueda de una vida más digna.
Pero fueron estos dos jóvenes saharauis, de 24 y 22 años, quienes con una precaria embarcación pesquera lograron abrir hace tres décadas una nueva puerta a Europa, la conocida en la actualidad como ruta canaria. Una travesía repleta de historias que dejan las escenas de un drama humanitario sin precedentes.
Huyendo del régimen de Rabat
Juan Francisco y José Ángel patrullaban la zona cuando fueron avisados. Dos jóvenes llegados en una embarcación al muelle de Las Salinas marchaban dirección al castillo de la Caleta Fuste, pequeña torre de defensa en el extremo más externo de una playa del municipio de Antigua, en la isla de Fuerteventura. Los agentes de la policía local se dirigieron a la zona para averiguar qué ocurría y dieron con dos hombres que recorrían a pie una carretera de la zona y que se identificaron como saharauis a la vez que hacían una petición de asilo político.
Aurora Hernández, dueña de un restaurante frente al muelle al que llegaron, recuerda en una entrevista concedida a EFE a los dos jóvenes temblando de frío. Eran las primeras llegadas, los primeros naufragios y los primeros relatos de miles de historias no contadas en las que participan gente como Aurora, quien recuerda ofrecerles abrigo, agua y leche caliente. "La situación de una persona que arriesga su vida y la de sus hijos es terrible y lo hace porque busca una vida mejor", expresa.
Poco a poco, cada vez más personas migrantes fueron llegando a España con el transcurso de los años. En 2005 empieza a escucharse por primera vez la palabra "cayuco": barcazas adaptadas para transportar a más gente. Un año después, en 2006, el número de migrantes llegados a España se multiplica por seis respecto al año anterior, siendo más de 31.500 quienes sufren la que pasaría a la historia de este drama humanitario como la crisis de los cayucos. "Con el tiempo lo hemos ido normalizando, lo cual no quiere decir que no sigamos pensando que la situación es terrible", sentencia Aurora Hernández.
Baijea y Bachi huían entonces del régimen de Hasán II, que reinaría en Marruecos hasta su muerte cinco años después en 1999. Algunos de los subsaharianos llegados entonces narraban a los voluntarios de la Cruz Roja las vulneraciones de derechos que sufría su pueblo por parte del régimen de Rabat.
Buscando mejores condiciones de vida, quienes disponían de una embarcación cruzaban las frías aguas del Atlántico sin mapas ni brújulas, tan solo guiados por la tenue luz del faro de La Entallada dirección a Canarias. Lo cuenta el expresidente de Cruz Roja en Canarias, Gerardo Mesa Noda, en declaraciones a EFE recordando la anécdota de unos pescadores subsaharianos que, poco después de la llegada de la primera patera, hicieron lo mismo.
Tras la segunda llegada el fenómeno trasciende
Lo que hoy asociamos a un drama humanitario, en 1994 todavía era un caso aislado. Algo sorprendente y terrible a ojos de quienes eran testigos pero desligado del fenómeno migratorio actual. "Lo vimos como un asunto netamente político, no le dimos mayor importancia", recuerda en una entrevista a EFE el que era representante de la Delegación del Gobierno en la isla de Fuerteventura, Manuel Hernández Delgado. Ambos saharauis solicitaron entonces asilo político, lo que era asunto complicado, señala Hernández, pues era reconocer que Rabat era un régimen represor.
Poco después llegaría otra embarcación de saharauis y fue en ese instante cuando trascendió como un fenómeno más profundo. "Nos dimos cuenta de que era gente que lo estaba pasando muy mal y que, o bien por motivos políticos o económicos, huían de sus países", relata el exrepresentante.
En 1995 el Gobierno se reúne en Canarias con sus respectivos delegados insulares para abordar la situación. El entonces Delegado del Gobierno, Eligio Hernández Gutiérrez, advierte al ejecutivo insular de que el Cuerpo Nacional de Inteligencia (CNI) contaba con información que precisaba cómo, en países del África subsahariana, había miles de personas cuya intención era marcharse en busca de un futuro.
Muchos de ellos eran jóvenes, tal y como Eligio Hernández advertía tras un viaje a la zona. "Ahí nos dimos cuenta de que el fenómeno iba a tener una trascendencia tremenda, y así se ha demostrado", concluye Manuel Hernández Delgado.
La ruta canaria, una puerta a Europa con elevadas tasas de mortalidad
La ruta canaria es en 2024 uno de los principales puntos de acceso irregular a Europa, con cifras inferiores a las del Mediterráneo pero con tasas de mortalidad muy elevadas. Entre enero y mayo de ese año, 4.808 migrantes perdieron la vida en el Atlántico, según cifras de la ONG Caminando Fronteras. Es por ello que desde la Organización de Naciones Unidas (ONU) se refieren a ella como una de las más mortíferas del mundo.
El primer naufragio del que se tuvo constancia ocurrió el 26 de julio de 1999. Nueve marroquíes morían en el naufragio de una patera que se hundía a 300 metros de la costa de la localidad de Morro Jable, en Fuerteventura. Desde 2006 la cifra crece considerablemente con la implantación de los cayucos, barcazas de pesca procedentes de Mauritania o Senegal en las que cabían cerca de 200 personas y con capacidad para recorrer 1.300 kilómetros. Es a partir de este momento cuando se empiezan a reforzar los controles y a contabilizar las llegadas a España.
Contenida en origen la llamada crisis de los cayucos durante años, es en 2019 cuando hay un importante repunte que desbordó Canarias. El fenómeno regresó con fuerza en 2023 con cayucos con mayor capacidad, llegando a interceptarse uno de ellos con 320 ocupantes abordo. El destino era La Restinga, en la isla de El Hierro, que también se vio desbordada.
Hasta nueve días de travesía desde el sur de África
Dos días transcurren desde que una embarcación zarpa hasta que llega a una de las islas del archipiélago canario desde África. En el caso de quienes parten desde el sur del continente, la travesía puede alargarse hasta los nueve días, con lo que puede conllevar importantes problemas sanitarios.
Hace tres décadas, la sorpresa ante aquella primera patera desconcertó tanto a las autoridades que no supieron cómo actuar. En la actualidad, con cualquier embarcación de este tipo que es localizada en alta mar se envía inmediatamente un aviso al Cuerpo Nacional de Policía (CNP), Guardia Civil y a los equipos de la Cruz Roja o de Urgencia de Canarias para la atención sanitaria.
Al ser recibidos, los migrantes pasan a disposición médica en cualquier hospital cercano si requieren de asistencia sanitaria, o en caso contrario reciben ropa limpia para prevenir hipotermia u otras patologías.
Un protocolo que ha ido evolucionando a lo largo de los años y adoptando forma según la experiencia de los efectivos implicados. José Antonio Rodríguez Verona, responsable autonómico de Primera Respuesta de Emergencia para Población Inmigrante de Cruz Roja Canarias, vivió bien aquellas llegadas, ya que lleva trabajando con Cruz Roja desde 1992. En declaraciones a RNE, Rodríguez relata cómo, en la isla de El Hierro, por ejemplo, los migrantes son trasladados en las primeras 24 horas a una isla capitalina en la que puedan contar con mayores recursos para atenderles.
Casi 230.000 migrantes han llegado a Canarias desde 1994
Por el momento, José Antonio Rodríguez señala que desde Cruz Roja, en colaboración con el Ministerio de Migraciones y el Gobierno de Canarias, consiguen atender a todas las personas migrantes, sean niños o adultos, a pesar de verse desbordados en muchas ocasiones.
Desde 1994, casi 230.000 personas han llegado a Canarias en pateras o cayucos, la mitad de ellas en los últimos cinco años. Además, cada vez son más menores, que pasan a estar tutelados por el Gobierno autonómico. En 1999, cuando tenía bajo su tutela a 114 niños, el Ejecutivo insular pidió al resto de comunidades que compartieran el esfuerzo para atenderles. En las últimas semanas, lo ha vuelto a hacer, con casi 6.000 menores acogidos.
En Ceuta, su presidente, Juan Vivas, lleva días solicitando al Gobierno ayuda urgente por la crisis migratoria. Este miércoles, ha vuelto a calificar la situación en Las Mañanas de RNE como "insostenible" y de "emergencia humanitaria". El presidente de la ciudad autónoma ha señalado que en el mes de agosto han entrado a Ceuta 300 menores migrantes no acompañados y ha pedido ayuda al resto de comunidades para socorrer la crisis.
Según datos facilitados por la ciudad autónoma, Ceuta tiene actualmente 502 menores acogidos, lo que supone una sobreocupación del 479%. Solo en este mes de agosto, han entrado 275 menores, 716 en lo que va de año, 512 más que en todo 2023.
El expresidente de Cruz Roja en Canarias, Gerardo Mesa Noda, carga en declaraciones a EFE contra la gestión de este drama humanitario porque "después de 30 años ha habido suficiente tiempo para mejorar el circuito de acogida". No solo en España, asegura, también en la Unión Europa, espacio que recuerda tiene una frontera compartida.