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Análisis

Por qué Kamala Harris prefería los micros abiertos y otros detalles del primer debate

Por
Anna Bosch, excorresponsal en Estados Unidos, analiza las claves del debate entre Trump y Harris

Hace cuatro años, en la anterior campaña electoral, Kamala Harris intervino en un solo debate, el de los aspirantes a vicepresidente. Se enfrentó a Mike Pence, entonces vicepresidente de Donald Trump, y dejó una frase, una escena, que desde que es candidata a presidente casi todo el mundo rescata: "Señor vicepresidente, estoy hablando".

He vuelto a mirar aquel debate y, si no he contado mal, Harris se lo dice a Pence al menos tres veces, cuando la interrumpe. "Estoy hablando". Una sola frase, breve, casi una interjección, que sirve para retomar la atención sobre ella y mostrar carácter, que no se deja comer el terreno. Y eso sintoniza especialmente con las mujeres. Ese "estoy hablando" dicho por una mujer tiene más impacto y más carga política que el habitual "déjeme terminar" de los hombres cuando debaten. Podría resultar arrogante, pero en un contexto de frustración de muchas mujeres que se ven interrumpidas o reinterpretadas por sus contertulios hombre, el subtexto de la reacción de la vicepresidenta es "no me ningunee, respéteme", un mensaje que genera simpatía en muchas mujeres que se ven reflejadas en esa situación. Por eso, Harris quería que en su primer debate con Donald Trump dejaran los micros abiertos, para que el expresidente, conocido por su incontinencia verbal, la interrumpiera a menudo para ella poderle decir "estoy hablando".

A micro cerrado y sin opción a interrumpir

La ventaja que ese micro cerrado dará a Donald Trump será triple. Porque impedirá a Harris asestarle esos golpes, porque al no oírsele interrumpir, Trump aparecerá menos bully, menos abusón, de lo que fue en los debates con Hillary Clinton en 2016. Recordatorio, mientras Clinton hablaba Trump dejó un par de perlas, una, que si él estuviera al mando de la Justicia "ella estaría en la cárcel" y la otra, un "nasty woman!" (mujer desagradable, repulsiva) al que las mujeres anti-Trump en Estados Unidos le dieron la vuelta y lo convirtieron en un orgullo, crearon una especie de hermandad de las nasty women, incluido, como todo en los EE.UU. con su merchandising.

Volviendo al Harris-Trump de este martes, una tercera ventaja para el expresidente es que los micros cerrados para quien no tiene el turno de palabra significa que Kamala Harris, exfiscal, no podrá interrumpir y cuestionar a Donald Trump cuando afirme falsedades, la experiencia y los datos recogidos y analizados desde 2016 demuestran que Trump es el político que menos respeta la verdad de los datos en sus pronunciamientos.

El reto de Kamala Harris, darse a conocer

El de este martes es el formato pactado entre la campaña de Donald Trump y la de Joe Biden cuando negociaron los debates presidenciales, ahora, con Biden fuera y Harris dentro, Trump lo ha puesto como condición para debatir, o me cerráis el micro o no voy. Solo le ha faltado añadir un chulesco "¡que me conozco!". De Kamala Harris se espera que juegue bien con los silencios y las miradas. Harris no ha quedado muy bien parada en las pocas entrevistas a las que se ha sometido, pero ha demostrado que a menudo dice más respondiendo con un silencio o una sonrisa que con una perorata.

El principal reto de Kamala Harris es darse a conocer. Según las encuestas, el 91% de los decididos a votar tiene una opinión formada de Donald Trump tras décadas bajo los focos y cuatro años de presidencia; sin embargo, un 28% dice necesitar saber más sobre quién es Kamala Harris y qué puede esperarse de ella como presidenta.