'Reinas': cómo despedirse de tu país y tu padre en el Perú de los 80
- La cineasta Klaudia Reynicke ficciona su biografía en una emotiva película en la que participa Susi Sánchez
- Se estrena en España tras su buena acogida en los festivales de Berlín, Sundance y Locarno
Klaudia Reynicke era una niña de Lima en los años 80, cuando el país se desangraba por los atentados de Sendero Luminoso y la represión policial mientras la crisis económica golpeaba duro. Todo invitaba a irse, especialmente para una familia de clase media como la suya, con suficientes recursos para afrontar el cambio. La cineasta, afincada en Suiza, reconstruye y ficciona esa huida familiar desde una perspectiva infantil en Reinas, una emotiva película sobre lazos familiares que combina ese trasfondo histórico con la relación de unas hijas con un padre ausente. Se estrena en España tras su buena acogida en los festivales de Berlín, Sundance y Locarno
“Yo tendría 6 o 7 años cuando todo comenzó a ponerse complicado y no conocía otra cosa: apagones, toque de queda, bombas... era lo normal”, recuerda la directora, que parte de la historia de dos hermanas, de 10 y 15 años (Abril Gjurinovic y Luana Vega), que se rencuentran durante un verano en Lima con su padre (Gonzalo Molina), un tipo que se siente un fracasado y que debe autorizar la salida de sus hijas y su exmujer (Jimena Lindo) fuera del país. Para separarse, la familia deberá unirse por última vez.
Con un acertado tono realista entre el drama y la comedia, con una base naturalista, pero jugando con la narración (como el uso de la música en canciones creadas por la propia directora), Reinas es una inmersión en el abismo biográfico que se abre ante unas niñas que saben que su vida cambiará para siempre.
La aventura peruana de Susi Sánchez
Reynicke se reencuentra en Madrid con la actriz Susi Sánchez. No coincidían desde enero, en el Festival de Berlín, y se funden en un abrazo sin atisbo de impostación. Sánchez, que interpreta a la abuela de las niñas protagonistas, le confiesa a la directora más tarde: “Eché de menos que mi personaje se despidiese de su hija o las niñas. Me eché a llorar al ver la película en Berlín y me di cuenta de que necesitaba vivirlo. Es un poco de neurastenia”, dice entre risas.
Que una actriz sienta una especie de ‘duelo de personaje’ ilustra bien el acierto sentimental de una película que la actriz se lanzó a interpretar con acento peruano. “No era tan sencillo, porque mis compañeros peruanos tenían capacidad para improvisar y yo no me atrevía”, recuerda del rodaje. Curiosamente, la anterior y única experiencia con el cine iberoamericano de la actriz también fue en una película peruana: La teta asustada.
A Reynicke la película le ha servido para reconectarse con Perú, dentro de su identidad diluida. “Suelo decir a todo el mundo que soy peruana, pero me fui a los 10 años y luego viví en Estados Unidos, España, Suiza. Cuando pasas de los 40 te preguntas: ¿cuánto de peruano tengo si no he vivido nunca en mi vida adulta? Y cuando te haces más mayor reconectar con algún tipo de raíces se hace importante”, razona.
Las raíces incluyen recordar la relación con su propio padre, al que no vio entre los 6 y 18 años. Reinas consigue situar al espectador en el estado mental de las propias hijas, distanciadas pero necesitadas de su progenitor. “En el guion podría ser un padre mucho más negro, pero la suerte es tener un actor como Gonzalo Molino, que es alguien muy divertido y generoso. Tiene esa luz”.
¿Siente que Perú ha digerido su pasado? “No sé si lo ha asumido, Perú tiene un pasado muy intenso, un conflicto que ha sido uno de los peores de la historia moderna y que ha durado 20 años. El público internacional aprende lo que sucedió, pero mostrar la película en Perú fue muy diferente porque cualquier palabra o gesto estaba dentro de la memoria colectiva”.