Hace 49 años las islandesas decidieron no trabajar un día y paralizaron el país
Noticia Documentos TV
- La huelga de mujeres de 1975 se convirtió en la chispa que prendió la conquista de la igualdad en Islandia
- Hrafnhildur Gunnarsdóttir, productora de este documental, tenía 7 años cuando acompañó a su madre a la huelga de 1975
El 24 de octubre de 1975, las islandesas pararon en sus trabajos y en sus hogares y paralizaron el país. En el centro de Reikiavik, las mujeres de Islandia reivindicaron los mismos derechos y oportunidades que sus compañeros, los hombres.
Independientemente de la edad, la clase social y la ideología, todas unidas revolucionaron su sociedad y consiguieron convertir a Islandia en el país más avanzado del mundo en la aplicación de políticas de género. Algunas de aquellas mujeres, a sus más de 80 años, cuentan esta historia olvidada que hizo posible aquel día que lo cambió todo en el documental emitido por Documentos TV, Cuando las mujeres pararon Islandia, disponible en RTVE Play.
Hartas de tanta desigualdad
Actualmente, Islandia está considerado el mejor país para ser mujer. “Pero, no siempre fue así”, afirma Elísabet Gunnarsdóttir. Las islandesas, como la gran mayoría de mujeres del mundo, no podían acceder a más lugar que a un hogar donde cuidar a su familia o a algunos empleos de mujeres.
Vigdís Finnbogadóttir lo recuerda muy bien. Cuando de pequeña le preguntaban qué quería ser, ella respondía que capitana de barco. Sin embargo, siempre le contestaban condescendientemente, “no, cariño, no puedes porque eres una chica”.
Como ella, miles de mujeres vivían cada día situaciones discriminatorias frente a los hombres. “Tienes a un hombre a tu lado fileteando pescado, pero él cobra más por hacer exactamente el mismo trabajo”, denunciaba, ya hace casi 50 años, una trabajadora de una fábrica de pescado.
“Tienes a un hombre a tu lado fileteando pescado, pero él cobra más por hacer exactamente el mismo trabajo“
Además, sus obligaciones domésticas estaban invisibilizadas y poco reconocidas y “los hombres estaban en el piso de arriba porque ellos dirigían el banco, nosotras no”, recuerda Sigrun Hermannsdóttir.
Los techos de cristal cubrían todos y cada uno de los contados empleos donde a las mujeres se les permitía trabajar. María Sigudardóttir lo hacía en un periódico. “La mayoría de los periodistas eran hombres. Eso era así”. Su compañera y amiga trabajaba como correctora y las dos querían cambiar sus condiciones laborales y económicas. No solo en Islandia, sino “en muchos otros países había mujeres fuertes que querían transformar el mundo como nosotras”, cuenta Gudrún Agústsdóttir. “Nos llegaban noticias de Estados Unidos, Noruega, Suecia y de las Medias Rojas danesas”, añade Gudrún Ögmundsdóttir.
Las polémicas Medias Rojas
Las primeras que se organizaron se pusieron medias rojas. Decidieron imitar a las danesas que, algunos años antes, habían reivindicado las mismas tesis que ellas reclamaban ahora.
“El movimiento de las Medias Rojas hizo mucho ruido, fue una revolución, había que mover las cosas“
Esta prenda dio nombre también al movimiento islandés. “El movimiento de las Medias Rojas hizo mucho ruido, fue una revolución, había que mover las cosas”, dice Gunnarsdóttir. “Éramos unas trescientas”, comenta Gérdur Steindórsdóttir, quienes arrastraron a casi todas las mujeres islandesas.
Convocaron reuniones por todo el país y se organizaron para difundir el mensaje por el que estaban dispuestas a luchar. “Lo único que reclamábamos eran los mismos derechos y las mismas oportunidades que tenían los hombres”.
“Lo único que reclamábamos eran los mismos derechos y las mismas oportunidades que tenían los hombres“
El Congreso de Mujeres que se celebró el 20 y 21 de junio de 1975, consiguió reunir a mujeres de todas las edades, clases sociales e ideologías políticas. Aunque, en principio, el movimiento no gustaba a todo el mundo, finalmente lograron acercar posiciones y el resultado no pudo ser más concluyente: se hizo un llamamiento para que, el 24 de octubre, todas las mujeres dejasen de hacer sus trabajos, tanto dentro como fuera de sus hogares y demostrar así la importancia de los mismos. “Había llegado el momento de cambiar Islandia y la vida de las mujeres”, cuenta Gudrún Jonsdóttir.
“Había llegado el momento de cambiar Islandia y la vida de las mujeres“
Aquel incipiente movimiento de las Medias Rojas, del que muchos hombres se mofaban, logró constituirse en un sólido bloque que conseguiría para Islandia la más amplia legislación del mundo en materia de política de género, aplicada nunca en un país.
Los hombres lo llamaron el largo viernes
Aquel 24 de octubre, de hace ahora exactamente 49 años, por primera vez en sus vidas, miles de mujeres no acudieron a sus trabajos, abandonaron sus tareas domésticas, dejaron a los hijos y el trabajo del hogar en manos de sus maridos y salieron de sus casas para dirigirse al centro de Reikiavik.
“Había mujeres hasta donde alcanzaba la vista”. Es una imagen inolvidable”, relata, emocionada, Gudrún Hallgrímsdóttir. El 90% de las mujeres islandesas secundaron la huelga y así lo repetían en televisión. La prensa nacional e internacional se hizo eco del parón que habían provocado en el país.
“Vimos lo que podíamos hacer las mujeres si nos uníamos“
Gúdrun Erlendsdóttir cuenta, reviviendo el momento, que “vimos lo que podíamos hacer las mujeres, si nos uníamos”. “Teníamos que hacer algo tangible, dejar de trabajar y ver qué pasaba”, añade. Y el país se paralizó completamente. “Creo que este mundo cambiará cuando las mujeres empiecen a gobernar en pie de igualdad con los hombres”, clamaba desde el estrado la presidenta del Movimiento Sindical de Mujeres, Adalheidur Bjarnfredsdóttir. La huelga de mujeres de 1975 se convirtió en la chispa que prendió la conquista de la igualdad en Islandia.
Gúdrun Erlendsdóttir hizo huelga ese día. Años después, fue la primera presidenta del Tribunal Supremo islandés.
También paró Vigdís Finbogadóttir, aquella joven a la que no se le permitía ser capitana de barco. En 1980, llegó a ser la primera presidenta de Islandia elegida democráticamente en el mundo y ostentó el cargo durante 16 años. Islandia ha sido el país con mayor igualdad de género del mundo durante 14 años y, hoy, continúa luchando para alcanzar la plena igualdad.
Esta historia olvidada sobre la fuerza de las mujeres revolucionó la sociedad islandesa. Las líderes feministas que lo hicieron posible, hoy con más de 80 años, lo recuerdan con el único deseo de que esta memoria no se pierda para que llegue a las futuras generaciones.