El laberinto del surrealismo invita a perderse en París
- La exposición Surrealismo se inaugura este miércoles en el Centro Pompidou
- Instalaciones, cuadros y poemas orbitan en torno al manuscrito del manifiesto de André Breton
"Surrealismo: nombre masculino. Automatismo psíquico por el que uno se propone expresar verbalmente, por escrito o de cualquier manera el funcionamiento real del pensamiento. La imagen es una creación pura del espíritu..."
Las palabras del manifiesto surrealista de 1924 resuenan en la voz de André Breton para invitar a sumergirse en la exposición Surrealismo en el Centro Pompidou de París, nada espectacular para el paseante despistado, pero un primer gesto surrealista ya que la voz de ultratumba del fundador del movimiento ha sido recreada gracias a la inteligencia artificial con grabaciones originales y el registro del actor e imitador Hugues Jourdain.
Breton tenía una voz "elegante, ligeramente snob a veces, con vocales largas y cierta sonoridad propia de la época", según el intérprete que le presta sus cuerdas vocales, y nunca grabó las palabras que cambiaron para siempre el arte del siglo XX.
Con un despliegue de pinturas, dibujos, películas, fotografías y documentos literarios, la exposición presenta obras de artistas emblemáticos del movimiento (Salvador Dalí, René Magritte, Giorgio de Chirico, Max Ernst y Joan Miró) y de otros menos conocidos como Hector Hyppolite y Tatsuo Ikeda. Brilla el trabajo de las mujeres surrealistas desde Leonora Carrington o Ithell Colquhoun a Remedios Varo y Dora Maar. La huella femenina en el surrealismo también es patente en una muestra de fotografía del festival PhotoEspaña 2024.
Antes de convertirse en una vanguardia artística y un semillero de obras maestras, el surrealismo se definía como una experiencia, una vía de acceso a otra vida, una invitación a pasar al otro lado del espejo de la realidad. Una reconstrucción de la Puerta del Infierno (situada en su origen en el bulevar de Clichy, cerca de la casa de Breton) custodiada por un mago amenaza con devorar a los visitantes del Centro Pompidou y luego los transporta a un universo paralelo.
Diseñada como un laberinto, metáfora perfecta del discurso sinuoso y contradictorio del Surrealismo, las salas son universos autónomos que arrastran a los visitantes en el torbellino creativo de la vanguardia surrealista. Como casillas del juego de la oca, las obras plásticas tienen su narrativa y cuentan historias. Un viaje que va desde el "modelo interior" del primer espacio dominado por los ojos cerrados del pintor y del poeta hasta la última sala dedicada al "Cosmos" que une las reflexiones íntimas con el vértigo de lo universal.
El recorrido es tanto cronológico como temático, y está marcado por 14 capítulos que evocan las figuras literarias que inspiraron el movimiento (Lautréamont, Carroll, Sade, entre otros) y los principios poéticos que estructuraron su imaginario (el artista-médium, el sueño, la piedra filosofal, el bosque, etc). En los muros varios poemas jalonan el camino, páginas arrancadas a los libros de una biblioteca surrealista.
En 1919, André Breton y Philippe Soupault redactan a cuatro manos Los campos magnéticos, un opúsculo en el que experimentan la escritura automática, sin el control de la razón, esta búsqueda de una expresión directa asocia al artista con la figura del médium. Los surrealistas envidian a los locos la libertad total y la fuerza imaginativa. En 1928, en Nadja, Breton condena el encierro de los enfermos mentales en los hospitales psiquiátricos.
Contemporáneos de Sigmund Freud, los miembros del movimiento saben que el sueño juega un rol esencial en la exploración del inconsciente. Relatan sus sueños en las revistas, exploran el trasfondo del espíritu humano y recuperan un olvidado género literario. Un cuadro que materializa estas inquietudes es Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar de Dalí, en el que unos tigres se lanzan sobre el cuerpo desnudo de una durmiente.
"La existencia está en otra parte", firmado, André Bretón.
Han pasado cien años desde esta declaración final
en un manifiesto que coronó al surrealismo
como protagonista de las vanguardias del siglo XX.
Un movimiento fundamentado en la imaginación,
lo automático.
Una reacción a la Primera Guerra Mundial
a través de la transgresión.
"Soñaban con aviones,
pero los aviones se convirtieron en bombarderos;
soñaban con coches,
pero los coches se convirtieron en tanques",
explica el comisario.
Así que van a cuestionar todo un modelo de civilización.
Si seguimos el espíritu surrealista
no hay que tratar de analizar sus obras.
Están pensadas para dejar a un lado la razón.
"Transcribir exactamente lo que se sueña,
lo que te pasa por la cabeza
sin ninguna represión de la conciencia
ni de la moral ni de nada".
En la muestra piezas icónicas de Buñuel o Dalí,
junto a las de Dorothea Tanning o Leonora Carrington,
eclipsadas históricamente.
Son ellos quienes han ocupado los titulares del surrealismo
durante estos cien años,
un error que el Pompidou quiere enmendar.
Las grandes figuras, como Miró,
no fueron conscientes
de la enorme trascendencia que tendrían
para las generaciones futuras.
"Al menos dejar una huella para el mundo futuro,
aunque sea una mínima huella".
Cien años después la huella surrealista
Manuscrito original
En el centro de la exposición, un “tambor” central alberga el manuscrito original del Manifiesto, un tesoro que, de forma excepcional, sale de la Biblioteca Nacional de Francia. Este documento único está acompañado de una proyección multimedia que arroja luz sobre su génesis y su significado.
Isidore Ducasse, Conde de Lautréamont, muerto a los 23 años en 1870 es redescubierto por Soupault y celebrado por los surrealistas, en especial un verso de sus Cantos de Maldoror: "bello como el encuentro fortuito sobre una mesa de disección de una maquina de coser y un paraguas". Una asociación arbitraria que se impondrá como el ideal de belleza surrealista.
Otro escritor inspirador es Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas se publica en francés en 1869, el mismo año que los Cantos de Maldoror. En 1929, Louis Aragon escribe un artículo sobre el autor inglés en la revista El Surrealismo al servicio de la revolución. En los versos de Gisèle Prassinos, poeta de catorce años, los miembros del grupo quieren ver la reencarnación de Alicia.
Escritores surrealistas buscan la libertad de escritura propia de la infancia. La pintora y autora inglesa Leonora Carrington bucea en lo maravilloso en cuentos y fábulas en las que los animales y los humanos conversan sin tapujos. Su cuento La debutante, protagonizado por una hiena que insiste en acompañar a una chica a su primer baile, aparece en La antología del humor negro, de Breton de 1940.
El poeta Shuzo Takiguchi traduce al japonés El Surrealismo y la pintura de Breton y organiza en 1937 la primera exposición de esta vanguardia en Japón. Sus poemas aúnan la herencia del haiku con la estética surrealista:
"En una calle donde los peces con escamas rojas se enfrentan hábilmente
Escondo mi rostro en el interior de un ahogo preciso
Las flores son pesadas
Un tigre se aleja"
Monstruos y quimeras
La quimera, un ser mítico con patas delanteras de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente, fascina a los surrealistas y forma parte de su imaginario colectivo. Los cuerpos híbridos y fragmentados pueblan sus obras. La figura del monstruo también reina en el universo surrealistas desde los años 30 del siglo pasado cuando el fascismo emerge en Europa. El minotauro, mitad hombre, mitad todo, simboliza la desmesura y la bestialidad. El emblema de la revista Acéfalo, fundada por George Bataille en 1936, es un ser privado de cabeza y de razón.
La autora Colette Peignot relata su trágica infancia durante la Gran Guerra en unos escritos autobiográficos publicados a título póstumo:
"No vivía en la vida, sino en la muerte. Por muy lejos que vaya en mis recuerdos, los cadáveres se disponen delante de mí. Hablan tiernos, amables y sarcásticos, o bien a imagen de este Cristo, el eterno humillado, el verdugo loco, me tienden los brazos".
Compromiso social
En ocasiones se ha reprochado al surrealismo un carácter excesivamente lúdico o solo para iniciados, pero cada exposición del movimiento fue una toma de partido, un gesto que reafirmaba un compromiso social. En 1938, frente a las amenazas de un clima político enrarecido, los surrealistas reflejan la angustia vital de aquel tiempo, en la que resonaba el ruido de botas militares con el auge del nazismo.
En 1947, la exposición de la galería Maeght inventa nuevas mitologías, es un gesto de esperanza, un proyecto de refundación de una sociedad y un nuevo orden humano, tras la Segunda Guerra Mundial.
En los albores de los años 60, E.R.O.S (1959) denuncia el puritanismo y la moral sexual de una época reprimida. El canto del cisne del surrealismo se produce en 1965. La muestra El abandono absoluto interpela a un mundo que se deja llevar en un éxtasis material y se pierde en el consumo desatado al que invita la producción en masa.
La retrospectiva por el centenario del surrealismo puede verse en el Centro Pompidou de París hasta el 25 de enero de 2025.
Detalles de la exposición
El Centro Pompidou de París dedica una muestra al centenario surrealista.
Surrealismo se puede ver en la Galería 1, nivel 6.
Comisarios: Didier Ottinger et Marie Sarré.
Horario: Del 4 de septiembre al 25 de enero, de 11 a 21 horas lunes, miércoles, viernes, sábados y domingos y de 11 a 23 horas los jueves.
Actividades relacionadas: El Centro Pompidou, la Asociación Taller André Breton, el comité profesional de las galerías de arte (CPGA), 38 galerías y librerías parisinas dedican al surrealismo histórico o contemporáneo, exposiciones temáticas, monografías, homenajes y eventos. Han editado un plano del París surrealista, que invita a recorrer los lugares favoritos de los artistas del movimiento. La mayoría se concentran en los barrios de Le Marais-Beaubourg y Saint-Germain-des-Prés.