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Montserrat Martí, soprano, recuerda el incendio del Liceo: "Fue muy triste. Es como si se hubiera quemado tu casa"

  • La hija de Montserrat Caballé rememora emocionada, 30 años después, el incendio del Gran Teatro del Liceo
  • Jaume Tribó, el trabajador más antiguo del Liceo, guarda algunas reliquias calcinadas del antiguo coliseo

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Informe Semanal - Liceu, renacido y popular

“Fue muy triste. Es como si se hubiera quemado tu casa”, nos cuenta Montserrat Martí con la voz entrecortada. La soprano se emociona cada vez que recuerda el incendio del Liceo. Durante la entrevista se le escapó alguna lágrima. “Lo siento, no puedo parar de emocionarme”, admitía.

Recuerda perfectamente ese día. Se despidió en casa de su madre, Montserrat Caballé. Estaba terminando la maleta y esperaba un taxi para ir al aeropuerto, tenía una grabación en Londres.

He escuchado que el Liceu se quemaba y no me podía ir. Tenía que verlo

Ella se fue a clase de alemán, pero en cuanto se enteró fue corriendo a Las Ramblas. Allí se encontró con su madre. “¿No te ibas de viaje?”, le preguntó. “He escuchado que el Liceu se quemaba y no me podía ir. Tenía que verlo”, le dijo llorando. “Si se ha quemado el techo ya no hay teatro”. Y así fue, se quemó el techo y toda la sala quedó reducida a un amasijo de hierro y escombros.

Montserrat Martí, soprano, recuerda el incendio del Liceo

Montserrat Martí, soprano, recuerda el incendio del Liceo

El dolor de Montserrat Caballé

Cinco días más tarde del incendio, Montserrat Caballé compartía su dolor ante las cámaras de Informe Semanal al visitar las ruinas del gran teatro. Unas imágenes tristes que eran el sentir de todos: la sensación de pérdida, de impotencia, de desgracia.

Montserrat Caballé canta a las ruinas del Liceu

Montserrat Caballé canta a las ruinas del Liceu (Febrero 2019)

Entre los escombros entonó “El cant dels ocells (el canto de los pájaros) una canción que es símbolo de paz y libertad. 30 años después, Montserrat Martí, su hija, la ha vuelto a interpretar en homenaje a su madre, a ese Liceu antiguo que se perdió y al nuevo, renacido de las cenizas como el Ave Fénix.

Necesitaba ver con mis propios ojos que el Liceu se estaba quemando. Pero no podría creerlo

Como pasa con las grandes tragedias, todos recuerdan perfectamente qué estaban haciendo cuando se enteraron del incendio. Jaume Tribó, el apuntador y el trabajador más longevo del gran teatro, recibió una llamada de teléfono: “hay un incendio del Liceu”. Colgó y fue incrédulo a Las Ramblas. “Necesitaba ver con mis propios ojos que el Liceu se estaba quemando. Pero no podría creerlo”.

Restos de una pata de sillón

En su casa guarda, como si fuera un tesoro, algunas de las reliquias del antiguo coliseo: restos de una pata de un sillón, un retal de terciopelo ennegrecido, cenizas. Comenta orgulloso que el gran teatro es la cosa inanimada que más quiere en el mundo, tanto que lleva la “L” de Liceu tatuada en el pecho.

El Liceu que se quemó tenía un olor característico que se esfumó

Echa de menos el antiguo edificio, “la música que había habido, los intérpretes gloriosos que habían pasado… y el olor. El Liceu que se quemó tenía un olor característico que se esfumó”, recuerda.

“Dicen que el fuego es reparador, no lo sé”, nos dijo Alex Ollé, director de escena y artista residente del Liceu, “Lo que sí sé es que cambió, ¿A mejor? No lo sé, pero cambió y se abrió a la ciudad”.

La remodelación posibilitó un nuevo modelo de gestión, pasó de ser un teatro decimonónico en manos de la alta burguesía a ser de gestión pública y con ello, se abrió más al resto de la sociedad. Ahora, 25 años tras la reinauguración, el reto es atraer a nuevos públicos y continuar siendo un emblema de la ciudad, un teatro que esperar seguir renaciendo cada vez que se levanta el telón.