Vivir con dolor o arriesgarse a morir: el dilema de los pacientes de VIH y tuberculosis en Sudán del Sur
- Siete millones de personas se encuentran en una situación de inseguridad alimentaria aguda
- El estado de Unity, donde se ubica la ciudad de Leer, es una de las regiones más afectadas
Se espera que más de siete millones de personas en Sudán del Sur se encuentren este verano en una situación de inseguridad alimentaria aguda o peor. Los pacientes de tuberculosis y VIH enfrentan un riesgo mayor, ya que la intensidad del tratamiento es muy difícil de soportar con el estómago vacío y deben elegir entre soportar fuertes dolores o suspender su medicación y arriesgarse a morir.
“En #Sudán del Sur, las personas con tuberculosis o VIH deben decidir entre comer o continuar con sus tratamientos de manera adecuada.
— Médicos Sin Fronteras México (@MSF_Mexico) June 21, 2024
🔴Nadie debería tener que elegir entre tomar medicación que salva vidas y vivir sin dolor. pic.twitter.com/AjoEgcnqhO“
Muchos pacientes de VIH y tuberculosis en Sudán del Sur se enfrentan al dilema de elegir entre medicarse y sufrir fuertes dolores y mareos o abandonar la medicación y arriesgarse a morir de su afección. En algunos casos, el tratamiento puede incluir hasta ocho pastillas al día y alargarse durante toda la vida; un proceso que los pacientes deben afrontar con el estómago prácticamente vacío, debido a la grave situación de desnutrición en el país.
Entre los meses de abril y julio, la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (o FAO, por sus siglas en inglés) estima que más de siete millones de personas —el 56% de la población total del país— se encontrarán en situación de inseguridad alimentaria aguda, o peor.
Gatkuoth, 36 años
Gatkuoth tiene 36 años y vive en Leer, una pequeña localidad en Sudán del Sur azotada por la falta de alimento y la desnutrición. Hace unas semanas, comenzó a vomitar y toser sangre. Le diagnosticaron tuberculosis y le recetaron varios medicamentos.
“El dolor es tan fuerte que me pregunto si merece la pena, quizá es mejor morir de la enfermedad“
Gatkuoth confiesa que no sabe si continuar con el tratamiento, ya que las pastillas le están provocando grandes dolores al ingerirlas con el estómago vacío. "Ya tuve tuberculosis hace cuatro años y me curé sin problemas. Ahora es mucho más difícil porque me he quedado sin comida. A veces el dolor es tan fuerte que me pregunto si merece la pena, quizá es mejor morir de la enfermedad".
James, 60 años
El estado de Unity, donde se encuentra Leer, es precisamente una de las regiones más afectadas por la falta de alimento. "La vida es muy dura aquí porque no tenemos nada. Enfermé de tuberculosis/VIH hace tres meses, así que no puedo trabajar y no tengo ahorros. Lo único que encontramos a nuestro alrededor son raíces de nenúfar, pero eso no basta", cuenta James, un paciente de 60 años.
De pie, febril, frente a su casa y bajo un sol de 40 grados, sujeta un bastón para sostener su cuerpo demacrado. Mostrando el estómago con una mueca, cuenta que ha tenido que reducir su tratamiento para adaptarlo a lo que come.
“Si veo que sólo voy a hacer una comida al día, entonces solo me tomo la mitad de la medicación“
"Si veo que sólo voy a hacer una comida al día, entonces solo me tomo la mitad de la medicación. Sé que no es bueno para mi salud, pero no tengo otra opción. Si tomo las pastillas sin haber comido antes, me mareo, tiemblo y tengo fuertes dolores de estómago", lamenta.
Un círculo vicioso difícil de romper
Propenso a las inundaciones y a la inseguridad recurrente, el condado de Leer es un lugar bastante aislado y difícil para vivir. Desde hace varios años, la gente se resiste a cultivar sus tierras por miedo a perderlas de nuevo.
La población depende o bien de los pocos alimentos disponibles en el mercado —y cada vez más difíciles de comprar por la inflación— o bien de la ayuda alimentaria, que se ha reducido considerablemente debido a los recortes presupuestarios.
Por si fuera poco, se espera que la presión sobre el suministro de comida aumente por la guerra en Sudán, que provocará grandes desplazamientos de la población hacia su vecino en el sur. Desde abril de 2023, más de 60.000 personas —retornados y refugiados— procedentes de Sudán se han asentado en el estado de Unity.
Como resultado, la desnutrición se extiende por toda la población, creando un círculo vicioso para los pacientes de VIH y tuberculosis, ya que no solo empuja a los pacientes a dejar la medicación, sino que también aumenta el riesgo de mortalidad de los pacientes al reducir considerablemente sus defensas inmunitarias.
Más de 600 pacientes al límite
“La inseguridad alimentaria se está convirtiendo en un problema”, explica el jefe del equipo médico de Médicos Sin Fronteras en Leer Daniel Mekonen. "Tenemos más de 600 pacientes coinfectados de tuberculosis y VIH, y muchos de ellos nos dicen que ya no pueden seguir el tratamiento adecuadamente por falta de alimentos. Lo reducen o lo interrumpen hasta que la situación mejora", detalla.
“Cada vez recibimos más pacientes en fase avanzada, en estado grave, que se vuelven muy difíciles de tratar“
Una decisión que, como agrega Mekonen, tiene consecuencias. "Cada vez recibimos más pacientes en fase avanzada, en estado grave, que se vuelven muy difíciles de tratar. Otros desarrollan resistencia a los antimicrobianos. Antes veíamos ocho pacientes nuevos al mes, pero últimamente esa cifra se ha duplicado y ha ascendido hasta los 16. Si no se ayuda a la gente con alimentos, nuestro programa no tendrá éxito", alerta.
Alimento como medicina
El apoyo alimentario y nutricional a los pacientes de VIH y tuberculosis es, de hecho, uno de los principales "facilitadores del tratamiento" que ha demostrado mejorar el estado de salud de los pacientes e influir en el seguimiento del tratamiento.
MSF empezó a trabajar en Leer (estado de Unity) en 1989. Actualmente, es una de las pocas organizaciones que presta atención médica a la población de la zona. Mientras aumenta la desnutrición, no se distribuyen suficientes alimentos entre la población sin ningún criterio de prioridad.
Otras organizaciones y agencias que prestan apoyo y asistencia alimentaria deberían aumentar su escala y estudiar cómo dirigirse específicamente a los grupos vulnerables, como los pacientes de VIH/TB, y darles prioridad.