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Líbano, un país de acogida de refugiados y migrantes: "¿Seremos la nueva Gaza?"

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Zeina Nazha, una mujer desplazada de Dahiyeh, en el sur de Beirut
Zeina Nazha, una mujer desplazada de Dahiyeh, en el sur de Beirut REUTERS / Louisa Gouliamaki

"Nos llegó un mensaje del Ejército de Israel pidiéndonos abandonar nuestras casas", relata Rahim Teshome. El sábado 28 de septiembre entró en pánico a las 12.05 cuando recibió el SMS enviado por orden del primer ministro, Benjamín Netanyahu, en plena ofensiva contra Hizbulá. Vistió a su hijo, cogió todos los papeles, cerró bien la puerta de su casa y bajaron corriendo las escaleras. "Seguía a los demás", dice. Había miedo en el barrio de Dahiya, un feudo de la milicia chii densamente poblado en Beirut. "Conseguimos llegar a una iglesia", explica al otro lado del teléfono.

"Nos recomendaron ir a sitios cristianos", dice, mientras confiesa que vive con el miedo en el cuerpo en este refugio, abrazada a su niño de diez años. Teshome nació en Etiopía y llegó en 2012, con 15 años, al Líbano bajo el sistema de la Kafala, que en árabe significa protección y, en origen, era la fórmula prevista en el derecho islámico para la acogida de huérfanos. Pero lo cierto es que se ha convertido en una forma de "esclavitud moderna" usada por las empresas y particulares para importar mano de obra barata a las monarquías del Golfo y a países de Oriente Próximo.

Según datos oficiales, hay unas 250.000 mujeres migrantes procedentes de África y del sudeste asiático que son trabajadoras domésticas en hogares libaneses. Ella estuvo en una casa donde, además de vivir en condiciones de extrema precariedad, sufrió violaciones sexuales por parte del padre y del hijo de la familia. Consiguió escapar de aquel infierno y desde entonces intentó rehacer su vida desde cero en los suburbios de Beirut. "Toda la vida intentando arreglar los papeles para mí y para mi hijo, pero ahora no tengo ninguna salida", asegura. Ha sido condenada a malvivir porque se la considera una persona "ilegal".

Ahora es cuando empezaba a estar mejor, había conseguido un trabajo y pagar un alquiler. Pero en esta última semana todo ha saltado por los aires, así que se aferra a sobrevivir. "Tengo mucho miedo, suenan fuertes las bombas y aquí estamos todos desesperados", lamenta. Al día siguiente de abandonar su casa, una vecina le mandó una foto del barrio convertido en escombros.

"¿Líbano va a ser Gaza?"

El edificio y su casa han quedado completamente destruidos. La incertidumbre y las bombas israelíes mantienen en vilo la vida en todo el país. Nadie tiene claro hasta cuándo, mientras Israel envía más brigadas para avanzar con la invasión terrestre. Mientras, en el sur, Hizbulá ya combate cuerpo a cuerpo contra el Ejército israelí. El tablero geopolítico en Oriente Próximo está más agitado que nunca tras el asesinato del líder de Hizbulá, Hasan Nasrala, el pasado fin de semana en Beirut. Irán respondía lanzando el martes un ataque con misiles balísticos contra Israel. "¿Líbano va a ser Gaza?", se preguntaba. Teshome asegura que no le sorprende, porque esta última escalada estuvo precedida por un aumento sin precedentes de los ataques a lo largo de la Línea Azul desde octubre de 2023.

La guerra golpea a un país que no lograba mantenerse a flote debido al complejo contexto marcado por una crisis de gobernanza, económica y financiera de múltiples capas. Un deterioro que ha eternizado la inestabilidad y el colapso de los sistemas sociales, y agravado por los choques internos y externos como la COVID-19 y la explosión del puerto de Beirut en 2020. Según el Consejo para el Sur del Líbano de la ONU a 28 de septiembre de 2024, había 25 instalaciones de agua dañadas y 37 centros sanitarios cerrados. Los daños, que afectan a más de 300.000 personas, se han multiplicado en los últimos días.

También se ha visto afectada de forma directa la educación, ya que la mayoría de los 795 edificios que sirven como centros colectivos son escuelas o establecimientos educativos. Y todo mientras los hospitales, que llevan años atendiendo pacientes a oscuras debido a los constantes cortes de luz, continúan lidiando con los miles de heridos que dejan las bombas israelíes. En este nuevo escenario no dan abasto, la cifra de víctimas mortales asciende a 1.974 y la de heridos a 8.789, según estimaban las autoridades libanesas el miércoles.

"Teníamos muchos problemas económicos"

En realidad, en el país de los cedros nunca ha desaparecido la amenaza de la guerra. Su historia ha sido testigo de episodios sangrientos. "Siempre sabíamos que esto podía pasar en cualquier momento", dice Eftikar Nasriddine. Ella vive en el céntrico barrio El Hamra, conocido como los Campos Elíseos de Beirut, caracterizado por sus cafés, bares y ambiente cosmopolita. Nasriddine y su marido tienen una pequeña cafetería. Vivían tranquilos, dicen, desde el otro lado. "Teníamos muchos problemas económicos, la inflación y la escasez de la electricidad, pero no teníamos esta amenaza sobre desde el cielo", dicen estos dos jóvenes, que tienen 30 y 32 años respectivamente y un hijo de dos años.

La moneda ha perdido el 90% de su valor respecto al dólar; su PIB ha caído hasta un 40% desde 2018, según el Banco Mundial. "No sabemos qué hacer, de momento estamos ayudando a todos los que llegan", dice. Llevan más de una semana recibiendo a la gente que huye de los suburbios y del sur del país, donde la situación es crítica. "Solo nos queda ayudarnos unos a otros", dice la joven suspirando. Las autoridades han habilitado espacios y los particulares están abriendo las puertas de su casa para acoger a la población desplazada. Casi el 90% de la población del Líbano vive en zonas urbanas, incluidos barrios urbanos de gran densidad de población, lo que hace que las bajas masivas en las zonas urbanas sean una preocupación especial. Las personas mayores, las personas con discapacidad y otras que no pueden huir debido a diferentes barreras corren un mayor riesgo en las zonas atacadas.

La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) calcula que unos 160.000 desplazados han llegado a la vecina Siria en los últimos días, de ellos el 70% son sirios. "El flujo de salida continúa", aseguraba el Alto Comisionado de ACNUR, Filippo Grandi, en la red X, acompañado de una foto de cientos de personas apiñadas en un cruce fronterizo entre Siria y el Líbano. Además, hay 176.504 migrantes en el Líbano, según el último Monitoreo de la presencia de migrantes de la OIM publicado en agosto de 2024.

Los refugiados sirios, entre dos guerras

El país acoge a alrededor de 1,5 millones refugiados sirios y a medio millón de palestinos, aunque algunos han decidido volver. "Estoy en Siria", dice Gayda Said Ahmed. Hace una semana volvió a su país pese a que allí el conflicto aún continúa, pero su vida y la de su familia corría más peligro. Llegó al Líbano hace 12 años huyendo tras el estallido de la guerra civil, reduciendo su vida a la espera en una choza en el campamento de personas refugiadas Yasmine, ubicado en el Valle de la Becá, a 30 kilómetros al este de Beirut. Una de las zonas más golpeadas por el actual intercambio de fuego.

La población refugiada siria en el Líbano es una de las mayores concentraciones de refugiados per cápita del mundo. Según la Evaluación de Vulnerabilidad de Personas Sirias Refugiadas en Líbano (VASyR por sus siglas en inglés), en 2023 nueve de cada diez familias sirias vivían en circunstancias de extrema pobreza. "Nunca le hemos importado a nadie. Llevamos más de una década viviendo en campos de refugiados y ahora a nadie le va a preocupar que volvamos a Siria", dice desde Daraa, una ciudad ubicada a 100 kilómetros al sur de Damasco, cerca de la frontera con Jordania.

"Hemos vuelto con lo puesto, familias con niños andando y caminando, algunos en coche", relata. "Lo importante es ponerse a salvo", zanja. La gobernación de Becá, en el este del Líbano, acoge a la mayor población siria, la mayoría vive en comunidades de acogida, el 20% permanece en asentamientos informales y otro 9% en edificios no residenciales como fábricas y escuelas. Una proporción significativa de los hogares sirios, incluidos los hogares encabezados por mujeres, ya vivían en refugios que estaban abarrotados antes de esta escalada, incluidos algunos en peligro de colapso.

Se estima que alrededor del 45% de los refugiados palestinos en el Líbano viven en los 12 campamentos de refugiados del país, a menudo en viviendas inseguras y en ruinas. Solo el tiempo va a determinar hasta qué punto se llenarán con la nueva incursión israelí en Líbano.