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La mortalidad por ictus baja un 30%, pero deja secuelas "invisibles" con las que convivir

  • Son datos recogidos en el Programa de Atención al Ictus de Aragón (PAIA)
  • Algunas de las secuelas de un ictus son la disfagia o la afasia que limitan su calidad de vida
  • El 29 de octubre se celebra el Día Mundial del Ictus

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La mortalidad por ictus baja un 30%, pero deja secuelas "invisibles" con las que convivir
Foto de archivo de un doctor mirando una imagen de rayos X. Getty

La puesta en marcha del Programa de Atención al Ictus de Aragón (PAIA) en 2009 ha contribuido a reducir la mortalidad por esta enfermedad cerebrovascular aguda en un 30%; sin embargo, muchos pacientes, además de secuelas físicas afrontan otras "invisibles" como la disfagia o afasia que limitan su calidad de vida y con las que tienen que aprender a convivir

Cada año se producen más de 3.000 casos de ictus en Aragón, donde más de 6.000 personas padecen secuelas de esta enfermedad que limita su vida.

Entre el 30 y el 50% presentan disfagia, (dificultad para transformar, manejar y tragar los alimentos líquidos y o sólidos de forma segura) y al menos un tercio sufren secuelas comunicativas como afasia (trastorno del lenguaje adquirido que provoca dificultad para hablar o entender el lenguaje), de ahí la importancia del tratamiento logopédico adecuado para mejorar las complicaciones.

Es por lo que la Asociación Ictus de Aragón (AIDA) conmemora este martes día 29 el Día de la enfermedad bajo el lema 'La realidad del ictus: vivir y convivir con alteraciones de la deglución y comunicación' para concienciar sobre las dificultades de deglución y lenguaje para mejorar la calidad de vida de los pacientes, como ha resaltado la presidenta de la Asociación aragonesa de Neurocirugía, Elena Muñoz, "un aspecto menos conocido" en esta patología.

AIDA es junto al PAIA uno de los "pilares" del programa, como ha resaltado el jefe de Neurología del Hospital Miguel Servet, Javier Marta, durante la presentación de los avances y programación del Día Mundial junto a Elena Muñoz, el presidente de la asociación, Miguel Lierta, y la logopeda Marta Mañeru.

De "inevitable a revertible"

Javier Marta ha incidido en la evolución que ha experimentado el tratamiento del ictus, en torno al cual se ha ido "engranando" una red asistencial que ha permitido que haya pasado de "ser algo inevitable (accidente cerebrovascular) a ser revertible con un margen de 4 a 6 horas".

Uno de los mejores resultados es la práctica de la trombectomía (volver a reabrir la arteria), que además de reducir a mortalidad deja menos secuelas y que se ha incrementado desde 2016 a raíz del rediseño de la cadena y la implementación de una guardia de 24 horas los 365 días del año para atender a estos pacientes, con alrededor de 2.000 ingresos al año.

La mortalidad de los ictus isquémicos ha bajado a la mitad

No obstante, Javier Marta ha reconocido que mientras en los ictus isquémicos (súbito) la mortalidad ha bajado a la mitad, con un 9,9% en el primer mes, en los casos hemorrágicos "ha evolucionado poco" y se sitúa en el 31,68%.

En este sentido ha avanzado que "buscar la causa y prevenir" ya supone la mitad del ingreso, mientras que el siguiente paso es la rehabilitación personalizada, en lo que ha reconocido el papel de AIDA, y evitar nuevos episodios, "saber qué ha pasado y comprometerse con la salud" modificando hábitos como el sedentarismo, obesidad, tabaquismo o enolismo (alcoholismo provocado por consumo de vino).

Concienciación de los pacientes

Por eso a AIDA lo que "más interesa" es la concienciación de los pacientes, y con este fin recorren las comarcas dando charlas en las que, sin embargo, los jóvenes que "son los ictus del mañana", están fallando porque no van al médico y no conocen, por ejemplo, su tensión, ha explicado Miguel Lierta, quien ha informado que en su organización tienen pacientes desde 20 a 101 años.

Por su parte, Mañeru ha hecho hincapié en los "problemas invisibles", aquellos que solo se encuentran en el momento de beber o comer, o hablar, que implican un "cambio de rol" en el paciente, que pasa a ser oyente porque no puede hablar, o a dejar sus relaciones sociales y desde la asociación también se trabaja con actividades compensatorias para que aprendan a vivir con esas dificultades.

Elena Muñoz ha alertado de la necesidad de ser conscientes de los síntomas (desviación facial, debilidad en un brazo, pierna o ambas, alteración del lenguaje, pérdida de la vista en un ojo o ambos o un gran dolor de cabeza).

"Puede afectar a cualquier edad"

Por eso, la presidenta de la asociación de Neurología considera "fundamental ponerse en manos de profesionales y no ver solo las limitaciones", algo que, reconoce, "sin la ayuda de AIDA no se podría hacer frente a la atención" porque "se olvidan las estrategias compensatorias para poder aprender a vivir", en lo que también considera "importante la concienciación de la sociedad de que es una enfermedad que puede afectar a cualquier edad, para facilitar la convivencia con esas dificultades".