Un cambio de dieta para las vacas: la estrategia para reducir las emisiones de metano
- La ganadería es una fuente importante de emisiones de metano, uno de los gases más responsables del cambio climático
- Los expertos trabajan en cambios de alimentación y aditivos específicos para los animales con el fin de mitigarlas
El metano se ha consolidado como el segundo gas de efecto invernadero más importante en el mundo. En España, representa en torno al 14% de las emisiones. Aunque su vida en la atmósfera es más corta que la del dióxido de carbono, su capacidad de contribuir al calentamiento global es muy superior. La relación de este gas inflamable y explosivo con la ganadería ha conducido a los expertos a investigar cómo reducirlo mediante un cambio de alimentación de los animales.
Un kilogramo de metano tiene el mismo potencial de calentamiento que 25 kilogramos de CO2, según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), y su presencia en la atmósfera se ha duplicado en los últimos dos siglos. La creciente preocupación por este gas está estrechamente ligada a la actividad humana, especialmente a la ganadería, que es responsable de una parte significativa de sus emisiones.
Cambios en la alimentación del ganado
David Yáñez, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en la Estación Experimental de Zaidín en Granada, destaca en Las Mañanas de RNE que es posible reducir de manera considerable las emisiones de metano generadas por la fermentación microbiana en el sistema digestivo de los rumiantes, como vacas y ovejas.
“Podemos mejorar su alimentación o bien tratar de inducir en los animales una respuesta inmune frente a aquellos microorganismos que reducen el metano“
Esta fermentación produce metano cuando los animales digieren el forraje. Existen dos vías principales para mitigar estas emisiones. “Podemos mejorar su alimentación o bien tratar de inducir en los animales una respuesta inmune frente a aquellos microorganismos que reducen el metano, sin afectar al proceso de digestión de los animales”, explica.
Ya está aprobado por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria el aditivo que permitiría la segunda estrategia, que puede reducir las emisiones de metano entre un 30% y un 40%. El CSIC, junto al sector privado y otros centros de investigación internacionales, trabaja desde hace años en esta línea. Se trata de un aditivo que “inhibe la actividad específica de alguno de esos microorganismos que están en la panza del animal, sin alterar el proceso de digestión”.
Optar por una mejora de la propia alimentación del ganado es la otra estrategia, que se conoce desde hace mucho tiempo. Sin embargo, Yáñez señala que, aunque es una medida efectiva, no acarrea una ventaja productiva para el ganadero. Esto presenta un desafío, ya que los ganaderos necesitan incentivos económicos para adoptar prácticas así. Por ello, Yáñez argumenta que, es crucial encontrar “vías para incentivar el uso de estas alternativas en las grandes cooperativas o empresas: que puedan adquirir los aditivos y utilizar algún reclamo de sus beneficios medioambientales”.
Los riesgos del metano
El metano no se genera exclusivamente por la actividad ganadera, proviene de múltiples fuentes, pero es un sector significativo que tiene el potencial de reducirlo de manera sustancial. La presencia de este gas en grandes depósitos del fondo de los océanos y en el permafrost implica riesgos importantes, puesto que el cambio climático podría liberarlos y aumentar así el efecto invernadero.