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Trump se desubica en un debate en el que Harris salió al ataque con la vista puesta en el voto de los indecisos

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Los espectadores ven el debate entre Kamala Harris y Donald Trump
Los espectadores ven el debate entre Kamala Harris y Donald Trump AP Photo/Eric Gay

Sacarlo de quicio, "picarlo", atacar su ego, esa era la táctica que muchos recomendaban usar a la vicepresidenta Kamala Harris en el debate con el expresidente Donald Trump, para que este perdiera las formas. Sería un error, replicaban otros, porque ese Trump es de sobras conocido y no parece tener un coste electoral para él. Bien, pues Kamala Harris salió al ataque. En su enfrentamiento con Donald Trump ha intentado ser la fiscal que fue en California y que luego reprodujo como senadora de los Estados Unidos. Y ha logrado "picarlo". Trump ha acusado el golpe y en la mayor parte de sus intervenciones ha usado un tono y un volumen de voz alto. En algún momento daban ganas de decirle "no me grites".

Lenguaje no verbal, los gestos

Tal vez el primer ataque de Kamala Harris se ha escenificado de forma paradójica. Nada más salir al escenario, Kamala Harris ha ido directa a Donald Trump con el brazo extendido para darle la mano y presentarse: "Kamala Harris". Ha sido la primera vez que la vicepresidenta y el expresidente se veían en persona y Harris se ha presentado. En ese formalismo, en ese protocolo básico, tal vez ahí, Harris ha desubicado a Trump ya de entrada, que no ha tenido más remedio que cumplir con ese apretón de manos, aunque no se le ha oído el correspondiente "Donald Trump". ¿Modestia frente a soberbia? ¿Educación frente a ego? ¿Movimiento estratégicamente calculado?

Tanto Harris como Trump son personas expresivas y como tales han actuado. Son de sobras conocidas las muecas del expresidente, y para quien la siga también lo son las sonrisas y miradas de la vicepresidenta cuando está escuchando al interlocutor. En ambos casos es su manera de decir "lo que estás diciendo no es verdad, menuda tontería, qué barbaridad" con el micro apagado. Como ya hizo antes con Joe Biden y con Hillary Clinton, Donald Trump ha adoptado un gesto de casi desprecio mientras hablaba Kamala Harris. Sin mirarla. Sus ojos bajos hacia el atril o a los periodistas que conducían el programa. Kamala Harris, en cambio, tanto en la escucha como cuando se refería a él, se ha ladeado hacia su interlocutor, lo ha mirado, incluso ha adoptado una pose de pretendido desconcierto, un brazo cruzado sobre el pecho y el otro con la mano en la barbilla y con los ojos una declaración: "¿pero qué estás contando?

El voto de las mujeres

Todas las encuestas dan por el momento un resultado muy ajustado en la intención de voto, pero uno de los parámetros donde sí hay una diferencia clara es en la división por sexos. Las mujeres que prefieren a Kamala Harris son una clara mayoría, y en este debate pareciera que Donald Trump no tiene intención de revertir la tendencia. Siendo mujer es difícil no sentir como misoginia ese no mirar nunca a la interlocutora. Lo mismo con los insultos: "Es tan mala, tan ridícula", "Biden la odia, no la soporta", o cuando la ha criticado por preferir acudir a un acto de "sororidad" que a otro con Benjamin Netanyahu.

Kamala Harris no ha escatimado en descalificativos tampoco, además de insistir en las mentiras que "ya sabíamos que le íbamos a oír" en un momento le ha dicho que era una desgracia.

Según las encuestas que se hicieron tras el voto de las elecciones legislativas hace dos años, el voto de las mujeres fue uno de los factores que amortiguaron la derrota de los Demócratas, conservaron la mayoría mínima en el Senado y perdieron por menos margen del previsto en la Cámara de Representantes. Se da por sentado que lo que movilizó a esas mujeres fue la reivindicación del derecho al aborto. En ese voto confían ahora los demócratas para decantar la balanza a favor Kamala Harris, y por eso la vicepresidenta se ha explayado y adoptado tu tono más apasionado y empático cuando ha salido la cuestión en el debate.

La clave

Quien estaba decidido a votar por Donald Trump lo seguirá estando tras el debate, igualmente en el caso de quien ya tuviera claro su voto por Kamala Harris. Trump no ha sorprendido, lleva en campaña desde 2015, nueve años, y ha sido presidente cuatro. Ha insistido en su descripción casi apocalíptica de los Estados Unidos en el presente y loado con superlativos su presidencia.

¿Y Harris? A ratos Kamala Harris denotaba en exceso que estaba pronunciando un discurso aprendido e improvisaba poco, a ratos ha sido la fiscal que fue, y en ocasiones incluso la maestra que intenta dejar un concepto claro a los alumnos. ¿A cuántos electores indecisos habrá convencido de que vale la pena votar por ella, que tiene lo que consideran hace falta tener para dirigir el país?

Y más concretamente, a cuántos indecisos en esa media docena de estados que sabemos son los que inclinarán la balanza y donde la intención de voto, según las encuestas, está en un empate técnico. En uno de esos estados, Pensilvania, donde ha sido el debate, pueden empezar a votar ya el próximo lunes, 16 de septiembre.