Enlaces accesibilidad
Análisis

Inmigración en el Canal de la Mancha: poner puertas al campo y al mar

  • Los migrantes que cruzan al año el Canal de la Mancha de Francia al Reino Unido se ha multiplicado por 100
  • El Canal de la Mancha es una trampa mortal por sus corrientes y porque es el mayor estrecho en tráfico de buques de carga

Por
Inmigración en el Canal de la Mancha: poner puertas al campo y al mar
Inmigración en el Canal de la Mancha: poner puertas al campo y al mar

Acercarse por tierra a Boulogne-sur-Mer, en la costa norte de Francia, viniendo de Calais ofrece unas panorámicas espectacularmente bellas desde lo alto de los acantilados, sobre todo con marea baja. Kilómetros de playas como espejos, en días claros el sol convierte la fina capa de agua en un cristal que devuelve la luz y refleja el cielo, las nubes circulan sobre la arena, en días muy nublados ese mismo agua que la tierra no ha absorbido se vuelve una fina capa de plata que se funde en el mar. El martes, 12 personas murieron ahogadas a 3 kilómetros de esas playas. El peor naufragio en el Canal de la Mancha desde noviembre de 2021.

Esas personas eran migrantes que habían cruzado Francia procedentes de África, la mayoría de Eritrea, y querían llegar a la costa inglesa, al Reino Unido, en una embarcación precaria y desbordada, sesenta y cinco personas. En los muelles del puerto pesquero de Boulogne, el más importante de la zona, junto a la pesca habitual descargaron una docena de cadáveres. En lo que va de año al menos 37 personas han muerto en el Canal.

El canal de la muerte

El Canal de la Mancha es la última incorporación a una serie de fronteras naturales que, a pesar de sus peligros, no disuaden, sino que animan a miles de personas a cruzar al otro lado, a la otra orilla, en busca de un futuro mejor. Arriesgan la vida, la suya y la de los niños que llevan con ellos, y en muchas ocasiones la pierden. Es el caso de los espaldas mojadas en Río Grande, de los balseros que han intentado en las últimas décadas cruzar de Cuba a los cayos de la Florida en los Estados Unidos, la de quienes ven factible pasar de una playa turca a la de una isla griega, una isla de la Unión Europea, que ven cercana, o la de quienes se atreven con las aguas del estrecho de Gibraltar, la costa entre África y Canarias o el desierto de Arizona.

En días de buena visibilidad desde Calais, el punto francés más cercano a Inglaterra, se puede vislumbrar el perfil de los célebres acantilados blancos de Dover, igual que ocurre desde puntos de Málaga y Cádiz con la costa de Marruecos, y esa visión se convierte, para quien quiere alcanzar la otra costa, o quien quiere lucrarse engatusando a quien quiere, en algo factible. 34 Kilómetros en el punto más estrecho.

Es un espejismo. El Canal de la Mancha es una trampa mortal. Sus corrientes marinas y sus vientos son de las más peligrosas del mundo. Según la tradición, o mitología, es peor de Francia a Inglaterra que a la inversa y eso ha contribuido a la insularidad británica, inglesa preferentemente, quedar a salvo de invasiones. Por si todo eso fuera poco, el Canal de la Mancha es el estrecho con mayor tráfico comercial del mundo, lo que convierte al pasaje hacinado en esas pequeñas barcas o lanchas de goma en el equivalente a una cáscara de nuez en una bañera donde alguien está dando manotazos continuamente.

Estos peligros explican por qué aventurarse en pequeñas embarcaciones es un fenómeno reciente, tanto el Observatorio de Migraciones como el gobierno británico recogen datos sólo desde 2018. Un equipo de En Portada hicimos en 2019 un reportaje sobre uno de los primeros casos en junio de 2016. La protagonista es una mujer que compró una barca para un solicitante de asilo iraní. "Cuando lo dejé aquella madrugada en la playa tuve la sensación de haberlo llevado a la tumba y de haberle facilitado el ataúd", nos dijo, como queda recogido en el reportaje.

"La frontera franco-británica mata", señala el periódico francés Le Monde en un artículo que resume así la evolución, y aumento, de esa mortalidad: "Durante años los migrantes morían atropellados en la autopista que lleva al puerto [de Calais] de los ferrys, o escondidos en remolques en los que intentaban esconderse. Desde 2018 mueren, cada vez más, ahogados en el estrecho de La Mancha".

La fortaleza de Calais

La primera vez que fui a Calais, para un Informe Semanal, fue en la primavera de 2002, hace 22 años. Grabamos imágenes de algunos afganos que acampaban en su playa a la espera de poder cruzar como polizones en un camión o directamente en uno de los ferry que hacen la travesía de Calais a Dover. Pocos migrantes comparado con el campamento, una auténtica ciudad, que creció años después y que los locales bautizaron como la jungla en las afueras de Calais entre 2015 y 2016, el mismo período de la llamada crisis de los refugiados en la Unión Europea. La mayoría huían de la guerra en Siria y también seguía el flujo desde Afganistán. La policía francesa desmanteló el campamento y, en paralelo, el gobierno del Reino Unido, entonces aún en la UE, presionó y negoció con el de Francia para que retuviera a esos migrantes y evitara que llegaran a la costa inglesa.

En este tiempo he visto cómo Calais se ha convertido en una fortaleza. De su puerto parten los barcos que cruzan el canal y en su perímetro está la entrada al Eurotúnel por el que circulan los trenes de alta velocidad que unen París y Bruselas con Londres, y en las áreas de servicio de sus autopistas paran los camiones que llevan mercancía a la isla. Todos esos puntos se han blindado para que sea imposible llegar a ellos sin la debida documentación. Circular por la ciudad, o cruzarla en tren, es estar rodeado de vallas metálicas o de hormigón y de alambradas, como si de una cárcel de alta seguridad o una instalación militar se tratara. Y hay cámaras de vigilancia con sensores infrarrojos por todas partes. El Reino Unido paga a Francia por estas medidas de seguridad.

Hoy es prácticamente imposible pasar de Francia a Inglaterra escondido en un camión o en un ferry, pero eso no ha acabado con la llegada de migrantes al Reino Unido. El riesgo mortal de echarse al canal en cualquier embarcación, por endeble que sea, no ha disuadido a miles de personas que quieren cruzar. Lo mismo que el muro entre los Estados Unidos y México no ha disuadido a miles de migrantes de arriesgarse a cruzar el desierto de Arizona, otra trampa mortal. Cuando una vía se cierra, migrantes y traficantes buscan una alternativa por muy peligrosa que sea.

A pesar de todas las dificultades y los peligros, el año pasado 29.437 personas consiguieron alcanzar la costa inglesa en pequeñas embarcaciones. En lo que va de 2024 han superado ya los 21.000. Hace seis años, en 2018, cuando se empezaron a contar, no llegaron a 300. En ocho años la cantidad, y los peligros, se ha multiplicado por 100.

¿Por qué el Reino Unido?

Tras la última tragedia, el ministro de Interior francés defendió la actuación de su gobierno: "Funciona, hay 1.700 policías desplegados en la costa y se interceptan el 60% de las travesías", y puso la responsabilidad en el Reino Unido, "donde se puede trabajar sin papeles y donde hay pocas probabilidades de que te expulsen".

¿Cuánto hay de cierto en ese razonamiento? Bastante, pero no es el único. He podido comprobar en varias ocasiones cómo la facilidad de encontrar un empleo es uno de los argumentos que dan quienes están acampados de mala manera en Francia esperando la oportunidad para pasar a Gran Bretaña, pero también lo es la lengua. Muchos de estos migrantes hablan, o se defienden por lo menos, en inglés como segunda o tercera lengua, la única lengua europea en la que son capaces de desenvolverse. Otra razón es tener familiares o amistades que les facilitarán el proceso de instalación y búsqueda de trabajo.

Las mafias: los traficantes

El nuevo gobierno británico, laborista, ha anulado el plan aprobado por el anterior, conservador, de deportar a Ruanda a todas aquellas personas que arribaran ilegalmente a sus costas, y está presionado política, mediática y socialmente para encontrar una alternativa. Porque la cuestión de la inmigración como arma política sigue en el primer plano y no tiene visos de desaparecer. Este viernes la nueva ministra del interior británica organizó una cumbre para abordar la cuestión de las mafias de traficantes de personas.

Un dato: el Reino Unido llegó a un acuerdo con Bulgaria para que interceptara en su frontera con Turquía cargamentos de lanchas de goma y material destinado a transportar migrantes en el Canal de Mancha. El año pasado, las autoridades búlgaras se incautaron de 49 botes de goma, 755 bombas de mano para hincharlas, 52 motores fuera borda y 110 chalecos salvavidas.

En las aguas del Canal, las del Estrecho o las del Mediterráneo la posibilidad de morir no basta para disuadir a quien está dispuesto a todo para pedir asilo o, simplemente, intentar una vida vida mejor.

P.D.

La campaña para sacar al Reino Unido de la Unión Europea, el Brexit, se hizo mayormente con el lema "recuperar el control de nuestras fronteras" (para reducir la inmigración, se sobreentendía). Ese control ya lo recuperaron, ya no están en la UE, pero la geografía es muy tozuda y las costas más cercanas al Reino Unido siguen siendo de la Unión Europea.