Resultados de las elecciones de EE.UU.: así quedan los estados clave, en directo
Las elecciones presidenciales en Estados Unidos se definirán sobre todo con lo que ocurra en siete de los 50 estados que componen Estados Unidos y donde las encuestas no han mostrado un claro ganador hasta el día de las elecciones. Son los llamados estados péndulo, bisagra o estados clave (swing states, en inglés), donde el apoyo de los votantes no es tan previsible como en otros y puede oscilar entre el partido Demócrata y el partido Republicano en diferentes ciclos electorales.
En estas elecciones de 2024, dichos votos decisivos se encuentran en Pensilvania (19), Georgia (16), Carolina del Norte (16), Michigan (15), Arizona (11), Wisconsin (10) y Nevada (6). Cada estado en disputa ofrece combinaciones distintas para llegar a la victoria, dependiendo de las particularidades de cada uno, que DatosRTVE ha analizado. Esta situación ocurre porque el sistema electoral de Estados Unidos no concede la victoria al que tiene más votos, sino que es un sistema indirecto que designa delegados en cada estado que forman el Colegio Electoral y comprometen su voto en función del resultado.
Los siete estados decisivos suman 93 votos electorales de los 270 necesarios para alcanzar la presidencia, por lo que han recibido gran atención de los candidatos durante la campaña, sobre todo en estos comicios tan igualados y de resultado tan incierto.
Pensilvania es la pieza más codiciada en esta noche electoral, puesto que abre para ambos candidatos la vía más rápida hacia la victoria final. No solo porque asigna 19 votos, sino porque facilita combinaciones ganadoras con otros estados. Además, desde 2004, el candidato que se alzó como el más votado en Pensilvania fue también el ganador en el conjunto de Estados Unidos. En 2020, Joe Biden se impuso a Donald Trump por apenas 80.000 votos de un total de casi siete millones de votos emitidos. Casi 800.000 personas más de los 6,1 millones que votaron en 2016, cuando Trump ganó a Hillary Clinton por únicamente 44.000 papeletas. Se ha vuelto, además, un estado complejo, en el que conviven grandes áreas metropolitanas emparentadas con las grandes ciudades de la costa este y amplias zonas rurales conservadoras; una economía en declive junto a sectores pujantes, y una transición demográfica de un estado eminentemente blanco a otro en el que crece la población latina, sobre todo dominicana y puertorriqueña, que se acerca al 10% del total.
Georgia fue un bastión electoral republicano desde 1996 hasta que Biden logró en 2020 vencer por menos de 12.000 votos en este estado, donde un tercio de los potenciales votantes son afroamericanos. Algo que ni siquiera había logrado Barack Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos. Georgia es un estado clave, sobre todo en los cálculos electorales del Partido Republicano, fundamental en las combinaciones que pueden dar la victoria a Donald Trump.
Carolina del Norte no ha sido uno de los estados péndulo habituales. En los últimos 50 años, los demócratas solo han ganado allí dos veces, con Jimmy Carter en 1976 y con Barack Obama en 2008. Sin embargo, con la transformación demográfica que ha experimentado en los últimos años, las diferencias entre ambos partidos han sido pequeñas en las últimas elecciones (en 2020, Trump ganó por una diferencia de 1,4 puntos porcentuales y 74.000 votos) y este año los sondeos dibujaban un escenario mucho más reñido. Al igual que Georgia, este estado sureño es fundamental en los cálculos electorales de los republicanos. Carolina del Norte abrió el voto anticipado pocas semanas después del paso del huracán Helene, cuyos efectos sobre la población podrían afectar a la participación e influir en el resultado.
Un caso en sentido contrario al de Carolina del Norte. Míchigan, tradicional caladero de votos demócratas desde los años 90, fue clave en 2016 para la victoria de Donald Trump, que se impuso por menos de 11.000 votos de un total de 4,8 millones. Joe Biden lo ganó holgadamente en 2020, con una ventaja de 2,8 puntos y 154.000 papeletas, pero ahora emerge de nuevo como una reñida arena electoral uno de los estados que forma parte del llamado Cinturón del Óxido (nordeste y medio oeste afectado por la reconversión industrial), en el que es crucial hacerse con el apoyo de los trabajadores industriales, y ahora también de los árabes estadounidenses preocupados por el papel de Estados Unidos en la guerra de Israel contra Gaza y Líbano.
Los demócratas arrebataron Arizona a los republicanos en 2020, después de cinco victorias consecutivas del 'Great Old Party' en este estado fronterizo donde la inmigración irregular y el aborto son asuntos claves en el discurso político y en el voto, y la población latina (la cuarta parte de los potenciales electores) es parte fundamental de la ecuación electoral. La victoria de Joe Biden en las anteriores elecciones fue exigua, poco más de 10.000 votos de un total de 3,4 millones, así que de nuevo la atención se centra en un estado cuya importancia en las elecciones presidenciales ha aumentado de forma paralela a su población, que se ha duplicado desde los años 90 y ha hecho aumentar, en consecuencia, su peso en el Colegio Electoral.
Este estado del medio este no entraba en discusión electoral hasta que Donald Trump se impuso allí en 2016, y desde entonces es territorio en disputa junto a Pensilvania y Míchigan, con los que conforma el llamado Cinturón del Óxido, fundamental en las posibilidades de victoria de Kamala Harris y Donald Trump y que en las dos últimas elecciones se decantó por apenas 20.000 votos. Prueba de su importancia es que el candidato republicano instaló en Milwaukee, la principal ciudad del estado y feudo demócrata, la convención republicana de la que salió como candidato oficial a la Casa Blanca, y que Harris dio también allí su primer mitin después de asegurarse la nominación como candidata demócrata. Uno mira a las regiones rurales y menos pobladas y otra trata de consolidar el apoyo demócrata en uno de los estados menos diversos del país, donde casi el 80% de la población es blanca.
Solo reparte seis votos electorales, pero Nevada se ha convertido en un escenario de cierta alternancia que cuesta identificar como "rojo" republicano o "azul" demócrata, y ya ha sido etiquetado como estado "morado" por su ambivalencia. Aunque los demócratas han sido los más votados en las últimas cuatro elecciones, desde que en 2008 ganó Barack Obama, la diferencia en las últimas dos elecciones ha sido de poco más de dos puntos. Nevada ha sido en los últimos 50 años un buen predictor del ganador final de las elecciones, de modo que quien conseguía ser el más votado en este territorio del oeste llegaba también a la Casa Blanca; con dos excepciones: 1976 (Jimmy Carter vs. Gerald Forld, ganó el demócrata Carter) y 2016, con Donald Trump, que querría repetir ahora el mismo hito. La economía (Nevada es el estado con mayor tasa de paro de todo el país, con un 5,6%) y la inmigración son asuntos centrales de la campaña electoral dirigida a sus electores.