Estados Unidos: nueva violencia en política
- Desde 2016 hay un incremento de violencia en la política de los Estados Unidos.
- En la década de los 70 la violencia venía de grupos mayormente izquierdistas, ahora viene de la derecha.
En 13 julio el expresidente de los Estados Unidos y candidato Donald Trump resultó herido levemente por un disparo de bala durante un acto electoral, dos meses después, el 15 de septiembre, la policía descubrió a otro tirador cerca del campo de golf donde Trump estaba jugando y lo detuvieron antes de que pudiera disparar. El FBI lo considera un "aparente intento de asesinato". Dos intentos en dos meses.
Historia
Cuando se trata de magnicidios y Estados Unidos, el primero que viene a la mente es el asesinato de John F. Kennedy en Dallas en 1963. Pero no es el único. Históricamente, el primero fue el de Abraham Lincoln un siglo antes, en 1865. Mucho más olvidados son los asesinatos de los presidentes James Garfield en 1882 y William McKinley en 1901. En campaña electoral, el asesinato más célebre sin duda es el de Robert, "Bob", Kennedy en 1968.
En algunos casos el atentado se quedó en intento de asesinato. Fue el caso de Franklin D. Roosevelt en 1933, el de Harry Truman en 1950, Gerald Ford, como Trump, sufrió dos ataques en cuestión de semanas en 1975. Más recordado es el ataque contra Ronald Reagan en 1981, o la granada que lanzaron, pero no estalló, contra George W. Bush en 2005 cuando visitaba Tiflis. El caso más parecido al de Donald Trump es el de Theodore Roosevelt en 1912 cuando, como Trump, ya era expresidente y volvió a presentarse; según la historia, unos papeles y la funda metálica de las gafas que llevaba en el bolsillo le salvaron la vida y sólo quedó herido levemente.
Evolución de la violencia en la política de los EE.UU.
Esta misma semana, tras el presunto segundo intento de atentar contra Donald Trump, la radio pública NPR ha elaborado un reportaje sobre la violencia en la política estadounidense. En él recoge la opinión de varios especialistas en seguridad y terrorismo, y todos coinciden en la preocupación y en considerar que hay un repunte de violencia alrededor de la política, que después de las turbulentas décadas de los 60 y los 70 vinieron unos años de más sosiego y desde hace unos diez ha vuelto a resurgir. Cita al profesor de criminología de la Universidad de Maryland Gary LaFree: "Hay una diferencia ideológica notable entre los atentados de los años 70 y los de ahora. Entonces la mayoría venía de grupos de izquierdas, ahora, en cambio, la mayoría vienen de la derecha".
Jason Blazakis, director del Centro sobre terrorismo, extremismo y contraterrorismo en el Instituto de Estudios Internacionales Middlebury, añade: “Lo que más me preocupa es que haya individuos que intenten emular estos dos intentos de asesinato. Al mismo tiempo, creo que la retórica de nuestros políticos va a seguir calentándose, y esto puede llevar a algunos a cometer actos violentos".
Hace un año, en septiembre de 2023, antes de estos dos episodios recientes, el instituto de análisis Carnegie Endowement publicó un estudio sobre polarización, democracia y violencia política, donde señalaba un aumento en la violencia política: "No sólo han aumentado las amenazas contra figuras políticas -desde directivos de escuelas a congresistas- sino también contra jueces. Los delitos de odio están en el nivel más alto de este siglo. También aumentan los casos en que los autores del ataque adoptan retóricas políticas sobre sus propósitos o contra el grupo al que han disparado".
Polarización y violencia política
Sobre la vinculación entre la violencia política y la polarización, el estudio define como "polarización afectiva" la polarización anímica, ambiental, de la sociedad, "en Estados Unidos la polarización afectiva lleva décadas aumentando, mientras que la violencia política se disparó a partir de 2016", el año en que Trump entró en política, lo cual lleva a pensar que no hay correlación entre polarización y violencia política. Otro dato contra esa correlación, "la polarización afectiva es bastante simétrica, se da en niveles parecidos entre ambos partidos, sin embargo la violencia política es muy superior en la derecha [el caso más dramático fue el asalto al Congreso en enero de 2021 para impedir la ratificación de Joe Biden como presidente electo]. Ello sugiere que los sentimientos, o el odio, hacia los simpatizantes del otro partido no son la causa principal de la violencia política".
La explicación, sigue el estudio, es que la violencia la ejercen siempre personas agresivas y lo que cambia es el objetivo de sus actos violentos. En momentos de baja polarización política y social suelen dirigir esa violencia a entornos cercanos como el hogar, el lugar de trabajo o la escuela. Cuando la polarización es alta, sin embargo, es habitual que líderes políticos y algunos medios de comunicación demonicen al otro partido, con ello pueden crear sentimientos de ira entre sus seguidores, que van acumulando miedo ante las acciones del adversario. La retórica que deshumaniza y denigra normaliza la violencia o las amenazas contra algunos grupos, porque esa ira y ese miedo convierten al adversario en objetivo".
Factores y predisposición psicológica
Es muy interesante el análisis psicológico de quienes perpetran actos violentos en épocas de polarización alta: "Pueden ser individuos que no están especialmente polarizados, incluso estar poco politizados, pero esa acción contra un objetivo demonizado les produce un sentimiento de pertenencia a una comunidad política, la polarización les permite convertir su violencia en una causa, pueden incluso verse a sí mismos arropados socialmente, convertirse incluso en héroes, lo cual es un incentivo muy potente en personas que han sido aisladas, marginadas, debido a su irritabilidad".
Otra publicación, el Greater Good Magazine, recoge múltiples estudios sobre qué lleva a la violencia política y hace mucho hincapié también en los perfiles psicológicos. Cita al psicólogo Scott Barry Kaufman: "Las personas agresivas son más propensas a vengarse cuando se sienten tratadas injustamente, pero les importa mucho menos si a otras las tratan injustamente".
¿Todo vale?
Las palabras importan, eso vienen a decir todos los especialistas en seguridad y terrorismo, que ven en el clima político actual de los EE.UU. una espiral peligrosa. El expresidente Trump, lejos de intentar bajar la tensión, no ha dudado en acusar a sus rivales, al presidente Joe Biden y a Kamala Harris, de inspirar los ataques con arma contra él, aunque objetivamente el lenguaje más agresivo está en la campaña de Trump y no al contrario. Tras el presunto atentado frustrado en las cercanías del club de golf, el aliado de Trump, Elon Musk, el multimillonario que compró twitter, publicó en su red "Nadie intenta siquiera asesinar a Biden/Kamala". Más leña al fuego. Musk borró el mensaje horas después.
Tras la afirmación del expresidente de que en Ohio los inmigrantes haitianos se comían los gatos y perros de los vecinos, varios lugares públicos del estado recibieron amenazas de bomba. "Este ambiente sumado a la polarización electoral, fruto del aumento de teorías conspirativas, y la desinformación conforman una situación peligrosa", argumenta Blazakis y apostilla: "A esa mezcla añádale nuestra cultura de armas de fuego y el acceso fácil a ellas".
El estudio contiene una alerta para los medios de comunicación de Scott Barry Kaufman, que enlaza con el artículo que publiqué sobre la diferencia entre la realidad y la percepción: "Los políticos más agresivos obtienen más atención mediática y tienen mejores resultados electorales que los políticos más amables. Entre la población, las personas más agresivas tienen más posibilidades de desconfiar de la política, creer en teorías conspirativas y apoyar movimientos secesionistas". Estamos advertidos, en caso de que no lo hubiéramos constatado ya empíricamente.