La estación de la NASA en España, desde dentro: "Sin sus antenas no podríamos hablar con el espacio"
- Las antenas de Robledo de Chavela recibieron las primeras señales cuando el hombre pisó la Luna
- La estación, en la sierra madrileña, es "crucial para la exploración espacial", según la NASA
En la madrugada del 21 de julio de 1969, un equipo de ingenieros y científicos en la estación de seguimiento de Robledo de Chavela (Madrid) aguardaba en silencio. A miles de kilómetros de distancia, la nave Apollo 11 se encontraba en uno de los momentos más críticos de su misión: atravesar la cara oculta de la Luna, donde todas las comunicaciones se interrumpen por completo. De repente, una señal.
Fue Robledo la primera estación en captar la transmisión cuando la nave reapareció tras la órbita lunar y confirmaba que Neil Armstrong y Buzz Aldrin estaban a salvo y listos para el alunizaje histórico. Este instante marcó uno de los muchos hitos de esta estación, un centro de comunicaciones que en 2024 celebra su 60 aniversario y así lo recuerdan orgullosos sus trabajadores durante un paseo por las instalaciones con motivo de la celebración.
Desde su creación en 1964, como parte de un acuerdo pionero entre España y Estados Unidos, la estación se ha consolidado como una pieza clave en la Red de Espacio Profundo (DSN, por sus siglas en inglés) de la NASA. Situada en la sierra madrileña, ha sido testigo y participante de algunas de las misiones más emblemáticas de la historia espacial, desde los primeros pasos en la Luna hasta las misiones actuales que exploran Marte y más allá. Robledo ha proporcionado soporte continuo a las naves espaciales que investigan los confines del sistema solar.
Recientemente, se ha renovado el acuerdo por 15 años más. El compromiso de cooperación científica y tecnológica por parte de ambos países cumple seis décadas y lo celebra en un acto que acogen las instalaciones de Robledo de Chavela, con representantes de la NASA, el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, el Ejecutivo español y el Gobierno estadounidense.
Exploración espacial en constante evolución
Más de cuatrocientas personas trabajaban en la estación de Robledo de Chavela cuando contaba con solo una antena. Hoy, el personal se ha reducido a menos de un centenar, pero opera seis antenas, dos más que las demás estaciones que componen la red: en Canberra (Australia) y California (Estados Unidos). Este dato es un motivo de orgullo para los encargados del recinto, como explica a RTVE.es David Muñoz, responsable de la mecánica de las estructuras y la electrónica de las antenas.
Al pasear por los alrededores, resulta imposible no posar la vista sobre la antena más grande de la estación. Sus 70 metros de diámetro superan al de la plaza de toros de Las Ventas y duplica el tamaño estándar de estos radiotelescopios. "Es el equivalente al pabellón auditivo de la oreja: cuanto más grande es, más escuchas. En este caso, su ganancia es cuatro veces superior a las demás antenas", cuenta Muñoz. Su diseño es también distinto al de sus hermanas pequeñas. Debido a su tamaño, utiliza un mecanismo hidráulico que le permite moverse sin vibración y con una precisión milimétrica.
Los operadores de las tres estaciones repartidas por todo el mundo pueden manejar de manera remota cada una de las antenas. La NASA emplea el modelo "follow the sun" (sigue al sol, en inglés), es decir, cada uno de los complejos opera todas las antenas durante sus horas de sol. Por la tarde, le cede el relevo a la siguiente instalación encargada.
La antena que recibió las primeras señales de la llegada a la luna en la misión del Apollo 11 dejó de estar operativa en 2008, pero se conserva como "monumento a la humanidad". Otra de las antenas, también en desuso desde principios de siglo, se ha utilizado durante unos años como parte de un proyecto educativo con institutos, en el que el alumnado aprendía de astronomía mientras operaba un radiotelescopio real. Muñoz aclara que sería posible reutilizar ambas antenas, pero requeriría una inversión muy costosa y "habría que valorar si compensa".
Sin embargo, las reparaciones son una parte fundamental del trabajo que se realiza en la estación. El mismo día de la celebración del aniversario, se pausa el funcionamiento de las antenas y así permanecerá durante los próximos nueve meses para llevar a cabo una remodelación y "adecuarla a las capacidades que requieren las nuevas misiones Artemis a la Luna". Como parte de la obra, se va a instalar un transmisor en banda K, cambiar los motores de los espejos e incorporar nuevos amplificadores de bajo ruido.
Los esfuerzos de los profesionales de operación y mantenimiento de las antenas permiten que la estación mantenga una tasa de datos del 99%, lo que significa que "prácticamente no se pierde información por fallos o averías de ninguno de los radiotelescopios", explica el responsable de la mecánica de las estructuras.
Las antenas más modernas, con las que Robledo de Chavela toma ventaja sobre sus compañeras, se inauguraron en 2021 y 2022, con características que facilitan el trabajo y actualizan la estación. En las antiguas, los equipos de recepción y transmisión se ubican en el cono de la parábola, mientras que en las nuevas se localizan en el sótano de la antena. Esta modificación permite que se pueda acceder a ellos incluso si la antena está en funcionamiento, aunque se encuentren inclinadas. También, al ser más espacioso, resulta más sencillo trabajar sobre ellas y actualizarlas con nuevos equipos.
Investigar el espacio para entender la Tierra
La cooperación internacional tiene una "importancia crítica" para la NASA, según su administrador asociado adjunto y director del Programa de Comunicaciones y Navegación Espacial, Kevin Coggins. En su visita a España para celebrar el aniversario, explica a RTVE.es que sin sus socios de todo el mundo no sería posible recibir los datos necesarios para la exploración espacial. Destaca el papel de España, a través de la estación de Robledo de Chavela: "Las naves espaciales se comunican con nosotros en la Tierra a través de estas antenas, sin ellas no llegarían todos los datos científicos, no podríamos hablar con el espacio".
Coggins defiende la necesidad de que los Gobiernos inviertan en investigación espacial, a pesar de que sea costoso. Subraya que lo que sucede en el espacio impacta sobre la vida en la Tierra, por eso es fundamental conocerlo en profundidad. "Por ejemplo, gracias a las misiones hemos podido ver cómo las erupciones solares afectan a los satélites o las líneas de alta tensión e incluso causan incendios", expone. La misión PACE (Plankton, Aerosol, Cloud, Ocean Ecosystem) también contribuye a este enfoque, al investigar el fitoplacton y los aerosoles para comprender el calentamiento global y cómo las distintas formas de vida evolucionan en los océanos. La sonda Voyager y el telescopio James Webb son ejemplos de los instrumentos con los que la NASA busca llenar los vacíos de conocimiento.
Desde que el ser humano pisó la luna, la investigación espacial, lejos de detenerse, ha aumentado sin descanso. "Antes, no teníamos más de una misión a la vez, pero ahora nos hacemos cargo de cientos de ellas", apunta el responsable. Esto obliga a perfeccionar la organización de las antenas para no perder información. La ubicación estratégica de las tres bases de la DSN en puntos diversos del globo permite que no importe en qué punto de rotación se encuentre la Tierra, porque siempre va a haber una antena que registre la información.
La distancia de la sonda Voyager respecto a la tierra es tan grande que la señal tarda 22 horas y media en llegar y el mismo tiempo en regresar, con los problemas que ello genera. El pasado otoño sufrió un problema de software y, gracias a la DSN, fue posible resolverlo, pero sirve a los responsables de la NASA para recordar los obstáculos que se pueden encontrar en el espacio. Coggins lo reconoce: "Hacemos malabarismos constantemente. Tenemos que permitir que las antenas hablen a frecuencias más altas para obtener datos de regreso más rápidos y lograr imágenes de vídeo en 8K. Eso requiere mucho ancho de banda y baja latencia, hace falta modernizar la infraestructura siempre".
Las misiones más recientes son ambiciosas: buscan rastros de vida en el satélite Europa y pretenden crear una infraestructura humana alrededor de la Luna. "Cuando tengamos personas, vehículos exploradores y todo tipo de misiones científicas en la Luna será increíble, podremos hablar con quienes estén ahí las 24 horas del día, los 365 días del año gracias a estaciones como la de Robledo", cuenta emocionado Coggins. Por eso, explica, los operadores de estas instalaciones son fundamentales: saben manejar naves espaciales en remoto y son los primeros en ver los datos. "Es un trabajo bastante divertido", confiesa. Aprovecha la ocasión para animar a los más jóvenes a contribuir a la exploración espacial: "Es la generación que va a moverse al espacio durante largos periodos de tiempo, dejemos volar la imaginación, necesitamos expertos que miren más allá de la Tierra para comprender".
Compromiso internacional en la aventura espacial
Los representantes institucionales presentes en el acto han insistido en la importancia del acuerdo entre España y Estados Unidos para colaborar en la investigación del espacio. "El Complejo de Comunicaciones con el Espacio Profundo de Robledo está comprometido en la aventura de llegar más lejos, más rápido y más capaz de ayudar a las misiones", ha manifestado su director, Moisés Fernández, que confiesa sentirse orgulloso de contribuir al éxito global de la NASA. "Nuestro deseo es continuarlo por otros sesenta años, por favor, hacedlo posible", ha pedido. Desde la NASA, Nicola Fox, administradora asociada de la Dirección de Misiones Científicas, destaca el "rol crucial" de España y agradecen la aportación del Gobierno de material de gran utilidad para las misiones en Marte.
Para la secretaria de Estado de Defensa, María Amparo Valcarce, este compromiso posiciona a España como un país de referencia en el ámbito aeroespacial. "El acuerdo que hemos prorrogado seguirá siendo el pilar de la cooperación científica y tecnológica entre ambos países", proclama.