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Dana, zona cero (I)

Desde la zona cero de la DANA en Paiporta: "Pasas de la absoluta normalidad a la destrucción total"

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Dos personas se abrazan en la localidad de Paiporta.
Dos personas se abrazan en la localidad de Paiporta. EFE / BIEL ALIÑO

Han pasado menos de 48 horas desde que una lengua de agua y barro arrasó Paiporta y sus vecinos aún no pueden creer lo sucedido. Las calles de la localidad, a menos de 10 kilómetros del centro de Valencia, amanecen cubiertas por una espesa capa de lodo que mancha todo y dificulta caminar, mientras centenares de coches, convertidos en un amasijo de hierro, se amontonan unos encima de los otros, como si de un desguace gigantesco se tratase.

Esta localidad es la zona cero de la tragedia, la que peor parte se ha llevado de una gota fría cuya extrema brutalidad ha sorprendido hasta a los más ancianos, acostumbrados a tener que sufrir a lo largo de su vida episodios similares. Aún es pronto para realizar cualquier balance, pero de los 155 fallecidos que se habían contabilizado hasta este jueves en la provincia de Valencia, al menos 62 son vecinos de Paiporta.

La mayor parte de los hogares siguen sin tener agua corriente, ni electricidad, ni gas, ni internet, y desde primera hora miles de personas se han lanzado a la calle para conseguir lo más básico: agua y alimentos. "Estamos completamente desatendidos", es una de las quejas que más se escuchaba entre los vecinos. En realidad, numerosos efectivos de Protección Civil, UME, Guardia Civil, Policía Nacional, Policía Local y Bomberos van y vienen sin descanso para intentar ayudar, pero es tal la magnitud de la tragedia que no dan abasto.

Los efectos de la catastródica DANA en Paiporta

Imagen de una calle de la localidad valenciana de Paiporta, llena de barro. SAMUEL A. PILAR

“Esto no se esperaba. Es una catástrofe”, describe a RTVE.es Tamara, una guardia civil que lleva desde las 4:30 de la mañana “patrullando, auxiliando y rescatando gente”. Según relata, el día anterior trabajaron desde las 7 de la mañana hasta las 23, y apenas han tenido tiempo para descansar. "La gente no sabe dónde meterse y te pregunta por la calle”, relata y asegura que han auxiliado a gente mayor, aunque otros no han podido ponerse a salvo y "se han ahogado en su domicilio”.

Esta guardia civil cuenta cómo el frente de agua se llevó a mucha gente dentro de sus vehículos, y temen que sigan estando allí. Localizar a estos desaparecidos es ahora una de las principales preocupaciones.

Seis de los fallecidos de Paiporta se encontraban en un centro de personas mayores, a las afueras de la localidad. Estaban en sus habitaciones, y la riada entró en tromba arrasando la planta inferior. Las imágenes de los instantes previos se hicieron virales, con el agua anegando las zonas comunes y cubriendo parcialmente a los residentes que estaban en ellas. La mayor parte de ellos fueron evacuados, y ya no queda nadie en el edificio.

Actos de pillaje

Las patrullas nocturnas también han intentado evitar que se produzcan actos de pillaje, algo tristemente habitual durante este tipo de tragedias. El temporal ha golpeado con especial virulencia los comercios de la localidad, situados en los bajos de los edificios, y ha roto sus escaparates y cortinas metálicas, lo que ha facilitado el acceso a su interior. Igualmente se han convertido en presa fácil los coches que han quedado varados en una montaña de chatarra.

Los estantes de los supermercados también han sido vaciados, pero en este caso ha imperado la ley de la necesidad, ya que el principal objetivo eran productos básicos, aunque también ha habido "gente que se ha llevado perfumes, licores y tabaco".

Los efectos de la catastródica DANA en Paiporta

Los vecinos de Paiporta buscan agua para beber y alimentos de primera necesidad. SAMUEL A. PILAR

"Venimos de saqueo", reconoce Ana mientras empuja un carro de supermercado repleto de productos de primera necesidad. En las bolsas hay pan, bollería, leche, embutido, conservas, pañales, compresas... "Viendo que nadie nos trae agua, ni nadie nos dice nada, hemos decidido ir al supermercado a coger lo que podamos", justifica. Ana está junto a Jesús y Dolores, un matrimonio que vive en su mismo edificio. Según cuentan, todos los productos los repartirán entre los vecinos. "Ya no hay agua, ni velas, ni pilas, pero quedan latas de conserva y no está nada mojado... El género está bueno", le dicen a otro vecino que se cruza con ellos y les pregunta si aún queda algo en el supermercado del que vienen.

Otros vecinos denuncian que “está viniendo gente de otros pueblos a robar comida”. "Se llevan comida, sartenes, perfumes, cosas que no son de primera necesidad”, critica Javier. La policía no puede parar a esa gente, y luego resulta que tú tienes un familiar que está en otra localidad que te quiere traer comida y no le dejan pasar. No se entiende”, agrega Ana, que pide "quitanieves o lo que haga falta para limpiar las calles".

Desesperación en Paiporta, Valencia, por hacerse con productos básicos tras la DANA

Falta de agua potable

Situado en l’Horta Sud, Paiporta es un municipio de aproximadamente 25.000 habitantes desde el que prácticamente se pueden ver los edificios de la ciudad de Valencia, de la que la separa el cauce del río Turia. En apenas unos kilómetros, se pasa de la más absoluta normalidad a algo muy parecido a un escenario bélico. A lo largo de la mañana, miles de personas con carritos, mochilas y bolsas han formado una gran columna en dirección a Valencia, dispuestos a aprovisionarse de agua y alimentos en los comercios de la ciudad, porque en las localidades afectadas por el temporal ya no queda prácticamente nada.

Los efectos de la catastródicalos DANA en Paiporta

Imagen de vecinos en Paiporta esperando para poder recoger agua potable de los camiones cisternas SAMUEL A. PILAR

Paradójicamente, la falta de agua potable es siempre uno de los problemas más acuciantes que suceden a las inundaciones, y en este caso los bomberos de Alicante la han repartido con sus grandes camiones cisterna desde primera hora de la mañana a los vecinos de Paiporta. José Luis es uno de ellos, que forma cola pacientemente para llenar sus garrafas de 5 litros. Desde que se produjo la riada el martes por la tarde, en su hogar están sin agua y sin luz. "Tengo 52 años y nunca había vivido algo así. No pensábamos que el agua pudiera subir tanto. Pasas de la absoluta normalidad a la destrucción total", afirma a RTVE.es.

Lo mismo que Valentín, que también ha acudido a recoger agua en unos cubos: "He visto muchas riadas. He visto el barranco lleno, pero nunca se había salido el agua como ahora. Ni siquiera en la riada de 1957, que la vivió mi madre", relata.

Los efectos de la catastródicalos DANA en Paiporta

Vecinos de Paiporta trata de abastecerse con agua potable SAMUEL A. PILAR

En general, los vecinos se quejan de que hay demasiado caos y desorganización. Por ejemplo, muchos no han llegado a saber que los bomberos estaban repartiendo agua potable. "El primer día, todavía se puede entender. Pero el segundo... ¿Tan difícil es que utilicen megáfonos para avisar a la gente de la llegada de ayuda?", comenta una madre que ha salido a pasear al perro junto a su hijo.

Sin agua, ni electricidad, ni internet, el boca a boca es el principal medio por el que circulan las noticias, y ahora muchos vecinos tienen miedo a abandonar sus casas, porque está circulando el rumor de que "hay desalmados que están aprovechando para entrar a robar en los domicilios".

Los efectos de la catastródicalos DANA en Paiporta

Imagen de vecinos de Paiporta esperando que les recojan amigos y familiares SAMUEL A. PILAR

Resulta extraño que lo que está aislado no es un pueblo remoto, sino una localidad que casi podría considerarse como un barrio de Valencia. Los vecinos no pueden entrar ni salir de ella porque la mayoría de los coches están destruidos, y las calles impracticables. El transporte público, por supuesto, no funciona y tardará aún bastante tiempo en volver a hacerlo. Por eso, los amigos y familiares de pueblos próximos están trayendo alimentos y productos de primera necesidad, que acercan hasta las afueras, donde se puede llegar en coche, y allí los vecinos de Paiporta los recogen.

Otros han decidido huir al menos hasta que el pueblo recupere una cierta normalidad. Dunia y Daniel son una pareja joven que esperan con Dalva, su bebé de 25 días, cerca de una rotonda a las afueras del pueblo. “Nos hemos tenido que ir de casa. Vienen a recogernos unos familiares y nos iremos a Valencia. Pero como estaba todo tan embarrado, no hemos podido salir hasta ahora", cuenta Dunia.

En su caso, el hecho de tener una hija tan pequeña les ha hecho sentir "mucho miedo" por ella, aunque viven en un tercer piso y la riada les sorprendió en casa, por lo que en ningún momento han temido por su vida. Por lo menos tengo leche materna y no le ha faltado alimento, aunque tampoco podemos quedarnos aquí, porque no sabemos hasta cuándo va a durar esta situación", asegura.

Casi dos días después de que el barranco del Poyo se desbordase como nunca antes lo había hecho y una lengua de agua arrasase todo cuanto encontraba a su paso, Paiporta lucha por despertarse de una pesadilla que es lo más parecido a una guerra. Muchos de sus habitantes reconocen que aún no terminan de creerse lo que está sucediendo, y creen que lo peor llegará después, cuando realmente sean conscientes de ello.