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Hizbulá, el enemigo de Israel en Líbano en un conflicto con décadas de historia

  • Beirut ha sido objetivo de Tel Aviv prácticamente desde el nacimiento del Estado judío, en 1948
  • Israel ha matado en un bombardeo al líder del grupo chií y a varios de sus dirigentes
  • DIRECTO: guerra entre Israel y Hizbulá

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La tensión entre Israel e Hizbuá y el papel del Líbano en un conflicto con décadas de historia
Una nube de humo tras los bombardeos israelís en Beirut REUTERS/Emilie Madi

El conflicto entre Hizbulá e Israel en el Líbano vive su mayor escalada en 20 años. En mitad de una oleada de intensos bombardeos, el Ejército israelí derribó el viernes seis edificios residenciales en lo que llamó un ataque "preciso" contra la sede central de la milicia chií en Beirut. Una operación en la que acabó con la vida de su líder, Hasán Nasrala, y varios miembros de su cúpula militar.

Los enfrentamientos entraron en una "nueva etapa" tras las explosiones de dispositivos electrónicos y la muerte de varios altos cargos del grupo libanés, que en los últimos días ha visto cómo iban cayendo varios de sus líderes. El intercambio de fuego en la frontera — que se inició el 8 de octubre tras la respuesta de la milicia a la guerra en Gaza — ha derivado en una escalada de violencia que deja ya más de 700 muertes del lado libanés.

Hizbulá se ha convertido en un actor clave de un conflicto que cada vez se extiende a más puntos de Oriente Próximo y crece por momentos el temor a una posible guerra abierta que incluiría el cruce de la Línea Azul y la incursión israelí en territorio libanés, algo que ya ocurrió en 1978, 1982 y 2006. Líbano, que vive una oleada de bombardeos y que esta semana sufrió el ataque más mortífero en 30 años, ha gozado de pocos momentos de paz desde su creación — cuando consiguió la independencia de Francia en 1943 — y su relación con la causa palestina tiene décadas de historia. 

Un conflicto con décadas de historia

El Líbano ha sido objetivo de Israel prácticamente desde el nacimiento del Estado judío, en 1948. Ese año, junto a otros miembros de la Liga Árabe, este pequeño país mediterráneo de unos 10.000 kilómetros cuadrados se enfrentó contra su nuevo vecino en un conflicto (la guerra árabe israelí) que marcó el comienzo de la Nakba. El éxodo forzoso palestino afectó a más de 700.000 personas, de las cuales 100.000 llegaron entonces a territorio libanés.

"Esto hizo que la causa palestina se convirtiera en una parte integral de la política y la identidad nacional libanesa con un papel esencial en la guerra civil que azotó el país", explica a RTVE.es la analista especializada en Oriente Próximo Itxaso Domínguez. Desde entonces, un sector de la sociedad abraza la solidaridad con Palestina; otro rechaza a los refugiados como consecuencia de "relatos racistas" lanzados por parte de algunas élites. 

Aunque Beirut y Tel Aviv firmaron un armisticio en 1949, la llegada de otros tantos miles de palestinos a Líbano —tanto tras el conflicto árabe israelí como tras la Guerra de los seis días, en 1967 — cambió el equilibrio demográfico a favor de los musulmanes en un país donde conviven entre 15 y 20 comunidades religiosas (entre ellas chiíes, suníes y cristianos). 

Los enfrentamientos transfronterizos se intensificaron en los años 70, después del traslado de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) al Líbano tras su expulsión de Jordania como consecuencia de enfrentamientos con el régimen. En 1973, el grupo Septiembre Negro — facción de la OLP que surgió del conflicto jordano — atentó contra tres atletas judíos en las Olimpiadas de Múnich y Ejército israelí respondió con el asesinato de guerrilleros palestinos en Beirut.

La espiral de violencia provocó el desplazamiento de miles de libaneses hacia el sur, lo que agravó la tensión entre las distintas comunidades y dio lugar a una guerra civil que enfrentó a cristianos y musulmanes y que se extendió desde 1975 hasta 1990. 

El nacimiento y la transformación de Hizbulá

En pleno conflicto interno, Israel invadió por primera vez el sur del Líbano en 1978 y, en 1982, llegó hasta Beirut para acabar con la OLP. La consecuencia directa, aunque hubo otros motivos para su creación, fue el nacimiento de Hizbulá. "El poder de la milicia chií que Tel Aviv dice ahora querer combatir no se explica sin el rol que el propio Israel jugó hace unas décadas en la guerra civil libanesa", explica a este medio el analista de El Orden Mundial (EOM) y doctorando en estudios árabes Álvaro de Argüelles.

Por un lado, porque es difícil entender la crisis identitaria del país sin el éxodo masivo palestino, que trastocó las minorías existentes; por otro, porque Tel Aviv, "incentivó las tensiones sectarias". "Favoreció la idea de la creación de un Estado cristiano dentro del Líbano y fue solo entonces cuando surgió Hizbulá", añade De Argüelles.

"Aunque su lucha se ha asociado a la causa palestina, su enfoque principal ha sido la resistencia a la ocupación israelí en su territorio, que no es exactamente lo mismo", explica Domínguez. Además, los objetivos del traducido del árabe como partido de Dios, han cambiado a lo largo de los años. En sus inicios, eran la defensa de la comunidad chií, que se sentía "marginada y vulnerable", la resistencia a la ocupación israelí y su expulsión del territorio libanés y la lucha contra Estados Unidos.

Con los años, el gran cambio de paradigma fue el abandono de su propósito de crear un Estado Islámico inspirándose en Irán (que siempre ha sido un apoyo esencial tanto político como económico). La organización tuvo en cuenta la diversidad confesional de un país donde ni los chiíes, ni la comunidad musulmana en su conjunto representaban a toda la población. A partir de 1992, cuando se registró como partido, empezó a involucrarse directamente en la vida política y en la toma de decisiones sin dejar de lado su rama militar.

En un manifiesto lanzado en 2009, la milicia chií puso de relieve esa transformación y subrayó su lado más político. "A nivel exterior, sigue priorizando la lucha con EE.UU. e Israel, pero la enmarca en un contexto distinto, con un lenguaje antiimperialista, no religioso, y sitúa a Washington como un actor hegemónico que antepone sus intereses a los de los países del tercer mundo", argumenta el analista de EOM.

Líbano, un sistema político confesional

El Líbano se rige por un sistema político confesional en el que cada grupo principal (suníes, chiíes y cristianos maronitas) maneja una determinada cuota de poder. Es así desde 1943, cuando el conocido como Pacto Nacional estableció que el presidente de la República debía ser cristiano, el primer ministro suní y el presidente del Senado chií.

Para ello, se basaron en un censo poblacional realizado en 1932, que fue actualizado con estimaciones de crecimiento en el año en que se tramitó la ley y que, a día de hoy, muy probablemente no refleja la realidad demográfica del país. 

Hizbulá se registró como partido político en 1992 y desde 2005, cuando se unió a la Alianza del 8 de marzo, participa en el Gobierno del Líbano. En 2022, sin embargo, el grupo y sus aliados perdieron la mayoría, lo que derivó en una situación de bloqueo.

La complejidad política y la falta de consenso entre los bloques ha hecho que en las últimas décadas el país haya vivido hasta cuatro periodos de vacíos presidenciales, incluido el actual. El país tiene vacante la jefatura del Estado desde abril de 2023 y lleva más de dos años con un Gobierno interino, el de Najib Mikati. 

La guerra de 2006, la última incursión israelí en Líbano

A finales de los noventa, los intercambios en la frontera eran habituales y en 1996 la Operación Uvas de la Ira, perpetrada por Israel, mató a más de 200 libaneses, al menos un centenar de ellos en el ataque a una base de la ONU cerca de la aldea libanesa de Qana. Aunque la guerra abierta había acabado, la ocupación israelí del sur del país se alargó hasta el año 2000 y, solo seis años más tarde, Tel Aviv volvió a entrar en el Líbano.

La guerra de 2006 estalló después de que Hizbulá, en una incursión a Israel, secuestrara a dos soldados israelíes y matara a otros ocho. El conflicto duró cinco semanas en las que murieron unos 1.200 libaneses, la mayoría civiles, y 158 israelís, la gran parte soldados. Tel Aviv abandonó el Líbano sin completar sus objetivos militares, algo que, como apunta Domínguez, "muchos libaneses y árabes vieron como una victoria" que, además, sirvió para aumentar el respaldo popular a la milicia chií.

En el conflicto actual, desde que comenzaron los intercambios de fuego en la frontera, en el lado libanés han muerto al menos 1.247 personas, según datos del Gobierno de Beirut. "Hizbolá siempre ha estado en la línea del simbolismo y no hay una proporción entre entre las medidas libanesas y las contramedidas israelíes", afirma De Argüelles.

Un Estado dentro del Estado

Como comenta Domínguez, a medida que Hizbulá ha ganado influencia y poder, "se ha convertido en un actor político clave en Líbano". Aunque aún se presenta como un grupo de resistencia contra Israel, "ha comenzado a adoptar una postura más nacionalista y ha buscado legitimar su existencia a través de su papel en la defensa del Líbano en su conjunto, no solo de la comunidad chií. Por por ejemplo, hace unos años contribuyó enormemente a derrotar a grupúsculos de Dáesh en el país", explica la analista.

"Se suele decir que Hizbulá es un Estado dentro de un Estado", afirma a TVE el catedrático Ignacio Álvarez Ossorio, responsable del Grupo de Investigación sobre Magreb y Oriente Medio de la Universidad Complutense. Aunque la dimensión más conocida sea la militar, también opera a nivel político. Cuenta con representación dentro del Parlamento, controla ministerios y tiene capacidad para vetar decisiones del Gobierno. "Cualquier decisión importante para el destino del Líbano tiene que contar con luz verde de Hizbulá", asegura.

Además de ser el principal representante de los chiís, cuenta con una gran red de organizaciones que presta ayuda a los sectores más desfavorecidos con servicios como hospitales, escuelas u orfanatos situados en las zonas bajo su control. En un Estado "muy débil, incompetente y corrupto”, que no cumple con su función de otorgar servicios elementales, "ese vacío es llenado por diferentes grupos políticos, entre ellos Hizbulá", apunta Ossorio.

Además, como señala Domínguez, Hizbulá, además del importante apoyo de países como Irán, ha desarrollado una economía paralela que le permite operar al margen del sistema financiero del Líbano. Gracias a actividades comerciales y de contrabando, fortalece su base económica y también "crea empleos y apoyo en comunidades locales, aumentando su popularidad".

Sin embargo, su influencia también genera divisiones. "Muchos libaneses, especialmente cristianos y sunnitas, lo ven con desconfianza y critican su papel en la política y su poder militar, así como por sus acciones en Siria de apoyo al régimen de Bashar Al Assad", explica la analista.

Hacia una posible entrada en el Líbano

Hizbulá es considerada una organización terrorista por Estados Unidos e Israel, mientras que la Unión Europea sólo considera como tal a la rama armada del movimiento. Sin embargo, como apuntan los expertos, también es la milicia mejor armada de Oriente Próximo, con más peso que el propio Ejército libanés. En Líbano, su influencia es aún mayor en algunos de sus feudos, como el barrio de Dahye, en Beirut, que esta semana ha sido el blanco de numerosos ataques, entre ellos el último bombardeo dirigido a la sede central de la formación.

Según fuentes de seguridad hebreas citadas por medios israelís, el objetivo del ataque era el dirigente de Hizbulá, Hasán Nasrala. La organización libanesa, sin embargo, ha asegurado que su líder sigue vivo. El portavoz de las fuerzas israelís ha defendido que con los bombardeos quieren conseguir que "familias israelíes puedan vivir en sus hogares de forma segura", en referencia a la población desplazada de sus hogares en las zonas cercanas a la frontera con Líbano.

Desde el lunes, Israel no cesa en una campaña de bombardeos masivos que, cada día, mata a decenas de personas en el Líbano. El jefe del Ejército ha asegurado que su objetivo es destruir la infraestructura de Hizbulá — ya ha matado a importantes altos cargos de su brazo armado que dejan a han debilitado a la milicia — y ha asegurado que está "preparando el terreno" para una "posible" entrada en el país, como ya lo hizo en Gaza.

"La coyuntura internacional es muy favorable a Israel, si no ha habido sanciones ni llamadas de atención a Israel con lo que ha hecho en Gaza en los últimos doce meses, considera que tiene vía libre para  repetir ese mismo escenario", concluye Ossorio.