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Análisis

La batalla de la opinión pública internacional en torno a la guerra en Gaza, una cuestión que polariza

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La polarización internacional ante la guerra en Gaza
Manifestación propalestina frente al Capitolio en Washington DC Michael A. McCoy/Getty Images

A punto de cumplirse un año del estallido de la guerra entre Israel y Hamás, las hostilidades, lejos de terminar, se han extendido más allá de la Franja de Gaza a toda la región sin la posibilidad de alcanzar un consenso internacional sobre cómo poner fin al conflicto. Las relaciones históricas que tanto el Estado hebreo como Palestina han tejido a lo largo de las últimas décadas han mantenido dos bloques firmes y diferenciados, pero el sufrimiento al que está siendo sometido el pueblo gazatí ha generado varios movimientos sociales y ha motivado la acción de varios países neutrales. La extensión de la ofensiva israelí a Líbano no ha hecho más que agudizar la situación.

El apoyo casi unánime hacia Israel y la condena de los 1.200 asesinatos y 252 secuestros que Hamás ejecutó el 7 de octubre de 2023 se tornó rápidamente en preocupación generalizada ante la contundencia de la respuesta israelí. La entrada del Ejército hebreo en el norte de Gaza se fue extendiendo hasta ocupar la totalidad de la Franja a base de fuertes bombardeos, el bloqueo de alimentos, agua y ayuda médica a la región, la destrucción de hogares y la expulsión, desplazamientos y muertes de decenas de miles de palestinos.

En su objetivo de eliminar a Hamás y recuperar a los rehenes, el Gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha llevado las operaciones hasta Cisjordania ocupada, el Líbano, Siria e incluso Irán, mientras la comunidad internacional clama por un alto el fuego que evite la escalada bélica en Oriente Próximo.

Este fin de semana, las manifestaciones en apoyo a Palestina y que piden el cese de envíos de armas a Israel se han extendido por todo el mundo. Hasta el presidente francés, Emmanuel Macron, se ha sumado a dicha solicitud, mientras los familiares de los rehenes tomados por Hamás siguen rogando por un acuerdo para que sean liberados.

Sobre esta situación, el doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid, Isaías Barreñada, señala a RNE que "va a ser muy difícil para el Israel de después de la guerra reconstruir la coraza de protección e inmunidad que ha gozado durante todo este tiempo".

De la defensa al ataque

Al estallar el conflicto, las primeras muestras de apoyo fueron para el pueblo israelí, con manifestaciones que pedían la liberación de los rehenes y actos simbólicos como la iluminación de varios monumentos de todo el mundo con los colores de la bandera de Israel. Sin embargo, la implacable represión del Ejército hebreo en busca de objetivos de Hamás en Gaza, que rápidamente superó en víctimas civiles al propio ataque terrorista, hizo estallar las movilizaciones de organizaciones defensoras de la causa palestina que veían cómo los avances de la última década podían perderse por completo.

Una investigación realizada por el Armed Conflict Location and Event Data Project indica que del 7 de octubre al 24 de noviembre hubo al menos 7.283 protestas propalestinas frente a 845 concentraciones pro Israel en todo el mundo.

Las protestas que pedían el cese de la actividad militar en la Franja fueron principalmente secundadas en países de Oriente Próximo, el norte de África y regiones asiáticas de predominio musulmán, pero se multiplicaron también en Occidente. Sin embargo, en algunos Estados con fuerte relación simbólica con Israel desde la Segunda Guerra Mundial, como Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido o Hungría, se limitó el número de concentraciones y llegó a prohibirse el uso de la bandera de Palestina y su prenda típica, la kufiya, como respeto todavía al duelo del pueblo hebreo, cuya campaña militar era considerada una defensa legítima de su territorio.

El avance de las tropas israelíes no se detenía con el paso de los meses y, tras el corto periodo de pausa humanitaria en noviembre, Sudáfrica (símbolo de la lucha contra el apartheid que sufrió gran parte de su población), el 29 de diciembre denunció formalmente a Israel por "genocidio" contra la población gazatí ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).

El punto de inflexión en Ráfah

Desde la denuncia de Sudáfrica, las manifestaciones propalestinas se siguieron extendiendo ante el goteo de muertes diario en la Franja de Gaza. Surgió entonces la actividad que más impacto tuvo: la ocupación de los campus universitarios de Estados Unidos. El movimiento estudiantil se extendió en más de 60 universidades estadounidenses, como ya se hiciera en 1968 contra la guerra de Vietnam, para pedir la pausa del envío de armas a Israel y hasta la ruptura de relaciones con el Estado judío, frente a la oposición de la Administración del presidente Joe Biden.

Estudiantes propalestinos del campus de la UCLA montan un campamento en apoyo a Gaza en Los Ángeles, California

Estudiantes propalestinos del campus de la UCLA montan un campamento en apoyo a Gaza en Los Ángeles, California Grace Yoon/Anadolu via Getty Images

La marea alcanzó campus de todo el mundo: Europa, Australia o Latinoamérica, en cada país se desarrollaron cientos de acampadas que exigían romper relaciones diplomáticas de cada uno de los centros con las instituciones israelíes, incluidas varias en España. Y en medio de esa revuelta en las facultades, Israel dio un paso sin retorno: el ataque al único punto de la Franja destinado por el Gobierno de Netanyahu para servir de refugio a la población gazatí desplazada.

Ráfah, al sur de Gaza, había incrementado su población de 275.000 habitantes a más de millón y medio de personas desde el 7 de octubre. Israel, que ya había arrasado con la mayoría de la infraestructura de todo el enclave, inició el 6 de mayo la incursión y realizó múltiples operaciones que incluían el bombardeo de campamentos repletos de refugiados.

La muerte de más de 45 personas en el campamento del barrio de Tal al-Sultan, una zona que supuestamente era segura para los civiles y que el Ejército israelí no había ordenado evacuar, conmocionó al mundo. Al día siguiente del ataque, una persona lanzó desde Malasia una campaña denominada "ALL EYES ON RAFAH" (todos los ojos sobre Ráfah), que fue compartida por más de 50 millones de personas en Instagram, convirtiéndola en la imagen generada por Inteligencia Artificial más vista de la historia.

A partir de entonces, Israel perdió la batalla del relato de la defensa propia y las denuncias de genocidio se extendieron. En un intento de aplacar la mala imagen de su aliado, Joe Biden cerró un plan de tregua y liberación de rehenes de tres fases que pudiera firmar tanto Netanyahu como la cúpula de Hamás. Sin embargo, el lado más extremista del Gobierno israelí rechazó algunas de las cláusulas, principalmente la no eliminación total del grupo islamista, y el alto el fuego fue rechazado.

Esta renuncia del Ejecutivo israelí a recuperar los rehenes a cambio del cese de la ofensiva militar fue un impulso más para que varios países se unieran al proceso iniciado por Sudáfrica ante el Tribunal de La Haya. Actualmente, entre ellos se encuentran Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Irlanda, Eslovenia, Turquía y, desde el 6 de junio, también España.

En el lado opuesto, hay una serie de países, liderados por Estados Unidos, que consideran "infundada" la acusación de Sudáfrica y defienden que Israel no ha violado el derecho internacional humanitario ni está realizando un genocidio.

El derecho internacional intenta proteger los derechos y la vida de los no combatientes en un conflicto violento y diferenciar entre objetivos militares y civiles, mientras que genocidio define un crimen que tiene el objetivo de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal.

El reconocimiento del Estado palestino

De forma paralela a la causa sudafricana, España se ha erigido como el adalid para impulsar el reconocimiento del Estado de Palestina en la Unión Europea. El 28 de mayo, junto con Irlanda y Noruega (y unos días más tarde Eslovenia), el Gobierno reconoció al país palestino con las fronteras de 1967, una medida que ha generado problemas diplomáticos con Israel, pero que busca reforzar los derechos de la castigada población de Gaza y Cisjordania ocupada.

España ha llevado la propuesta varias veces al Parlamento Europeo estos meses, pero todavía no se ha alcanzado un consenso para realizar el reconocimiento de forma unánime mientras no haya un alto el fuego.

Según el Barómetro del Real Instituto Elcano (BRIE) de 2024 referido al conflicto palestino-israelí, con datos de marzo y abril, un 60% de los encuestados en España cree que la solución a la guerra debe ser establecer dos Estados independientes. El dato se mantiene en Francia, y aumenta en Alemania (70%), Italia (69%) y Reino Unido (66%), países que todavía no reconocen a Palestina.

Además, según la misma encuesta, en España el 50% de la muestra cree que Israel es el principal responsable de la situación actual de Gaza, frente al 34% que considera que ambos y el 16% restante a Palestina. La consulta se realizó antes de la incursión en Ráfah y la deriva israelí que le ha llevado a matar ya más de 41.000 personas en Gaza y medio millar en Líbano, por lo que el señalamiento a la actitud de Israel ha podido aumentar.

La Vuelta ciclista a España disputada los meses de agosto y septiembre fue un ejemplo del sentir de parte de la población española. Durante cada una de las etapas, al paso por casi todas las localidades, las banderas palestinas inundaron las aceras como apoyo a Gaza y denuncia de la participación del equipo Israel Premier Tech (IPT) en la competición.

Banderas palestinas en Lugo al paso de La Vuelta ciclista 2024

Banderas palestinas en Lugo al paso de La Vuelta ciclista 2024 Dario Belingheri/Getty Images

Así como este fin de semana, el pasado viernes, miles de españoles se manifestaron en varias ciudades a grito de "no es una guerra, es un genocidio" y pidiendo "un boicot mundial a Israel", en el marco de la jornada de huelga convocada por el sindicato CGT para denunciar la guerra de Israel en Gaza y la reciente ofensiva en el Líbano.

Protestas en Madrid, Barcelona y otras ciudades contra el "genocidio" de Palestina y Líbano

Este tipo de actos sociales, unido a las operaciones del Ejército israelí en la Franja, también han provocado que países neutrales como Chad, Honduras o Chile hayan retirado a sus embajadores de Israel, y otros como Belice, Bolivia o Colombia hayan optado por romper sus relaciones con el Estado hebreo.

La Asamblea General de la ONU como reflejo

Turquía es otro de los países que más ha deteriorado su ya desgastado vínculo con Israel. A la ruptura de los intercambios comerciales se une el discurso de su presidente, Recep Tayyip Erdogan, quien está siendo el líder más duro y contundente en Europa contra Netanyahu.

Muestra de ello fueron sus palabras la semana pasada en la Asamblea General de la ONU en Nueva York, donde Erdogan acusó a Israel de estar cometiendo un genocidio en Gaza y pidió que, "de la misma forma que Hitler fue frenado por una alianza en favor de la humanidad hace 70 años, Netanyahu y su red de asesinos deben de ser detenidos".

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, también llamó "genocida" a Netanyahu y sostuvo que es necesario que la comunidad internacional "lo detenga" para evitar más muertes. Sin embargo, el primer ministro israelí acudió a la cita sosteniendo que "busca la paz" y, al mismo tiempo, que no detendrán los ataques hasta lograr sus objetivos.

Antes de que Netanyahu iniciara su discurso, varias delegaciones como las de Catar, Siria, Irak o Turquía, así como las de Palestina y el Líbano, abandonaron la sesión en señal de repulsa, frente a los aplausos de los familiares de las víctimas del 7 de octubre que estaban presentes en el plenario.

A las afueras, en las calles de Nueva York se congregaron miles de personas para protestar por la presencia del mandatario israelí y pedir su arresto: "No queremos criminales de guerra en Nueva York" o "¡Detengan el genocidio!" fueron algunos de los mensajes principales que emanaron de unas manifestaciones que se saldaron con más de 50 detenciones.

Protesta en Nueva York contra la presencia del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu en la ONU

Protesta en Nueva York contra la presencia del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu en la ONU Alex Kent / GETTY IMAGES NORTH AMERICA

Los apoyos principales de Hamás y Palestina

Hamás es una organización política y paramilitar cuyo objetivo es crear un Estado islamista que aúne los territorios de Gaza, Cisjordania e Israel. Su deseo por expulsar al pueblo judío de la región sin llegar a la solución de dos Estados rompe con la política de la Autoridad Nacional Palestina presidida por Mahmud Abás, que sí defiende un acuerdo que restablezca las fronteras de 1967.

La propia discordia entre la sociedad palestina ha permitido que Hamás mantenga el control desde hace años en Gaza, pese a ser considerada una organización terrorista por la Unión Europea, Estados Unidos, Australia y muchos otros países.

La fuerza militar del grupo islamista proviene principalmente de Irán. Aunque Hamás pertenece a la rama suní del islam e Irán a la chií, la animadversión de ambos contra Israel prevalece. La financiación iraní también recae sobre otras milicias como Hizbulá en Líbano y los hutíes de Yemen, que mantienen un apoyo beligerante a la causa palestina desde el inicio de la incursión israelí en Gaza.

En el apartado diplomático, los interlocutores de Hamás para la consecución de un alto el fuego son Egipto y Catar, si bien los intereses de ambos países son la defensa de los derechos humanos de la población palestina y la estabilidad de la región, no la derrota de Israel.

Casi la totalidad del mundo árabe no reconoce a Israel, y, en consecuencia, defiende a Palestina. Sin embargo, en los últimos años, varios países de Oriente Próximo estaban próximos a establecer relaciones con el Estado hebreo, como ya hicieran en 2020 Emiratos Árabes o Baréin.

Es el caso de Arabia Saudí, cuya apertura económica cada vez mayor con Occidente facilitaba el acercamiento. No obstante, ante el conflicto actual, el rey saudí, Salmán bin Abdelaziz, ha remarcado que no iniciará conversaciones diplomáticas hasta que se reconozca al Estado independiente de Palestina con capital en Jerusalén Este.

La comprometida postura de Estados Unidos

Pese al rápido deterioro de las relaciones diplomáticas que Israel mantenía con muchos países de Occidente, su fuerte vínculo con Estados Unidos todavía le hace estar conectado con varios países de la Alianza Atlántica. Otras naciones que dependen militar o económicamente de la Casa Blanca, como varias islas del Pacífico o Ucrania, Paraguay y Argentina, también están mostrando su apoyo al Estado hebreo en cada una de las votaciones de las Naciones Unidas.

Un ejemplo fue la resolución histórica del 18 de septiembre, por la que la Asamblea General de la ONU exige el fin de la ocupación de Palestina por parte de Israel en un plazo de 12 meses, tras una mayoría de 124 votos a favor (entre ellos España), 14 en contra (Israel, EE.UU, Argentina, Fiji, Hungría, Palau, Papua Nueva Guinea, Paraguay, República Checa o Tonga) y 43 abstenciones (Alemania, Australia, Canadá, Costa Rica, Ecuador, Gran Bretaña, Guatemala, Italia, la República Dominicana, Panamá, Ucrania y Uruguay, entre otros).

Por el lado contrario, a Israel la estrecha relación con Estados Unidos también le traslada los enemigos históricos de este forjados durante la Guerra Fría y de gobierno comunista, como son Rusia, Cuba, China, Irán, Venezuela, Nicaragua o Corea del Norte.

En esta tesitura, Estados Unidos está extendiendo hasta el límite el margen de maniobra con Israel, con quien ya tuvo un amago de bloqueo de envío de armas por la forma en la que las está utilizando sobre Gaza.

En plena carrera electoral, la diplomacia estadounidense sigue reuniéndose con los mediadores llegar a un alto el fuego, mientras los mítines de la vicepresidenta y candidata Kamala Harris deben sortear las protestas que denuncian el apoyo a Israel.

Protesta propalestina ante la Convención Nacional Demócrata de Chicago, Illinois

Protesta propalestina ante la Convención Nacional Demócrata de Chicago, Illinois Jacek Boczarski/Anadolu via Getty Images

A pesar de ello, Joe Biden ha seguido culpando a Hamás del sufrimiento que padece la población palestina hasta su última intervención en la Asamblea General de la ONU, en la que pidió llegar a la solución de dos Estados que permita tanto a Israel como a Palestina vivir en un estado propio "en paz, con seguridad y libertad", sin reprocharle nada al Gobierno de Netanyahu.