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Análisis

El conflicto en Gaza y la invasión de Líbano: la geopolítica en Oriente Medio, en jaque

  • La invasión de la Franja cumple un año tras reconfigurar los equilibrios de la región
  • El triángulo entre Irán, Líbano e Israel amenaza con ampliar el foco del conflicto

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El conflicto en Gaza y la invasión de Líbano tambalean la geopolítica en Oriente Próximo
El conflicto en Gaza y la invasión de Líbano tambalean la geopolítica en Oriente Próximo ADRIÁN ROMERO

El conflicto entre Israel y Hamás va camino de cumplir un año y, con él, la reconfiguración de las ambiciones y temores de actores estatales y no estatales de Oriente Medio. Los tambores de guerra no han dejado de sonar desde los ataques del 7 de octubre, mientras los frágiles equilibrios se han ido resquebrajando a lo largo de los últimos doce meses.

Pese a las iniciativas en favor de un fin de las hostilidades, el Gobierno israelí no ha cesado sus ataques en Gaza y Cisjordania y, en cambio, ha aumentado la retórica belicista con la extensión de sus acciones militares al Líbano.

En los países de Oriente Medio se han alzado dos narrativas a la hora de abordar la cuestión de una guerra regional. Por un lado, están los estados del Golfo, deseosos de evitar una escalada que les afecte dolorosamente a nivel doméstico o internacional.

Por otro, se encuentra Irán, que responde a través de vectores en Yemen (hutíes) y Líbano (Hizbulá). Una pugna en la que "es principalmente Israel quien intenta provocar a Teherán, porque si este reacciona con mucha fuerza, le permitirá salir de su compleja situación estratégica en Gaza y comenzar un conflicto mayor", asegura el investigador principal de la Unidad de Investigación de Conflictos de Clingendael, Erwin van Veen.

"Lamentablemente, la caja de Pandora ha sido abierta, y es difícil imaginar un Medio Oriente pacífico en el futuro a menos que veamos una verdadera solución política al conflicto palestino-israelí primero y a los problemas libanés y sirio después", establece la investigadora principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, Natasha Hall. "Y eso es algo que no parece estar sobre la mesa con este Gobierno israelí; tampoco en el actual Gobierno de Estados Unidos", insiste.

Irán, Israel y la guerra imposible

Las operaciones israelíes hacia dirigentes iraníes en terceros países y grupos proxis aliados de Irán, como Hizbulá, han marcado parte de la inestabilidad de Oriente Medio en el último año.

El ataque contra Israel el 13 de abril, la respuesta contra Isfahán el 19 de abril, y el reciente bombardeo a Tel Aviv del 1 de octubre, han sentado un precedente para una nueva fase en la que los dos Estados pueden atacar el territorio soberano del otro por medios militares convencionales.

Pese a ello, Natasha Hall descarta la posibilidad de que un conflicto entre ambos países escale hasta una guerra regional: "Irán realmente no quiere enfrentarse a Israel en sus términos, sino que prefiere la vía encubierta y jugar a largo plazo. Sabe que es más débil militarmente y en términos de inteligencia en comparación con Tel Aviv y, por supuesto, con su patrocinador, Estados Unidos", añade.

El expresidente iraní, Ebrahim Raisi, habla durante la ceremonia de incorporación de misiles balísticos a su ejércit

El expresidente iraní, Ebrahim Raisi, habla durante la ceremonia de incorporación de misiles balísticos a su ejército, en Teherán (22 de agosto de 2023) REUTERS

Antes del Líbano, y según el investigador senior del Programa de Extremismo en la Universidad George Washington, Sergio Altuna, "a Irán le resultaba suficiente utilizar sus diferentes proxis y acompañarlo de una retórica intimidante, aunque contenida". Sin embargo, la invasión del Líbano parece haber actuado como detonante para aumentar la espiral de violencia en la región.

"Acciones como el asesinato de Hassan Nasrallah [líder espiritual de Hizbulá] y los ataques de las últimas semanas en Beirut fueron definitivamente la gota que colmó el vaso para Irán, ya que provocó que muchos seguidores de Hizbulá y de comunidades chiítas tachasen a Teherán de traidor por no responder a las 'provocaciones' de Israel", agrega Hall.

La ofensiva de Tel Aviv para reducir significativamente las capacidades de Hizbulá plantea un dilema para Teherán, que no puede ni permitirse perder a la organización ni responder de una manera que provoque una escalada bélica.

Por ahora, y "según cómo avance la operación en Líbano, Irán tiene distintas opciones para regular la intensidad del conflicto, desde limitarse a incrementar las fuerzas auxiliares que combaten junto a Hizbulá hasta continuar la campaña de bombardeos desde su territorio o de países como Siria e Irak", establece van Veen.

Líbano, la "nueva etapa" del conflicto

En este escenario de crisis, cabe también preguntarse el papel de Hizbulá ante la actual invasión terrestre israelí de Líbano. Después de los ataques del 7 de octubre, tanto la formación chií como Hamás han demostrado a Israel que sus comunidades limítrofes son vulnerables, algo que ha alimentado los "focos calientes" en la frontera.

Hasta el momento, la posibilidad de un alto el fuego en Gaza actuaba de incentivo para que ambas partes perpetuasen una guerra por debajo del umbral de riesgo extremo. Pero los recientes eventos como las detonaciones de buscapersonas y walkie-talkies usados por militantes de la formación chií, el asesinato de su líder espiritual, Hasán Nasrala, en un ataque a Beirut, y la "operación limitada" en la frontera, han terminado por romper cualquier acuerdo de distensión.

Vehículos del ejército israelí desplegados a lo largo de la frontera con Líbano, en el norte de Israel

Vehículos del ejército israelí desplegados a lo largo de la frontera con Líbano, en el norte de Israel (1 de octubre) AFP/AHMAD GHARABLI

Pese a las presiones de Tel Aviv, Hizbulá no ha cedido a las exigencias de retirarse de la frontera, lo que ha llevado al Estado judío a incrementar sus agresividad hasta el punto de desarrollar una invasión por tierra. Algo que, pese a su gravedad, "deberá ser a gran escala si se quiere tener algún tipo de impacto", explica van Veen.

"Intentar algo parecido a lo ocurrido en 2006, penetrando tan solo unos 20 o 30 kilómetros desde el sur, ya no es suficiente en 2024, porque el arsenal de Hizbulá tiene un alcance mucho mayor", añade. Ello queda evidenciado en el lanzamiento de varios misiles balísticos en los días previos a la invasión.

"No veo cómo podemos tener una operación limitada desde la perspectiva israelí, porque incluso si destruyen varios kilómetros dentro del territorio libanés, aún queda el resto de Líbano, e Hizbulá puede regresar a esas áreas tan pronto como se retiren", establece Hall. "Desde el 8 de octubre se lleva hablando de respuestas contenidas, si bien solo hemos visto una escalada por parte de un Gobierno que dijo a la administración de EE. UU. que todo habría terminado para la Navidad pasada".

Por otro lado, una operación de esta magnitud puede resultar muy costosa para Tel Aviv. "En situaciones de conflicto asimétrico como el actual, estos grupos [Hizbulá] adoptan una estrategia de 'victoria negativa', donde el objetivo no es ganar, sino resistir el tiempo suficiente para socavar la voluntad política y moral del oponente", advierte Altuna.

Ante un escenario de posible estancamiento, y "a menos que Estados Unidos apoye una gran ofensiva, es más probable que Israel intente obligar a Hizbulá a hacer concesiones mediante una campaña aérea de bombardeos intensos y ataques terrestres a la infraestructura en su frontera", subraya van Veen.

Del mismo modo, Israel sabe que la formación intentará utilizar la presencia de los líderes de Hamás en Líbano para influir en la política palestina posconflicto, de ahí el asesinato del representante de Hamás en Líbano, Sherif Abu el Amin, en un bombardeo al sur de dicho país el pasado 30 de septiembre.

"La actitud tan belicosa de Israel se debe a que Hamás no es nada comparado con Hizbulá, algo que hace a los israelíes preguntarse de qué sería capaz si con sus ataques ya desalojó a más de 60.000 civiles de la frontera con Líbano", sentencia.

Emiratos Árabes y Catar, los mediadores

En 2020, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) normalizaron sus relaciones con Israel a través de los acuerdos de Abraham. Junto a Baréin, fue el primer Estado árabe en establecer lazos diplomáticos formales desde que Egipto y Jordania firmasen tratados de paz con el Estado judío en 1979 y 1994, respectivamente.

Las élites emiratíes han presentado dichos acuerdos como un paso hacia un Oriente Medio más pacífico, y que busca situar su país en el centro de la región. En todo momento, emplear dichos documentos para ayudar a Palestina era una cuestión secundaria. "Si bien declararon que los utilizarían como una forma de obtener derechos adicionales para los palestinos, véase detener los asentamientos israelíes, esto no aparecía en ningún lugar del documento", alega la asesora principal de Oriente Medio y Norte de África del International Crisis Group, Dina Esfandiary.

Como consecuencia, y desde los ataques del 7 de octubre, la imagen de los EAU como negociador "fiable" ha empeorado en toda la región. "Aunque se han involucrado en ayuda humanitaria, se han negado a revertir o cancelar su acuerdo con Israel, creyendo que este le permiten ser un mediador más útil. Pero en un contexto de continuos ataques israelíes, esta postura afecta a su reputación", insiste Esfandiary.

Entretanto, Catar prioriza una política exterior independiente de sus vecinos y, pese a que aún no ha normalizado relaciones con Tel Aviv, el Gobierno de Doha ha desempeñado un papel más activo que cualquiera de sus homólogos como intermediario entre las partes en conflicto.

"Debido a que Qatar tiene las oficinas políticas de Hamás en Doha, y la base aérea estadounidense en Al Udeid, ha podido ejercer más influencia tanto en Hamás como Tel Aviv a través de su relación con Estados Unidos", revela el investigador en el programa de Estudios Islámicos y de Oriente Medio de la Universidad de Edimburgo, Sinan Siyech.

Además, "los Emiratos Árabes Unidos son mucho menos receptivos a Hamás al apoyar a la Autoridad Palestina como representante potencial en Palestina, algo que no ocurre en Doha", añade. Dada su cercanía con Gaza, Catar puede ser de los pocos países del Golfo capaz de erigirse como el actor que se resiste a abandonar a los palestinos en favor de Israel.

"En los últimos meses hemos presenciando una incorporación de los Emiratos Árabes Unidos y Qatar a la mezcla diplomática de Oriente Medio, siendo antes su principal representante Egipto. Mientras que los EAU tienen una actitud mucho menos comprometida con los palestinos al no expulsar a ninguno de los embajadores israelíes, Qatar, por otro lado, prefiere mantener las negociaciones con Israel en secreto en lugar de una discusión oficial", concluye Siyech.