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La primera Diada sin un 'president' independentista en 14 años evidencia el cambio de ciclo en Cataluña

  • Las marchas del 11 de septiembre, termómetro social del soberanismo, llevan años perdiendo asistentes
  • ERC y Junts llegan divididos y en plena redefinición de su estrategia tras el varapalo electoral

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Manifestación por la Diada de 2023, marcada por las negociaciones para investir a Sánchez
Manifestación por la Diada de 2023, marcada por las negociaciones para investir a Sánchez EFE/Alejandro García

Esta Diada será muy distinta a las de los últimos 12 años. Por primera vez en todo este tiempo, al frente de la Generalitat el 11 de septiembre no habrá un presidente independentista, lo que evidencia el cambio de etapa en Cataluña.

Quien ocupa ahora el cargo, el socialista Salvador Illa, es el primer president en más de una década que no ha pedido acudir a la manifestación convocada cada año por la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y otras entidades soberanistas, termómetro habitual del empuje independentista.

Y es que el día de Cataluña tiene un simbolismo muy profundo para el movimiento soberanista. Fue precisamente una de ellas, la de 2012, la que marcó un punto de inflexión para el independentismo. Una afluencia inesperada y masiva a la manifestación en Barcelona —600.000 personas, según la Delegación de Gobierno, 1,6 millones según la Guardia Urbana—, mostró que algo estaba cambiando en Cataluña.

Solo dos semanas después, el entonces president Artur Mas convocaba elecciones, en lo que sería el germen del primer referéndum independentista de 2014. Aquellos fueron los años gloriosos para las movilizaciones que pedían la independencia, incluida la famosa Via Catalana de 2013, una cadena humana de 400 kilómetros que cruzaba toda la comunidad y que emulaba la "vía báltica" que impulsó la independencia de Estonia, Letonia y Lituania en 1991, o la gran "V" de Barcelona de 2014, probablemente la manifestación más multitudinaria de todas.

Multitudinaria manifestación independentisa por la Diada de 2014, dos meses antes del primer referéndum

Multitudinaria manifestación independentisa por la Diada de 2014, dos meses antes del primer referéndum EFE/Alejandro Garcia

Tras el apogeo independentista con el referéndum ilegal del 1-O de 2017, la asistencia ha ido decayendo en los últimos años. Pero un nexo común en todas estas ha sido el apoyo explícito o la participación directa de los distintos presidentes catalanes, tanto de Junts (Mas, Carles Puigdemont, Quim Torra) como de ERC (Pere Aragonès).

Illa no irá a la manifestación, pero mantendrá la campaña diseñada por ERC

Esto ha cambiado con Illa. El flamante president, investido hace apenas un mes, insiste en su mantra de devolver la "normalidad institucional" en Cataluña, volviendo a los tiempos de otros presidentes socialistas como Pasqual Maragall. Lo ha querido mostrar en un saludo protocolario con el rey hace pocos días, un gesto inédito en la década de gobiernos independentistas, o colocando la bandera española en el Palau de la Generalitat durante un encuentro con el alcalde de Barcelona, el también socialista Jaume Collboni.

A pesar de ello, el Govern mantendrá la campaña institucional para este día diseñada por ERC, cuyo hilo conductor será el sentimiento catalanista, la unidad y diversidad de Cataluña y el rechazo al fascismo y la extrema derecha, según explicó la portavoz del Ejecutivo catalán, Sílvia Paneque.

Paneque aseguró que se sentían cómodos con la campaña, cuyo lema es "Muchos corazones, un solo latido". "Los valores fundamentales de esta Diada son la diversidad, la transversalidad, la unidad y el caber todos", argumentó, y enfatizó que este día es importante para todos los catalanes. "Nos une como ciudadanía y da sentido a este sentimiento de pertenencia".

La portavoz del Govern Silvia Paneque presenta los actos institucionales del 11 de septiembre

La portavoz del Govern Silvia Paneque presenta los actos institucionales del 11 de septiembre EFE/Quique García

La única diferencia es que Illa volverá a pronunciar el discurso institucional en el Palau de la Generalitat y no en distintos puntos de Cataluña, como ha hecho su antecesor Aragonès.

Los independentistas buscan un nuevo rumbo

Por su parte, los partidos independentistas afrontan la Diada divididos y en plena reconstrucción interna. En las pasadas elecciones autonómicas de mayo el soberanismo perdió la mayoría en escaños por primera vez desde el inicio del ‘procés’, con unos resultados especialmente malos para ERC.

El pacto de este partido con el PSC para investir a Illa a cambio de una "fiscalidad singular" para Cataluña terminó de romper los puentes entre los republicanos y Junts, que en aquellos comicios recuperó su posición de primer partido independentista con Carles Puigdemont como candidato. 

Ahora, el partido posconvergente ha adelantado su congreso para octubre para renovar su cúpula y reorientar su posición política, con la incógnita del papel de Puigdemont. Al contrario de lo que él esperaba, varios reveses judiciales siguen retrasando la amnistía de la que él esperaba haberse beneficiado ya, lo que complica su vuelta a Cataluña y la estrategia de su partido.

Su fugaz regreso y su fallida detención del pasado 8 de agosto no ha tenido apenas consecuencias prácticas: ni se ha despejado su situación legal —ha vuelto a Bélgica— ni han acelerado la aplicación del perdón.

Mientras, ERC se enfrenta, tras sus malos resultados del 21-M —cuando Aragonès dio un paso al lado—, a una fractura interna aún mayor, con cuatro listas que pugnan por liderar el partido en el próximo congreso de noviembre, una encabezada por Oriol Junqueras y otra apoyada por la ex secretaria general Marta Rovira, que sí que ha podido volver a España. 

También la CUP, otro partido independentista que empeoró sus resultados el pasado mayo, celebrará su congreso para culminar su refundación ante el "fin de ciclo" de la era del 15M y el 'procés', según la propia formación. El independentismo no solo ha perdido la Generalitat: solo gobierna en una de las cuatro diputaciones catalanas y en una capital de provincia (Girona en ambos casos).

Sigue el choque entre la ANC y ERC

La división no se da solo entre los partidos, sino también entre el sector más duro de la militancia independentista, que representa ANC, la principal convocante de la manifestación, y ERC. La Assemblea aboga, desde hace años, por una vía unilateral que no contempla la negociación con el Estado, y su historia de desencuentros se remonta a 2021, cuando dirigentes republicanos como Junqueras fueron abucheados por los acuerdos entre el partido y el PSOE para lograr los indultos. 

Un año más tarde la tensión aumentó: la ANC seguía cargando contra los republicanos por su estrategia de negociación con el PSOE, hasta el punto que el Govern en pleno se negó a participar en la marcha al considerar que esta iba contra ellos. En 2023 Aragonès sí que participó, aunque fue recibido con gritos de ¡Puigdemont, nuestro presidente!".

Esta vez, con Lluís Llach, más cercano a Puigdemont, la ANC ha vuelto a cargar las tintas contra los republicanos, convocando incluso una manifestación contra el pacto fiscal el pasado julio, apoyada por Junts y la CUP, aunque con escaso seguimiento. La entidad, por cierto, también celebrará una asamblea para redefinir su hoja de ruta en este nuevo contexto y dada su menor capacidad de movilización.

Con la participación de los principales partidos independentistas —Junts, ERC, y la CUP, pero no nueva formación ultraderechista Aliança Catalana—, y con la inédita ausencia de la Generalitat, la movilización será descentralizada este año.

Habrá marchas en Barcelona, Girona, Lleida, Tarragona y Tortosa para denunciar en cada caso los "agravios" que sufren sus habitantes por "pertenecer al Estado español" y que están vinculados con el "expolio que sufre Cataluña". Una reivindicación, por cierto, que entronca con el tema central de este inicio del curso político: la financiación singular.