La población de Líbano se sume en el miedo ante la amenaza de una guerra con Israel: "No hay quien les pare"
- Más de 27.000 personas han sido desplazadas en las últimas 48 horas, una cifra que no deja de crecer ante los ataques
- Los libaneses dicen que esta es la escalada más atroz que han vivido desde la invasión israelí de Beirut en 1982
"Miedo" es la palabra que más se repite desde hace días en Líbano. La incertidumbre se ha ido propagando ante los incesantes ataques de Israel a Hizbulá en el país. Primero fueron los buscas, luego explotaron los walkie-talkies y después llegó la ofensiva con bombas, aviones de combate y misiles que, según declaró el miércoles el jefe del Ejército israelí, preparan el terreno para una "posible entrada" por tierra.
"Desde los atentados terroristas gemelos de la semana pasada, la población ha sido testigo de una carnicería tras otra casi todos los días", explica a RTVE.es la periodista libanesa Lara Bitar, redactora jefe del medio The Public Source. A los hospitales "empezaron a llegar heridos a toneladas después de los primeros ataques. Los cirujanos se pasaron la noche operando, amputando dedos, quitándoles los ojos…", relata la médico de familia en el Hospital Americano de Beirut Beatriz Khater.
De ahí llegó el insomnio, no solo en los centros sanitarios, donde las cirugías han empezado a ser selectivas ante el temor a nuevos ataques, sino a todos los libaneses ante el temor de un conflicto a gran escala.
"La situación es muy diferente dependiendo de la zona del país en la que estés, porque hay gente que está a salvo, mientras que otros han tenido que huir de sus casas. Pero está cambiando muy rápido. Hace dos días las cosas no eran como son ahora", cuenta Hallac, director de una escuela infantil de Beirut.
Sonia llama a RTVE.es desde su casa, al norte de Beirut. Desde ahí no se ven ataques, "pero sí que se escuchan los drones todo el tiempo. Estamos en un estado de constante miedo y sobre todo incertidumbre, porque a cada minuto que miras las noticias, el número de personas que pierde la vida, crece", explica.
Condenados al éxodo
Aunque los bombardeos se centran en el sur del país y el valle de la Becá, Israel también ha atacado feudos de Hizbulá en la capital. A principios de semana, el Gobierno de Netanyahu interfirió en las comunicaciones para pedir a la población de las zonas "controladas por Hizbulá" que abandonaran sus casas. Poco después cayeron las bombas y muchos se vieron condenados al éxodo. Según las autoridades libanesas, al menos 27.000 personas han sido desplazadas desde entonces, una cifra que crece por momentos.
"La gente está cogiendo lo que puede", afirma Khater, quien explica cómo una compañera suya y su familia "escaparon con los niños, con el dinero, con tres o cuatro cosas y al coche de atrás, que también escapaba, le cayó una bomba".
Como ella hay decenas de miles de personas que han dejado atrás sus vidas y han salido de sus casas, arriesgándose a los peligros del camino. "Iba en mi moto cuando fui alcanzado" por un misil, comenta a TVE un joven libanés, que llegó a Sidón, una ciudad del sur que ya está colapsada.
No es la única. La frontera con Israel está a tan solo 100 kilómetros de Beirut y la capital es la primera parada para quienes huyen. La carretera de entrada se ha inundado de vehículos de familias que quieren ponerse a salvo. Atrás dejan sus casas y también las vidas de los casi 600 muertos desde el comienzo de los ataques, entre ellos cerca de un centenar de menores. "Son niños inocentes, martirizados por esta brutal agresión", cuenta Mohamed, un padre que, en medio de la desesperación, ha tenido que enterrar y despedir a su hija Yuri.
Tami vivía en Haifa, una ciudad al norte de Israel. Ahora está en un refugio público bajo tierra con su madre enferma. Como ella, más de la mitad de la población fronteriza que ha huido desesperada para cubrirse de las bombas.
Cooperación de toda la sociedad
Sin embargo, resalta la periodista, "la gente se está uniendo para apoyar a los desplazados y ofrecerles diversos tipos de ayuda, como vivienda". Los colegios y los hospitales se han comenzado a usar como abrigo a petición del Gobierno del país, que ha habilitado un plan de emergencia, pero también las casas de particulares y voluntarios que las ofrecen a quienes llegan a zonas más seguras.
Otros ayudan con lo que saben hacer. "Si los médicos se van, ¿quién se va a quedar aquí? Aunque no sea cirujano, en tiempos de guerra cualquiera ayuda vale, porque sé coser", explica Khater.
Lo mismo le sucede a la familia de Bilal y Sara, libaneses residentes en España, pendientes desde la distancia a lo que sucede en su país. "Mi tía se quiere ir a Catar, donde tenemos más familia, pero es muy difícil. Mis primos están allí (en Beirut) trabajando. Tengo una prima que está en Cruz Roja y su hijo también. Otro es cocinero y tiene un colegio al lado de casa. Están llevando comida a los exiliados del sur del Líbano. Ellos me dicen que la situación es peor que en el 2006", relata.
Desde la primera noche de ataques, Sonia reparte agua, comida, colchones, almohadas y mantas con miembros de la asociación para la que trabaja, Acción contra el Hambre. Hasta hace una semana repartía alimentos a las personas más vulnerables de Beirut, pero ahora "no hay tiempo", dice, "para saber si la persona que tenemos delante es de las más pobres del país o no. Nadie tiene nada, todos necesitan ayuda. Quizás la persona que hoy nos está pidiendo ayuda, ayer no le hacía falta nada. Pero es gente que en cuestión de días ha perdido todo: sus hogares, familiares... Y quien ya era vulnerable, ahora lo es mil veces más".
"No puedo hablar en nombre de ningún analista, ni puedo hablar desde el punto de vista económico, político o militar, pero es una situación extremadamente difícil que ha ido a peor en los últimos días", dice Hallac mientras habla de la escasez de comida, la pobreza y de la falta de seguridad que se viven estos días en la capital.
La población resiste en las zonas no atacadas, pero lo hace "con unos medios muy limitados porque económicamente sabemos que en Líbano, desde 2019, hay una crisis muy fuerte y ahora se enfrenta a una guerra con el Estado de Israel, un Estado terrorista", cuenta Ahmad Alam-el-din-mad, un residente de la zona norte del país. Aunque las bombas todavía no han alcanzado su región, sí lo han hecho los aviones que sobrevuelan la zona diariamente. "Esto no es algo que venga de ahora. "Desde el 2006 no cumplen las leyes internacionales que estableció la resolución 1.701 del Consejo de Seguridad de la ONU para poner fin al conflicto porque sobrevuelan el Líbano continuamente", señala en una entrevista en RNE.
En medio del caos, "los periodistas tenemos", explica Bitar, "el deber de contrarrestar la vasta campaña de desinformación que Israel emprende cada vez que lleva a cabo matanzas masivas y comprometernos a informar de la realidad sobre el terreno". Desinformación como "afirmar que Hizbulá almacena armas en las casas de la gente, que el Ministerio de Sanidad está dirigido por Hizbulá, que solo ataca objetivos militares, cuando la inmensa mayoría de las víctimas han sido civiles...", relata la periodista.
Una "nueva fase de la guerra"
Netanyahu ha añadido a los objetivos que se puso el 7 de octubre el retorno "con seguridad" de los desplazados en la frontera. Según el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, perseguido por la Corte Penal Internacional por sus crímenes en Gaza, es una "nueva fase de la guerra" centrada en la frontera norte del país. Mientras, las bombas que siguen cayendo a ambos lados de la frontera avivan la incertidumbre de un conflicto a gran escala.
Todos los entrevistados están de acuerdo: "Esta es la escalada más atroz que hemos vivido desde la invasión israelí de Beirut en 1982. En un solo día, el lunes, Israel llevó a cabo 2.000 ataques en todo el país, matando a 588 personas. En 2006, durante los 33 días de guerra, Israel mató a 1.200 personas", explica Bitar. "Ven a los árabes como mosquitos", dice Ahmad, ya que "están bombardeando masivamente a los pueblos sin distinguir entre militares y civiles".
Bilal huyó del conflicto del 82. "Yo, por desgracia, ya viví la guerra. En el 82 fui herido en una ambulancia y después me vine a España a estudiar. En 2006 estuve con mi hijo en Beirut y las fuerzas armadas nos sacaron de allí. Y todo esto me recuerda que no hay quien les pare, porque les dan igual las vidas humanas, les da igual matar y bombardear", recuerda. Lamenta que, desde hace meses, no es capaz de separarse de las noticias y las cadenas de radio locales.
El fuego cruzado comenzó hace casi un año como respuesta a los ataques de Hamás sobre Israel y ha ido escalando hasta esta situación. Hizbulá dice que no dejará de atacar Israel mientras no termine la guerra de Gaza y Gallant ha amenazado con devolver al Líbano "a la edad de piedra".
"Cuando existe un enemigo como Israel tan brutal, con un gobierno tan extremista, está claro que estamos con Hizbulá contra Israel", dice Alam. Igual que él, es complicado que la ciudadanía libanesa culpe a la milicia chií de lo sucedido. Están ligados a la lucha contra Israel desde sus orígenes, en 1982, para combatir la invasión del Ejército israelí del Líbano. Desde entonces su influencia no ha dejado de crecer, no solo en lo militar y lo político, sino también en lo social, apoyando, por ejemplo, la creación de escuelas y hospitales y al sector de la población más desfavorecido.
Ahora, la vida intenta seguir para aquellos a los que las bombas todavía no los han alcanzado, pero el miedo aumenta para quienes se tienen que resignar con la esperanza de que el conflicto no desencadene una guerra total.