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Paloma Sánchez-Garnica, ganadora del Premio Planeta 2024: "Es la victoria de la verdad sobre la infamia"

  • La ganadora del Planeta afirma que el premio le garantiza "un futuro tranquilo" para escribir
  • La finalista, Beatriz Serrano, apunta que la editorial va a "por el público millennial a tope"

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La ganadora del Premio Planeta 2024, Paloma Sánchez-Garnica, abraza a la finalista, Beatriz Serrano
La ganadora del Premio Planeta 2024, Paloma Sánchez-Garnica, abraza a la finalista, Beatriz Serrano.

Paloma Sánchez-Garnica, flamante ganadora del Premio Planeta 2024, amanece con la adrenalina del triunfo y la gratitud por el galardón, tras una velada en la que confiesa "haber disfrutado".

En un hotel de Barcelona contesta a las preguntas de RTVE.es en un día intenso de entrevistas con los medios de comunicación para hablar de su novela Victoria, ambientada en Berlín en los años que van de 1946 a 1961 y también en Estados Unidos.

Pregunta: ¿Por qué has elegido Victoria como título de la novela?

Paloma Sánchez-Garnica: El título lo tuve claro desde el momento en que surgió la idea de hablar sobre los primeros años de la Guerra Fría, antes incluso de poner el nombre de Victoria a mi personaje. Además, es la victoria de la verdad sobre la infamia, es la victoria de la justicia sobre la sinrazón, la victoria de los buenos sentimientos y del perdón. La palabra victoria abarca mucho.

P: ¿Le parecen más interesantes las historias de perdedores?

R: Es que siempre son más interesantes las derrotas que las victorias. Lo decía Ana Karenina: "Las familias felices son todas iguales y las infelices lo son cada una a su manera". Cuando cuentas una historia tienes que hablar de cómo superar las dificultades, de cómo gestionar sentimientos y, como los periodistas sabéis, las malas noticias atraen a la gente mucho más que las buenas noticias.

P: ¿Qué papel juega el amor en la trama?

R: El amor y el odio son los dos motores que mueven el mundo. En la novela, el papel del amor es muy importante y no solamente el amor pasional entre Victoria y el capitán Norton. El amor entre hermanas en una relación de rivalidad, fruto del resentimiento, de la envidia, de la ingratitud, juega un papel muy relevante. Los malos entendidos, aparentemente olvidados, pero no resueltos, pueden provocar con el tiempo muchísimo dolor y muchísimo daño. En esas dudas, que forma la memoria por secretos ocultos, nacen heridas que no se cierran, se mantienen en el tiempo, y luego son muy difíciles de desenredar.

Los malos entendidos, aparentemente olvidados, pero no resueltos, pueden provocar con el tiempo muchísimo dolor y muchísimo daño

P: En estos tiempos que se lleva la sororidad entre mujeres, ¿es políticamente incorrecto hablar de una rivalidad entre hermanas?

R: Sí, pero aquí hay una redención por parte de Rebeca, la hermana menor, que representa ese resentimiento, esa envidia, esa sensación de estar siempre apartada desde su nacimiento. Muchas veces nos revolvemos contra el que más hace por nosotros y no sabemos como agradecer. Es una relación complicada, pero yo soy humanista y creo que el ser humano, al final, tiene una evolución, una superación.

P: Berlín vuelve a ser el telón de fondo de su novela. ¿Qué le fascina de esta ciudad?

R: En el siglo XX en Berlín, ha pasado de todo y todo muy importante y muy trágico. Cada rincón de Berlín, sobre todo en los años 20, 30, 40, 50, tiene una historia que contar. Cuando me estaba documentando para Últimos días en Berlín, me pregunté qué pasa después, en esos primeros 15 años antes de la construcción del muro. Berlín estaba ocupada con el sector soviético y el sector trizona (Estados Unidos, Reino Unido, Francia), me interesaba cómo se movían los berlineses con esos ocupantes que se hicieron dueños no solamente del territorio y de las instituciones, sino también de la vida de los berlineses. Es fascinante la ciudad.

P: Victoria, también está ambientada en Estados Unidos, y narra un episodio en el que 400 varones negros son tratados como cobayas humanas para ver el efecto de la sífilis en sus cuerpos...

R: En la ciudad de Tuskegee, en el estado de Alabama, desde 1934, comienza un ensayo clínico entre comillas, para ver cómo evoluciona la enfermedad de la sífilis en hombres y eligen a varones negros pobres. No se les informa, no les dicen que tienen sífilis, simplemente que tienen mala sangre y durante cuatro décadas se estuvo viendo cómo evolucionaban con el sufrimiento. En el país de la libertad y de los derechos, dejaron morir poco a poco a 400 hombres, contagiando a sus familias y a sus hijos simplemente para ver cómo se desarrollaba esa enfermedad. El Estado era cómplice, porque se denunció en varias ocasiones y no hicieron caso a los funcionarios. Cuando al final se consiguió paralizar, fue por los periodistas. Salió un titular en el New York Times, abrieron una investigación en 1969 y se cierra este tema en 1974. Me pareció una comparativa digna de ser tenida en cuenta, en paralelo a las barbaridades médicas que hicieron los nazis en el holocausto.

P: ¿Qué piensa hacer con el millón de euros del Premio Planeta?

R: Lo primero, pagar Hacienda, lógicamente, y luego yo creo que me va a dar una tranquilidad. Mi marido está jubilado y en este futuro cercano -yo ya tengo 62 años- es importante la tranquilidad económica. Decía Virginia Woolf que una mujer escritora necesita una puerta con llave y una renta para mantenerse económicamente. Yo creo que esto me da la llave y esa garantía de la intendencia doméstica, para poder escribir sin preocupaciones y llevar una vida tranquila, en ese sentido.

La ganadora del Premio Planeta 2024

Paloma Sánchez-Garnica, ganadora del Premio Planeta 2024.

P: ¿Cómo recomendaría la novela de la finalista, Beatriz Serrano?

R: No la he leído todavía, pero me da la sensación de que es una llamada a la generación de los años 90, de la gente que tiene entre los 30 y los 40 años, a la que prácticamente le pilló el auge de internet. Como ha dicho la finalista, una exploración inocente de la red, en la que había muchos podcast. Creo que puede ser muy interesante para esa generación en la que está ella y a los de mi edad nos sirve para entender un poco su mentalidad.

Serrano no cree en los milagros

La finalista tiene 35 años, viste de negro y confiesa a RTVE.es su sensación de que el Premio Planeta intenta ampliar su alcance generacional con lectores más jóvenes, "con un público millennial a tope, la verdad". Observa que en las entrevistas televisivas los cámaras, gente más o menos de su edad, asentían a "cada cosa que decía".

Pese a los poderes sobrenaturales de su protagonista, Beatriz Serrano no cree en los milagros, pero le "interesa muchísimo la fe y sobre todo, desde el punto de vista sociológico". Cuenta que en una visita a Fátima, le llamaba la atención "gente que va completamente desesperada, algunos con enfermedades muy graves, de rodillas pidiendo cosas a la Virgen, combinado con un merchandising como de Taylor Swift, que vende velas, llaveros o pulseras".

Su novela Fuego en la garganta, habla "de la soledad, de la necesidad de crear vínculos y de cómo una persona fuera de la norma, una outsider logra encajar en la sociedad, creándose su pequeño grupo".

De cara a la promoción, agradece los consejos de la ganadora, se dispone a vivir los próximos meses con "la maleta siempre preparada", se siente "un poco alucinada", y reconoce, al final de la entrevista, que necesita "otro café". Tendrá tiempo de recuperarse hasta el 6 de noviembre, fecha en la que está prevista que Victoria y Fuego en la garganta lleguen a las librerías.