Las deudas pendientes con la memoria democrática: un viaje por enclaves olvidados de nuestra historia
- Desde concurridas playas a centros académicos o incluso campos de fútbol fueron protagonistas de la Guerra civil
- La falta de reconocimiento de muchos de estos espacios de memoria es poco frecuente en el resto de Europa
Los vecinos de la localidad castellonense de Moncófar recorren a diario la playa situada en el centro del pueblo. Pocos saben que allí mismo, donde en verano se extienden toallas y hamacas, hace más de 80 años miles de presos republicanos fueron recluidos en un campo de concentración.
En la actualidad, ninguna placa o inscripción recuerda lo sucedido. Tan solo los trabajos de un equipo de arqueólogos en una fosa cercana han logrado desenterrar los vestigios de lo que en su día fue una temible prisión política. Allí fueron encontrados seis cuerpos que corresponderían a personas detenidas en este campo, en su mayoría miembros del Ejército y de la Administración republicana.
Centenares de lugares relacionados con la memoria democrática en España permanecen en el olvido, en parte por no contar con el suficiente reconocimiento institucional. En el caso de un gran número de ellos, la gravedad es doble, no solo por su estado de abandono, sino también por su emplazamiento, en lugares de máxima visibilidad que se han resignificado sin tener en cuenta su pasado.
Son concurridas playas, céntricas calles, centros académicos o incluso campos de fútbol… Un fenómeno “inédito” en Europa, advierten quienes lo han investigado, y que sitúa a España como uno de los países europeos con más trabajo por hacer en este sentido.
Campos de concentración en plazas de toros
Más de 300 campos de concentración sembraron de terror la España de la Guerra civil y la posguerra en un contexto de represión y revancha. Cuando pensamos en estos centros es probable que se nos venga a la cabeza la imagen de los que Hitler sembró en la Alemania nazi y los países ocupados, pero la realidad es que poco tenían que ver con los campos establecidos por Francisco Franco. La inmensa mayoría de los centros franquistas, en torno al 60%, no disponían de la clásica alambrada con barracones de madera intramuros, sino que se emplazaron en ubicaciones y edificios ya existentes.
Gracias al trabajo del periodista Carlos Hernández se han identificado un total de 303 centros en todo el país, por los que llegaron a pasar entre 750.000 y un millón de presos republicanos. Hay, por ejemplo, institutos y universidades que en la actualidad siguen funcionando como tales sin que haya un recuerdo de lo sucedido.
Hernández destaca la ciudad de Santander, donde las tropas italianas habilitaron tres campos distintos: más de 20.000 prisioneros republicanos fueron hacinados entre las instalaciones del hipódromo, los Campos de Sport de El Sardinero (el actual estadio del Racing de Santander) y la plaza de toros.
En la misma ciudad, las caballerizas del Palacio de la Magdalena, residencia veraniega de la Casa Real a principios de siglo XX, también fueron destinadas para este uso por las tropas de Franco. Albergaron a más de 1.600 cautivos hasta noviembre 1939, cuando la capacidad máxima del lugar no excede las 600 personas. En la actualidad, el edificio se utiliza como residencia de estudiantes de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
Si se sigue el viaje hacia otro destino, como Madrid, donde hoy se levanta un imponente Santiago Bernabéu en 1946 se encontraba el mucho más modesto Estadio de Chamartín, que albergaba los partidos del Real Madrid. En abril de 1939, este espacio fue un campo de concentración donde llegaron a hacinarse entre 15.000 y 20.000 prisioneros. Tampoco se salva el campo del Atlético de Madrid, entonces Atlético de Aviación, emplazado a finales de los años 30 en el barrio madrileño de Ciudad Universitaria y que sirvió del mismo modo.
Otro de los ejemplos que Carlos Hernández destaca es el campo situado en la Universidad de Deusto, en Bilbao. Más de 4.000 presos fueron allí concentrados en 1938, un número que doblaba su capacidad máxima. Fue uno de los campos más duros del franquismo.
Ninguna inscripción en la actualidad reconoce o hace mención a estos hechos. De los más de 300 centros identificados, el periodista señala que alrededor del 90% de ellos no cuenta con ningún tipo de señalización. “Hay multitud de sitios por los que pasamos que no tenemos ni idea de que fueron lugares horrorosos”, advierte Carlos Hernández a RTVE.es
Moncófar albergó a cerca de 3.500 presos republicanos
Moncófar multiplica por cuatro su población en verano. Este municipio alberga cerca de 30.000 vecinos en temporada estival y su playa pedregosa se convierte en su mayor atractivo para quienes eligen esta localidad como destino vacacional. Pero sobre las piedras que en la actualidad cubren su orilla, el Gobierno Militar de Valencia levantó acabada la Guerra Civil un campo de concentración. Entre abril y mayo de 1939, cerca de 3.500 presos republicanos fueron hacinados en este centro del que casi nada se conoce.
En septiembre de 2023, un equipo de arqueólogos logró recuperar de una fosa cercana los restos de cuatro fusilados que estuvieron retenidos en este centro. Miguel Mezquida, miembro de ArqueoAntro, trabajó en la zona durante meses. En la actualidad, el arqueólogo denuncia la falta de apoyo económico por parte de la Diputación, que dejó el proyecto "sin fondos" tras el cambio de Gobierno autonómico: "En la identificación de espacios se ha hecho muy poco y dependiendo sobre todo de la voluntad del Ayuntamiento de turno".
El arqueólogo reclama una señalización de este lugar: "No hay nada que lo identifique y está en una zona de confluencia turística". Cerca del punto donde hubiera estado el campo hay ubicada una oficina de información turística. "Preguntas y no te saben explicar nada acerca de que ahí hubo un campo de concentración", concluye Mezquida.
Refugios de Valencia, abandono institucional
En Valencia, la céntrica Calle de Serranos conecta el emblemático Palau de la Generalitat con las Torres de Serranos, una de las antiguas puertas de la ya desaparecida muralla medieval.
En la actualidad, centenares de turistas transcurren a diario por esta vía que alberga bares, cafeterías y alguna que otra tienda de recuerdos. Pero hace 70 años las cosas eran muy distintas. Entre noviembre de 1936 y octubre de 1937, el Consejo de Ministros de la II República decide trasladar la capitalidad del Estado a Valencia ante la amenaza de las tropas franquistas que sitiaban Madrid.
Se estima que en esas fechas se produjeron un total de 72 ataques aéreos y marítimos sobre la provincia de Valencia en los que murieron alrededor de 451 personas.
En la actualidad, entre dos fachadas decimonónicas se levanta uno de los cientos de refugios antiaéreos que la Junta de Defensa de la ciudad se encargó de impulsar. Durante décadas, este espacio que los habitantes de Valencia usaron para resguardarse en los en los años 30, sirvió más tarde como almacén para una de las agrupaciones falleras locales. Con los mismos fines, el Ayuntamiento de la ciudad utilizaba otro refugio construido en sus entrañas.
Tras décadas de abandono institucional, en 2017 el Gobierno municipal anunció la "musealización" de este espacio en el que también se vio implicado ArqueoAntro. Las imágenes cedidas por este grupo muestran la situación que ha vivido una de las ventanas a la Guerra Civil más vivas de la ciudad. "Entramos allí y aquello estaba habilitado como si fuera un archivador, un lugar de almacenaje, con zonas preparadas para guardar documentos... Incluso había un teléfono en una mesa que debería pertenecer a algún funcionario".
José María Azkárraga es especialista en patrimonio de la Guerra Civil y del Franquismo en Valencia. Participó en la exposición que se puso en marcha tras rehabilitar los refugios de Valencia. Una muestra, dice, del "desprecio" hacia elementos como este, que dice evocan la memoria del régimen franquista. Su rehabilitación constituye ante todo un "reconocimiento" de que en este país hubo una dictadura, argumenta a RTVE.es.
La Desbandá, resistencia a olvidar el pasado
Uno de los principales símbolos de la desmemoria en España es La Desbandá. El ocho de febrero de 1937, Málaga cae en manos de las tropas franquistas. Dos días antes, centenares de miles de personas emprendieron por miedo a represalias una huida a pie por la carretera de Almería, que permanecía bajo control de la República.
Se pone en marcha lo que pasaría a la historia como La Desbandá. Entre 150.000 y 300.000 personas formarían una interminable columna a lo largo de este camino pegado a la costa. Pero durante su marcha al exilio, la flota franquista, la aviación italiana y la Luftwaffe propinaron incesantes bombardeos contra los cientos de miles de malagueños.
“Una masacre de la que solo se tiene conocimiento prácticamente a nivel oral de quienes lo vivieron”. Lo cuenta a RTVE.es Fernando Alcalde, miembro de la asociación memorialista 14 de Abril.
Su abuelo y su madre estuvieron envueltos en la tragedia. Las estimaciones cifran entre 3.000 y 5.000 asesinados, la mayoría de ellos civiles, lo que convirtió los hechos en uno de los eventos más sádicos de la Guerra Civil.
En la actualidad, a lo largo de esta carretera se levantan bloques de viviendas destinadas a segundas residencias. Algunas de las escasas placas que en la actualidad recuerdan a las víctimas a menudo son vandalizadas, indica Fernando Alcalde, como la que hay situada en Fuerte de Carchuna y que fue dañada con pintadas franquistas el pasado mes de agosto.
En la zona, según testimonios de la masacre, podrían haber varias fosas relacionadas con los asesinatos en aquella sangrienta jornada. “El bloque de apartamentos junto a una fosa refleja esa idea que nos han vendido de que tenemos que olvidar el pasado”, argumenta Fernando Alcalde.
"Señalización, difusión y conocimiento"
La localidad andaluza de Motril vivió de cerca los eventos de La Desbandá pero hasta hace unos meses una de sus calles recibía el nombre de Crucero Baleares, una de las naves franquistas que participaron en el bombardeo. Fue a petición del grupo IU-Verdes que el callejero franquista de la ciudad tendrá que ser retirado en cumplimiento de la ley de memoria democrática.
José Llorente, coordinador local en Motril por Izquierda Unida, señala un doble camino a seguir en este sentido. Por un lado, debe haber un necesario "compromiso" político en este tipo de iniciativas. Por otro lado, un "reconocimiento" de que España vivió una "dictadura sangrienta" con el fin de que "se aplique la ley y se cumpla con ese deber".
"Es una labor de información, de señalización, de difusión y de reconocimiento, una cuestión de ponerlo en un primer plano en términos democráticos", enumera José Llorente. Prácticas necesarias, concluye, puestas en marcha en ciudades como Almería, que entre 2005 y 2006 logró recuperar 965 de los 4.500 metros de túneles que recorren el subsuelo de la localidad y que en su día fueron interminables refugios antiaéreos de la Guerra Civil.
O en Valencia, que pese a todo, publicó en 2022 un 'Catálogo de los lugares e itinerarios de la memoria democrática valenciana' para señalizar espacios en los que se hayan producido hechos de relevancia histórica desde la proclamación de la II República hasta el final de la dictadura. Son solo algunos ejemplos de la senda para combatir la desmemoria.