Massanassa, desde el corazón de la riada tras la DANA: "A saber cuándo volveremos a ser un pueblo normal"
- Los municipios anexos al Barranco del Poio, responsable de la riada, viven la resaca de una tragedia sin precedentes
- Sigue en directo el minuto a minuto sobre las inundaciones en Valencia y resto de España
El bando municipal suena a través de los altavoces del ayuntamiento de Massanassa. Se pide socorro de manera incesante a los vecinos para que ayuden a las decenas de damnificados tras el paso de la DANA por este pueblo de la Huerta Sur de Valencia.
Mantas, alimentos, medicinas... Cualquier ayuda es valiosa en una de las localidades más afectadas por la tragedia donde este jueves amanecen conmocionadas miles de personas. "No tireu el fang al carrer per evitar embossaments", grita el comunicado a través de altavoces, llamando a los vecinos en valenciano a no verter el barro de sus casas a la calzada para evitar embozar los desagües.
Cuatro vehículos de la Unidad Militar de Emergencia (UME) irrumpen en el municipio a eso de las 11:00 horas. Nos lo cuenta Adrián Rodríguez que ha quedado con unos amigos para que le faciliten agua. Su vivienda sufrió los estragos de la riada en una de las zonas más anegadas del municipio y, como miles de personas en toda la zona afectada, no dispone de agua potable.
En su misma calle, irónicamente la calle Torrente, una fiera masa rojiza de agua se levantó más de dos metros sobre el suelo. La realidad asusta, los vecinos se asoman al balcón y suben a las terrazas cargados de objetos tratando de ponerlos a salvo. Es la escena que se repite la noche del martes en el corazón de la catástrofe mientras, como relatan a RTVE.es quienes lo vivieron, se escuchan los lamentos de la gente en medio del sonido atronador que deja el agua.
Los vecinos buscan refugio en las alturas
Massanassa es el epicentro del Área Metropolitana al sur de la ciudad de Valencia, prácticamente inaccesible hasta bien entrada la madrugada de este jueves. Los primeros rayos del sol arrojan verdad sobre la incertidumbre de quienes tras una noche de caos encontraban en las alturas un refugio en el que resguardarse del incontenible paso de la riada.
"Llevo desde las seis de la mañana ayudando", nos contaba Alejandro Codoñer en la noche de este pasado miércoles, instantes después de recuperar la cobertura telefónica. "El agua entró al portal y se quedó en el segundo escalón. Tuvimos que subir para arriba".
La plaza donde se ubica su casa ha quedado sepultada por un auténtico lodazal. La imagen desde arriba es desoladora y en estos momentos tampoco disponen de agua potable.
Alfafar, Massanassa, Catarroja, Sedaví, Benetússer Albal y La Torre son el núcleo de una tragedia de dimensiones todavía no asimiladas. Estos municipios, contiguos y anexos, todos ellos en la parte sur de la ciudad de Valencia, conviven junto al conocido como barranco del Poio, el mismo que atraviesa Paiporta, la localidad más azotada. La riada y no la lluvia ha sido la responsable del desastre, según cuentan sus vecinos.
El popular barranco que separa Massanassa y Catarroja acostumbra a bajar seco, pero en la tarde de este pasado martes el agua brotaba con fuerza de su cauce y su desbordamiento se traducía en una avalancha de cañas y barro que lo arrastraba todo a su paso.
El mensaje de una amiga, la única advertencia de la riada
La vivienda de Laura Muñoz se encuentra junto a esta frontera invisible entre ambos municipios. La tarde de la riada ella y su padre se dedicaron a amontonar sacos de abono frente a la puerta para evitar, en vano, la entrada de agua en lo que este jueves es un desolador campo de barro.
La única advertencia que recibe, alertando de que su casa será pasto del agua en breve instantes, es un mensaje de una amiga a las 18:00 horas de la tarde del martes.
"Es un momento de impotencia en el que ves entrar agua a tu casa y no puedes hacer nada", nos cuenta. Ahora, carga como puede su teléfono en el coche para conocer la situación de sus vecinos, amigos y familiares.
Este jueves continúan sacando el lodo de su garaje y siguen sin disponer de luz, aunque afortunadamente, cuenta, el agua ya no cubre este barranco que a diario suelen cruzar vecinos de toda esta zona de pueblos hermanados.
"Parecía que estabas en primera línea de playa"
Adriana Inarejos pasó la noche junto a una amiga en la vivienda de unos vecinos de Catarroja que les ofrecieron su casa, a salvo de la tromba de agua que le sorprendió en una cafetería cercana.
"Nos avisaron de que entraba agua por el pueblo, pero no imaginábamos que iba a ser tan fuerte". Cuando irrumpió el creciente riachuelo en el local, Adriana narra cómo empezaron a desconectar los electrodomésticos. "Pensábamos que nos churruscábamos allí".
Fue una de las muchas personas que no durmió en su casa aquella noche. También Juan Serrano, que regresaba de la localidad de Torrent fue sorprendido por el agua en Albal, al sur de Catarroja, donde se resguardó en casa de un vecino junto a más personas afectadas, todas ellas acogidas por el propietario de la vivienda.
Juan ha regresado hace esos momentos a su pueblo: "No teníamos información, lo único que hice fue huir y esperar. Recibimos el aviso del 112 una hora después de que se desbordara el barranco, llegó bastante tarde".
La casa de Manolo Roig y María Dolores Ferrandis también estaba ocupada por más habitantes que de costumbre. En total, ocho personas pasaron la noche en su casa, entre ellos dos niños, además de tres mascotas. Vecinos que subieron desde la planta baja del edificio, completamente inundada, en busca de refugio. En las horas más críticas de la riada, la incertidumbre se apoderó de ellos.
Josep Martínez y su familia también suben al piso superior de su casa, una de las tantas en la huerta que reservaban la parte baja para la vivienda y la de arriba, la cambra, para almacenar la cosecha. La situación el miércoles era justo la contraria. Huyendo del agua, la familia sube las escaleras donde antes se almacenaba el grano e intenta descansar como pueden.
En la noche del martes al miércoles, el sonido de la corriente no dejaba dormir a los vecinos. "Parecía que estabas en primera línea de playa", relata Adrina Inarejos. A la mañana siguiente la zona se encuentra completamente incomunicada. Son Protección Civil y los diferentes ayuntamientos quienes trabajan como pueden para atender a los vecinos, que no disponen de luz, agua, gas ni cobertura.
En Massanassa, el Ayuntamiento levanta un rudimentario centro de salud en sus instalaciones donde los vecinos se vuelvan para ayudar a los afectados.
Los coches se amontonan frente a las viviendas, muchas completamente destruidas, el lodo cubre la carretera y las calles que ayer eran la vida de miles de personas el miércoles son testigos de una verdadera catástrofe que nadie recuerda haber vivido jamás. Ni siquiera los más mayores, aquellos que padecieron la riada del 57, dan crédito a la realidad de una huerta sumida bajo el agua.
El miércoles, la zona se encuentra completamente incomunicada. Durante el día se dejan ver imágenes desoladoras como las de las residencias de ancianos. En la de Massanassa Adriana ayuda como puede junto con otras personas. Los cuidadores suben a los ancianos al piso superior y según le cuentan a Adriana, no hay fallecidos.
Poco a poco se hacen posibles las labores de búsqueda
Este jueves la luz en los hogares va y viene mientras el fango te impide caminar en este municipio arropado por la anegada huerta. La gente irrumpe en los supermercados, carnicerías y otros locales a la búsqueda de artículos de primera necesidad, la mayoría, y otros que aprovechan el caos para hacerse con objetos de más valor. Los vídeos que facilitan los vecinos a RTVE.es muestran calles intransitables donde el lodo es el protagonista.
La gente ayuda de forma desinteresada. Es el reflejo de la otra cara de la tragedia, la solidaridad humana que aflora en circunstancias dramáticas. Mientras tanto, la población sigue esperando a que las labores de rescate arrojen luz sobre el número de víctimas, la vuelta de la energía, el agua y a que lleguen los tan necesarios suministros que necesitan.
Sergio Roig logró hablar con su novia Andrea, que vive en La Pobla de Farnals (huerta norte), tras muchas horas incomunicados. Ella revisa imágenes en redes sociales y mira una y otra vez los videos de cómo el agua arrasa con todo a su paso y se imagina lo peor: "Es un desastre, y esto no es cuestión de un día o de dos... a saber cuándo volveremos a ser un pueblo normal", lamenta Sergio Roig.