Japón permite a China participar en el seguimiento de las consecuencias del vertido de agua de Fukushima
- Ambos países han acordado un mecanismo internacional amparado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA)
- Pekín mantiene su rechazo a la descarga de agua y dice que no retomará aún las importaciones de productos marinos nipones
Japón ha acordado con China un mecanismo internacional para el seguimiento de los efectos del vertido de agua de la central nuclear de Fukushima Daiichi, en el que Pekín podrá participar, pese a mantener su oposición a este tipo de descargas al mar, ha informado el Ministerio de Asuntos Exteriores chino.
Este entendimiento, al que —según aclara el Ministerio chino— se llegó en agosto, recoge que el monitoreo internacional estará bajo el paraguas del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), con participación de países interesados como la vecina China, permitiendo muestreos independientes y análisis comparativos de laboratorio. El OIEA ya contaba con una oficina permanente en la central y enviaba misiones regularmente sobre el terreno, en las que participan científicos nucleares de todo el mundo.
Este mes de agosto, el vertido de agua residual procesada de la central nuclear de Fukushima Daiichi cumplía un año sin que se hubieran detectado niveles anómalos de radiación cerca de la planta ni en aguas próximas, según las mediciones de las autoridades niponas y laboratorios independientes.
Desde el 24 de agosto de 2023 se han efectuado siete rondas de descarga —y está en marcha una octava— de agua procesada procedente de la planta, cada una de ellas consistente en unas 8.000 toneladas de agua tratada de la central. En total, se verterán al Pacífico a lo largo de varias décadas 1,32 millones de toneladas de líquido depurado mediante un complejo sistema de filtrado que, según explicó Japón, elimina la mayor parte de los elementos radiactivos nocivos, menos el tritio (un isótopo nuclear presente en la naturaleza).
China aclara que sigue en contra del vertido
El anuncio de la medida, sin embargo, no ha cambiado el rechazo de Pekín al vertido, siendo una de sus voces más críticas, al imponer incluso un veto a los productos marinos procedentes de Japón. Al gigante asiático se sumó Moscú, cuyos lazos con Japón también se tensaron desde la invasión rusa de Ucrania.
El consenso "no significa que China vaya a reanudar inmediatamente las importaciones de productos marinos japoneses", ha aclarado el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Mao Ning, en una rueda de prensa en Pekín. "Llevaremos a cabo consultas técnicas con la parte japonesa y reanudaremos gradualmente la importación de productos acuáticos japoneses", ha establecido, a pesar de que su Gobierno mantiene unas tensas relaciones diplomáticas con Tokio.
El Gobierno nipón considera que las protestas de China "no están basadas en una perspectiva científica", sino que responden a motivaciones políticas y continúa defendiendo la "transparencia" y la "seguridad" del vertido. Las críticas, que también fueron duras dentro de sus fronteras, han ido minimizándose, especialmente, por la industria pesquera, debido a un acuerdo para establecer ayudas económicas como compensación por el previsible impacto en la recuperación de sus actividades.