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Jonás Trueba: "Con el cine puedes hacer una filosofía mundana y de lo cotidiano"

  • El director estrena Volveréis, disección de la crisis de pareja y reivindicación del amor
  • Participada por RTVE, fue premiada en la Quincena de realizadores del Festival de Cannes

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Jonás Trueba estrena 'Volveréis'.
Jonás Trueba (centro) junto a Itsaso Arana y Vito Sanz, actores y coguionistas de 'Volveréis' EFE/ Mariscal

Además de lo que se cuenta y cómo se cuenta, en el cine juega también un papel el ‘cómo se hace’: el factor menos explorado y más sujeto a fórmulas de producción estandarizadas. Lo sabe —y reflexiona mucho sobre ello— Jonás Trueba (Madrid, 1981), que desde que en 2013 realizó Los ilusos –lo que entonces se llamaba low cost- se ha rodeado de una cuadrilla de colaboradores, intérpretes y equipo técnico, que han ido sumando, película a película, un proyecto artístico modesto en sus presupuestos, pero ambicioso en su vocación artística y de cine creado por una comunidad.

La sombra del apellido es alargada, pero Jonás ha conseguido un nombre que, como prueba su éxito en Francia (nominación al César por La virgen de Agosto, reconocimiento crítico de Quién lo impide y premio este año en la Quincena de realizadores de Cannes con Volveréis) merece ya definitiva independencia de su linaje.

Volveréis se estrena esta semana con el pedigrí ya de ser una de las películas españolas más importantes del año. A su fórmula de aparente levedad argumental (disección de crisis de pareja en el Rubicón de los 40 que interpretan Itsaso Arana y Vito Sanz, coautores del guion), suma esta vez una premisa original (la pareja organiza una fiesta con allegados para celebrar su separación), un mayor peso de la comedia, y la experimentación formal de siempre: es difícil emparentar el cine de Jonás Trueba con ningún cine actual, guste más o menos, es completamente original.

'Volveréis', estreno el 30 de agosto

Indivisible de su propia vida, Trueba explica su cine y su método desde su refugio de independencia creativa, un local del centro de Madrid donde escribe, posproduce y almacena vestuario, que sirve a la vez para algunas escenas de Volveréis: dentro de la película, el personaje de Itsaso Arana es una cineasta que edita una película que es la propia Volveréis. "Estamos ya al borde la locura o en la locura hace tiempo, pero somos conscientes y nos reímos de ello", decía el director en Cannes.

Los ilusos se filmó con el celuloide que le sobraba entonces a su amigo Javier Rebollo en la producción de El muerto y ser feliz. Y, para distribuirla, Trueba decidió hacerla a modo de gira teatral, con proyecciones en distintas localidades a las que acudía con el equipo para presentarla. “Rodamos en celuloide en un contexto en el que se estaba ya olvidando. Había algo de resistencia. Y si estamos aquí con Volveréis es por el impulso de aquella película como grupo, de demostrarnos que podíamos hacer cine de manera independiente. Fue muy liberador”. Entonces decía que su generación había asumido “que era difícil vivir del talento”. “Ahora tampoco digo que sea un hecho consumado, vivir de mis películas, tener este local, es algo que he conseguido hace pocos años: le doy muchas vueltas a la palabra independiente, que es muy engañosa porque en realidad nunca lo eres. La cuestión es de quién eres dependiente. Y yo tengo claro que prefiero ser dependiente de ciertas personas, amigos, que de grandes corporaciones.”

Y, en ese sentido, defiende el diseño de producción de su cine. “Se reflexiona poco sobre los medios que usamos y cómo los usamos. Cuantos más medios te pongas, más construyes una telaraña. Y me parece interesante cómo te puedes autolimitar para dar a tu película su personalidad más profunda y verdadera”.

Trueba dice que tener una relación ambivalente con la película que seguramente más consenso positivo ha tenido en su recepción. También una de las que más se ha desnudado: utiliza a su padre Fernando para interpretar al padre del personaje de Itsaso y filma un emotivo homenaje. ¿Qué tiene que hacer un padre sino ofrecer bibliografía a sus hijos?”, dice Fernando Trueba (el personaje o la persona, no hay límites) en la película mientras recomienda lecturas de Kierkegaard o Steven Cavell a su hija ficticia. “Con el cine puedes hacer filosofía, que es una filosofía mundana, es una filosofía de lo cotidiano”, resume Jonás.

Trueba no oculta la influencia paterna. En 1997, el director de Belle Époque publicó su Diccionario del cine, que todavía es uno de los libros más originales y divertidos sobre cine escritos en español. “Está dedicado a mi madre y a mí y me acuerdo mucho de cuando lo estaba escribiendo y yo leía textos sobre la marcha que me abrían a un montón de cosas. Para mí es una de las cosas más importantes que ha hecho y que mejor representan su voz. Hablamos y discutimos mucho sobre cine: coincidimos en bastantes cosas y otras veces le pido que valore cineastas que me gustan y no lo hace y me enfado”, dice entre risas.

"Los cineastas jóvenes tienen que ser un poco más valientes"

Fernando llamó Jonás a su hijo por Jonás, que cumplirá los 25 en el año 2000, la película de 1976 del cineasta suizo Alain Tanner, entonces un puntal del cine de autor, algo orillado ahora por una cinefilia con cada vez menos espacio para su canon.  “Siempre que puedo le reivindico. Por ejemplo, en esta película cumplimos un ideal suyo: que no pase un año entre que empieces a pensar una película y la estés terminando. Tenía un espíritu de trabajo, de mostrar el comportamiento humano y de la sociedad en ese momento. Que ya quisiera yo, porque también estaba muy cargado de ideología. Hay que reivindicar a Tanner y no olvidarlo”.

'Volveréis', de Jonás Trueba: clip exclusivo de la película

Película a película, ha retratado algo de crónica generacional de juventud urbanita que pasa a la madurez. Y reflexiona sobra las causas de la desaparición de cine auténticamente joven en una industria en la que los debutantes a menudo pasan largamente la treintena. “Forma parte de la misma problemática que impide a la gente independizarse o pagarse un alquiler. También con las políticas cinematográficas en nuestro país. Agradezco mucho la mirada joven, que ahora falta, de alguien con 20 años que hace una película. Porque se pierde un retrato. También hay algo conservador en un sistema donde parece que el que debuta, lo hace con la alfombra roja por debajo. El sistema quiere eso y hasta que alguien no consigue financiar dos millones de euros no puede hacer una película. Y habría que favorecer que los debutantes hicieran su primera película con 100.000 euros, porque se puede hacer. Hay que quitarse algo de miedo. Trato con muchos cineastas jóvenes y hasta que no han pasado por 27 laboratorios y después de 567 años consiguen el millón de euros no pueden debutar. Eso tiene que cambiar. Creo que los cineastas jóvenes tienen que ser un poco más valientes”.

'Volveréis', la nueva comedia de Jonás Trueba sobre una separación poco convencional

Dice que se siente cercano y está feliz de hacer películas en el mismo tiempo de cineastas como Pilar Palomero, Fernando Franco o Andrés Duque, aunque su estilo sea completamente particular. “Es verdad que en el cine español de mi generación existe una corriente naturalista y no me siento exactamente ahí. Siempre digo que partimos de lo real para elaborar ficciones idealistas. Formalmente son menos empacadas, creo que ese es su elemento diferenciador. Como espectador veo trabajos de producción que buscan vestir bien las cosas y las nuestras son más desnudas, como un registro más documental, aunque no lo estés haciendo”.

Constantemente introspectivo, no puede articular aún en qué consiste “el final de ciclo” que asegura supone la película. “A veces necesitas sentir que cierras algo, aunque nunca lo acabas de cerrar. Seguramente si hago otra película será parecida a esta. Seguramente tenga que ver con que cuando entras en los 40 y tienes una experiencia acumulada no quieres permanecer ajeno o impasible a lo que te pasa a ti y los que te acompaña. Y no dar nada por hecho y generar vicios, que es algo que siempre a mi grupo. Tenemos que repensarnos y reajustarnos a nuestra edad para no acomodarnos”. A su particular crónica vital le quedan más capítulos cinematográficos.