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Análisis | EE.UU.

Mujeres estadounidenses en política: cuando las apariencias hablan e importan

  • Conscientes de la atención que reciben, muchas políticas aprovechan su apariencia como una declaración de intenciones
  • Kamala Harris ha elegido el uniforme de trabajo, un "traje de poder"

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Estados Unidos: Las apariencias hablan e importan, sobre todo si eres mujer en política
Kamla Harris en la Convención Nacional Demócrata Robyn Beck / AFP

Dijo Coco Chanel a mediados del siglo XX que no hay segunda oportunidad para una primera buena impresión. En Estados Unidos aún es infinitamente más cierto que en Europa en cualquier ámbito, del laboral al político. Sobre todo en el ámbito político. Sobre todo, si eres mujer. Empecemos por lo más reciente, el estilo de Kamala Harris.

Uniforme para el tribunal y la Casa Blanca

En toda posición que tenga una mínima parcela de poder y en público en los Estados Unidos son extremadamente formales, es impensable que una política aparezca con un peinado sin cuidar o con calzado deportivo como hemos visto tantas veces a primeras ministras o comisarias nórdicas en Europa. Pienso en Sanna Marin, ex primera ministra finlandesa, y en la comisaria Margrethe Vestager.

Kamala Harris ha hecho su carrera en los tribunales de California, en el Senado y en la Vicepresidencia de los EE.UU. en Washington. California, y en especial San Francisco, de donde viene Harris, pasa por ser lo más progresista y desinhibido del país, como si vivieran en una resaca de la era hippy, pero aún así, para defender un caso en un tribunal o imponer la autoridad de una Fiscal General hay que meterse en un traje de poder, traducción literal de la expresión power suit. Es el traje chaqueta de toda la vida, cuanto más clásico, mejor. Ninguna concesión a la combinación de colores y estampados italianos o franceses, o al toque de color de los calcetines ingleses. Y Washington es el último lugar para extravagancias en los Estados Unidos. Da igual que seas administrativa en un banco que senadora o vicepresidenta, no digamos ya aspirante a convertirte en la primera presidenta del país. Traje pantalón, blusa y unas perlas discretas.

La hermandad del traje pantalón

En 2008, cuando Hillary Clinton lo intentó por primera vez, acuñó en campaña la expresión "Hermandad de los trajes pantalón viajeros", parafraseando una serie muy popular en Estados Unidos. El día de la elección de 2016 (Hillary Clinton-Donald Trump) una amiga mía de Washington de buena mañana me mandó un mensaje con un simple "Día D" y una foto, ella con un traje pantalón azul. No hacía falta decir más. Iba a votar por Hillary Clinton. Mientras que en Europa el caso más claro de traje de poder, hasta convertirlo en una seña de identidad, ha sido el de la excanciller alemana Angela Merkel.

Clinton ha sido víctima del juicio sobre su apariencia desde que su marido se convirtió en presidente en enero de 1993. Que si se cortaba el pelo, que si se lo dejaba media melena, que si se lo ahuecaba, que si se ponía una simple diadema...¡Qué obsesión! Al final no le quedó otra alternativa que incorporarlo con humor crítico en su discurso. En campaña Clinton llamó la atención sobre el hecho de que una mujer en su posición descansaba menos que los hombres en iguales circunstancias, porque debía levantarse una hora antes para peinarse y maquillarse porque, de no hacerlo, seguro que le lloverían las críticas por su aspecto supuestamente descuidado.

Si no eres blanca es peor

Que se lo pregunten a los millones de mujeres negras que llevan décadas alisándose el pelo antes de aparecer en público, para evitar que sus rizos, su pelo afro, las haga demasiado negras. Más minutos, más horas, para domar su pelo hasta llevarlo a los cánones blancos preferentes. En el caso de los hombres, el propio Barack Obama, la opción mayoritaria es llevar el pelo suficientemente corto para que los rizos apenas se adivinen. Hasta que no ha dejado de ser primera dama Michelle Obama no ha dado rienda suelta a la negritud de su pelo. Ya aparece con pelo rizado, con trenzas.

Michelle Obama fue diana de multitud de críticas cuando optó por un vestido sin mangas para su primera foto oficial como primera dama en 2009. Una "falta de respeto", decían las críticas. Su marido, el presidente, no se libró. Una falta de respeto consideraron también algunos el hecho de que en unas fotos propaganda de Pete Souza el presidente apareciera sin chaqueta, en mangas de camisa, en el despacho oval de la Casa Blanca, el despacho del presidente.

Y una frivolidad también que diera una rueda de prensa en agosto de 2014 con un traje marrón claro. Lo serio es aparecer de color oscuro. Simpatizantes demócratas rápidamente rescataron fotos del republicano Ronald Reagan con traje claro en la Casa Blanca y de la admirada Jacqueline Kennedy con vestido sin mangas. En el subtexto de las críticas había un racista "los Obama no merecen estar en la Casa Blanca".

En la Convención Demócrata de este año, para el discurso más apasionado por Kamala Harris y contra Donald Trump, Michelle Obama apareció sin mangas y con una trenza de trenzas, como diciendo, ¿no queríais caldo? ¡Tres tazas!

Del blanco sufragista al morado y el azul marino

¿Por qué Hillary Clinton eligió un traje blanco para aceptar su nominación en 2016 y, también, para pasarle el testigo a Kamala Harris este año? ¿Por qué en algunas sesiones del Congreso de los Estados Unidos se ha visto a muchísimas congresistas vestir de blanco? Porque es un homenaje a las sufragistas que lucharon por el derecho de la mujeres a votar. No fue el único color que vistieron, pero sí el que se acabó imponiendo. El blanco y no el violeta es el color que en los EE.UU. se identifica con las reivindicaciones de la mujeres.

¿Y el violeta, el morado? Fue el color que eligió Kamala Harris cuando hizo historia al jurar el cargo de vicepresidenta el 20 de enero de 2020. La primera mujer, y la primera afroasiática, en llegar al segundo cargo del país. De morado vistió también en ese acto Hillary Clinton, y casi, Michelle Obama. Y de morado apareció la estrella de televisión Oprah Winfrey en la Convención Demócrata para pedir el voto por Harris.

El morado es un color que resulta de mezclar rojo con azul y eso, en el contexto político estadounidense, significa unidad nacional, unión entre los estados rojos (de mayoría republicana) y los estados azules (de mayoría demócrata). "No hay estados rojos ni estados azules, lo que hay es los Estados Unidos de América", proclamó Barack Obama en el discurso que lo lanzó al estrellato político y mediático hace 20 años en la Convención de 2004.

El morado manda también otro mensaje, se entiende como un homenaje a Shirley Chisholm, la primera congresista negra (1968) y la primera mujer que se presentó a unas primarias para ser candidata a presidente (1972), porque ella solía usarlo.

No recomendado para menores de 7 años Kamala Harris se presenta ante el Partido Demócrata y Estados Unidos como una figura de unidad y justicia
Transcripción completa

Hace un mes Kamala Harris no imaginaba que estaría aquí,

pronunciando el discurso más importante

de su carrera política.

Ha elegido presentarse a los estadounidenses

como una mujer capaz de unirlos, de poner el país y la bandera

por encima de la ideología.

"Una presidenta que escucha, que es realista, práctica,

tiene sentido común, y siempre lucha por la gente".

Frente a Donald Trump:

"Un hombre frívolo,

pero las consecuencias de ponerlo otra vez en la Casa Blanca

serían muy graves", dice ella.

Hija de inmigrantes, promete defender a la clase media.

Antigua fiscal, promete proteger a los ciudadanos.

Hace un mes los demócratas

no imaginaban que esto sería una fiesta.

Desde que Biden renunció, han remontado en las encuestas.

"Ha sido una transformación la energía".

Lo que ha cambiado es la candidata,

no tanto las políticas que propone Kamala Harris.

Aquí ha defendido el derecho al aborto,

medidas para controlar la venta de armas,

ha invitado a republicanos

que prefieren votarla a ella antes que a Trump.

Y ha arrancado aplausos

cuando ha pedido un alto el fuego en Gaza.

En este pabellón, un pequeño grupo de 30 delegados querían más,

ellos exigen al gobierno que deje de enviarle armas a Israel.

Han sido la única voz discrepante

en la convención que ha encumbrado a Kamala Harris.

"Hace un mes que pensábamos que estos globos caerían aquí

por Joe Biden,

pero el partido demócrata ha reinventado su campaña

en un tiempo récord".

Quedan 74 días para las elecciones y su gran reto

es mantener este impulso.

Kamala Harris se presenta ante el Partido Demócrata y Estados Unidos como una figura de unidad y justicia

Kamala Harris con traje marrón claro el primer día de la Convención, cuando subió al escenario para escenificar el relevo en la candidatura, - el presidente Joe Biden se retira, la vicepresidenta Harris se presenta-, se interpretó como un homenaje, un guiño, una evocación del polémico traje claro del presidente Obama. Según esa interpretación, en ese escenario estaban en aquel momento Biden, Harris y Obama.

Kamala Harris eligió un traje pantalón azul marino para oficialmente aceptar ser candidata a presidente y dar su discurso más importante hasta la fecha. La interpretación ha sido que está lista para ponerse manos a la obra. Que ya no está en la fase de los símbolos, sino de la substancia, y que para ello prefiere vestir un traje de poder que le siente bien, en el que pueda moverse cómodamente y que permita imaginarla como presidenta sin llamar mucho la atención. La Convención terminó con los dos matrimonios, el de la candidata a presidenta y el del candidato a vicepresidente, vestidos de azul marino. Los dos hombres y la candidata a presidenta, de traje pantalón azul marino.

La diplomacia del broche

Imposible escribir sobre la estética y la semiótica de las mujeres en la política estadounidense y no tener un recuerdo a la ex secretaria de Estado Madeleine Albright. Fue la primera mujer en desempeñar el cargo, por recomendación de Hillary Clinton a su marido el presidente, Bill Clinton. Si los hombres usan la corbata para mandar mensajes (roja, los republicanos; azul, los demócratas, y verde para el día de San Patricio), ella decidió que usaría los broches de grandes dimensiones que lucía en su solapa. Una serpiente para el encuentro con representantes de Saddam Hussein, una flor de lis, símbolo bosnio, para hablar de los acuerdos de paz; el águila del escudo de los EE.UU, para transmitir poder. Según cuentan, el presidente ruso, Vladímir Putin, le comentó a su homólogo Bill Clinton que los diplomáticos rusos siempre prestaban atención al broche elegido por Albright. Aquellas joyas son historia y se pueden consultar en la web del Departamento de Estado con el título 'Leed mis broches'.

Si no puedes vencerlos, únete a ellos, dice el refrán. En la política de Estados Unidos, con una etiqueta pública aún tan rígida, se diría que algunas mujeres han decidido usar la atención desproporcionada que recibe su forma para ponerla al servicio de su fondo.