Harris y Trump tras el voto de los trabajadores: los sindicatos entran de lleno en la campaña electoral de EE.UU.
- Los demócratas convencen al sector del motor, los servicios, la educación y la sanidad, en un año marcado por la economía
- Las organizaciones de policías y bomberos se alinean con el Partido Republicano, preferido por los camioneros este año
- Elecciones EE.UU. 2024, en directo la última hora
Union yes! Union yes! La muchedumbre ovaciona al líder del principal sindicato del motor, United Auto Workers (UAW), cuando sube al escenario de la Convención Nacional Demócrata celebrada este agosto en Chicago. Shawn Fain lleva una camiseta en la que llama "esquirol" al expresidente y candidato republicano, Donald Trump, y en su discurso, erige a la demócrata Kamala Harris como "próxima presidenta de Estados Unidos": "Es uno de los nuestros".
El poderoso UAW ha entrado con todo en una campaña que está marcada por la economía, según una encuesta de Pew Research sobre las preocupaciones de los votantes, pero no es el único sindicato que ha tomado parte y puede influir en un pulso que se prevé ajustado, especialmente, en siete Estados del país. Tres de ellos —Pensilvania, Michigan, y Wisconsin— son conocidos por una fuerte clase obrera industrial y, pese a su tradición demócrata, se decantaron por los republicanos en 2016, cuando Trump ganó las elecciones.
La vicepresidenta Harris se está volcando en esos estados bisagra y tiene motivos para preocuparse. La "hermandad" de camioneros Teamsters ha optado este año por no apoyar oficialmente a ninguno de los dos candidatos, después de que una encuesta interna reflejara que casi el 60% de sus afiliados prefiere a Trump. El expresidente republicano ganó holgadamente en el sondeo de Pensilvania, Michigan y Wisconsin, así como en otros estados del llamado "cinturón del óxido", Nueva York e Illinois, donde los demócratas encadenan victorias desde los noventa. Ahora bien, este lo tendrá más difícil para convencer a otros sectores como el de la hostelería o los servicios. Los sindicatos son otro terreno de juego importante en la carrera a la Casa Blanca.
El giro de los camioneros hacia Trump
Algo ha cambiado en Teamsters, que hizo campaña dos veces por Barack Obama y también por el presidente Joe Biden. El líder de sindicato, Sean O'Brien, ya anticipó este cambio de posicionamiento entre sus filas cuando compareció en la Convención Nacional Republicana de julio en Milwaukee.
"No estamos en deuda con nadie ni con ningún partido. Crearemos una agenda y trabajaremos con una coalición bipartidista dispuesta a lograr algo real para el trabajador estadounidense. No me importa que me critiquen. Es un honor ser el primer teamster en nuestros 121 años de historia que se dirige a la Convención Nacional Republicana", proclamó.
El discurso molestó a algunas facciones de la hermandad y solo dos días después, la cuenta oficial de Teamster en la red social X tuiteó una respuesta a un senador republicano: "Los sindicatos no ganan nada respaldando la política racista, misógina y antitrans de la extrema derecha (…) Uno no se une a una clase trabajadora diversa burlándose de su diversidad". Borraron el tuit posteriormente, pero la prensa ya había recogido su mensaje. Más tarde, representantes del sindicato han participado en mítines del Partido Demócrata.
Más allá del mito del obrero blanco estadounidense
La guerra interna en Teamsters sirve para cuestionar algunas consideraciones del mito del obrero blanco estadounidense. "Quienes pertenecen a los sindicatos son trabajadores de clase media, principalmente. Son trabajadores privilegiados en sus sectores o industrias, porque pertenecer a un sector sindicalizado en Estados Unidos es un privilegio", explica la investigadora en la Universidad Nacional Autónoma de México, Estefanía Cruz Lera, especialista en el espacio de las minorías en la política estadounidense, que señala las trabas que existen para la organización de los trabajadores en algunos estados, con grandes diferencias de uno a otro.
No hablamos, por lo tanto, de los principales perdedores de un sistema en el que las empresas pueden pagar menos del salario mínimo a sus trabajadores si este recibe propinas, como ocurre con los camareros, y en el que la regulación laboral tiende a ser mínima. Además, el porcentaje de personas sindicalizadas es mayor en el sector público (del 36% el año pasado, aunque con tendencia a la baja) que en el privado (6,9%, pero al alza), aunque los primeros son menos numerosos en términos absolutos, según el Departamento de Trabajo. Por tipo de ocupación, las mayores tasas corresponden a educación, formación y bibliotecas (32,7%) y a los servicios de protección y emergencias (31,9%).
"Los trabajadores escolares y de hospitales apoyan a Kamala Harris, pero me parece muy interesante, por ejemplo, que los sindicatos de bomberos y los policías en los diferentes estados han apoyado a Donald Trump. Tiene que ver con la percepción que tienen sobre la seguridad, la situación de criminalidad y la inmigración", continúa Cruz, también doctora en ciencias políticas por la Universitat Autònoma de Barcelona.
El informe de 2023 del Departamento de Trabajo refleja también que la tasa de afiliación es ligeramente mayor en hombres (10,5%) que en mujeres (9,5%) y entre los trabajadores negros (13,1%) que en los blancos (11%), hispanos (10%) o asiáticos (9%). De hecho, es la población negra la que está dando un empujón a las cifras sindicales en los últimos años, lo que explica que la justicia racial y social esté cada vez más presente en sus discursos.
En esto último hay también un reverso económico: casi la mitad de los profesionales negros del sector privado trabajan en actividades de "primera línea" como la sanidad, el comercio y la hostelería, sobre todo en puestos con salarios bajos, según un estudio de McKinsey. Al mismo tiempo, están infrarrepresentados en empresas tecnológicas o financieras, donde los salarios suelen ser más altos. En la estadística política, de acuerdo con Pew Research Center, hay que tener en cuenta que el 92% de los votantes afroamericanos votó a Biden en 2020, frente al 6% que prefirió a Trump.
Con todo, es difícil establecer tendencias federales, en un país en el que cada estado tiene su idiosincrasia. Así, por ejemplo, son negros en torno al 40% de los trabajadores del sector privado en los sureños Misisipi o Georgia, donde las tasas de afiliación sindical están por debajo de la media nacional y los republicanos ostentan el poder. Nueva York (21,5%) y Washington (18,1%), con más población blanca, son los más sindicalizados junto a Hawaii (25,6%). En estos tres, los demócratas llevan décadas ganando las elecciones presidenciales.
La profesora Estefanía Cruz expone otro de esos "contrastes" entre regiones cercanas. Por un lado, el estado bisagra de Nevada, donde el sindicato de hostelería Culinary Union está haciendo campaña por Harris y representa a 60.000 personas (el 54% de ellas, latinas) en casinos y hoteles de Las Vegas y alrededores. Por otro, California, "que tiene también centros turísticos importantes, pero es muy poco común que los trabajadores de la hostelería estén sindicalizados". A nivel federal, el sindicato de servicios Unite Here!, con unos 300.000 afiliados, apoya también al Partido Demócrata.
Harris apuesta por la salud laboral y Trump por la bajada de impuestos
Mientras tanto, ¿qué están haciendo los candidatos para atraer a los trabajadores en general? Ambos coinciden en un discurso proteccionista frente a la industria china, a la que señalan como culpable de la precariedad laboral y del declive de fábricas y empresas estadounidenses, apunta la profesora Cruz, que señala algunas diferencias si vamos más allá del sector manufacturero.
La vicepresidenta Harris está proponiendo medidas para convencer a quienes reclaman una mayor protección de la salud en el trabajo, como las bajas médicas pagadas en caso de accidente laboral o la extensión de las coberturas del sistema de seguros sociales (Medicaid) para el postparto. También hay una apuesta por reducir el gasto de las familias en el cuidado infantil, que lastra las rentas de los hogares e impide la incorporación al trabajo, sobre todo, de mujeres.
En cambio, Trump se inclina por una política de reducción del gasto del Estado en los seguros sociales y ha prometido a trabajadores y empresarios una bajada de impuestos, especialmente, a quienes cobran por propinas. La Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO), que congrega a 12 millones de trabajadores en EE.UU y Canadá, ha aireado en un vídeo de campaña en favor de los demócratas que el expresidente dijo en un mitin en Pensilvania que "odiaba pagar las horas extras" cuando era empresario. Esas palabras causan rechazo entre los afiliados de AFL-CIO, pero lo cierto es que el candidato republicano utiliza la provocación como muestra de su compromiso para hacer recortes fiscales en ese tipo de gastos.
Trump también se ha asociado en esta campaña con el multimillonario Elon Musk, fundador de Tesla o Space X, quien ha hablado abiertamente de que "no está de acuerdo con la idea de los sindicatos". Esto, de nuevo, puede alejar a quienes forman parte de las organizaciones por los derechos de los trabajadores, pero puede ser una buena estrategia en un país en el que el 41% de la población opina que los sindicatos tienen un impacto negativo en la sociedad, porcentaje que se eleva al 61% en el caso de los votantes republicanos, según un estudio del Pew Research Center.
A este respecto, Estefanía Cruz recuerda que la primera legislación sobre los horarios laborales que afectó a todo el país vino de los panaderos de Nueva York, pero no precisamente para limitar el número máximo de horas. En 1905, el Tribunal Supremo dio la razón a un empresario que defendía que era inconstitucional que una ley limitara las horas que los panaderos podían trabajar a la semana, porque atentaba contra su libertad. La sentencia Lochner estuvo vigente hasta 1937, pero "es una lógica que casi un siglo después sigue permeando en la mente de muchos estadounidenses", asegura la investigadora, que resume esta idea: "No regulemos el sector trabajo, que el capital lo regule solo".
Sindicatos en EE.UU.: afiliación en mínimos, popularidad en máximos
La tasa de afiliación a sindicatos ha bajado al 10% del total de empleados en 2023, según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, que registra 14,4 millones trabajadores asalariados afiliados. El porcentaje supone una caída de 10 puntos respecto a 1983, primer año del que hay registros, con una diferencia de 3,3 millones de personas. Esta pérdida inequívoca de la capacidad de las organizaciones para atraer a nuevos miembros contrasta con la popularidad que están experimentando en los últimos años y que ha llevado a hablar de "auge" en algunos sectores, a la vista de sus éxitos en la negociación colectiva, desde la industria del motor a los guionistas de Hollywood o los trabajadores de la compañía de paquetería UPS. Así, desde 2022, en torno al 70% de la población estadounidense está de acuerdo con la idea de los sindicatos, el nivel más alto de aprobación desde 1965, según una encuesta de Gallup. Esta visión está más acentuada entre los votantes demócratas que en los republicanos.
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