Círculos de hombres: espacios para revisar el machismo y reconectar con las emociones
- Algunos hombres se sienten atacados por el feminismo, otros reconocen las consecuencias de su masculinidad tóxica
- En Portada analiza cómo viven su masculinidad en 2024 un grupo de hombres de distintas edades
*En Portada, nuevos reportajes los miércoles a las 23:30 horas en La 2 de TVE y, desde las 20:00, en RTVE Play
Recientemente, un 44,1% de los hombres respondieron en una encuesta del CIS que se sentían discriminados ante el avance de la promoción de la igualdad. La idea de que “el feminismo ha llegado demasiado lejos” destaca sobre todo entre los más jóvenes. En la franja de edad de entre 16 y 24 años, más de un 51% admitieron esa sensación de discriminación frente a las mujeres. Hombres de distintas edades han aceptado exponer ante las cámaras del programa de TVE, En Portada, cómo se sienten en una sociedad que el feminismo ha hecho evolucionar. En el documental titulado Cosas de hombres —ya disponible en RTVE Play—, solo participan hombres, que relatan cómo viven su masculinidad en 2024.
Los más jóvenes
En un encuentro, un grupo de universitarios exponen sus puntos de vista. El profesor y sociólogo Gerard Coll-Planas les preguntó: “A veces se plantea que los hombres, por el hecho de serlo, tenemos privilegios, ¿Qué os parece esta afirmación?".
“Actualmente hay muchas leyes que van sólo a favor de la mujer y el hombre queda excluido“
Las respuestas de algunos no se hicieron esperar: “Si alguien me puede decir los privilegios que tenemos… me encantaría saberlos, para aprovecharlos”, o “actualmente hay muchas leyes que van sólo a favor de la mujer y el hombre queda excluido”. Uno de los participantes argumenta que “como la igualdad, ya casi la han conseguido, ahora ya van a ser superiores al hombre con la ley, y eso no se puede permitir”.
Después de un pequeño debate, los jóvenes —todos en la veintena— acaban admitiendo que a veces no hablan de este asunto en su grupo de amigos, porque sus opiniones se pueden sacar de contexto y se les podría tachar de machistas, cuando ellos consideran que no lo son.
El machismo
Pablo Ballestero, de 66 años, reconoce que durante años tuvo una conducta machista. Aunque era un chico enclenque, aprendió a “hacerse hombre” en el patio de colegio a guantazos, para que le respetaran. “Muchas actitudes de nuestra época en el pueblo eran tan naturales como apedrear gatos recién nacidos, ahorcar galgos, ir a por las chicas y golpearlas con terrones o levantarles las faldas. Lo veían los adultos y no pasaba nada”, cuenta.
“Lo más importante era la impunidad… Yo era muy machito, un gilipollas“
De mayor, agredió verbalmente a mujeres, las acosó en su entorno laboral, así como también a su pareja, de la que finalmente se acabó separando: “Lo más importante era la impunidad… Yo era muy machito, un gilipollas”.
Según el biólogo y genetista David Bueno, la cultura tiene un papel fundamental en la construcción de la masculinidad tóxica. Da unos ejemplos muy sesgados de cómo se supone que debería comportarse un hombre. Por simple aprendizaje y para encajar en lo que uno cree que la sociedad espera de él, desde la primera infancia el hombre se siente obligado a asumir determinados modelos de comportamiento.
“Las diferencias genéticas existen, como la presencia de más niveles de testosterona en los hombres que en las mujeres, que también tienen, pero menos. La cultura, lo que hace, es acentuar esas diferencias”, explica.
El antropólogo experto en masculinidades, Ritxar Bacete cree que la masculinidad es la teatralización de un absurdo, de una construcción de una idea de fortaleza que no es real. “La masculinidad está tan toxificada que uno de sus aprendizajes básicos es desconectar de una mirada que te permita sostener la tuya con la de otro hombre, fundamentalmente, que te permita mirar a los ojos, reconocerte, porque en esa mirada se desarrolla la posibilidad de conocer la vulnerabilidad”.
A los 57 años, Pablo Ballestero empezó un proceso de revisión de sus conductas tóxicas gracias a su contacto con otros hombres que ya habían tomado consciencia de su machismo. Más adelante conoció y participó en “Círculos de hombres” a través de la asociación Masculinidades Beta. Ahora, puede sentir el daño que causaba, intenta relacionarse en completa igualdad con el género femenino y dice que su vida en general es mucho más feliz.
El círculo de hombres
En la asociación madrileña Masculinidades Beta trabajan para la transformación individual y colectiva de lo que significa “ser un hombre”. Uno de sus fundadores es Miguel Lázaro, de 46 años. Entre otras actividades, organizan lo que se conoce como “círculo de hombres” o “grupo de hombres”.
El objetivo es crear un espacio seguro, de respeto y escucha, para que los participantes puedan expresarse abierta y libremente y soltar su rabia y su dolor. Poco a poco van tomando consciencia de sus conductas, que tanto perjudican a las mujeres como a ellos mismos.
Para Miguel Lázaro, “se nos entrena para un rol social de dominio y aprovechamiento de lo que nos rodea y creo que este proceso de revisión del machismo nos lleva a replantearnos reconectar con esas emociones o con esas capacidades que no hemos desarrollado porque al ser hombres no se esperaba de nosotros eso”. En Cosas de hombres podemos ver cómo funciona uno de estos círculos, que Miguel Lázaro organizó para el documental.
La homofobia
“Es muy importante porque cada uno ponemos sobre la mesa cosas que hemos hecho, o sentires, o pesares, o dudas, o incluso ponemos en común comportamientos que ya somos conscientes de que son machistas. Entonces nos ayudamos unos a otros”, cuenta Pablo Ballestero.
Uno de los aspectos que suelen sacar a relucir es la homofobia, aunque sean hombres heterosexuales. Todos han insultado con la palabra “maricón” y a muchos se les ha llamado así por vestir de forma más llamativa o tener una gestualidad más femenina, por ejemplo.
“A mí me han llegado a pegar también en una ocasión por ir con la cara pintada y un sombrero con flores. Obviamente, qué duro para los chicos homosexuales, porque yo soy hetero, pero estos mecanismos de adoctrinamiento y de creación social, que hace que no nos salgamos los hombres de este caminito tan restrictivo y tan pernicioso que dicta cómo tiene que ser nuestra masculinidad, no se pueden desligar del machismo.”, dice Miguel Lázaro.
La paternidad
Giorgio y Attilio Tonola son padre e hijo. Attilio es un virtuoso del piano y ya hace sus pinitos como compositor de bandas sonoras. Admite que su padre le ha transmitido la importancia “de ser un hombre recto, educado, caballeroso… de tirar hacia delante solo, de sobreponerse y cargar con los problemas sin pedir ayuda”.
“Si un día ganas un Oscar por la música en una película y yo estoy sentado en una butaca del teatro, quizás entonces me hagas llorar“
Cuando Giorgio le pregunta qué busca en una mujer, Attilio responde: “que me sea fiel y me haga un poco mejor de lo que soy”. Y reconoce que no le gusta mostrar sus emociones en público, algo que ha aprendido de su padre, mientras que su madre sí lo hace con normalidad. Es a la única a la que el hijo ha visto llorar. Giorgio concluye: “Si un día ganas un Oscar por la música en una película y yo estoy sentado en una butaca del teatro, quizás entonces me hagas llorar”.
Para el antropólogo Ritxar Bacete, “los hombres, cada día, tenemos que estar demostrando que somos aquellos que podemos con todo, que tenemos respuestas para todo, que tenemos capacidad de proveer, que generamos la economía suficiente, que sexualmente estamos siempre disponibles… Todos esos imperativos sociales lo que generan es sobre todo frustración, tristeza y miedo”.
Los cuidados
Uno de los participantes en el círculo de “Cosas de hombres”, Pablo Llama, que ronda la cuarentena, también sintió el miedo a no encajar cuando era niño. Sabe que ese miedo le llevó a desconectarse de aspectos más humanos que tienen que ver con el cuidado de sí mismo y de los demás.
Según Bacete, la incapacidad de los hombres de mostrarse vulnerables y pedir ayuda significa que les ha sido robada una parte de su humanidad y considera que “la principal universidad, el gran máster que podemos hacer, es incorporarnos a los cuidados porque esa es la vía para entrenar aquello que nos fue cercenado, robado, limitado”.
Pablo Llama, en el proceso que está haciendo de toma de consciencia, se está permitiendo cuidarse más, “porque ya soy más capaz de gestionar ese miedo”. Y pone el acento en la importancia de asumir la pérdida de poder que conlleva aceptar la vulnerabilidad.
Para él, se trata de una revolución, al contrario que la del feminismo que sale a la calle. Más interna, íntima, pero también junto a otros hombres. En grupo. “Y creo que lo principal que he ganado en este proceso tiene que ver con parecerme más a la persona que yo quiero ser. A lo que deseo”, concluye.