El envejecimiento de la población y los malos hábitos, detrás del aumento de los casos de ictus
- En España se producen cada año unos 120.000 ictus de mayor o menor gravedad
- En un 30% de los casos las secuelas dejan una dependencia en terceras personas
- Vuelve a ver el reportaje "Venciendo al ictus" en RTVE Play
Manel, 62 años. Acaba de llegar a urgencias del Hospital de la Vall d’Hebron de Barcelona. Al despertar, esta mañana ha sufrido un fuerte dolor de cabeza. Luego apenas podía mover una parte del cuerpo. Poco a poco se ha ido desvaneciendo. Han avisado a la ambulancia y se ha activado el “código ictus”. Todo un dispositivo se ha puesto en marcha.
Una vez en urgencias, sin pasar la criba habitual, a Manel (su nombre es ficticio, pero el caso es real) lo han trasladado a la unidad “One Step Ictus”. Primero le han analizado en la unidad de radiodiagnóstico. El resultado es que un trombo está obstruyendo el riego sanguíneo en el cerebro. Las células, sin sangre, no pueden aguantar mucho tiempo y van muriendo. Por eso el tiempo es crucial. Es necesario restablecer de nuevo la circulación de la sangre. Pocos minutos la misma sala que han hecho el diagnóstico se ha convertido en un quirófano.
Ha pasado poco más de media hora desde que el paciente entró en la unidad y han extraído el trombo. La sangre se ha vuelto a restablecer en el cerebro. La doctora Marta de Dios Lascuevas, neurorradiología intervencionista del hospital de la Vall d’Hebron ha sido la encargada de realizar la operación. Muestra en una probeta el pequeño coágulo de sangre que estaba obstruyendo el riego sanguíneo. "Se trata de una intervención de mucha precisión, se trabajan en venas de apenas unos 2 milímetros, es un trabajo minucioso y que se tiene que realizar con las herramientas precisas y en muy poco tiempo", detalla.
El cerebro de Manel dejó de recibir sangre durante un tiempo, pero ha podido salvar su vida. Algunas de sus células han muerto, otras han quedado afectadas y se van a poder recuperar. Aún no se sabe la afectación que tendrá en su organismo, pero muy probablemente este episodio marcará su vida y también la de las personas que le rodean.
El largo camino de la recuperación
En España cada año sufren un ictus unas 120.000. La mayoría de los casos se debe a una obstrucción del riego sanguíneo, pero en un 15% de ellos está provocado por una hemorragia, lo que también causa la muerte de las células y las consecuentes secuelas.
La gravedad del ictus y la salud de la persona marcarán la recuperación. En los primeros meses, es cuando los avances son más destacados. Después la recuperación se hace más lentamente.
“No podía hablar, ni moverme“
Julia Ngui tiene 55 años y le dio un ictus hace cinco. “Al principio no podía hablar, ni moverme, no podía ir sola al baño. Estaba muy muy mal”, explica Julia mientras acude a sus clases de rehabilitación en Adacen, la asociación de daño cerebral adquirido de Navarra.
La rehabilitación es una fase importante en la recuperación del paciente. Hay un trabajo de fisioterapia, pero también a nivel cognitivo. Muchas veces la rehabilitación consiste en recuperar las neuronas dañadas o conseguir que el cerebro acabe encontrando maneras de sustituirlas.
“Cuando me desperté sufrí un ictus que me dejó hecho polvo. Me cambió la vida por completo“
"Es un trabajo muy lento, de largo recorrido, hay que tener mucha paciencia", explica Rafael Ardanaz mientras hace trabajos de rehabilitación con el exoesqueleto que disponen en Adacen. Él hace siete años que sufrió un ictus, entonces tenía 62 años. “Cuando me desperté sufrí un ictus que me dejó hecho polvo. Me cambió la vida por completo”. Rafael trabajaba de camionero y amaba su profesión. Ahora lo que más echa de menos es conducir.
Malos hábitos
La edad y la genética son factores importantes para que se produzca un ictus. "El colesterol va obstruyendo las venas y se tapona una de las que riega el cerebro, o bien se produce un coágulo en otra zona y sube hasta el cerebro y colapsa el riego", explica Marta Rubiera, Neuróloga de la unidad de Ictus del hospital de la Vall d’Hebron, quien alerta del aumento de casos de ictus entre la población más joven.
"Son los malos hábitos como la vida sedentaria, y los tóxicos como el alcohol y el tabaco algunos de los factores que pueden desencadenar un ictus". Y es que el 80% de los aspectos que inducen a un ictus se pueden evitar.
Usua Porruy Bermejo es trabajadora social de Adacen, la asociación que, junto con la Mutua de Navarra, organiza charlas de prevención entre los trabajadores de las empresas asociadas a la mutua. En sus conferencias explica la necesidad de mantener a raya el estrés: "Estamos viendo entre la población trabajadora un aumento de los casos de ictus, debido en parte a los niveles de estrés".
"El ictus es la primera causa de incapacidad laboral y es también la segunda causa de muerte entre los hombres y la primera entre las mujeres", detalla Usua Porruy. Es la primera causa entre las mujeres porque tardan más en acudir al médico cuando se manifiestan los primeros síntomas del ictus.
Hay otros factores de riesgo a tener en cuenta, como el colesterol o la presión arterial alta. Los médicos recomiendan controlar estos valores.
En las charlas que imparte Porruy, uno de los aspectos que destaca es la necesidad de detectar los síntomas para poder actuar a tiempo. Ella nos apunta los más frecuentes; "Parálisis de una parte del cuerpo, dificultad para hablar, torsión de la mandíbula, visión borrosa, dolor de cabeza intenso...". Son algunos de los aspectos que pueden indicar que se está produciendo un ictus y es necesario actuar con rapidez.
No todos los ictus se manifiestan de forma brusca. Algunos son imperceptibles o cuestan de detectar. Los médicos recomiendan estar muy atentos a las señales.
Ángel Ois, neurólogo del Hospital del Mar, insiste en la importancia de acudir a urgencias cuanto antes: "A menudo alguien que tiene síntomas como pérdida de visión, mareo, dificultad al hablar, piensa: 'Bueno, ya se me pasará, voy a dormir'". Entonces acuden al médico cuando la afectación ya es muy grave y las secuelas a veces son irreversibles".
Después del ictus
“A mí el ictus me ha cambiado el carácter. Ahora me irrito más fácilmente, me dicen que soy como una niña”, explica Julia Ngui. Y es que el Ictus provoca secuelas físicas, pero también otras que no se ven. "A mí me cuesta más concentrarme, soy más lenta pensando y, además, la gente te trata como si tuvieras tres años", cuenta Estibaliz Zabalza que ha sufrido 7 ictus. Estos episodios le han dejado también una afectación en el habla y mermada su movilidad.
“No acepto lo que me ha pasado“
“El ictus provoca daños a nivel de cerebral, cambios que se producen por la propia lesión, pero también hay una afectación psicológica, por todo lo que están pasando los pacientes y su entorno y todo eso se tiene que resituar” Nos lo cuenta Leyre Tirado, neuropsicóloga de Adacen. La aceptación de la nueva situación es una de las etapas que más cuesta superar. .
“No lo acepto. No acepto lo que me ha pasado”, admite Javier Pérez, que después de mucho esfuerzo logró recuperar el habla, pero que no consigue que su brazo derecho le responda. “Lo he probado todo y no hay manera”. Él, y su mujer Pilar Seminario, que ha estado siempre a su lado, han decidido buscar apoyo psicológico para superar la situación. Porque el ictus no solo afecta a la persona que lo padece, sino que también condiciona a las personas de su entorno más inmediato.
Una vida normal
“Lo importante es no rendirse“
A pesar del ictus que sufrió Josep Maria Biela, y que lo dejó al borde de la muerte, dos veces por semana coge su bicicleta y sale a pasear. Le acompañan un grupo de personas de Amill (Associació de Malalts i Familiars d’Ictus de Lleida). Conchita es una de las personas que acude dos veces por semana a los paseos que organiza Josep María. Ella poco a poco va mejorando del ictus que sufrió hace cinco años. Su marido, que siempre ha estado a su lado: “Lo importante es no rendirse. Hay que salir, relacionarse y moverse”.
Biela se muestra satisfecho de poder contagiar su ilusión y energía entre los demás afectados. "¡Estás loco!!, me decían, por organizar estas salidas con esta gente.. Pues ya veis que no estoy tan loco".
“Lo importante es no rendirse“
“Yo hago una vida normal”, dice Manuel, quien vive con la mitad derecha del cuerpo paralizada a causa de un ictus que lo dejó en coma ocho días y que estuvo tres meses ingresado en la residencia de la Vall d’Hebron.
Acaba de estrenar un coche adaptado a su situación. Un solo pedal para frenar y acelerar y un pomo en el volante con el que puede manejar el vehículo. “Me tengo que adaptar a conducir así, pero estoy muy feliz”. Para Manel son pequeños logros que le hacen olvidar todo lo que ha sufrido estos años y que hacen que su vida no sea tan diferente después del ictus.